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Sunday, December 15, 2024

Maria: “más rollo que película”. (por Baltasar Santiago Martín)


Los cubanos tenemos un dicho muy bueno para decir que alguien se ha quedado corto, que no satisfizo las expectativas, sea su persona o su obra: “Es más rollo que película”, y nuestro dicharacho –no por peliculero, sino por lo acertado– le viene de perillas a Maria, por haber estado precedido su estreno en Netflix por muchos comentarios en los medios que parecían augurar algo muy positivo: que si era digna de un Oscar, que si Angeline Jolie había brindado la actuación de su vida, etc.


Pues no, ni Oscar para el filme, su director ni para la Jolie, cuya descafeinada actuación como Maria no ha logrado hacerle justicia a la inconmensurable Callas, sino que ha “malogrado” el filme, pese a los bombos y platillos mediáticos precedentes.

Aunque para mí el 98 % del fracaso de la película se debe a Angeline Jolie, quien ni de lejos da la personalidad de Maria –y no se trata de parecido físico, no, sino del carácter, la fuerza, el carisma de Callas, ese algo intangible que la hizo el mito que es–, el guion tampoco le hace justicia a la diva ni la escasa y mal escogida banda sonora, con énfasis en la música del famoso coro “Va, pensiero”, de Nabucco (Verdi) y de “E lucevan le stelle”, el aria final del tenor en Tosca (Puccini) –ni siquiera de la protagonista–, pero que sí escoge su “Vissi d’ arte” para la escena de la muerte, cuando debió ser su “Addio, del passato”, de Traviata.

Para mí es evidente que Pablo Larraín, el director del filme, no decidió hacer Maria porque ha escuchado todas sus grabaciones ni visto todos sus videos, como los que la amamos, en una especie de culto, sino que, como Onassis, es un coleccionista de celebridades, pero limitado a su “envoltura”, no a su esencia, pecado original de su Maria.

Véase su Spencer (a Diana de Gales); y Jackie (a Jackeline Kennedy / Onassis), esta última quizás su razón para aventurarse en Maria, como una pre-secuela de aquella.

Y a propósito, esa pregunta: “¿dónde está su esposa?”, que Callas en Maria le hace a John Kennedy, levanta suspiscacias: ¿se “entendían” ya Jackie y Ari desde antes de la muerte del presidente?

A diferencia de Maestro, en que Bradley Cooper hizo énfasis en la vida sexual de Leonard Bernstein y no en su obra como director de orquesta, compositor y defensor a ultranza de la música clásica –por lo que lo califiqué como “un filme incompleto” –, Larraín en Maria no incurre en eso, pero no por ello deja de ser una película “incompleta”, amén de oscura y lenta, porque no muestra a la artista, a la soprano, a la prima donna assoluta que fue –y lo sigue siendo, en nuestros corazones– Callas: majestuosa, altiva, magnética, hierática; hasta condescendiente, reflexiva y meditativa, cuando se bajaba de su muy merecido y más que entendible pedestal portátil, pero nunca humilde ni sencilla.


La Maria de Angeline no es nada de eso.


Para interpretar como se debe a Maria Callas hay que ser (o hacerlo) como lo fue ella –como nuestra genial Alicia Alonso en el ballet La Diva–; exactamente asi: una Diva (y divina) y Angeline no llenó esos zapatos ni esas zapatillas (por si a alguien se le ocurre hacer la serie Alicia con ella.

¡Qué decepción!


Hialeah, 14 de diciembre de 2024

Monday, December 9, 2024

In Memoriam. Vladimir Shklyarov, el príncipe del ballet ruso: un genio de la danza del siglo XXI. (por Mayumi Sakamoto. Editado por Baltasar Santiago Martín)

Vladimir Shklyarov como Albert en Giselle
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Hablar de Vladimir Shklyarov es hablar de un artista completo en todo el sentido de la palabra.

El ballet es un arte por el cual, a través de los movimientos, la interpretación y la calidad histriónica, el bailarín transmite a través de su cuerpo el contexto de la coreografía hasta conmover al espectador. Y Vladimir era uno de esos artistas, que con solo su presencia y espíritu llenaba todo el espacio del escenario –y el auditorio– de una energía explosiva, de un carisma y una belleza indescriptible.

A través de los tiempos hemos observado que los genios de la danza nacen una vez por década en el tiempo, y en la actualidad se considera a Vladimir Shklyarov entre los grandes genios de la danza mundial, como Vaslav Nijinsky, Rudolf Nureyev, Mikhail Barishnikov y Alexander Godunov.

