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Sunday, May 4, 2025

Alvin Ailey (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Alvin Ailey nació el 5 de enero de 1931 en Texas. Fue criado por su madre, Lula Elizabeth Ailey, ya que su padre, también llamado Alvin, abandonó a la familia cuando Alvin tenía seis meses. Junto a su madre tuvieron que mudarse repetidamente puesto que durante la Gran Depresión resultaba difícil para una madre soltera afroamericana conseguir trabajo. Era una época de segregación racial, que incluía violencia física y linchamientos contra afroamericanos.

En 1942 se muda a Los Ángeles. Al tiempo que estaba terminando sus estudios secundarios, practicaba canto en la iglesia, escribía poesías y asistía regularmente a espectáculos en el Teatro Lincoln y en el Teatro Orpheum.


En 1949 comienza sus estudios de danza con Lester Horton, quien resultaría ser la principal influencia de Ailey, convirtiéndose en su mentor. En su escuela se formó en una amplia gama de estilos y técnicas: ballet, jazz y danzas nativas americanas. Al igual que todos los estudiantes de Horton, Ailey también estudió pintura, actuación, música, escenografía y vestuario. Cabe destacar que la escuela de Horton fue la primera escuela multi-racial de danza en los Estados Unidos.

A los 22 años, Ailey comenzó a estudiar tiempo completo en la escuela de Horton y ese mismo año (1953) se unió a la compañía, Lester Horton Dance Theater. Durante este período Ailey también actuó en varias películas de Hollywood.

Horton murió trágicamente en noviembre del ’53. La compañía quedó sin director artístico y con varios contratos pendientes. Fue Ailey quien asumió el compromiso y, pese a su juventud y falta de experiencia, comenzó a coreografiar y a dirigir.

En 1954, fue invitado a Nueva York a bailar en un espectáculo de Broadway, “Casa de las Flores” de Truman Capote, protagonizada por Pearl Bailey y Diahann Carroll. Participó también en varias producciones más y allí se dio cuenta que la escena de la danza moderna de Nueva York, por esos años, no era de su agrado. Tomó clases con Martha Graham, Doris Humphrey y José Limón, pero sentía que la danza de Graham era «melindrosa y extraña» y las técnicas de Humphrey y Limón no le gustaban. Al no poder encontrar una técnica similar a la de Horton comenzó a crear sus propias obras.


Así fue como en 1958 formó su propio grupo, Alvin Ailey American Dance Theatre, cuyo debut fue el 30 de marzo de ese mismo año. Entre sus primeros trabajos destaca “Blues Suite”, una pieza creada a partir de canciones de blues. Ailey insistió en una experiencia teatral completa, con acento en los trajes, la iluminación y el maquillaje. Una obra de intenso atractivo emocional que expresa el dolor y la ira de los afroamericanos, no solo fue un éxito instantáneo, sino que definió el estilo de Ailey.

Otro de sus trabajos más reconocidos, si no el más importante es “Revelations” (1960), donde Ailey trabajo sobre el blues, el spiritual y el gospel. Esta combinación derivó en la creación de su obra más popular y aclamada por la crítica. Originalmente, Ailey pretendía que esta danza fuera la segunda parte de una obra mayor, que incluyera el mayor repertorio de música afroamericana posible y que comenzó con “Blues Suite”.


Ailey creó 79 trabajos para su compañía, de la cual estaba orgulloso por ser multirracial. Si bien quería dar oportunidades a los bailarines negros, que a menudo eran excluidos de las compañías, también quería superar el tema de la negritud. En su compañía siempre se emplearon artistas basándose únicamente en el talento artístico y la integridad, independientemente de su etnicidad.


Ailey valoraba el eclecticismo, por lo que utilizaba la combinación de técnicas que mejor se adaptasen a ese momento en particular. Es por ello que más que una técnica, creó un estilo. En sus bailarines buscaba líneas largas, con pies hábilmente articulados y el tipo de preparación física general que aporta el ballet, combinado con un torso dramáticamente expresivo, típico de la danza moderna.


