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Tuesday, December 17, 2024

“Los pájaros tirándole a la escopeta”, una comedia en viaje del cine a los escenarios. (por Wilfredo A. Ramos)


Este pasado 6 de diciembre el Teatro Trail, de Miami, ha sido el escenario donde se produjo el estreno mundial de la versión teatral de un guión concebido originalmente para la gran pantalla por parte de Rolando Díaz, figura indispensable del cine cubano, quien ha sido guionista y director de una de las comedias cinematográficas de mayor éxito y popularidad dentro del cine de su país: Los pájaros tirándole a la escopeta.


Desde el mismo momento de su estreno en el año 1984, dicho filme gozó de la simpatía tanto del público como de la crítica nacional, por abordar de manera relajada, fresca y envuelta sobre todo de mucho amor, de situaciones cotidianas dentro de la vida del cubano del momento, mostrando a través de imágenes una Cuba donde aún se construían edificaciones, habían fábricas que producían algo, existían hospitales en condiciones higiénicas aceptables, los trabajadores tenían todavía la posibilidad de disfrutar de vacaciones en lugares turísticos, tener leche y huevos para el consumo humano dentro del refrigerador, entre otras muchas realidades inexistentes en dicho país desde hace ya demasiado tiempo.

De igual modo, el filme se hacía eco del discurso político del régimen imperante, mostrando de manera directa esa realidad socio-política, sirviendo más de promoción que de crítica al mismo, aunque de igual manera nos dejase ver casi por demasiado evidente, los descalabros de la “siempre en construcción sociedad socialista”.

La obra cinematográfica está construida a un ritmo interesante, donde la banda sonora, a cargo de la icónica orquesta de música popular cubana Los VanVan se convierte en un personaje más que va contribuyendo a narrar el desarrollo de la acción, sirviendo de perfecto fondo a muy buenas y logradas escenas mudas, donde las acciones encuentran sus palabras en las letras de las propias canciones. Cabe destacar que la dramaturgia del filme estuvo a cargo de la destacada directora teatral, ya fallecida, Miriam Lezcano.

El argumento, de carácter popular y enmarcado con total cubanía, va a girar entorno al machismo como concepto fuertemente arraigado en la sociedad, poniendo de relieve como a pesar de los cambios políticos, ideológicos, educaciones y de valores de la nueva sociedad socialista que supuestamente se estaba creando, continúa siendo parte integral de la misma. El tratamiento de dicho tema se lleva a cabo de manera directa, pero sin discursos adoctrinantes e ideologizantes, llevándolo a buen puerto con los ingredientes propios de la comedia, perfectamente manejados en este guión.


El filme contó con un elenco de muy conocidas y populares figuras del ámbito artístico nacional, integrado por los consagrados Consuelo Vidal y Reynaldo Miravalles, encabezando el reparto, además de la gran Silvia Planas, así como los jóvenes Beatriz Valdés, Alberto Pujol y Néstor Jiménez, sumándole a estos la participación Filiberto Romero -longevo actor este quien tuvo sus inicios en el mundo del espectáculo como el payaso Tilin dentro del programa Circo en TV- en los personajes de Hilda, Felo, la abuela, Magdalena, Emilio, Braulio y el enamorado de la abuela, respectivamente.

Demás está hablar sobre la excelente recepción que desde su estreno ha acompañado a este filme, convirtiéndose en uno de los trabajos más populares del cine cubano, llegando a obtener varios galardones en festivales como Tercer Premio Coral en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana, Premio Catalina de Oro en el Festival de Cartagena de Indias, ambos en 1984, Premio al mejor filme de habla hispana en la Semana de Cine de Benalmádena, España, en 1986 y Tercer Premio del Festival de Cine de Harare, Zimbabwe, 1987. De igual manera la actriz Consuelo Vidal fue reconocida con el Premio a la mejor actuación femenina en el Festival Internacional de Cine de Bogotá, Colombia, de 1986.

