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Sunday, December 22, 2024

Ballet "El Cascanueces" y la Navidad (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet “El cascanueces” fue estrenado el 18 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, Rusia. La música fue compuesta por Piotr Ilich Tchaikovsky y la coreografía a cargo de Marius Petipa, aunque se enfermó y fue concluida por su asistente, Lev Ivanov. La obra fue protagonizada por Antonietta Dell'Era (Hada del Azúcar), Pavel Gerdt (Príncipe Coqueluche), Stanislava Belinskaya (Clara), Sergei Legat (Príncipe Cascanueces), Timofey Stukolkin (Drosselmeyer) y Vassily Stukolkin (Fritz). El libreto está basado en la adaptación que Alejndro Dumas realizó sobre el cuento “El Cascanueces y el Rey de los ratones” escrito por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann en 1816.

En el primer acto encontramos a la familia Stahlbaum (o Silberhaus), en la víspera de Navidad. Clara (o Marie), Fritz (su hermano) y sus padres están terminando de decorar el árbol para esa noche. Llegan los invitados y los festejos comienzan, los niños juegan y bailan, hasta que el reloj de búho da las ocho. En ese momento un misterioso personaje entra en la sala, es Drosselmeyer, mago, padrino de Clara y talentoso fabricante de juguetes, que ha traído regalos para los niños. Todos están felices salvo Clara, quien no ha recibido su regalo aun. Drosselmeyer les enseña entonces tres muñecas de tamaño natural que bailan. Cuando terminan su danza, Clara se acerca a Drosselmeyer pidiendo su regalo. Drosselmeyer tiene otro juguete, es un Cascanueces con la forma tradicional de un soldado con su uniforme. Clara está encantada, pero su hermano siente envidia y lo rompe.


La fiesta termina y la familia Stahlbaum se acuesta. Mientras todos duermen, Drosselmeyer arregla el Cascanueces y cuando el reloj toca la medianoche Clara se despierta. De repente, los ratones comienzan a llenar la sala, el árbol de Navidad comienza a crecer y el Cascanueces cobra vida. Clara se encuentra en medio de una batalla entre un ejército de soldados y los ratones dirigidos por el Rey de los ratones. El Cascanueces conduce a los soldados, a los que se suman soldaditos de plomo y muñecas que sirven como médicos para atender a los heridos. Cuando el Rey de los ratones avanza hacia el Cascanueces aún herido, Clara agarra al Rey de la cola, le tira un zapato y el Cascanueces aprovecha la oportunidad y apuñala al Rey, que muere.


Los ratones se retiran y el Cascanueces se transforma en un príncipe. Clara y el príncipe viajan hacia un bosque de pinos en el que los copos de nieve bailan a su alrededor. Las hadas y reinas bailan para darles la bienvenida.

En el cuento original de Hoffmann y en algunas versiones coreográficas, el príncipe es el sobrino de Drosselmeyer, a quien el Rey de los ratones había convertido en un cascanueces. Tras la fiesta de Navidad, todo se soluciona cuando Drosselmeyer elimina el hechizo.

En el segundo acto, Clara, el Cascanueces y Drosselmeyer llegan al Reino de los Dulces donde los recibe el Hada del Azúcar (o Hada del Confite), su caballero y el resto de los dulces. Se suceden una danza española (que representa el chocolate), una danza china (en alusión al té), una danza árabe (recordando el café) y una danza rusa (que simboliza a los bastones de caramelo) que es, en realidad, una danza tradicional ucraniana denominada Trepak. También danzan Mamá Jengibre y sus polichinelas, las flautas de lengüeta (pastoras de marzipan o mirlitones), el Hada del Azúcar y el Vals de las Flores. Todas estas danzas pueden variar su orden dependiendo de la versión coreográfica.


Aquí se presentan dos desenlaces posibles. En uno, luego de las celebraciones, Clara se despierta bajo el árbol navideño con su Cascanueces de madera, feliz por su maravillosa aventura onírica. En otro, Clara no se despierta: luego de todas las danzas, ella y el príncipe parten en un trineo tirado por renos. El sueño ha sido real...




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Marius Petipa: Maestro de ballet, coreógrafo y bailarín francés (por Florencia Guglielmotti)
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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, December 15, 2024

Ballet "La Boutique fantasque" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


“La Boutique fantasque” (también conocida como “The Fantastic Toyshop”) fue estrenada por los Ballets Russes, en el Alhambra Theatre de Londres, el 5 de junio de 1919. La coreografía es de Léonide Massine, el libreto de André Derain, quien también participó del diseño de vestuario y escenografía. La música orquestal es de Ottorino Respighi, sobre obras para piano de Gioachino Rossini. El elenco en el día del estreno estuvo integrado por Enrico Cecchetti (el juguetero), Alexander Gavrilov (asistente), Lydia Sokolova y Leon Woizikowski (los bailarines de tarantela) y Lydia Lopokova y Léonide Massine (los bailarines de can-can).

El ballet tiene un solo acto y transcurre en Francia, en 1860. Un juguetero de gran fama ha diseñado unos maravillosos muñecos danzantes, que pone a la venta en su juguetería. Los autómatas realizan diferentes danzas para los posibles compradores. Al principio, vemos en la juguetería a dos damas inglesas y a una familia estadounidense, luego se suma una familia rusa. Los muñecos se lucen bailando una tarantela, luego dos muñecas vestidas de naipes realizan una mazurca. Otro grupo de muñecos bailan una danza tradicional rusa y hay hasta dos perros caniches bailarines. 


Pero lo mejor, el juguetero y su asistente, lo dejaron para el final y ahora presentan a sus muñecos más sofisticados: una pareja de bailarines de can can, vestidos llamativamente. El número resultó tan fascinantes que la familia estadounidense decide comprar al muñeco y la familia rusa, a la muñeca. Realizados todos los arreglos, los muñecos son embalados en cajas, listos para ser entregados al día siguiente.