La naturaleza lo dotó generosamente de habilidades profesionales, y como estudiante de la Academia Vagánova, mostró los rasgos principales de su carácter: masculinidad, paciencia y pasión por la danza... Un increíble deseo de bailar lo llevó a la forma más alta, casi desde el primer año, para convertirse en un artista destacado del escenario del Teatro Mariinsky y ser reconocido con el título de “Artista honorable de Rusia”.

Las clases diarias, los ensayos, los espectáculos y –además, en sus horas libres– trabajando los detalles y pensando en cada rol, en cada personaje, todo ello dio como resultado una técnica impecable y virtuosa: facilidad en los saltos, destreza en los giros, un refinado movimiento de piernas y suaves manos como complemento. La interpretación reflexiva y creíble del personaje, su expresividad emocional, musicalidad y encanto hicieron de Shklyarov el favorito y amado del público.

Sergei Berezhnoy, Yuri Fateev y Vladimir Kim, sus maestros en el Teatro Mariinsky, lograron una fructífera colaboración que ayudaron al joven artista a estabilizarse en el escenario y encontrar su propia individualidad a través del análisis meticuloso de cada actuación.

Durante sus dos décadas en el escenario, Vladimir Shklyarov tuvo la suerte de interpretar más de 40 ballets y números de conciertos, cada uno de los cuales enriqueció su estilo interpretativo y pulió su individualidad.

El repertorio de Vladimir Shklyarov incluyó numerosos príncipes de los cuentos de hadas de los grandes clásicos; héroes románticos muy apropiados a su elegante apariencia, como su Príncipe Desirée, el romántico Sigfrido, el cariñoso Albert, James, Jean de Brienne, el Conde, Romeo, entre otros.

Su Príncipe Desirée, de La bella durmiente, de estilo refinado, preciso en las poses, grácil, con ciertas referencias a la época de Luis XIV, resultó ideal para el joven artista, en que la organicicidad de sus movimientos y su hermosa imagen determinaron su posición como príncipe por antonomasia, del mismo modo que su Albrecht. en Giselle, es un indudable éxito creativo del artista ya maduro, donde la parte dramáticamente intensa reveló el rico potencial de su talento actoral.

Su profesionalismo en los pas de deux lo convirtieron en el partner por excelencia de las bailarinas con quienes bailó. Tuvo la oportunidad de bailar con bailarinas de excepcional talento, como Diana Vishneva, Ulyana Lopatkina, Victoria Tereshkina, Natalya Osipova, Olesya Novikova, Alina Somova, Ekaterina Kondaurova, entre otras.

Entre uno de sus grandes éxitos, gracias a su talento artístico interpretativo, recordamos su apariencia como un joven encantador –como correspondía a sus personajes–, especialmente en Romeo y Julieta, junto a Diana Vishneva, donde cautivaron a la audiencia mundial, complementándose mutuamente.

La prensa nacional e internacional lo llamó “el príncipe del ballet ruso”, aunque su deseo infatigable fue bailar no solo los grandes roles del repertorio clásico, sino también irrumpir en el mundo de las coreografías modernas.

El destino le brindó una generosa oportunidad en el Covent Garden de Londres, junto con Natalya Osipova: interpretar Des Grieux en el ballet Manon, de Kenneth MacMillan, en el que la bailarina de temperamento incontenible y expresiva en los dúos, nos hizo mirar con nuevos ojos la colaboración de estos dos insuperables artistas.. Su encantador De Grieux, inquebrantable, decidido, lleno de pasión y ferozmente enamorado, cautivó incluso al público inglés más remilgado.

Durante sus dos temporadas en Bayerischer Ballet de Munich tuvo además la oportunidad de hacer realidad un sueño: Spartacus, junto con Sergei Polunin (Craso; cuyo marco musical y coreográfico complejo, que requería resistencia y ciertas características externas, parecía un personaje inapropiado para Shklyarov. Y entonces ocurrió una metamorfosis: el joven de los roles de príncipes irrumpió en escena como un verdadero líder de esclavos y gladiadores, un guerrero brutal que lucha desesperadamente contra sus oponentes.

Trabajar conjuntamente en los Teatros Mariinsky y Bayerischer Staasballetts, sus numerosas giras, galas e invitaciones para actuar por todo el mundo, así como cientos de entrevistas y el reconocimiento de una audiencia global lo hicieron un bailarín del mundo.