Ailey murió a los 58 años, el 1 de diciembre de 1989, producto del SIDA. Es uno de los grandes pioneros en la inclusión cultural, su trabajo es una importante contribución a la cultura estadounidense en particular y al mundo de la danza en general. Tras su fallecimiento, la compañía quedó bajo la dirección artística de Judith Jamison hasta el 2011, cuando asumió Robert Battle, quien continúa con el legado de Alvin Ailey.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, April 27, 2025

Doris Humphrey (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Doris Humphrey nació el 17 de octubre de 1895, en Oak Park, Illinois (Estados Unidos). Inició sus estudios de danza en la ciudad de Chicago, primero aprendió danzas folclóricas y de salón, y luego ingresó a la Francis W. Parker School donde tomó clases de danza clásica con Josephine Hatlanek. En 1913 comenzó a enseñar danzas de salón pero cuatro años más tarde, en 1917, lo dejó y se mudó Los Ángeles para ingresar a la Denishawn School donde rápidamente ingresa a la compañía, desempeñándose como bailarina principal y asistente de Ruth Saint Denis.


En 1928, junto a Charles Weidman, abandonan la Denishawn y forman una compañía independiente en New York. De este período se destacan obras como "Water Study” (1927), “The Shakers” (1931), “New Dance Trilogy” (1935-1936) o “Passacaglia and Fugue in C Minor” (1938). En ellas encontramos una fuerte impronta característica de Humphrey: coreografías despojadas de virtuosismo y de grandes solos, donde el principio regente es bailar de adentro hacia afuera, esto es crear movimientos especialmente para expresar estados emocionales y físicos específicos. Sus obras intentan trasmitir la necesidad de solidaridad y empatía entre todos los hombres para conseguir que el mundo sea un lugar mejor, de allí que prevalezcan las coreografías grupales. Hay que tener en cuenta el momento en que estas coreografías son creadas, en el marco de las Guerras Mundiales, el nazismo y las consecuencias que tuvieron sobre la sociedad.


A causa de una artritis severa, Humphrey debió retirarse de los escenarios en 1944, para dedicarse íntegramente a la docencia y a la coreografía. Así, entre1946 y 1957 fue directora artística de la compañía de José Limón, y en 1954 fundó la Juilliard Dance Theatre, compañía adscrita a la Juilliard School (Nueva York), donde estrenó “Down in New York” (1956) y “Descent into the Dream” (1957).

En cuanto a su técnica, no está codificada ni plantea parámetros fijos, sino que establece principios que rigen los movimientos. Cada secuencia, cada movimiento debe ser acorde y surgir del sentimiento que lo genera. Humphrey estudió diferentes movimientos habituales (como la caminata y la respiración) y notó que siempre hay un momento de suspensión en contra de la gravedad seguido por otro movimiento opuesto, de caída, a favor de la gravedad. A partir de allí elabora el principio rector de sus coreografías, el principio de caída y recuperación, que ella define como un “arco entre dos muertes”, es decir el puente existente entre dos puntos estáticos, uno antes y otro luego de la caída. En 1959 publicó “El arte de crear danzas” donde pone de manifiesto sus ideas sobre la danza, su creación, los intérpretes y requerimientos para ser coreógrafo.


Doris Humphrey falleció en Nueva York, a los 63 años, el 29 de diciembre de 1958. Sus obras son representadas en la actualidad por gran cantidad de compañías, fundamentalmente norteamericanas, y sus trabajos y enseñanzas influyeron fuertemente en la siguiente generación de creadores, como en Merce Cunningham, José Limón y Alvin Ailey.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, April 20, 2025

John Neumeier (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


John Neumeier nació el 24 de febrero de 1942 en Milwaukee, Estados Unidos. Allí comenzó su formación en danza clásica y continuó, entre 1957 y 1962, en la ciudad de Chicago, de la mano de Bentley Stone y Walter Camryn. Ese mismo año también comenzó a estudiar danza moderna con Sybil Shearer y luego participó de su compañía desde 1960 hasta 1962, cuando viajó a Londres para continuar sus estudios durante dos años en la Royal Ballet School.