Los clientes se van, el juguetero cierra su negocio, se hace de noche y, en el cobijo de la oscuridad, los muñecos cobran vida. Todos están molestos porque, aunque los humanos no lo saben, los bailarines de can can están enamorados y ahora los van a separar. Así que entre todos urden un plan para evitar que se los lleven en la mañana siguiente. 


Ya es de día y el juguetero abre su negocio. Llegan los clientes a recoger sus muñecos, pero descubren que los bailarines de can-can ya no están en sus cajas. Los compradores se enojan y atacan al juguetero y a su asistente. Todos los muñecos van a rescatar al comerciante y expulsan a los clientes del local. Dentro de la juguetería todo es alegría, los muñecos bailan junto al juguetero, los dos bailarines de can can enamorados siguen juntos y todo es felicidad. Mientras tanto, los clientes incrédulos miran con asombro la situación, a través la vidriera. 


El argumento presenta cierta similitud con “Die Puppenfee” (“Fairy doll”), con coreografía de Joseph Hassreiter y música de Josef Bayer, estrenada en 1888, y también algunos elementos vistos en “Coppelia”, con coreografía de Arthur Saint-Leon y música de Leo Delibes, estrenada en 1870. Por su parte, Massine decidió centrarse en la historia de amor entre dos muñecos, fundiendo elementos de danza académica, con pantomima, elementos de comedia y danzas folclóricas.


Massine montó esta obra para el Ballet Theatre (1942) y para el Sandler´s Wells Ballet (1947). También fue incorporado al repertorio de otras compañías, como el Teatro Colón y el Royal Ballet.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, December 9, 2024

In Memoriam. Vladimir Shklyarov, el príncipe del ballet ruso: un genio de la danza del siglo XXI. (por Mayumi Sakamoto. Editado por Baltasar Santiago Martín)

Vladimir Shklyarov como Albert en Giselle
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Hablar de Vladimir Shklyarov es hablar de un artista completo en todo el sentido de la palabra.

El ballet es un arte por el cual, a través de los movimientos, la interpretación y la calidad histriónica, el bailarín transmite a través de su cuerpo el contexto de la coreografía hasta conmover al espectador. Y Vladimir era uno de esos artistas, que con solo su presencia y espíritu llenaba todo el espacio del escenario –y el auditorio– de una energía explosiva, de un carisma y una belleza indescriptible.

A través de los tiempos hemos observado que los genios de la danza nacen una vez por década en el tiempo, y en la actualidad se considera a Vladimir Shklyarov entre los grandes genios de la danza mundial, como Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev, Mikhail Barishnikov y Alexander Godunov.

La naturaleza lo dotó generosamente de habilidades profesionales, y como estudiante de la Academia Vagánova, mostró los rasgos principales de su carácter: masculinidad, paciencia y pasión por la danza... Un increíble deseo de bailar lo llevó a la forma más alta, casi desde el primer año, para convertirse en un artista destacado del escenario del Teatro Mariinsky y ser reconocido con el título de “Artista honorable de Rusia”.

Las clases diarias, los ensayos, los espectáculos y –además, en sus horas libres– trabajando los detalles y pensando en cada rol, en cada personaje, todo ello dio como resultado una técnica impecable y virtuosa: facilidad en los saltos, destreza en los giros, un refinado movimiento de piernas y suaves manos como complemento. La interpretación reflexiva y creíble del personaje, su expresividad emocional, musicalidad y encanto hicieron de Shklyarov el favorito y amado del público.

Sergei Berezhnoy, Yuri Fateev y Vladimir Kim, sus maestros en el Teatro Mariinsky, lograron una fructífera colaboración que ayudaron al joven artista a estabilizarse en el escenario y encontrar su propia individualidad a través del análisis meticuloso de cada actuación.

Durante sus dos décadas en el escenario, Vladimir Shklyarov tuvo la suerte de interpretar más de 40 ballets y números de conciertos, cada uno de los cuales enriqueció su estilo interpretativo y pulió su individualidad.

El repertorio de Vladimir Shklyarov incluyó numerosos príncipes de los cuentos de hadas de los grandes clásicos; héroes románticos muy apropiados a su elegante apariencia, como su Príncipe Desirée, el romántico Sigfrido, el cariñoso Albert, James, Jean de Brienne, el Conde, Romeo, entre otros.

Su Príncipe Desirée, de La bella durmiente, de estilo refinado, preciso en las poses, grácil, con ciertas referencias a la época de Luis XIV, resultó ideal para el joven artista, en que la organicicidad de sus movimientos y su hermosa imagen determinaron su posición como príncipe por antonomasia, del mismo modo que su Albrecht. en Giselle, es un indudable éxito creativo del artista ya maduro, donde la parte dramáticamente intensa reveló el rico potencial de su talento actoral.

Su profesionalismo en los pas de deux lo convirtieron en el partner por excelencia de las bailarinas con quienes bailó. Tuvo la oportunidad de bailar con bailarinas de excepcional talento, como Diana Vishneva, Ulyana Lopatkina, Victoria Tereshkina, Natalya Osipova, Olesya Novikova, Alina Somova, Ekaterina Kondaurova, entre otras.

Entre uno de sus grandes éxitos, gracias a su talento artístico interpretativo, recordamos su apariencia como un joven encantador –como correspondía a sus personajes–, especialmente en Romeo y Julieta, junto a Diana Vishneva, donde cautivaron a la audiencia mundial, complementándose mutuamente.

La prensa nacional e internacional lo llamó “el príncipe del ballet ruso”, aunque su deseo infatigable fue bailar no solo los grandes roles del repertorio clásico, sino también irrumpir en el mundo de las coreografías modernas.