Con tan exitoso recorrido, para el año 2015 el propio autor del guión del filme, Rolando Díaz, concibió la idea de llevar el mismo a las tablas, para lo cual escribió la adaptación del texto original, pero lamentablemente en aquel momento, tal proyecto no llegaría a ver la luz.

No obstante ese primer fracasado intento, gracias al interés del actor Alberto Pujol, aquella primera adaptación teatral llega a las manos de Yusnel Suárez, quien toma “al toro por los cuernos”, decidiendo sacar adelante el proyecto con la venia de su autor, quien le ofrecería toda la libertad para llevarlo a buen término.


Para esta propuesta escénica, se ha llamado a un elenco en el que no podían faltar Beatriz Valdés y Alberto Pujol, quienes en la versión cinematográfica asumieron el rol de la pareja de jóvenes enamorados, para en esta oportunidad incorporar a sus padres, marcando con ello un hermoso recorrido dentro de las respectivas carreras de ambos conocidos actores y dejando constancia sobre el escenario del por qué de los continuos éxitos en todas sus participaciones tanto en producciones de cine, televisión o teatro.


Como parte del elenco, la reconocida actriz Susana Pérez, se pone en la piel del muy ocurrente personaje de la abuela, el cual para este trabajo toma mayor preponderancia, siendo el encargado de exponer determinadas planteamientos de carácter político que marcan al pueblo cubano de hoy en día: la crítica a la actual sociedad cubana y la necesaria emigración como única forma de salida posible a la misma. La actriz regala un delicioso personaje de anciana -primero en su larga carrera-, el cual incorpora con precisión durante todo el tiempo de la representación, teniendo su momento cumbre cuando, rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose al público, asume una caricatura de arenga política al estilo del régimen castrocomunista.


El veterano Carlos Cruz, actor de larga y exitosa carrera, poseedor de una excelente vis cómica, asume un personaje nuevo en la historia, pero que va ofreciendo la oportunidad de ir matizando las situaciones que se van presentando en el transcurso de la acción, trabajo que logra con el acierto a que tiene acostumbrado a su público.


Jennifer Rodríguez y Jeffry Batista, quienes han sido los encargados de incorporar a la joven pareja que desata el conflicto de la obra, lo hacen teniendo en cuenta la responsabilidad de tal proyecto, al cargar sobre sus espaldas la mirada de los actores que en el pasado crearon dichos personajes, pero lo enfrentan saliendo airosos de tal difícil encomienda, otorgándoles propios aires a sus respectivos trabajos.


Por último, Yusnel Suárez, en su doble función de autor y director de esta nueva adaptación, además sube al escenario en carácter de actor, tomando el relevo de Néstor Jiménez en el filme, asumiendo al amigo del joven protagonista, pero de igual manera reelaborando dicho personaje, ofreciéndole mayor participación e incidencia dentro de la historia.

Varios elementos convergen para que esta puesta llegue como un trabajo de buena factura, como lo es la muy acertada participación de extras para ambientar y darle vida a las escenas, así como para llevar a cabo movimientos escenográficos y de utilería durante el transcurso de la obra, con lo que le proporciona al puesta dinamismo y modernidad. Igualmente hacer que algunos actores expresen sus ideas en momentos determinados por medio de canciones, le da ese excelente toque de teatro musical muy bien logrado y recibido. Tanto los dúos de Jennifer y Jeffry, como el de Beatriz y Alberto, se adaptan encomiablemente a la acción dramática y son defendidos con toda profesionalidad por parte de estos cuatro actores.


De la misma forma el concepto utilizado para presentar la escenografía aporta armonía a la idea de mostrar la cubanidad sobre el escenario, con unas gigantescas y hermosas fotografías de reconocibles calles, barriadas y lugares de la Ciudad de la Habana cubriendo todo el ciclorama del fondo del escenario, así como ya mencionamos anteriormente, la acertada utilización de elementos de ambientación sencillos pero efectivos, en forma de paredes que se desplazan, entrando y saliendo de escena, para crear los variados espacios donde se realizan las diversas escenas y que son movidas por los actores-extras utilizados, como ya señalamos.