Y por cosas también del destino, su última y triunfal Gran Gala internacional fue en Santo Domingo, República Dominicana, en el Teatro Nacional Eduardo Brito, el 23 de agosto del 2024.

Él estaba muy emocionado por poder brindar al público dominicano todo su arte: “Voy a dejar un pedacito de mi espíritu en este escenario, este es mi regalo”, recalcó. Y así fue, el auditorio retumbó con los interminables aplausos.

Vladimir Shklyarov, premier del Teatro Mariinski, “el Príncipe del ballet ruso”, fue el corazón de esta gran e histórica gira junto a otros importantes bailarines rusos, los cuales en estos momentos le dedican cada día en su honor sus espectáculos: Evgeny Konovalov, Maria Khoreva, Anastasia Smirnova, Anastasia Limenko, Mikhail Makar, Artem Ovcharenko, Valeria Kuznetsova, Ksenya Shevtsova, Anna Tikhomirova.
El teatro Mariinsky mantiene un rotundo santo silencio por la magnitud de la pérdida y el dolor que sienten todos. 
En el verano del 2024 recibimos en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, a un grupo de artistas estelares de las principales compañías de Ballet de Rusia, traídos al país por la directora artística del Tour, la dominico –japonesa- rusa Mayumi Sakamoto. Recordamos con admiración a Shklyarov por su entrega en la escena, su pasión en caracterizar los personajes que le tocaron interpretar y su cuidado y esmero en el partening con sus bailarinas, siempre atento a lucirlas. Su presencia y su fuerza en la escena mostraban su pasión y experiencia como artista de la danza.
Carlos Veitia, Director del Teatro Nacional Eduardo Brito.

 

Vladimir Shklyarov: tuve el honor de trabajar con él durante el montaje de recuperación coreográfica del ballet La hija del Faraón, en el Teatro Mariinsky con Toni Candeloro. Me acuerdo bien de los ensayos. En escena Vladimir se transformaba, se entregaba plenamente a su arte. Tengo una memoria viva de su interpretación como Ta-Hor en el primer acto. ¡Como corría de inquietud persiguiendo a las cazadoras y a su querida Aspiccia! Era una persona llena de vitalidad y energía. Tenía un arte muy especial y hacía notar que disfrutaba muchísimo en escena. Como artista estaba siempre muy abierto a sugerencias y recomendaciones por mi parte. Solo tengo palabras de agradecimiento. Que encuentre paz eternamente. 
Juan Bockamp. Coreólogo, especialista en notaciones Stepanov, Madrid. 
 
Conocí a Volodya cuando trabajaba en el Teatro Mariinsky; él siempre fue un artista brillante y sonriente. ¡Solo tengo buenos recuerdos de él! Nos reuníamos a menudo en conciertos y proyectos de gala, manteníamos una conversación agradable y bromeábamos. ¡Siempre apoyó a todos los artistas durante la actuación y también los cargó con su energía! Volodya Shklyarov es igual que decir persona de arte, ¡un verdadero artista! ¡Permanecerá para siempre en la historia del ballet y en nuestros corazones!. 
Anastasia Smirnova. Primera solista del Teatro Stanislavsky Nemirovich y Dachenko, Moscú, Rusia.

Vladimir emanaba esa energía que hipnotizaba, enamoraba. Su presencia era explosiva y al mismo tiempo tierna. Tenía un físico perfecto para la danza. Los roles clásicos románticos eran hechos para él, no se podía imaginar que también podría interpretar los roles heroicos tan perfectos como los románticos. Fue un bailarín completo; era como un camaleón en cada uno de sus roles, penetraba en él, lo vivía en su propia piel y alma, ya no era Vladimir Shklyarov, se transformaba en ese personaje, y lo daba todo. Era el perfecto Príncipe noble, el perfecto guerrero de Espartaco, el alegre Iván, el trágico Petrushka, el apasionado esclavo en Scheherezada, el enérgico y técnico Basilio, el romántico James, el académico en Paquita, sin dejar atrás el ballet contemporáneo; ¡era un Artista! Un artista inteligente, caballeroso, carismático, apasionado, curioso y siempre en búsqueda de superación para no defraudar a su público y así mismo.

Su último espectáculo en el Teatro Mariinsky fue Scheherezada junto a la prima ballerina Ekaterina Kondaurova, el 24 de octubre del 2024.