El destino le brindó una generosa oportunidad en el Covent Garden de Londres, junto con Natalya Osipova: interpretar Des Grieux en el ballet Manon, de Kenneth MacMillan, en el que la bailarina de temperamento incontenible y expresiva en los dúos, nos hizo mirar con nuevos ojos la colaboración de estos dos insuperables artistas.. Su encantador De Grieux, inquebrantable, decidido, lleno de pasión y ferozmente enamorado, cautivó incluso al público inglés más remilgado.

Durante sus dos temporadas en Bayerischer Ballet de Munich tuvo además la oportunidad de hacer realidad un sueño: Spartacus, junto con Sergei Polunin (Craso; cuyo marco musical y coreográfico complejo, que requería resistencia y ciertas características externas, parecía un personaje inapropiado para Shklyarov. Y entonces ocurrió una metamorfosis: el joven de los roles de príncipes irrumpió en escena como un verdadero líder de esclavos y gladiadores, un guerrero brutal que lucha desesperadamente contra sus oponentes.

Trabajar conjuntamente en los Teatros Mariinsky y Bayerischer Staasballetts, sus numerosas giras, galas e invitaciones para actuar por todo el mundo, así como cientos de entrevistas y el reconocimiento de una audiencia global lo hicieron un bailarín del mundo.

Y por cosas también del destino, su última y triunfal Gran Gala internacional fue en Santo Domingo, República Dominicana, en el Teatro Nacional Eduardo Brito, el 23 de agosto del 2024.

Él estaba muy emocionado por poder brindar al público dominicano todo su arte: “Voy a dejar un pedacito de mi espíritu en este escenario, este es mi regalo”, recalcó. Y así fue, el auditorio retumbó con los interminables aplausos.

Vladimir Shklyarov, premier del Teatro Mariinski, “el Príncipe del ballet ruso”, fue el corazón de esta gran e histórica gira junto a otros importantes bailarines rusos, los cuales en estos momentos le dedican cada día en su honor sus espectáculos: Evgeny Konovalov, Maria Khoreva, Anastasia Smirnova, Anastasia Limenko, Mikhail Makar, Artem Ovcharenko, Valeria Kuznetsova, Ksenya Shevtsova, Anna Tikhomirova.
El teatro Mariinsky mantiene un rotundo santo silencio por la magnitud de la pérdida y el dolor que sienten todos. 
En el verano del 2024 recibimos en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, a un grupo de artistas estelares de las principales compañías de Ballet de Rusia, traídos al país por la directora artística del Tour, la dominico –japonesa- rusa Mayumi Sakamoto. Recordamos con admiración a Shklyarov por su entrega en la escena, su pasión en caracterizar los personajes que le tocaron interpretar y su cuidado y esmero en el partening con sus bailarinas, siempre atento a lucirlas. Su presencia y su fuerza en la escena mostraban su pasión y experiencia como artista de la danza.
Carlos Veitia, Director del Teatro Nacional Eduardo Brito.

 

Vladimir Shklyarov: tuve el honor de trabajar con él durante el montaje de recuperación coreográfica del ballet La hija del Faraón, en el Teatro Mariinsky con Toni Candeloro. Me acuerdo bien de los ensayos. En escena Vladimir se transformaba, se entregaba plenamente a su arte. Tengo una memoria viva de su interpretación como Ta-Hor en el primer acto. ¡Como corría de inquietud persiguiendo a las cazadoras y a su querida Aspiccia! Era una persona llena de vitalidad y energía. Tenía un arte muy especial y hacía notar que disfrutaba muchísimo en escena. Como artista estaba siempre muy abierto a sugerencias y recomendaciones por mi parte. Solo tengo palabras de agradecimiento. Que encuentre paz eternamente. 
Juan Bockamp. Coreólogo, especialista en notaciones Stepanov, Madrid. 
 
Conocí a Volodya cuando trabajaba en el Teatro Mariinsky; él siempre fue un artista brillante y sonriente. ¡Solo tengo buenos recuerdos de él! Nos reuníamos a menudo en conciertos y proyectos de gala, manteníamos una conversación agradable y bromeábamos. ¡Siempre apoyó a todos los artistas durante la actuación y también los cargó con su energía! Volodya Shklyarov es igual que decir persona de arte, ¡un verdadero artista! ¡Permanecerá para siempre en la historia del ballet y en nuestros corazones!. 
Anastasia Smirnova. Primera solista del Teatro Stanislavsky Nemirovich y Dachenko, Moscú, Rusia.

Vladimir emanaba esa energía que hipnotizaba, enamoraba. Su presencia era explosiva y al mismo tiempo tierna. Tenía un físico perfecto para la danza. Los roles clásicos románticos eran hechos para él, no se podía imaginar que también podría interpretar los roles heroicos tan perfectos como los románticos. Fue un bailarín completo; era como un camaleón en cada uno de sus roles, penetraba en él, lo vivía en su propia piel y alma, ya no era Vladimir Shklyarov, se transformaba en ese personaje, y lo daba todo. Era el perfecto Príncipe noble, el perfecto guerrero de Espartaco, el alegre Iván, el trágico Petrushka, el apasionado esclavo en Scheherezada, el enérgico y técnico Basilio, el romántico James, el académico en Paquita, sin dejar atrás el ballet contemporáneo; ¡era un Artista! Un artista inteligente, caballeroso, carismático, apasionado, curioso y siempre en búsqueda de superación para no defraudar a su público y así mismo.

Su último espectáculo en el Teatro Mariinsky fue Scheherezada junto a la prima ballerina Ekaterina Kondaurova, el 24 de octubre del 2024.