En la obra, mucho más que en el filme, debido a la utilización de las nuevos temas musicales interpretados en vivo sobre el escenario, la música, amén de la excelente banda sonora creada por la famosa orquesta Los VanVan, forma parte integral del espectáculo, pasando a integrar el entramado actoral con voz propia dentro de la historia.


Resumiendo, podríamos llegar a la conclusión que con la llegada a los escenarios de Miami, en su versión teatral, de un filme de tanta popularidad dentro de la comunidad cubana y que ahora puede ser disfrutado por parte de una comunidad internacional más amplia, marca un nuevo hito dentro del persistente quehacer teatral en la lengua de Cervantes dentro del panorama artístico de esta ciudad.

Aunque sin dudas estamos hablando de una comedia -género que siempre cuenta con la preferencia por parte del público que acostumbra a ir al teatro en nuestro entorno- con esta puesta en escena, tanto su director Yusnel Suárez como el escenario del Teatro Trail han demostrado que con dicho género también se puede hacer arte.



Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, diciembre 17, 2024.

Fotos cortesía Teatro Trail.

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Los pájaros tirándole a la escopeta, 1984. 

Sunday, December 15, 2024

Maria: “más rollo que película”. (por Baltasar Santiago Martín)


Los cubanos tenemos un dicho muy bueno para decir que alguien se ha quedado corto, que no satisfizo las expectativas, sea su persona o su obra: “Es más rollo que película”, y nuestro dicharacho –no por peliculero, sino por lo acertado– le viene de perillas a Maria, por haber estado precedido su estreno en Netflix por muchos comentarios en los medios que parecían augurar algo muy positivo: que si era digna de un Oscar, que si Angeline Jolie había brindado la actuación de su vida, etc.


Pues no, ni Oscar para el filme, su director ni para la Jolie, cuya descafeinada actuación como Maria no ha logrado hacerle justicia a la inconmensurable Callas, sino que ha “malogrado” el filme, pese a los bombos y platillos mediáticos precedentes.

Aunque para mí el 98 % del fracaso de la película se debe a Angeline Jolie, quien ni de lejos da la personalidad de Maria –y no se trata de parecido físico, no, sino del carácter, la fuerza, el carisma de Callas, ese algo intangible que la hizo el mito que es–, el guion tampoco le hace justicia a la diva ni la escasa y mal escogida banda sonora, con énfasis en la música del famoso coro “Va, pensiero”, de Nabucco (Verdi) y de “E lucevan le stelle”, el aria final del tenor en Tosca (Puccini) –ni siquiera de la protagonista–, pero que sí escoge su “Vissi d’ arte” para la escena de la muerte, cuando debió ser su “Addio, del passato”, de Traviata.

Para mí es evidente que Pablo Larraín, el director del filme, no decidió hacer Maria porque ha escuchado todas sus grabaciones ni visto todos sus videos, como los que la amamos, en una especie de culto, sino que, como Onassis, es un coleccionista de celebridades, pero limitado a su “envoltura”, no a su esencia, pecado original de su Maria.

Véase su Spencer (a Diana de Gales); y Jackie (a Jackeline Kennedy / Onassis), esta última quizás su razón para aventurarse en Maria, como una pre-secuela de aquella.

Y a propósito, esa pregunta: “¿dónde está su esposa?”, que Callas en Maria le hace a John Kennedy, levanta suspiscacias: ¿se “entendían” ya Jackie y Ari desde antes de la muerte del presidente?

A diferencia de Maestro, en que Bradley Cooper hizo énfasis en la vida sexual de Leonard Bernstein y no en su obra como director de orquesta, compositor y defensor a ultranza de la música clásica –por lo que lo califiqué como “un filme incompleto” –, Larraín en Maria no incurre en eso, pero no por ello deja de ser una película “incompleta”, amén de oscura y lenta, porque no muestra a la artista, a la soprano, a la prima donna assoluta que fue –y lo sigue siendo, en nuestros corazones– Callas: majestuosa, altiva, magnética, hierática; hasta condescendiente, reflexiva y meditativa, cuando se bajaba de su muy merecido y más que entendible pedestal portátil, pero nunca humilde ni sencilla.