"Se quiere llegar muy alto, sabemos que se puede despegar muy rápido, pero permanecer ahí, en la altura, es muy difícil. Y cuánto tiempo se le concede a cada uno –quince años, veinte (en el mejor de los casos) –; no necesitas pensar en ello (…)." Vladimir Shklyarov (entrevista en 2009)
Y con esta significativa frase partió de este mundo, dejando su legado e inspirando a las nuevas generaciones con su arte. Un genio de la danza con una sonrisa infantil, un espíritu inquieto, pero de un alma muy sensible.
Mayumi Sakamoto. Maestra, Investigadora en historia del Arte. Mikhailovsky Teatro, San Petersburgo.
Vladimir Shklyarov como 
Solor en La Bayadere.
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Con la prima ballerina Victoria Tereshkina, en los saludos finales del ballet Giselle.
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En el ballet Margarite and Armand
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En el pas de deux del ballet Don Quijote,
 con la prima ballerina Olesia Novikova.
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De izquierda a derecha: Vladimir Shklyarov, Ksenia Shevtsova, Anastasia Limenko, Evgeny Konovalov, Mayumi Sakamoto (directora artística), César Suárez (productor), Carlos Veitía (director del Teatro Nacional), Artem Ovcharenko, Anna Tikhomirova, Anastasia Smirnova, Makar Mikhalkin y Valeria Kuznetsova, el 23 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Carlos Veitía.
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Último momento con Vladimir Shklyarov al finalizar la gira en República Dominicana. De izquierda a derecha: Artem Ovcharenko, Anastasia Limenko, Vladimir Shklyarov, Mayumi Sakamoto, Evgeny Konovalov y Anna Tikhomirova. Santo Domingo, Hotel Sheraton, 25 de agosto de 2024. Foto: cortesía de Mayumi Sakamoto.
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Fotos: Cortesía de Sila Avvakum.

Monday, November 25, 2024

Dimensions Dance Theatre of Miami “redimensiona” la danza moderna y contemporánea y la lleva a un nivel superior. (por Baltasar Santiago Martín)


Sí, efectivamente, haciendo honor a su nombre, Dimensions Dance Theatre of Miami, en cada una de sus entregas, “redimensiona” in crescendo la danza moderna y contemporánea y la lleva cada vez más a un nivel superior, algo que el vibrante y extraordinario espectáculo que acabo de ver en la noche del sábado 16 de noviembre, en el Moss Center de South Miami, me ha obligado “literalmente” a pensar y a escribir –es más, a levantarme de mi cama a las 2 y 22 de la madrugada del domingo 17, para empezar, como una compulsión, esta elogiosa y emocionada reseña.

Independientemente del alto grado de virtuosismo de todos sus bailarines, de sus sorprendentes coreografías, vistosos vestuarios y cambiantes fondos de escenario –cosa que abordaré más a fondo (valga la redundancia) más adelante–, DDTM ha roto ese concepto que desde los tiempos de la inefable Isadora Duncan se ha quedado en el imaginario colectivo –sí, en usted, amigo lector y hasta en mí– de que la danza moderna y contemporánea carece de rigor académico, de una sólida base de ballet clásico, y que se trata básicamente de bailarinas descalzas, que con vaporosas túnicas griegas, improvisan pasos de baile en una playa desierta o explanada teatral, sin “la camisa de fuerza” de las zapatillas de punta “antinaturales” y del arsenal técnico clásico que tanto odiaba la Duncan –y cuyo desenfadados y mordaces comentarios al respecto hicieron que la mítica Anna Pávlova la odiara tanto como amaba a sus cisnes.

Y ya que las menciono, no tengo la menor duda de que la “diosa” Anna Pávlova se hubiera sentido muy complacida –y la “sacerdotisa” Duncan muy sacada de onda– si anoche, mediante una ouija imaginaria, yo las hubiera convocado y sentado en la platea del Moss; Anna, porque ahí estuvo “todo”, es decir, jetés, fuetés, piruéts, piqués –y hasta balances– con que ella se convirtió en una leyenda del ballet clásico; e Isadora, porque vería que ninguno de esos pasos “académicos” sobra, sino que, talentosamente “desempolvados” por los excelentes coréografos que mis queridos y admirados Jennifer y Carlitos Guerra se han agenciado para su innovadora, fresca y cautivante compañía, todos son útiles instrumentos para elevar esa danza que ella, indudablemente, revolucionó en su momento, a una categoría de excelencia artística superior, como lo demuestra DDTM en cada una de sus entregas.