"Se quiere llegar muy alto, sabemos que se puede despegar muy rápido, pero permanecer ahí, en la altura, es muy difícil. Y cuánto tiempo se le concede a cada uno –quince años, veinte (en el mejor de los casos) –; no necesitas pensar en ello (…)." Vladimir Shklyarov (entrevista en 2009)
Y con esta significativa frase partió de este mundo, dejando su legado e inspirando a las nuevas generaciones con su arte. Un genio de la danza con una sonrisa infantil, un espíritu inquieto, pero de un alma muy sensible.
Mayumi Sakamoto. Maestra, Investigadora en historia del Arte. Mikhailovsky Teatro, San Petersburgo.
Vladimir Shklyarov como 
Solor en La Bayadere.
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Con la prima ballerina Victoria Tereshkina, en los saludos finales del ballet Giselle.
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En el ballet Margarite and Armand
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En el pas de deux del ballet Don Quijote,
 con la prima ballerina Olesia Novikova.
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De izquierda a derecha: Vladimir Shklyarov, Ksenia Shevtsova, Anastasia Limenko, Evgeny Konovalov, Mayumi Sakamoto (directora artística), César Suárez (productor), Carlos Veitía (director del Teatro Nacional), Artem Ovcharenko, Anna Tikhomirova, Anastasia Smirnova, Makar Mikhalkin y Valeria Kuznetsova, el 23 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Carlos Veitía.
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Último momento con Vladimir Shklyarov al finalizar la gira en República Dominicana. De izquierda a derecha: Artem Ovcharenko, Anastasia Limenko, Vladimir Shklyarov, Mayumi Sakamoto, Evgeny Konovalov y Anna Tikhomirova. Santo Domingo, Hotel Sheraton, 25 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Mayumi Sakamoto.
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Fotos: Cortesía de Sila Avvakum.

Sunday, December 8, 2024

Ballet "Jeux" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Esta obra fue la segunda coreografía que realizó Vaslav Nijinsky para la compañía del empresario Serguei Diaghilev, los Ballet Russes (la primera había sido “Preludio para la siesta de un fauno”, en 1912). “Jeux” se estrenó en París el 15 de mayo de 1913, en el Théâtre des Champs Elysées. Los intérpretes fueron Tamara Karsavina, Vaslav Nijinsky y Ludmilla Schollar. La música fue especialmente compuesta por Claude Debussy quien inicialmente se opuso, pero luego reconsideró el encargo cuando Diaghilev duplicó la tarifa (Debussy estaba atravesando grandes problemas económicos). La escenografía y el vestuario fueron diseñados por Léon Bakst.

El ballet “Jeux” fue descrito como un "poema bailado" ("poème dansé") y el argumento fue escrito por el propio Nijinsky. El programa de mano entregado en el día del estreno, describía a esta breve obra así:
La escena es un jardín al anochecer; se ha perdido una pelota de tenis; tres jóvenes (un varón y dos mujeres) la están buscando. La luz artificial de las grandes lámparas eléctricas que arrojan fantásticos rayos a su alrededor sugiere la idea de juegos infantiles: juegan al escondite, se intentan atrapar, se pelean, se enfadan sin causa. La noche es cálida, el cielo está bañado por una luz pálida; ellos se abrazan. El hechizo se rompe con otra pelota de tenis lanzada con picardía por una mano desconocida. Sorprendidos y alarmados, los jóvenes desaparecen en las profundidades nocturnas del jardín.
Sin embargo, según cuenta el propio Nijinsky en sus diarios, la obra muestra la vida tal como la soñaba Diaghilev: él quería amar a dos muchachos al mismo tiempo y que ellos lo amen a él también. A pesar que Diaghilev insistía con la idea, Nijinsky decidió cambiar el género de los personajes porque no podía poner en escena un triángulo amoroso entre tres hombres, entonces el muchacho representa al empresario y las dos jóvenes, en realidad, son los dos muchachos enamorados.


Con este ballet, Nijinsky se transforma en el primer coreógrafo en introducir en el ballet un tema, un diseño escenográfico y de vestuario contemporáneos. Toda la idea está basada en un partido de tenis, incorporando movimientos típicos de este deporte e, incluso pelotas y raqueta.



En su momento, la obra no fue bien recibida (tuvo solo 5 representaciones) y pronto fue eclipsada por “La consagración de la primavera”, también con coreografía de Nijinsky y música, en este caso, de I. Stravinsky, que fue estrenada dos semanas después por la compañía de Diaghilev. Esto no asustó a Jean Börlin quien en 1920 realizó una versión para los Ballet Suédois. Luego siguieron las versiones de William Dollar (Ballet Theatre, 1950), Peter Darrell (Western Theatre Ballet, 1963), John Taras (New York City Ballet, 1966), Flemming Flindt (Ballet de la Ópera de París, 1973) y, finalmente, Toer Van Schayk (Deutch National Ballet, 1977). En 1996 la obra fue reconstruida por la dupla Millicent Hodson y Kenneth Archer para ser representada en la ciudad de Verona.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, December 1, 2024

Ballet "The Little Humpbacked Horse" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


El ballet “The Little Humpbacked Horse” (o en ruso “Konyok Gorbunok”) fue estrenado el 15 de diciembre de 1864, en el Teatro Bolshoi. La coreografía y el libreto, basado en la obra homónima de Pyotr Yershov, estuvieron a cargo de Arthur Saint-Leon y la música era de Cesare Pugni. En esa oportunidad, los roles principales estuvieron interpretados por Marfa Muravieva y Nikolai Troitzky. La obra finalizaba con un grand divertissement que incluía diferentes danzas rusas y, con esto, Saint-Leon, francés de nacimiento, buscaba empatizar con las raíces folclóricas rusas.


