Sunday, November 10, 2024

Los cuentos de "Momo" (Palabras de presentación por Rodolfo Martínez Sotomayor)

Presentación del libro Momo, y la animación del cuento Eve, del escritor cienfueguero Juan Francisco Pulido (Cuba 1978-USA 2001). Sábado 9 de noviembre de 2024 en el Salón Parroquial de la iglesia de la Inmaculada Concepción,  en Hialeah. El evento fue convocado por la familia Pulido y la Editorial Silueta. Fotos Eva M. Vergara. 
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Los cuentos de "Momo". Palabras de presentación por Rodolfo Martínez Sotomayor.


El distanciamiento le da cierta luz a la memoria. Podemos ver al pasar el tiempo, que los hechos fueron como eslabones de acontecimientos que propiciaron esos pequeños milagros cotidianos que tratamos de descifrar con la Fe.

Cuando Juanqui llegó con su manojo de poemas e historias, también trajo bajo el brazo aquel libro de cuentos que había sido premiado en Cuba por la Revista Vitral, en 1999, ese proyecto de fusionar la fe católica con la cultura, lamentablemente ya desaparecido.

Entre aquellos cuentos premiados estaba el llamado Eve, donde ya podía rastrearse la tragedia existencial, como si se tratara de un escritor más adulto. Pero a su vez había una luz de esperanza en la aparición de un ángel desnudo caminando por el malecón de la historia.

Cuando su hermana María Cristina, me habló de su proyecto de animación de Eve, junto a la presentación del libro ilustrado Momo, no podía ver ese vínculo con la obra inicial de Juanqui que me ha ofrecido el tiempo.

En Eve estaba el lazo entre hiperrealismo y fantasía, entre la cruda realidad y la inocencia. Ese cruce llega con la conversión, y es en ese paso donde se regresa al pasado, a la adolescencia donde los cuentos del Momo tuvieron su nacimiento.

Los cuentos del Momo fueron escritos para la revista Renacer, con el nombre del Dios griego de la sátira, cuando Juanqui tenía 17 años.

El cuento Helado, es un emotivo canto a la felicidad, abrazar el presente y valorar esos instantes en su justa medida, sin la torturante angustia por lo que pudo ser y no fue.

Angel de la guarda, es uno de esos preceptos filosóficos recurrentes en la obra de Juanqui: Vivir la vida a través de los otros, como mediador de la realización de los demás. Una misión de un ángel humanizado que suele ser una proyección de sí mismo.

En el cuento Danny, Pulido, con su capacidad de fabulador desde la edad temprana, vuelca de manera sencilla, y útil para la infancia, un dilema complejo de la filosofía, como la elección entre deber y querer. Ya Aristóteles y Platón habían dicho, que deber y felicidad iban de la mano, y según el filósofo Kant, "el deber estaba por encima de la felicidad."

En el relato Danny, también se resalta la disyuntiva de “no descuidar, las pequeñas cosas” que son a veces las de mayo valor.

Felino, es un breve canto a la belleza lírica que se disfruta como una melodía que exalta los sentidos. Juanqui utiliza de pretexto un poema encontrado por un gato, para transmitir valores espirituales necesarios de acrecentar en la adolescencia. También es la mejor justificación de hacernos abrazar la poesía:

“Mi amigo un día me enseñó que la vida era más que mis problemas, que mi tedio, que mi aburrimiento, que mi esperanza… que mi infelicidad. Me dijo: “El Milagro no cae del cielo, sube del corazón… ¡de nuestros corazones! Ojalá no pierdas el hechizo de una noche estrellada por el enojo del insomnio tras un día de papeles, pasillos y puertas...Hoy decidí hablar de mi amigo para no encontrar más poemas tirados a modo de basura. Señores, el milagro no cae del cielo".

En Hipo, el mensaje es más claro, directo. La constante de su caudal de recursos que salen a la luz: La ironía, el juego de los símbolos y el reclamo necesario de la libertad. Esa dosis de humor no está reñida con su reclamo: “Nos exigen que cambiemos, que quepamos en un patrón establecido. Déjenos ser como somos; gordos, bajitos, trigueños, intelectuales, ¡altos, alegres, tontos, rebeldes…! ¡Permítanos vivir lo más auténticamente posible! Y permítanos bailar gordos…"

Juanqui recurre a la apropiación de la fábula de Esopo, “La liebre y la tortuga”, y con malabares imaginativos, regresa a los juicios y a la verdad como la esgrimiría el filósofo Kant cuando dijo: “La verdad como interpretación, pero con principios morales válidos para todos los seres humanos, que no deben ser alterados por la historia. Ese afán de justicia. Tan recurrente y necesario, que Juanqui promueve, con sus dotes poéticos y narrativos, para influir en la formación de los valores de la infancia, en su natal Cienfuegos.

El autor de estos cuentos, Juanqui, como le llamaban quienes lo querían, estuvo breve tiempo con nosotros. Como esos “ángeles encargados de velar por la vida de las personas”, él nos legó la belleza de su prosa, de sus ideas. Un vasto universo y la cualidad de percibir las emociones de los demás, le dieron el don de la sensibilidad creativa.

Sólo el espíritu de un niño-adulto, puede enseñar con la sutileza del lenguaje. La inocencia no está exenta de sabiduría en los cuentos del Momo, porque ella proviene de la Fe, más que del tiempo.

Ahora nos llegan acompañados de hermosas ilustraciones, exaltando su mensaje de humanidad, enseñando que ser feliz, es tan maravilloso como soñar.

Editorial Silueta

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