La Maria de Angeline no es nada de eso.


Para interpretar como se debe a Maria Callas hay que ser (o hacerlo) como lo fue ella –como nuestra genial Alicia Alonso en el ballet La Diva–; exactamente asi: una Diva (y divina) y Angeline no llenó esos zapatos ni esas zapatillas (por si a alguien se le ocurre hacer la serie Alicia con ella.

¡Qué decepción!


Hialeah, 14 de diciembre de 2024

Monday, December 9, 2024

In Memoriam. Vladimir Shklyarov, el príncipe del ballet ruso: un genio de la danza del siglo XXI. (por Mayumi Sakamoto. Editado por Baltasar Santiago Martín)

Vladimir Shklyarov como Albert en Giselle
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Hablar de Vladimir Shklyarov es hablar de un artista completo en todo el sentido de la palabra.

El ballet es un arte por el cual, a través de los movimientos, la interpretación y la calidad histriónica, el bailarín transmite a través de su cuerpo el contexto de la coreografía hasta conmover al espectador. Y Vladimir era uno de esos artistas, que con solo su presencia y espíritu llenaba todo el espacio del escenario –y el auditorio– de una energía explosiva, de un carisma y una belleza indescriptible.

A través de los tiempos hemos observado que los genios de la danza nacen una vez por década en el tiempo, y en la actualidad se considera a Vladimir Shklyarov entre los grandes genios de la danza mundial, como Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev, Mikhail Barishnikov y Alexander Godunov.

La naturaleza lo dotó generosamente de habilidades profesionales, y como estudiante de la Academia Vagánova, mostró los rasgos principales de su carácter: masculinidad, paciencia y pasión por la danza... Un increíble deseo de bailar lo llevó a la forma más alta, casi desde el primer año, para convertirse en un artista destacado del escenario del Teatro Mariinsky y ser reconocido con el título de “Artista honorable de Rusia”.

Las clases diarias, los ensayos, los espectáculos y –además, en sus horas libres– trabajando los detalles y pensando en cada rol, en cada personaje, todo ello dio como resultado una técnica impecable y virtuosa: facilidad en los saltos, destreza en los giros, un refinado movimiento de piernas y suaves manos como complemento. La interpretación reflexiva y creíble del personaje, su expresividad emocional, musicalidad y encanto hicieron de Shklyarov el favorito y amado del público.

Sergei Berezhnoy, Yuri Fateev y Vladimir Kim, sus maestros en el Teatro Mariinsky, lograron una fructífera colaboración que ayudaron al joven artista a estabilizarse en el escenario y encontrar su propia individualidad a través del análisis meticuloso de cada actuación.

Durante sus dos décadas en el escenario, Vladimir Shklyarov tuvo la suerte de interpretar más de 40 ballets y números de conciertos, cada uno de los cuales enriqueció su estilo interpretativo y pulió su individualidad.

El repertorio de Vladimir Shklyarov incluyó numerosos príncipes de los cuentos de hadas de los grandes clásicos; héroes románticos muy apropiados a su elegante apariencia, como su Príncipe Desirée, el romántico Sigfrido, el cariñoso Albert, James, Jean de Brienne, el Conde, Romeo, entre otros.

Su Príncipe Desirée, de La bella durmiente, de estilo refinado, preciso en las poses, grácil, con ciertas referencias a la época de Luis XIV, resultó ideal para el joven artista, en que la organicicidad de sus movimientos y su hermosa imagen determinaron su posición como príncipe por antonomasia, del mismo modo que su Albrecht. en Giselle, es un indudable éxito creativo del artista ya maduro, donde la parte dramáticamente intensa reveló el rico potencial de su talento actoral.

Su profesionalismo en los pas de deux lo convirtieron en el partner por excelencia de las bailarinas con quienes bailó. Tuvo la oportunidad de bailar con bailarinas de excepcional talento, como Diana Vishneva, Ulyana Lopatkina, Victoria Tereshkina, Natalya Osipova, Olesya Novikova, Alina Somova, Ekaterina Kondaurova, entre otras.