Bueno, y metafísicamente hablando, puede que Anna e Isa hasta salieran amigadas del Moss y se fueran a tomar un café cubano a La Carreta, no al europeo Versailles, porque ambas murieron en ese continente, y si van a celebrar su reconciliación, no van a querer recordar el pasado, sino, de ahí, ir a bailar descalzas en las arenas de Miami Beach.

Y ahora, de lo general a lo particular:

El programa comenzó con Chopin Variations / Variaciones de Chopin, coreografiado por Samuel Kurkjian, diseño de luces de Joshua Gumbinner y vestuario por Travis Hatsey, con Emily Bromberg y Maikel Hernández como pareja central, muy bien secundados por Jessica Arechavaleta, Selah Jane Oliver, Amelia Rouff, Paulina Zambrana, Anette Sánchez y Meisy Laffite; en una entrega tan vertiginosa y sincronizada que me pareció más cerca de Mozart que de Chopin.

Emily Bromberg y Maikel Hernández en Chopin Variations / Variaciones de Chopin. Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Chopin Variations / Variaciones de Chopin.
Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Chopin Variations / Variaciones de Chopin.
 Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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A continuación, Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo trajeron a escena Surrender / La entrega, un dueto muy original –premiere de la compañía– , en el que el telón de fondo iba cambiando según las distintas posiciones que la coreografía de Jerry Opdenaker les “obligaba” a adoptar, algo que la pareja asumió como si se tratara de su propio conflicto existencial –y emocional.

Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo en Surrender / La entrega. Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Melissa Fernández y Rafael Ruiz del Vizo en Surrender / La entrega. Fotos: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Tras una breve pausa, toda la efervescente troupé se apoderó del escenario del Moss para brindar otra premiere: Something to Remember you by / Algo para recordarte, coreografía de Stephanie Martínez y un collage de Bach, Chopin, Mendelssohn y Chaikovski como banda sonora de lujo, iluminados por Joshua Gumbinner y vestidos por Haydé Morales sobre los diseños de Anaya Cullen; coreografía completamente “rompedora” en todos los sentidos, tanto por la inusuales posiciones de los brazos de todos, como por la preponderancia del rol de los cinco hombres en la abigarrada historia que se cuenta, en que el dueto principal es asumido por dos hombres que parecen amarse, por el erotismo de su cuidada interacción escénica.

Something to Remember you by / Algo para recordarte. 
 Foto: Baltasar Santiago Martín.
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Something to Remember you by / Algo para recordarte
Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Something to Remember you by / Algo para recordarte
 Foto: Baltasar Santiago Martín.
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¿Los nombres de los bailarines? Pues Maikel Hernández, Ariel Morilla, Eric Paz, Rafael Ruiz del Vizo y Taylor Garcés (no se precisa en el programa quiénes fueron los dos que “se fueron a la montaña”, y yo no los puedo identificar todavía), mientras que Jessica Arechavaleta, Selah Jane Oliver, Amelia Rouff, Paulina Zambrana, Emily Bromberg, Anette Sánchez y Meisy Laffite fueron la refrescante contrapartida a los cinco testosterónicos sin camisa, porque en la vida debe haber –y hay, desde los siglos y por los siglos– “de todo como en botica”, pero con total consentimiento y mayoría de edad.

Y después de un adecuado intermedio para comentar todo lo bueno visto, Chloe Freytag, Maikel Hernández, Meisy Laffite, Ariel Morilla, Eric Paz, Rafael Ruiz del Rizo, Paulina Zambrana y Mayrel Martínez, cerraron con broche de talento la función con Imagined Notions / Nociones imaginadas, con coreografía de Yanis Pikieris y música de Karl Jenkis, que me evocó los tiempos pretéritos en que las muchachas en flor –y los muchachos en busca de su fruta– se reunían en grupos aparte para luego aparejarse.

Imagined Notions / Nociones imaginadas.
 Foto: Simon Soong (cortesía de DDTM)
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Lo que sí me pareció bastante convencional fue que, si bien cada una de las cuatro parejas fue vestida de un color diferente, no lo fue cada pareja en sí, pero ello no opaca el desempeño de cada una ni de cada quien, en duetos, por separado y en conjunto.

¡Bravísímo, entonces, Dimensions, por “redimensionar” la danza moderna y contemporánea por estos lares, con tanta brillantez neoclásica –que es lo que me faltaba mencionar en esta reseña!