Casi treinta años después, en 1895, Marius Petipa realizó su propia versión de la obra, agregando un prólogo, una apoteosis y algunas danzas adicionales, con la revisión musical de Riccardo Drigo e interpretada por Pierina Legnani y Alexander Shirayev. Por su parte, Alexander Gorsky realizó dos nuevas versiones, una en 1901 (con Lyubov Roslavleva y el propio Gorsky) y la otra 1914 (Tamara Karsavina y Nikolai Legat), y agregó fragmentos musicales de Anton Simon, Boris Asafiev, Pyotr Illich Tchaikovsy, Antonín Dvořák, Alexander Glazunov, Brahms y Franz Liszt; aunque ya no quedaba casi nada de la versión original, esta versión se estableció como el más importante ballet nacional, que servía de plataforma de lanzamiento para las bailarinas nóveles.


Superada la primera mitad del Siglo XX, Alexander Radunsky realiza una versión con música de Rodion Shchedrin para el Ballet Bolshoi (en 1960), siendo ésta filmada un año después con Maya Plisetskaya y Vladimir Vasiliev como protagonistas. Ya cursando el primer decenio del Siglo XXI, Alexei Ratmansky realiza en 2009 su versión, sobre la partitura de Shchedrin, para el Ballet del Teatro Mariinsky.

Originalmente, la obra se estructura en cuatro actos y ocho escenas.

La primera escena se desarrolla en una casa ubicada en el borde de una colina. En la casa viven el Anciano, Gavrilo, Danilo e Ivan, el Tonto. El Anciano parte hacia el campo a cosechar el centeno. Gavrilo y Danilo están felices porque piensan organizar una fiesta al aire libre para bailar con las nodrizas.

Cuando el Anciano vuelve del campo, aleja a las nodrizas y les cuenta a sus hijos de un terrible villano que viene por las noches, que pisa las cosechas y las arruina. El Anciano les dice que el villano debe de ser atrapado pero él es demasiado débil para hacerlo así que sus hijos deben ir a patrullar el campo. Gavrilo y Danilo deciden ir solos, piensan que Iván es demasiado joven y torpe, creen que es un tonto. Iván también quiere ir para atrapar al villano, él puede confrontarlo y no le teme a nada. Sin embargo, Gavrilo y Danilo parten así que Iván decide ir al campo por sí mismo.

En la siguiente escena vemos a Iván cuidando los campos. En medio de la noche una joven y hermosa yegua trota hacia el campo, pisando el trigo y arruinándolo. Al verla, Iván la agarra por la cola y la monta. Esto enoja a la joven yegua que trata de sacárselo de encima, sin éxito. Así, a cambio de su libertad, la joven yegua le regala dos caballos grandes y poderosos, y un caballo jorobado, pequeño y débil.


Los pájaros de fuego vuelan hacia el campo, bailan, juegan y se van. Iván los persigue y se va tras ellos. Gavrilo y Danilo llegan a campo y se encuentran con los caballos. Tras capturar una pluma de pájaro de fuego, Iván regresa feliz, hasta que nota que sus caballos desaparecieron, se enoja y llora amargamente. El caballo jorobado, que los hermanos no se llevaron, trata de reconfortar a Iván, le propone encontrar a los secuestradores y promete ayudarlo. Resulta que el caballo jorobado puede hacer bastante más de lo que aparenta a primera vista...

La siguiente escena comienza en una cuadra de la Ciudad Capital con gente disfrutando del bello día, bailando. Gavrilo y Danilo están allí planeando vender los caballos. En medio del gentío aparece el Zar, a quien le gustan los caballos y, cuando está por comprarlos, Iván llega con el caballo jorobado, reconoce a sus hermanos y los reprende, llevándoselos. Sin embargo, al Zar le gustaron tanto esos caballos que trata de comprárselos de todos modos. Iván está dispuesto a venderlos por un precio justo. El Zar le ofrece el sombrero de un gran noble a cambio. A Iván le encantó el sombrero así que accedió a venderlos.

En las habitaciones del palacio, el Zar está comiendo, atendido por las nodrizas. Tras sentirse satisfecho se queda dormido. En la puerta de su cuarto se encuentra descansando Iván. El noble, antiguo dueño del sombrero, lo está observando y descubre, con asombro, la pluma del pájaro de fuego. Cuando finalmente Iván se duerme, le roba la pluma y decide despertar al Zar para mostrársela. Cómo habrá Iván conseguido tales lujos? Al Zar le encanta la pluma y tiene una visión donde hay pájaros de fuego jugando con una doncella. Luego, la visión se disipa. El Zar enamorado de la doncella que acaba de ver, ordena inmediatamente a Iván que la encuentre. Sin saber por dónde comenzar la búsqueda, el caballo jorobado estaba dispuesto a ayudarlo, pues sabía dónde estaba la doncella.

Una nueva escena se inicia en el borde del mundo, donde habitan los pájaros de fuego junto a la doncella del Zar. Llegan Iván y el pequeño caballo jorobado. Mientras Iván intenta capturar a las aves, ve a la doncella y se enamora de ella. La doncella accede a ir con Iván a la Ciudad Capital.

En el cuadro siguiente nos encontramos nuevamente en el palacio. El Zar y sus boyardos están esperando ansiosamente la llegada de la doncella. Con tanta espera, el Zar se queda dormido y, los boyardos siendo sus servidores, también se duermen, salvo uno, que se queda despierto. Él ve a Iván regresar con el caballo jorobado y la doncella, e inmediatamente despierta al Zar. El Zar expulsa a los boyardos de su recámara y anuncia que va a casarse con la doncella. Ella acepta la proposición pero no puede aceptar el anillo que el Zar quiere darle y explica que para casarse con ella es necesario traerle una gema que se encuentra en el fondo del océano. El Zar está sorprendido, cómo va a conseguir esa gema? El noble del sombrero decide mandar a Iván. Iván está apenado, a diferencia del noble que está ansioso, esperando la muerte inminente de Iván durante esta aventura.