Entre uno de sus grandes éxitos, gracias a su talento artístico interpretativo, recordamos su apariencia como un joven encantador –como correspondía a sus personajes–, especialmente en Romeo y Julieta, junto a Diana Vishneva, donde cautivaron a la audiencia mundial, complementándose mutuamente.

La prensa nacional e internacional lo llamó “el príncipe del ballet ruso”, aunque su deseo infatigable fue bailar no solo los grandes roles del repertorio clásico, sino también irrumpir en el mundo de las coreografías modernas.

El destino le brindó una generosa oportunidad en el Covent Garden de Londres, junto con Natalya Osipova: interpretar Des Grieux en el ballet Manon, de Kenneth MacMillan, en el que la bailarina de temperamento incontenible y expresiva en los dúos, nos hizo mirar con nuevos ojos la colaboración de estos dos insuperables artistas.. Su encantador De Grieux, inquebrantable, decidido, lleno de pasión y ferozmente enamorado, cautivó incluso al público inglés más remilgado.

Durante sus dos temporadas en Bayerischer Ballet de Munich tuvo además la oportunidad de hacer realidad un sueño: Spartacus, junto con Sergei Polunin (Craso; cuyo marco musical y coreográfico complejo, que requería resistencia y ciertas características externas, parecía un personaje inapropiado para Shklyarov. Y entonces ocurrió una metamorfosis: el joven de los roles de príncipes irrumpió en escena como un verdadero líder de esclavos y gladiadores, un guerrero brutal que lucha desesperadamente contra sus oponentes.

Trabajar conjuntamente en los Teatros Mariinsky y Bayerischer Staasballetts, sus numerosas giras, galas e invitaciones para actuar por todo el mundo, así como cientos de entrevistas y el reconocimiento de una audiencia global lo hicieron un bailarín del mundo.

Y por cosas también del destino, su última y triunfal Gran Gala internacional fue en Santo Domingo, República Dominicana, en el Teatro Nacional Eduardo Brito, el 23 de agosto del 2024.

Él estaba muy emocionado por poder brindar al público dominicano todo su arte: “Voy a dejar un pedacito de mi espíritu en este escenario, este es mi regalo”, recalcó. Y así fue, el auditorio retumbó con los interminables aplausos.

Vladimir Shklyarov, premier del Teatro Mariinski, “el Príncipe del ballet ruso”, fue el corazón de esta gran e histórica gira junto a otros importantes bailarines rusos, los cuales en estos momentos le dedican cada día en su honor sus espectáculos: Evgeny Konovalov, Maria Khoreva, Anastasia Smirnova, Anastasia Limenko, Mikhail Makar, Artem Ovcharenko, Valeria Kuznetsova, Ksenya Shevtsova, Anna Tikhomirova.
El teatro Mariinsky mantiene un rotundo santo silencio por la magnitud de la pérdida y el dolor que sienten todos. 
En el verano del 2024 recibimos en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, a un grupo de artistas estelares de las principales compañías de Ballet de Rusia, traídos al país por la directora artística del Tour, la dominico –japonesa- rusa Mayumi Sakamoto. Recordamos con admiración a Shklyarov por su entrega en la escena, su pasión en caracterizar los personajes que le tocaron interpretar y su cuidado y esmero en el partening con sus bailarinas, siempre atento a lucirlas. Su presencia y su fuerza en la escena mostraban su pasión y experiencia como artista de la danza.
Carlos Veitia, Director del Teatro Nacional Eduardo Brito.

 

Vladimir Shklyarov: tuve el honor de trabajar con él durante el montaje de recuperación coreográfica del ballet La hija del Faraón, en el Teatro Mariinsky con Toni Candeloro. Me acuerdo bien de los ensayos. En escena Vladimir se transformaba, se entregaba plenamente a su arte. Tengo una memoria viva de su interpretación como Ta-Hor en el primer acto. ¡Como corría de inquietud persiguiendo a las cazadoras y a su querida Aspiccia! Era una persona llena de vitalidad y energía. Tenía un arte muy especial y hacía notar que disfrutaba muchísimo en escena. Como artista estaba siempre muy abierto a sugerencias y recomendaciones por mi parte. Solo tengo palabras de agradecimiento. Que encuentre paz eternamente. 
Juan Bockamp. Coreólogo, especialista en notaciones Stepanov, Madrid. 
 