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami
Hialeah, 22 de noviembre de 2024.

Sunday, November 24, 2024

La viuda alegre, otro rotundo éxito de Martí Productions. (por Baltasar Santiago Martín)


La viuda alegre (Die Lustige Witwe, título original en alemán), es una muy gustada opereta, originalmente en tres actos, con música del compositor austro-húngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Victor Léon y Leo Stein, basado en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac, que ha perdurado en el repertorio de todas las grandes compañías de ópera, zarzuela y opereta del mundo, por la belleza de su música y lo simpático de su argumento, por lo que siempre es un reto reponerla, sobre todo cuando los recursos para el arte lírico son limitados, como ocurre en esta ciudad de Miami donde vivimos.

No obstante, Martí Productions –de la mano de la incansable Tania Martí, gran cantante y actriz por demás– ha salido invicta una vez más con la puesta en escena de esta deliciosa opereta que se desarrolla en el París de la Belle Epoque –como fue denominado el período de 1890 a 1914 luego de terminada la Primera Guerra Mundial (“solo se sabe lo que se tiene cuando se pierde”), aunque sus protagonistas sean del imaginario país de Pontenegro.

No solo los personajes principales fueron actuados y cantados –“interpretados”, que es lo que mejor cabe– a la perfección, sino también todos los personajes secundarios, sin cuyo talento y entrega el “espíritu” de esta jocosa opereta no se hubiera logrado.

La deliciosa soprano Maylú Hernández, como Ana de Glavary, brilló en este personaje tan emblemático, haciendo gala de una gran técnica vocal y de sus dotes para la actuación y el baile –split incluido, como si fuera una grisetta más–, con tremenda vis cómica y desenfado, por si fuera poco, en este rol en que nuestra inolvidable Rosita Fornés dejó el listón tan alto, en el cielo, y estoy seguro de que desde allí Rosita debe haber quedado muy complacida con esta Viuda alegre de Maylú, como lo he quedado yo en grado superlativo, que vi a la Fornés en todo su esplendor.

Maylú Hernández (al centro), con Voices of Miami y bailarines de Gio Miniet en el primer acto.
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¡Ah!, y esa Canción de la ninfa del bosque la cantó nuestra Maylú como si estuviera en un estudio de grabación, impecable y bellísima, por lo que no sería ninguna mala idea hacer un disco con todas sus estelares intepretaciones.

Maylú Hernández canta La canción de la ninfa, con Voices of Miami a su alrededor.
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Maylú tuvo en el tenor Jesse James Vargas a un Conde Danilo muy seguro de sí, tanto en lo vocal como en lo actoral, justo en la cuerda del personaje, donde no faltó tampoco el necesario tono humorístico y un atractivo desenfado.

El tenor Jesse James Vargas como el Conde Danilo.
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La también soprano Laura de Mare encarnó a la veleidosa Valencienne como si fuera un ajustado guante de cabritilla tan en boga en esa Belle Epoque en que se desarrolla la obra, con esa voz tan hermosa y afinada que ha venido a enriquecer, al igual que Maylú, esa constelación de sopranos latinas que reivindican que en Miami también vive y goza de excelente salud el género lírico, y corresponde entonces mencionar a las excelentes sopranos Eglisé Gutiérrez, Elizabeth Caballero, María Aleida Rodríguez, Mabel Ledo (mezzo), Marinel Cruz, Nathalie Ávila e Hilda del Castillo (aunque sé que no son las únicas, pero son las que conozco).

El tenor Carlos Silva, a su vez, nos regaló un Camilo de Rosillon con la adecuada proyección histriónica que demanda su personaje y un desempeño vocal también inobjetable, sobre todo en los duetos con Laura.

El tenor Carlos Silva como Camilo de Rosillon y la soprano Laura de Mare como Valencienne.
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El multifacético Jesús Brañas, como el Barón Mirko Zeta estuvo sencillamente “de película”, con ese tono de comedia de enredos que le queda tan bien, mientras que el también multifacético Marcos Casanova, como Niegus, le hizo la contrapartida a su misma gran altura, a la vez que Miguel Cervantes y Alan Gasel se lucieron como los dos principales rivales por los millones de Ana, con “duetos” lucidos y simpáticos, como el Vizconde Zancada y Brioche respectivamente, así como Karell Morell como el Vizconde Kromov.