Iván llega al fondo del océano junto a su caballo jorobado, en la ante última escena, y buscan la gema, sin éxito. Iván le pide ayuda a la Princesa Marina, quien decide ayudar a Iván en su búsqueda.

Finalmente, en la plaza central de la Ciudad Capital, la doncella y el Zar bailan brevemente, el noble líder es viejo y se cansa rápido. Iván aparece con la piedra, montado a su jorobado corcel. El noble del sombrero está iracundo, le arrebata la gema a Iván y lo echa de la plaza ya que su servicio no será requerido nuevamente.

El Zar está listo para casarse pero la doncella no lo ama. Ella sólo va a casarse con un hombre de bella figura y le dice que con su magia, puede transformar al Zar en gallardo caballero. El Zar se pregunta cómo. Tiene que meterse en una caldera de agua hirviendo. El Zar está aterrorizado y al vil noble se le ocurre que primero lo intenten con Iván. Así que lo buscan y, en un salto de fe, se mete en el agua hirviendo. El pequeño caballo realiza un hechizo y, dicho y hecho, Iván se transforma en un hombre muy elegante, de gran figura y lo nombran heredero del Zar. La gente se regocija y se alegra pero, a su vez, se alarma porque todos quieren saltar a la caldera y volverse zares y zarinas. El viejo Zar ordena que todos se alejen de su caldera y, en desesperación, él mismo salta al agua hirviendo y perece. Realizan las exequias del Zar, nombran a Iván como gobernador supremo y se casa con la bella dama. El pueblo ahora tiene un nuevo Zar, joven y bello.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Monday, November 25, 2024

Dimensions Dance Theatre of Miami “redimensiona” la danza moderna y contemporánea y la lleva a un nivel superior. (por Baltasar Santiago Martín)


Sí, efectivamente, haciendo honor a su nombre, Dimensions Dance Theatre of Miami, en cada una de sus entregas, “redimensiona” in crescendo la danza moderna y contemporánea y la lleva cada vez más a un nivel superior, algo que el vibrante y extraordinario espectáculo que acabo de ver en la noche del sábado 16 de noviembre, en el Moss Center de South Miami, me ha obligado “literalmente” a pensar y a escribir –es más, a levantarme de mi cama a las 2 y 22 de la madrugada del domingo 17, para empezar, como una compulsión, esta elogiosa y emocionada reseña.

Independientemente del alto grado de virtuosismo de todos sus bailarines, de sus sorprendentes coreografías, vistosos vestuarios y cambiantes fondos de escenario –cosa que abordaré más a fondo (valga la redundancia) más adelante–, DDTM ha roto ese concepto que desde los tiempos de la inefable Isadora Duncan se ha quedado en el imaginario colectivo –sí, en usted, amigo lector y hasta en mí– de que la danza moderna y contemporánea carece de rigor académico, de una sólida base de ballet clásico, y que se trata básicamente de bailarinas descalzas, que con vaporosas túnicas griegas, improvisan pasos de baile en una playa desierta o explanada teatral, sin “la camisa de fuerza” de las zapatillas de punta “antinaturales” y del arsenal técnico clásico que tanto odiaba la Duncan –y cuyo desenfadados y mordaces comentarios al respecto hicieron que la mítica Anna Pávlova la odiara tanto como amaba a sus cisnes.

Y ya que las menciono, no tengo la menor duda de que la “diosa” Anna Pávlova se hubiera sentido muy complacida –y la “sacerdotisa” Duncan muy sacada de onda– si anoche, mediante una ouija imaginaria, yo las hubiera convocado y sentado en la platea del Moss; Anna, porque ahí estuvo “todo”, es decir, jetés, fuetés, piruéts, piqués –y hasta balances– con que ella se convirtió en una leyenda del ballet clásico; e Isadora, porque vería que ninguno de esos pasos “académicos” sobra, sino que, talentosamente “desempolvados” por los excelentes coréografos que mis queridos y admirados Jennifer y Carlitos Guerra se han agenciado para su innovadora, fresca y cautivante compañía, todos son útiles instrumentos para elevar esa danza que ella, indudablemente, revolucionó en su momento, a una categoría de excelencia artística superior, como lo demuestra DDTM en cada una de sus entregas.

Bueno, y metafísicamente hablando, puede que Anna e Isa hasta salieran amigadas del Moss y se fueran a tomar un café cubano a La Carreta, no al europeo Versailles, porque ambas murieron en ese continente, y si van a celebrar su reconciliación, no van a querer recordar el pasado, sino, de ahí, ir a bailar descalzas en las arenas de Miami Beach.

Y ahora, de lo general a lo particular:

El programa comenzó con Chopin Variations / Variaciones de Chopin, coreografiado por Samuel Kurkjian, diseño de luces de Joshua Gumbinner y vestuario por Travis Hatsey, con Emily Bromberg y Maikel Hernández como pareja central, muy bien secundados por Jessica Arechavaleta, Selah Jane Oliver, Amelia Rouff, Paulina Zambrana, Anette Sánchez y Meisy Laffite; en una entrega tan vertiginosa y sincronizada que me pareció más cerca de Mozart que de Chopin.

Emily Bromberg y Maikel Hernández en Chopin Variations / Variaciones de Chopin. Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Chopin Variations / Variaciones de Chopin.
Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Chopin Variations / Variaciones de Chopin.
 Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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A continuación, Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo trajeron a escena Surrender / La entrega, un dueto muy original –premiere de la compañía– , en el que el telón de fondo iba cambiando según las distintas posiciones que la coreografía de Jerry Opdenaker les “obligaba” a adoptar, algo que la pareja asumió como si se tratara de su propio conflicto existencial –y emocional.

Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo en Surrender / La entrega. Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo en Surrender / La entrega. Fotos: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Tras una breve pausa, toda la efervescente troupé se apoderó del escenario del Moss para brindar otra premiere: Something to Remember you by / Algo para recordarte, coreografía de Stephanie Martínez y un collage de Bach, Chopin, Mendelssohn y Chaikovski como banda sonora de lujo, iluminados por Joshua Gumbinner y vestidos por Haydé Morales sobre los diseños de Anaya Cullen; coreografía completamente “rompedora” en todos los sentidos, tanto por la inusuales posiciones de los brazos de todos, como por la preponderancia del rol de los cinco hombres en la abigarrada historia que se cuenta, en que el dueto principal es asumido por dos hombres que parecen amarse, por el erotismo de su cuidada interacción escénica.

Something to Remember you by / Algo para recordarte. 
 Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Something to Remember you by / Algo para recordarte
Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Something to Remember you by / Algo para recordarte
 Foto: Baltasar Santiago Martín.
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¿Los nombres de los bailarines? Pues Maikel Hernández, Ariel Morilla, Eric Paz, Rafael Ruiz del Vizo y Taylor Garcés (no se precisa en el programa quiénes fueron los dos que “se fueron a la montaña”, y yo no los puedo identificar todavía), mientras que Jessica Arechavaleta, Selah Jane Oliver, Amelia Rouff, Paulina Zambrana, Emily Bromberg, Anette Sánchez y Meisy Laffite fueron la refrescante contrapartida a los cinco testosterónicos sin camisa, porque en la vida debe haber –y hay, desde los siglos y por los siglos– “de todo como en botica”, pero con total consentimiento y mayoría de edad.

Y después de un adecuado intermedio para comentar todo lo bueno visto, Chloe Freytag, Maikel Hernández, Meisy Laffite, Ariel Morilla, Eric Paz, Rafael Ruiz del Rizo, Paulina Zambrana y Mayrel Martínez, cerraron con broche de talento la función con Imagined Notions / Nociones imaginadas, con coreografía de Yanis Pikieris y música de Karl Jenkis, que me evocó los tiempos pretéritos en que las muchachas en flor –y los muchachos en busca de su fruta– se reunían en grupos aparte para luego aparejarse.

Imagined Notions / Nociones imaginadas.
 Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Lo que sí me pareció bastante convencional fue que, si bien cada una de las cuatro parejas fue vestida de un color diferente, no lo fue cada pareja en sí, pero ello no opaca el desempeño de cada una ni de cada quien, en duetos, por separado y en conjunto.

¡Bravísímo, entonces, Dimensions, por “redimensionar” la danza moderna y contemporánea por estos lares, con tanta brillantez neoclásica –que es lo que me faltaba mencionar en esta reseña!



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami
Hialeah, 22 de noviembre de 2024.

Sunday, November 24, 2024

Ballet “Mademoiselle Angot” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Basado en la ópera bufa “La Fille de Madame Angot” de Charles Lecocq (1872), Léonide Massine creó la coreografía de este ballet estrenado el 10 de octubre de 1943. En esa primera oportunidad fue interpretado por el elenco del Ballet Theatre del Metropolitan Opera House de Nueva York, con Nora Kaye (en el rol de Mmlle. Angot), André Eglevsky (como el Caricaturista), Rosella Hightower (interpretando a la Aristócrata) y el propio Massine (como el Barbero) en los roles protagónicos. La música original de Lecocq fue arreglada por Richard Mohaupt y Mstislav Doboujinsky fue quien realizó el diseño de escenografía y vestuario.


La obra está estructurada en un acto y tres escenas. La primera escena, tras una breve obertura, se desarrolla en el mercado. Allí vemos a la joven y vivaz Mmlle. Angot que se enamora de un Caricaturista, aunque ha sido comprometida a la fuerza para casarse con el Barbero. En un principio el Caricaturista corresponde el amor de Mmlle. Angot, pero luego queda fascinado con la Aristócrata, esposa de un alto funcionario del gobierno, sobre quienes había realizados unas caricaturas ofensivas. Mmlle. Angot se pone celosa y calumnia a la Aristócrata en público. Llega un grupo de gendarmes para arrestarla y ella se da cuenta que esa puede ser una salida a su compromiso con el Barbero.


La escena siguiente nos muestra una fiesta en la casa de la Aristócrata. Mientras bailan, vemos al Caricaturista escondido, huyendo de los gendarmes que quieren arrestarlo por sus caricaturas. También se encuentra allí Mmlle. Angot, que ha sido llamada por la Aristócrata para explicarle que ella y el Caricaturista habían sido compañeros de escuela. El Barbero, celoso por el comportamiento de su prometida, también se hace presente. El Caricaturista es descubierto y aprehendido y, en ese momento, declara su amor por la Aristócrata.


Finalmente, durante los carnavales Mmlle. Angot, con la ayuda de sus amigos del mercado, consigue que el Caricaturista y el funcionario del gobierno se encuentren cara a cara. La Aristócrata es expuesta públicamente por Mmlle. Angot al tiempo que los presentes se burlan de la Aristócrata y su marido, que hay llegado disfrazado para la ocasión. Tras tantas desventuras amorosas Mmlle. Angot decide que es el Barbero con quiere casarse.