En 1963 ingresó en el Stuttgart Ballet como bailarín solista, contratado por John Cranko, donde permaneció hasta 1969. A la par de su carrera de intérprete, comenzó con su labor coreográfica, creando para la compañía las obras “Aria da Capo” con música de Francis Poulenc (1966), “Haiku” con partitura de Claude Debussy (1966) y “Separate Journeys” sobre la música de Samuel Barber (1968). 

Con solo 27 años, en 1969, fue contratado como director artístico del Frankfurt Ballet, allí creó “Pájaro de Fuego” de I. Stravinsky (1970), “Romeo y Julieta” de S. Prokofiev, “Cascanueces” de P. I. Tchaikovsky (ambas de 1971), “Daphnis und Chloe” de M. Ravel, “Unterwegs” con música de Modest Mussorgsky, “Le Sacre” de I. Stravinsky, “Don Juan” con música de Ch. W. Gluck y “Dämmern” de Aleksandr Scriabin, todas de 1972, entre otras.


El Ballet de Hamburgo lo nombró Director Artístico en 1973, puesto en el que continua desde entonces y por el cual ya tiene contrato firmado hasta 2023, y en 1978 también fue nombrado como Director de la flamante Escuela del Ballet de Hamburgo. Para la compañía creó gran cantidad de obras, entre ellas, "Kinderszenen" con música de R. Schumann (1974), “Third Symphony” sobre la obra homónima de G. Mahler (1975), “A Midsummer Night's Dream” con música de F. Mendelssohn (1977), las versiones de “La Bella Durmiente” (1978) y de “Petrouchka” (1982), “Othello” (1985), “Shall We Dance?” con música de G. Gershwin (1986), “Windows on Mozart” (1991), “Ondine” sobre la partitura de H. W. Henze (,1993), “Bernstein Dances” (1998), “ Nijinsky” (2000), “At Midnight” con música de G. Mahler y Rückert-Lieder (2013), la obra “Ghost Light” con música de Franz Schubert, estrenada en marzo de 2021, y “Beethoven Project II” a estrenarse a fines de mayo del presente año. 


Además de las obras que realizó para los ballets a los que perteneció, John Neumeier trabajó para las compañías más importantes del mundo, creando para ellas “La Dama de las Camelias” (1978) y “Un Tranvía llamado Deseo” (1983) para el Stuttgart Ballet; “Epilogue” (1975) y “Der Fall Hamlet” (1976) para el American Ballet Theatre; “Fourth Symphony” (1977) para el Royal Ballet; “Lieb' und Leid und Welt und Traum” (1980) para el Ballet Siglo XX; “Hamlet” (1985), “1963: Yesterday” con música de The Beatles (1988), “Death in Venice (2003) y “The little mermaid” (2005) para el Royal Danish Ballet; “Magnificat” (1987) y “Sylvia” (1997) para la Ópera de París, entre tantas otras obras.


En la actualidad es también Director General de la Ópera del Estado de Hamburgo. Ha sido galardonado con el Premio Dance Magazine (1983) y el título de las Artes y las Letras francesas (1991).


John Neumeier coreografió más de un centenar de ballets, en ellos conviven la más estricta tradición académica con la renovación técnica, abarcando todos los estilos y todas las temáticas, basando sus obras en las más variadas partituras. John Neumeier es un renovador ballet y puso al Ballet de Hamburgo en el mapa de las grandes compañías del mundo.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, April 13, 2025

Svetlana Zakharova (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El 10 de junio de 1979, en Lutsk (Ucrania), nacía Svetlana Zakharova. A los 6 años comenzó a estudiar danza, principalmente danzas folclóricas, y a los 10 ingresó a la Escuela Coreográfica de Kiev, donde estudió con Valeria Sulegina. A los 15 años participó del Concurso de danza Vagánova, en San Petersburgo, donde obtuvo el segundo premio. Ese reconocimiento le valió una invitación a la Academia Vagánova de Ballet (de esa misma ciudad), donde ingresó directamente para cursar los años de perfeccionamiento, único caso en la historia de la Institución.