Me acabo de dar cuenta de que por poco cometo el imperdonable pecado de la omisión, al no haber mencionado hasta ahora a la inefable Tania Guzmán, como El Juglar, ese personaje tan inteligentemente añadido a esta puesta por Manny Albelo para contar la trama, y que el lunes 19 no vacilé en llamar a su madre, Tania Martí, para elogiar su excelente intervención del domingo 18, que fue la función a la que asistí.

Tania Guzmán como El Juglar.
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Voices of Miami, dirigido por Greisel Domínguez, cumplió sin reservas como el infaltable coro, con el adecuado empaste vocal necesario para realzar a los cantantes protagonistas, y la inmortal partitura de Lehár, con los necesarios arreglos musicales de Otto Knight para un formato orquestal menor, cobró vida y brilló como una gran sinfónica bajo la certera batuta de la Maestra Marlene Urbay, otra muy grande de nuestro universo musical.

Voices of Miami, al fondo, con Jesse James Vargas, Maylú, Carlos Silva, Laura de Mare, Tania Guzmán y Marcos Casanova al frente.
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La directora de orquesta Marlene Urbay con sus músicos de la Florida Chamber Orchestra.
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La escenografía de Leose Productions y las luces a cargo de Oscar Delgado, crearon el marco apropiado para cada uno de los actos, y las escenas de danza, coreografiadas por Gio Miniet –sobre todo en el cuadro de las grisettas, con el infaltable cancán clásico incluido– completaron la grata ilusión de estar en París, nada menos que en su emplemático restaurant Maxim.

La escenografía de Leose Productions
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El Ballet de Gio Miniet, 
con el infaltable cancán incluido.
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Maylú y Jesse James Vargas con Gio Miniet y su pareja de baile al fondo.
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El ballet de Gio Miniet, con Maylý y Jesús Brañas a la derecha, y Laura de Mare a la izquierda.
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Respecto al impactante y lujoso vestuario de Ana y de Valencienne –firmados por Osvaldo Joya– y el maquillaje y peinados de Maylú, a cargo de Felipe Couso, sin ellos la puesta no hubiera tenido el gran glamour y el agradable impacto visual tan bien logrado, mientras que en el segundo acto los supuestos trajes típicos de Pontenegro crearon la atmósfera adecuada para el desarrollo de la trama.

Laura de Mare (Valencienne), Maylú (Viuda), Carlos Silva (Rosillon) Jesse James Vargas (Conde) y Jesús Brañas (Zeta); atrás: Alan Gasel (Brioche), Marcos Casanova (Niegus), Miguel Cervantes (Zancada) y Voices of Miami.
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Carlos Silva, Karell Morell, Miguel Cervantes, Jesse James Vargas, Jesús Brañas, Alan Gasel y Marcos Casanova, en el septimino Qué mujeres.
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No puedo concluir sin volver a felicitar a Manny Albelo, el director general de la puesta y adaptador de la misma, por esta cuidada y elegante reposición de La viuda alegre, y a Tania Martí, por su compromiso con el arte lírico y en general, sin cuya labor al frente de Martí Productions la zarzuela y ahora la opereta hubieran “brillado por su ausencia” en Miami, fiel continuadora del legado de la inolvidable Pili de la Rosa y de Demetrio, al frente del tristemente desaparecido Grateli.


Nota: Se debe agradecer al Departamento de Asuntos Culturales del Condado Miami Dade y a Artes Miami por auspiciar en parte este grandioso evento.


Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami
Hialeah, 22 de noviembre de 2024

Fotos: Lester Llanes (cortesía de Martí Productions)

Sunday, November 17, 2024

El apogeo de APOGEO en España (por Baltasar Santiago Martín)


Del 8 al 17 de octubre de 2024 estuve de visita en España, invitado para presentar dos libros de nuestra Editorial APOGEO: La lluvia es una lágrima. Poesía absoluta de Carilda Oliver Labra y Poemas matanceros, de mi autoría, primeramente en Béjar, en el marco de los festejos por el Día de la Hispanidad; y luego en Madrid, en la Librería del Centro.


La oportunidad de presentar mis libros en Béjar se la debo agradecer al alcalde de esa hermosa ciudad: el señor Luis Francisco Martín; y al señor Javier Hernández Carrión, teniente alcalde y concejal de Interior y Gobernación, Festejos, Juventud e Igualdad de dicha localidad española.

