La viuda alegre (Die Lustige Witwe, título original en alemán), es una muy gustada opereta, originalmente en tres actos, con música del compositor austro-húngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Victor Léon y Leo Stein, basado en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac, que ha perdurado en el repertorio de todas las grandes compañías de ópera, zarzuela y opereta del mundo, por la belleza de su música y lo simpático de su argumento, por lo que siempre es un reto reponerla, sobre todo cuando los recursos para el arte lírico son limitados, como ocurre en esta ciudad de Miami donde vivimos.
No obstante, Martí Productions –de la mano de la incansable Tania Martí, gran cantante y actriz por demás– ha salido invicta una vez más con la puesta en escena de esta deliciosa opereta que se desarrolla en el París de la Belle Epoque –como fue denominado el período de 1890 a 1914 luego de terminada la Primera Guerra Mundial (“solo se sabe lo que se tiene cuando se pierde”), aunque sus protagonistas sean del imaginario país de Pontenegro.
No solo los personajes principales fueron actuados y cantados –“interpretados”, que es lo que mejor cabe– a la perfección, sino también todos los personajes secundarios, sin cuyo talento y entrega el “espíritu” de esta jocosa opereta no se hubiera logrado.
La deliciosa soprano Maylú Hernández, como Ana de Glavary, brilló en este personaje tan emblemático, haciendo gala de una gran técnica vocal y de sus dotes para la actuación y el baile –split incluido, como si fuera una grisetta más–, con tremenda vis cómica y desenfado, por si fuera poco, en este rol en que nuestra inolvidable Rosita Fornés dejó el listón tan alto, en el cielo, y estoy seguro de que desde allí Rosita debe haber quedado muy complacida con esta Viuda alegre de Maylú, como lo he quedado yo en grado superlativo, que vi a la Fornés en todo su esplendor.
Maylú Hernández (al centro), con Voices of Miami y bailarines de Gio Miniet en el primer acto.
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¡Ah!, y esa Canción de la ninfa del bosque la cantó nuestra Maylú como si estuviera en un estudio de grabación, impecable y bellísima, por lo que no sería ninguna mala idea hacer un disco con todas sus estelares intepretaciones.
Maylú Hernández canta La canción de la ninfa, con Voices of Miami a su alrededor.
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Maylú tuvo en el tenor Jesse James Vargas a un Conde Danilo muy seguro de sí, tanto en lo vocal como en lo actoral, justo en la cuerda del personaje, donde no faltó tampoco el necesario tono humorístico y un atractivo desenfado.
El tenor Jesse James Vargas como el Conde Danilo.
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La también soprano Laura de Mare encarnó a la veleidosa Valencienne como si fuera un ajustado guante de cabritilla tan en boga en esa Belle Epoque en que se desarrolla la obra, con esa voz tan hermosa y afinada que ha venido a enriquecer, al igual que Maylú, esa constelación de sopranos latinas que reivindican que en Miami también vive y goza de excelente salud el género lírico, y corresponde entonces mencionar a las excelentes sopranos Eglisé Gutiérrez, Elizabeth Caballero, María Aleida Rodríguez, Mabel Ledo (mezzo), Marinel Cruz, Nathalie Ávila e Hilda del Castillo (aunque sé que no son las únicas, pero son las que conozco).
El tenor Carlos Silva, a su vez, nos regaló un Camilo de Rosillon con la adecuada proyección histriónica que demanda su personaje y un desempeño vocal también inobjetable, sobre todo en los duetos con Laura.
El tenor Carlos Silva como Camilo de Rosillon y la soprano Laura de Mare como Valencienne.
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El multifacético Jesús Brañas, como el Barón Mirko Zeta estuvo sencillamente “de película”, con ese tono de comedia de enredos que le queda tan bien, mientras que el también multifacético Marcos Casanova, como Niegus, le hizo la contrapartida a su misma gran altura, a la vez que Miguel Cervantes y Alan Gasel se lucieron como los dos principales rivales por los millones de Ana, con “duetos” lucidos y simpáticos, como el Vizconde Zancada y Brioche respectivamente, así como Karell Morell como el Vizconde Kromov.
Me acabo de dar cuenta de que por poco cometo el imperdonable pecado de la omisión, al no haber mencionado hasta ahora a la inefable Tania Guzmán, como El Juglar, ese personaje tan inteligentemente añadido a esta puesta por Manny Albelo para contar la trama, y que el lunes 19 no vacilé en llamar a su madre, Tania Martí, para elogiar su excelente intervención del domingo 18, que fue la función a la que asistí.
Tania Guzmán como El Juglar.
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Voices of Miami, dirigido por Greisel Domínguez, cumplió sin reservas como el infaltable coro, con el adecuado empaste vocal necesario para realzar a los cantantes protagonistas, y la inmortal partitura de Lehár, con los necesarios arreglos musicales de Otto Knight para un formato orquestal menor, cobró vida y brilló como una gran sinfónica bajo la certera batuta de la Maestra Marlene Urbay, otra muy grande de nuestro universo musical.
Voices of Miami, al fondo, con Jesse James Vargas, Maylú, Carlos Silva, Laura de Mare, Tania Guzmán y Marcos Casanova al frente.
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La directora de orquesta Marlene Urbay con sus músicos de la Florida Chamber Orchestra.
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La escenografía de Leose Productions y las luces a cargo de Oscar Delgado, crearon el marco apropiado para cada uno de los actos, y las escenas de danza, coreografiadas por Gio Miniet –sobre todo en el cuadro de las grisettas, con el infaltable cancán clásico incluido– completaron la grata ilusión de estar en París, nada menos que en su emplemático restaurant Maxim.
La escenografía de Leose Productions
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El Ballet de Gio Miniet,
con el infaltable cancán incluido.
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Maylú y Jesse James Vargas con Gio Miniet y su pareja de baile al fondo.
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El ballet de Gio Miniet, con Maylý y Jesús Brañas a la derecha, y Laura de Mare a la izquierda.
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Respecto al impactante y lujoso vestuario de Ana y de Valencienne –firmados por Osvaldo Joya– y el maquillaje y peinados de Maylú, a cargo de Felipe Couso, sin ellos la puesta no hubiera tenido el gran glamour y el agradable impacto visual tan bien logrado, mientras que en el segundo acto los supuestos trajes típicos de Pontenegro crearon la atmósfera adecuada para el desarrollo de la trama.
Laura de Mare (Valencienne), Maylú (Viuda), Carlos Silva (Rosillon) Jesse James Vargas (Conde) y Jesús Brañas (Zeta); atrás: Alan Gasel (Brioche), Marcos Casanova (Niegus), Miguel Cervantes (Zancada) y Voices of Miami.
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Carlos Silva, Karell Morell, Miguel Cervantes, Jesse James Vargas, Jesús Brañas, Alan Gasel y Marcos Casanova, en el septimino Qué mujeres.
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No puedo concluir sin volver a felicitar a Manny Albelo, el director general de la puesta y adaptador de la misma, por esta cuidada y elegante reposición de La viuda alegre, y a Tania Martí, por su compromiso con el arte lírico y en general, sin cuya labor al frente de Martí Productions la zarzuela y ahora la opereta hubieran “brillado por su ausencia” en Miami, fiel continuadora del legado de la inolvidable Pili de la Rosa y de Demetrio, al frente del tristemente desaparecido Grateli.
Nota: Se debe agradecer al Departamento de Asuntos Culturales del Condado Miami Dade y a Artes Miami por auspiciar en parte este grandioso evento.
Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami
Hialeah, 22 de noviembre de 2024
Fotos: Lester Llanes (cortesía de Martí Productions)
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