Inmediatamente Zakharova llamó la atención y comenzó a participar en las funciones junto a la compañía, incluso realizando roles de solista, como la Reina de las dríades, del ballet “Don Quijote”. Tras estudiar dos años con Elena Evteeva, se graduó con 17 años y rápidamente ingresó a la compañía del Teatro Mariinsky. Allí, Olga Moiseeva la tomó bajo su tutela y Svetana debutó en roles protagónicos en el ballet “The Fountain of Bakhchisarai” (en 1996), interpretando a María, luego “El corsario” (1997), como Gulnara, y “Las Sílfides” (en el mismo año). Pero el verdadero reconocimiento de público y crítica llegó con su interpretación de Giselle en el ballet homónimo, en 1997.


Con tan solo 18 años fue nombrada primera bailarina del Teatro Mariinsky. En su haber se conjugaron roles del repertorio clásico con obras de George Balanchine, Kenneth Mac Millan y John Neumeier. Su nombre empezaba a resonar internacionalmente, tanto así que en 2001 fue invitada por la Ópera de París para protagonizar “La bayadera”, siendo la primera vez en 30 años que una bailarina de una compañía rusa bailaba en la capital francesa. Las invitaciones internacionales no cesaron y bailó en el Metropolitan Opera de New York, en el London Covent Garden, en el Teatro Colón de Buenos Aires, en el Bayerische Staatsoper de Munich, en el Teatro di San Carlo de Napoli, la Ópera de Vienna y el National Theater de Tokyo, entre otros. También firmó un largo contrato como bailarina invitada con el ballet de La Scala y recibió el título de etoile, en 2008, siendo la primera bailarina procedente de Rusia en recibir tal distinción.


Tras siete años en el Ballet Mariinsky, en 2003, es contratada por el Ballet Bolshoi de Moscú, donde estará bajo la tutela de la reconocida Ludmila Semeniaka, quien le agregará a su danza fluidez y lirismo. En la compañía moscovita debutó en el estreno de la versión de Pierre Lacotte de “La hija del faraón”, interpretando a Aspicia. Como miembro de la compañía, también participó de todos los grandes ballets del repertorio, como “Giselle”, “Raymonda”, “Carmen” y “El lago de los cisnes”, entre otros.


Zakharova, en 2006, formó parte del Consejo presidencial de Arte y Cultura. Entre 2008 y 2012 fue electa como diputada por el estado de Duma. Recibió gran cantidad de reconocimientos, como el Benois de la Danza (2005 y 2015), el State Prize de la Federación Rusa (2007) y Artista del pueblo ruso (2008), entre otros.


Svetlana Zakharova es considerada una de las mejores bailarinas del mundo desde inicios del siglo XXI, poseedora de una técnica límpida, un cuerpo de líneas perfectas y una gran expresividad.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, April 6, 2025

"Ballet des nonnes - Robert le diable" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


“Robert le diable” es una ópera con música de Giacomo Meyerbeer y libreto en francés de Eugène Scribe y Casimir Delavigne, estrenada el 21 de noviembre de 1831 en la Ópera de París. Es considerada la primera Grand Ópera ya que cuenta con cinco actos.

La historia parece tener poca relación con la leyenda medieval homónima. En la ópera, el demonio sedujo a la duquesa de Normandía, fruto de cuya relación nace Roberto, quien por su estilo de vida se ganó el apodo de "el Diablo" y es desterrado a Sicilia. Allí tampoco es muy querido pero sostiene un amor correspondido con Isabel, princesa de Sicilia. En ese reino aparece Alicia, hermana de Roberto, e intenta entregarle el testamento de su madre; él decide no leerlo hasta ser merecedor del privilegio. Durante un torneo organizado para ganar la mano de la princesa, Roberto, inducido por su extraño amigo Bertram, pierde el dinero, el caballo, la lanza y la armadura en una apuesta de juego, haciendo imposible su participación en el ansiado torneo que le permitiría unirse a su amada.