La obra fue repuesta por Massine con el nombre de “Mam'zelle Angot”, durante 1947, para el Sadler's Wells Ballet con una nueva versión musical, esta vez arreglada por Gordon Jacob. También se actualizaron los decorados y vestuarios según los nuevos diseños de André Derain. En la premier, los roles protagónicos estuvieron a cargo de Dame Margot Fonteyn (Mmlle. Angot), Moira Shearer (la Aristócrata), Alexander Grant (el Barbero) y Michael Somes (el Caricaturista). “Mam’zelle Angot” fue representada durante casi todas las temporadas que se llevaron a cabo entre 1947 y 1959. En 1964 se realizó una versión cinematográfica con las interpretaciones de Merle Park (Mmlle. Angot), Alexander Grant (el Barbero), Antoinette Sibley (la Aristócrata) y David Blair (el Caricaturista). Además, formó parte del repertorio durante la gira realizada por la Touring Company durante 1968 y 1969. Tras una década, volvió a los escenarios del Covent Garden en 1980 como homenaje a Léonide Massine, que había fallecido el año anterior. Así mismo, el Australian Ballet incorporó esta obra a su repertorio en 1971.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, November 17, 2024

El apogeo de APOGEO en España (por Baltasar Santiago Martín)


Del 8 al 17 de octubre de 2024 estuve de visita en España, invitado para presentar dos libros de nuestra Editorial APOGEO: La lluvia es una lágrima. Poesía absoluta de Carilda Oliver Labra y Poemas matanceros, de mi autoría, primeramente en Béjar, en el marco de los festejos por el Día de la Hispanidad; y luego en Madrid, en la Librería del Centro.


La oportunidad de presentar mis libros en Béjar se la debo agradecer al alcalde de esa hermosa ciudad: el señor Luis Francisco Martín; y al señor Javier Hernández Carrión, teniente alcalde y concejal de Interior y Gobernación, Festejos, Juventud e Igualdad de dicha localidad española.

Para que dicha invitación se pudiera materializar exitosamente, conté con el invaluable apoyo de mi gran amiga, la reconocida soprano Alina Sánchez Rodríguez, autora también del prólogo de Poemas matanceros –y a cuyo cargo estuvo la presentación en Béjar y Madrid– y de mis amigos y coterráneos Pablo Suárez, esposo de Alina, y Teresa Guerra Sánchez, quien nos brindó su hospitalidad en Béjar, donde hace un trabajo maravilloso como directora y profesora de canto, coro de adultos y conjunto coral infantil, de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón, en el Centro Municipal de Cultura Convento de San Francisco, hermoso sitio en el que impartí mi conferencia sobre Alicia Alonso y Martha Graham, el lunes 14 de octubre, sobre lo cual abundo más adelante.

La presentación de los libros en el Casino Obrero de Béjar –gracias a la amable disposición de su presidente, el señor Francisco García Mesonero– tuvo lugar el viernes 11 de octubre; iniciada con las palabras de la soprano Alina Sánchez, quien me acompañó además con la lectura magistral de varios de los poemas de ambos libros y al final cantó con gran emoción Flor de Yumurí, de Jorge Anckerman –por ser un tema muy gustado por su abuelo matancero, Rafael Sánchez Lalebret Martínez–, acompañada al piano por Kari Argente, profesora de piano y repertorio de la Escuela José Lidón.

1-Con la soprano Alina Sánchez. 
Foto: Pablo Suárez.
2- Asistentes a la presentación 
en el Casino Obrero de Béjar.
Foto: Pablo Suárez.
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El lunes 14 de octubre impartí mi conferencia Alicia Alonso y Martha Graham: una historia de mutua admiración y respeto, en el Salón de actos del Convento de San Francisco, que contó con la presencia y colaboración de Lola Lozano, profesora de danza de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón; de Miguel Martínez Hernández, profesor de guitarra, armonía y combo de rock de dicha escuela –quien nos ayudó con la proyección de las imágenes incluidas en dicha conferencia; y de la soprano Alina Sánchez, quien dijo las palabras de presentación.

Con Lola Lozano y Alina Sánchez, antes de la impartición de mi conferencia sobre Alicia y Martha Graham. Foto: Pablo Suárez.
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Durante la impartición de la conferencia,
 Foto: Pablo Suárez.
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Al finalizar mi conferencia, los alumnos de danza bailaron tres coreografías grupales, con la música de Carmen, Giselle y un homenaje también a Martha Graham respectivamente; hermoso detalle que me conmovió y que agradeceré de por vida.

Al centro: Javier Hernández Carrión, yo, Alina Sanchez, Miguel Martínez Hernández y Lola Lozano, con los alumnos* de danza a ambos lados (* porque en el grupo de la izquierda hay un varón). Fotos: Pablo Suárez.
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Selfie con Alina Sánchez, Lola Lozano,
 Pablo Suárez y Miguel Martínez.
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Y el miércoles 16 de octubre de 2024, en la Librería del Centro, en Madrid, se hizo otra presentación de mis libros La lluvia es una lágrima y Poemas matanceros, de nuevo con la presencia de la gran soprano Alina Sánchez Rodríguez, quien como ya dije, también organizó e hizo la presentación en Béjar, así como de mi conferencia sobre la amistad, respeto y admiración que existió entre Alicia Alonso y Martha Graham; y con la reconocida periodista, escritora y editora Mayda Bustamante, a quien debo la organización de la presentación en dicha librería.

No puedo dejar de mencionar que la arquitecta Antonia Pérez, mi gran amiga desde los tiempos en que ambos coincidíamos en las actividades y eventos de la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), en su sede de Humbolt e Infanta, fue quien me reservó el hostal en el que me alojé los dos últimos días en Madrid, y que también me acompañó en la presentación de mis libros en la Librería del Centro.

Foto: Pablo Suárez.
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Con Mayda Bustamante y Alina Sánchez.
 Foto: Pablo Suárez.
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Con Alina Sánchez, en la Librería del Centro, Madrid, 
durante la lectura de  poemas de los libros.
 Foto: Pablo Suárez.
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La arquitecta Antonia Pérez, la soprano
 Alina Sánchez y el tenor Mario Jiménez,
 al final de la presentación en Madrid.
 Foto: Pablo Suárez.
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Y la noche del jueves 17 de octubre, quinto aniversario del paso a la inmortaIidad de nuestra prima ballerina assoluta forever Alicia Alonso, mi despedida de Madrid.

¡Hasta la próxima, querida capital de nuestra Madre Patria!
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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