Para que dicha invitación se pudiera materializar exitosamente, conté con el invaluable apoyo de mi gran amiga, la reconocida soprano Alina Sánchez Rodríguez, autora también del prólogo de Poemas matanceros –y a cuyo cargo estuvo la presentación en Béjar y Madrid– y de mis amigos y coterráneos Pablo Suárez, esposo de Alina, y Teresa Guerra Sánchez, quien nos brindó su hospitalidad en Béjar, donde hace un trabajo maravilloso como directora y profesora de canto, coro de adultos y conjunto coral infantil, de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón, en el Centro Municipal de Cultura Convento de San Francisco, hermoso sitio en el que impartí mi conferencia sobre Alicia Alonso y Martha Graham, el lunes 14 de octubre, sobre lo cual abundo más adelante.

La presentación de los libros en el Casino Obrero de Béjar –gracias a la amable disposición de su presidente, el señor Francisco García Mesonero– tuvo lugar el viernes 11 de octubre; iniciada con las palabras de la soprano Alina Sánchez, quien me acompañó además con la lectura magistral de varios de los poemas de ambos libros y al final cantó con gran emoción Flor de Yumurí, de Jorge Anckerman –por ser un tema muy gustado por su abuelo matancero, Rafael Sánchez Lalebret Martínez–, acompañada al piano por Kari Argente, profesora de piano y repertorio de la Escuela José Lidón.

1-Con la soprano Alina Sánchez. 
Foto: Pablo Suárez.
2- Asistentes a la presentación 
en el Casino Obrero de Béjar.
Foto: Pablo Suárez.
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El lunes 14 de octubre impartí mi conferencia Alicia Alonso y Martha Graham: una historia de mutua admiración y respeto, en el Salón de actos del Convento de San Francisco, que contó con la presencia y colaboración de Lola Lozano, profesora de danza de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón; de Miguel Martínez Hernández, profesor de guitarra, armonía y combo de rock de dicha escuela –quien nos ayudó con la proyección de las imágenes incluidas en dicha conferencia; y de la soprano Alina Sánchez, quien dijo las palabras de presentación.

Con Lola Lozano y Alina Sánchez, antes de la impartición de mi conferencia sobre Alicia y Martha Graham. Foto: Pablo Suárez.
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Durante la impartición de la conferencia,
 Foto: Pablo Suárez.
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Al finalizar mi conferencia, los alumnos de danza bailaron tres coreografías grupales, con la música de Carmen, Giselle y un homenaje también a Martha Graham respectivamente; hermoso detalle que me conmovió y que agradeceré de por vida.

Al centro: Javier Hernández Carrión, yo, Alina Sanchez, Miguel Martínez Hernández y Lola Lozano, con los alumnos* de danza a ambos lados (* porque en el grupo de la izquierda hay un varón). Fotos: Pablo Suárez.
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Selfie con Alina Sánchez, Lola Lozano,
 Pablo Suárez y Miguel Martínez.
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Y el miércoles 16 de octubre de 2024, en la Librería del Centro, en Madrid, se hizo otra presentación de mis libros La lluvia es una lágrima y Poemas matanceros, de nuevo con la presencia de la gran soprano Alina Sánchez Rodríguez, quien como ya dije, también organizó e hizo la presentación en Béjar, así como de mi conferencia sobre la amistad, respeto y admiración que existió entre Alicia Alonso y Martha Graham; y con la reconocida periodista, escritora y editora Mayda Bustamante, a quien debo la organización de la presentación en dicha librería.

No puedo dejar de mencionar que la arquitecta Antonia Pérez, mi gran amiga desde los tiempos en que ambos coincidíamos en las actividades y eventos de la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), en su sede de Humbolt e Infanta, fue quien me reservó el hostal en el que me alojé los dos últimos días en Madrid, y que también me acompañó en la presentación de mis libros en la Librería del Centro.

Foto: Pablo Suárez.
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Con Mayda Bustamante y Alina Sánchez.
 Foto: Pablo Suárez.
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Con Alina Sánchez, en la Librería del Centro, Madrid, 
durante la lectura de  poemas de los libros.
 Foto: Pablo Suárez.
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La arquitecta Antonia Pérez, la soprano
 Alina Sánchez y el tenor Mario Jiménez,
 al final de la presentación en Madrid.
 Foto: Pablo Suárez.
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Y la noche del jueves 17 de octubre, quinto aniversario del paso a la inmortaIidad de nuestra prima ballerina assoluta forever Alicia Alonso, mi despedida de Madrid.

¡Hasta la próxima, querida capital de nuestra Madre Patria!
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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