Conocí a Volodya cuando trabajaba en el Teatro Mariinsky; él siempre fue un artista brillante y sonriente. ¡Solo tengo buenos recuerdos de él! Nos reuníamos a menudo en conciertos y proyectos de gala, manteníamos una conversación agradable y bromeábamos. ¡Siempre apoyó a todos los artistas durante la actuación y también los cargó con su energía! Volodya Shklyarov es igual que decir persona de arte, ¡un verdadero artista! ¡Permanecerá para siempre en la historia del ballet y en nuestros corazones!. 
Anastasia Smirnova. Primera solista del Teatro Stanislavsky Nemirovich y Dachenko, Moscú, Rusia.

Vladimir emanaba esa energía que hipnotizaba, enamoraba. Su presencia era explosiva y al mismo tiempo tierna. Tenía un físico perfecto para la danza. Los roles clásicos románticos eran hechos para él, no se podía imaginar que también podría interpretar los roles heroicos tan perfectos como los románticos. Fue un bailarín completo; era como un camaleón en cada uno de sus roles, penetraba en él, lo vivía en su propia piel y alma, ya no era Vladimir Shklyarov, se transformaba en ese personaje, y lo daba todo. Era el perfecto Príncipe noble, el perfecto guerrero de Espartaco, el alegre Iván, el trágico Petrushka, el apasionado esclavo en Scheherezada, el enérgico y técnico Basilio, el romántico James, el académico en Paquita, sin dejar atrás el ballet contemporáneo; ¡era un Artista! Un artista inteligente, caballeroso, carismático, apasionado, curioso y siempre en búsqueda de superación para no defraudar a su público y así mismo.

Su último espectáculo en el Teatro Mariinsky fue Scheherezada junto a la prima ballerina Ekaterina Kondaurova, el 24 de octubre del 2024.

"Se quiere llegar muy alto, sabemos que se puede despegar muy rápido, pero permanecer ahí, en la altura, es muy difícil. Y cuánto tiempo se le concede a cada uno –quince años, veinte (en el mejor de los casos) –; no necesitas pensar en ello (…)." Vladimir Shklyarov (entrevista en 2009)
Y con esta significativa frase partió de este mundo, dejando su legado e inspirando a las nuevas generaciones con su arte. Un genio de la danza con una sonrisa infantil, un espíritu inquieto, pero de un alma muy sensible.
Mayumi Sakamoto. Maestra, Investigadora en historia del Arte. Mikhailovsky Teatro, San Petersburgo.
Vladimir Shklyarov como 
Solor en La Bayadere.
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Con la prima ballerina Victoria Tereshkina, en los saludos finales del ballet Giselle.
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En el ballet Margarite and Armand
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En el pas de deux del ballet Don Quijote,
 con la prima ballerina Olesia Novikova.
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De izquierda a derecha: Vladimir Shklyarov, Ksenia Shevtsova, Anastasia Limenko, Evgeny Konovalov, Mayumi Sakamoto (directora artística), César Suárez (productor), Carlos Veitía (director del Teatro Nacional), Artem Ovcharenko, Anna Tikhomirova, Anastasia Smirnova, Makar Mikhalkin y Valeria Kuznetsova, el 23 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Carlos Veitía.
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Último momento con Vladimir Shklyarov al finalizar la gira en República Dominicana. De izquierda a derecha: Artem Ovcharenko, Anastasia Limenko, Vladimir Shklyarov, Mayumi Sakamoto, Evgeny Konovalov y Anna Tikhomirova. Santo Domingo, Hotel Sheraton, 25 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Mayumi Sakamoto.
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Fotos: Cortesía de Sila Avvakum.

Sunday, December 8, 2024

Love is knowing we can be ... (John Lennon)

Imagen/Lennon by Joel Jover
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Love
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Woman
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Stand by me

Sunday, November 24, 2024

Pepito es "chic", simpático pero le falta algo...


- Pepito es "chic", simpático pero le falta algo...

- Ya sé, "Maltina-Tivoli" que nutre y fortalece.

(Social. Octubre 1923.)

La viuda alegre, otro rotundo éxito de Martí Productions. (por Baltasar Santiago Martín)


La viuda alegre (Die Lustige Witwe, título original en alemán), es una muy gustada opereta, originalmente en tres actos, con música del compositor austro-húngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Victor Léon y Leo Stein, basado en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac, que ha perdurado en el repertorio de todas las grandes compañías de ópera, zarzuela y opereta del mundo, por la belleza de su música y lo simpático de su argumento, por lo que siempre es un reto reponerla, sobre todo cuando los recursos para el arte lírico son limitados, como ocurre en esta ciudad de Miami donde vivimos.

No obstante, Martí Productions –de la mano de la incansable Tania Martí, gran cantante y actriz por demás– ha salido invicta una vez más con la puesta en escena de esta deliciosa opereta que se desarrolla en el París de la Belle Epoque –como fue denominado el período de 1890 a 1914 luego de terminada la Primera Guerra Mundial (“solo se sabe lo que se tiene cuando se pierde”), aunque sus protagonistas sean del imaginario país de Pontenegro.

No solo los personajes principales fueron actuados y cantados –“interpretados”, que es lo que mejor cabe– a la perfección, sino también todos los personajes secundarios, sin cuyo talento y entrega el “espíritu” de esta jocosa opereta no se hubiera logrado.

La deliciosa soprano Maylú Hernández, como Ana de Glavary, brilló en este personaje tan emblemático, haciendo gala de una gran técnica vocal y de sus dotes para la actuación y el baile –split incluido, como si fuera una grisetta más–, con tremenda vis cómica y desenfado, por si fuera poco, en este rol en que nuestra inolvidable Rosita Fornés dejó el listón tan alto, en el cielo, y estoy seguro de que desde allí Rosita debe haber quedado muy complacida con esta Viuda alegre de Maylú, como lo he quedado yo en grado superlativo, que vi a la Fornés en todo su esplendor.

Maylú Hernández (al centro), con Voices of Miami y bailarines de Gio Miniet en el primer acto.
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¡Ah!, y esa Canción de la ninfa del bosque la cantó nuestra Maylú como si estuviera en un estudio de grabación, impecable y bellísima, por lo que no sería ninguna mala idea hacer un disco con todas sus estelares intepretaciones.

Maylú Hernández canta La canción de la ninfa, con Voices of Miami a su alrededor.
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Maylú tuvo en el tenor Jesse James Vargas a un Conde Danilo muy seguro de sí, tanto en lo vocal como en lo actoral, justo en la cuerda del personaje, donde no faltó tampoco el necesario tono humorístico y un atractivo desenfado.

El tenor Jesse James Vargas como el Conde Danilo.
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La también soprano Laura de Mare encarnó a la veleidosa Valencienne como si fuera un ajustado guante de cabritilla tan en boga en esa Belle Epoque en que se desarrolla la obra, con esa voz tan hermosa y afinada que ha venido a enriquecer, al igual que Maylú, esa constelación de sopranos latinas que reivindican que en Miami también vive y goza de excelente salud el género lírico, y corresponde entonces mencionar a las excelentes sopranos Eglisé Gutiérrez, Elizabeth Caballero, María Aleida Rodríguez, Mabel Ledo (mezzo), Marinel Cruz, Nathalie Ávila e Hilda del Castillo (aunque sé que no son las únicas, pero son las que conozco).

El tenor Carlos Silva, a su vez, nos regaló un Camilo de Rosillon con la adecuada proyección histriónica que demanda su personaje y un desempeño vocal también inobjetable, sobre todo en los duetos con Laura.

El tenor Carlos Silva como Camilo de Rosillon y la soprano Laura de Mare como Valencienne.
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El multifacético Jesús Brañas, como el Barón Mirko Zeta estuvo sencillamente “de película”, con ese tono de comedia de enredos que le queda tan bien, mientras que el también multifacético Marcos Casanova, como Niegus, le hizo la contrapartida a su misma gran altura, a la vez que Miguel Cervantes y Alan Gasel se lucieron como los dos principales rivales por los millones de Ana, con “duetos” lucidos y simpáticos, como el Vizconde Zancada y Brioche respectivamente, así como Karell Morell como el Vizconde Kromov.

Me acabo de dar cuenta de que por poco cometo el imperdonable pecado de la omisión, al no haber mencionado hasta ahora a la inefable Tania Guzmán, como El Juglar, ese personaje tan inteligentemente añadido a esta puesta por Manny Albelo para contar la trama, y que el lunes 19 no vacilé en llamar a su madre, Tania Martí, para elogiar su excelente intervención del domingo 18, que fue la función a la que asistí.

Tania Guzmán como El Juglar.
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Voices of Miami, dirigido por Greisel Domínguez, cumplió sin reservas como el infaltable coro, con el adecuado empaste vocal necesario para realzar a los cantantes protagonistas, y la inmortal partitura de Lehár, con los necesarios arreglos musicales de Otto Knight para un formato orquestal menor, cobró vida y brilló como una gran sinfónica bajo la certera batuta de la Maestra Marlene Urbay, otra muy grande de nuestro universo musical.

Voices of Miami, al fondo, con Jesse James Vargas, Maylú, Carlos Silva, Laura de Mare, Tania Guzmán y Marcos Casanova al frente.
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La directora de orquesta Marlene Urbay con sus músicos de la Florida Chamber Orchestra.
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La escenografía de Leose Productions y las luces a cargo de Oscar Delgado, crearon el marco apropiado para cada uno de los actos, y las escenas de danza, coreografiadas por Gio Miniet –sobre todo en el cuadro de las grisettas, con el infaltable cancán clásico incluido– completaron la grata ilusión de estar en París, nada menos que en su emplemático restaurant Maxim.

La escenografía de Leose Productions
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El Ballet de Gio Miniet, 
con el infaltable cancán incluido.
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Maylú y Jesse James Vargas con Gio Miniet y su pareja de baile al fondo.
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El ballet de Gio Miniet, con Maylý y Jesús Brañas a la derecha, y Laura de Mare a la izquierda.
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Respecto al impactante y lujoso vestuario de Ana y de Valencienne –firmados por Osvaldo Joya– y el maquillaje y peinados de Maylú, a cargo de Felipe Couso, sin ellos la puesta no hubiera tenido el gran glamour y el agradable impacto visual tan bien logrado, mientras que en el segundo acto los supuestos trajes típicos de Pontenegro crearon la atmósfera adecuada para el desarrollo de la trama.

Laura de Mare (Valencienne), Maylú (Viuda), Carlos Silva (Rosillon) Jesse James Vargas (Conde) y Jesús Brañas (Zeta); atrás: Alan Gasel (Brioche), Marcos Casanova (Niegus), Miguel Cervantes (Zancada) y Voices of Miami.
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Carlos Silva, Karell Morell, Miguel Cervantes, Jesse James Vargas, Jesús Brañas, Alan Gasel y Marcos Casanova, en el septimino Qué mujeres.
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No puedo concluir sin volver a felicitar a Manny Albelo, el director general de la puesta y adaptador de la misma, por esta cuidada y elegante reposición de La viuda alegre, y a Tania Martí, por su compromiso con el arte lírico y en general, sin cuya labor al frente de Martí Productions la zarzuela y ahora la opereta hubieran “brillado por su ausencia” en Miami, fiel continuadora del legado de la inolvidable Pili de la Rosa y de Demetrio, al frente del tristemente desaparecido Grateli.


Nota: Se debe agradecer al Departamento de Asuntos Culturales del Condado Miami Dade y a Artes Miami por auspiciar en parte este grandioso evento.


Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami
Hialeah, 22 de noviembre de 2024

Fotos: Lester Llanes (cortesía de Martí Productions)
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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