Isabel lo provee de armas para que pueda ganar el torneo pero, nuevamente Bertram se interpone y no puede participar, aunque es desafiado a un duelo con su rival, el príncipe de Granada. A la hora señalada, en medio del bosque, se dispone en batalla con un falso príncipe, un fantasma manipulado por Bertram, que le gana.

Bertram, acosado por los demonios que quieren que se deshaga de Roberto antes de la medianoche, le cuenta sobre una rama maravillosa que le permitirá vencer a príncipe consorte y recuperar a Isabel. Para ello, ambos van a las ruinas de un antiguo convento. Allí Bertram resucita a unas monjas libertinas, alzándolas de sus ataúdes, lideradas por su abadesa, Helena; juntos organizan una bacanal para obtener la rama de Santa Rosalía -este fragmento, que se desarrolla en el segundo cuadro del tercer acto, es el denominado “Ballet des nonnes” (Ballet de las monjas)-.


Gracias a la rama, Roberto duerme a toda la corte e ingresa a la habitación donde Isabel se prepara para casarse con el príncipe de Granada. Él intenta llevarla por la fuerza pero ella confiesa estar enamorada del príncipe. Confundido, Roberto rompe la rama y, con ella, el hechizo. Toda la corte despierta al tiempo que él huye del colérico príncipe.

Logra refugiarse en una iglesia. Allí Bertram confiesa ser su padre, el diablo, y le pide llevar su alma al infierno para no tener que separarse nunca más. Abatido por el abandono de su amada, Roberto acepta y, en ese momento, aparece nuevamente Alice y lo obliga a leer el testamento en el que su madre le advierte, justamente, de esta situación. Alicia lucha con Bertram por el alma de Roberto cuando suenan las doce campanadas indicando la medianoche, momento en que se vence el plazo para la misión de Bertram. Éste se dirige, solo, hacia el infierno, mientras Roberto cae en los brazos de Isabel.


Tanto la música y la trama, como los efectos sucedidos en la escena, especialmente el "Ballet de las monjas", hizo de esta ópera un éxito inmediato y ubicó a Meyerbeer como el compositor de ópera líder de su época. Tal fue el suceso que Edgar Degas le dedicó una obra, “El ballet de Robert le Diable” (1876, óleo sobre tela).

Particularmente el cuadro del "Ballet de las monjas" tiene una importancia única dentro de la historia de la danza ya que plasmó las bases del romanticismo en la danza: los seres sobrenaturales, etéreos, maximizado esto por el uso de trajes vaporosos (confeccionados con gasas y tules) y la zapatillas de punta, siendo la primera vez que eran utilizadas en escena. La portadora de tal honor fue la famosa bailarina Marie Taglioni, hija de Filippo Taglioni, coreógrafo de la obra, que interpretó a Helena, la abadesa. A esta primera aparición de las zapatillas de puntas siguió, un año más tarde y en la misma casa teatral, el ballet “La Silphide”, también protagonizado por Marie Taglioni, aunque en este caso se trata de un ballet completo, independiente de la ópera, tan en boga en aquel entonces y que siempre incluía algún cuadro danzado.


Del “Ballet de las monjas”, actualmente se representan las reconstrucciones realizadas por Pierre Lacotte, para la Ópera de París, o por Alberto Méndez, para el Ballet Nacional de Cuba, y la versión más actual de Lionel Hoche, para el Royal Ópera House. Sea cual fuera la versión que se prefiera, este cuadro danzado debería ser más representado en los repertorios de las compañías de ballets dada la trascendencia y el significado intrínseco de las zapatillas de punta en el alma de la danza académica.





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Ver en el blog:
La Sílfide (por Florencia Guglielmotti)
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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, March 30, 2025

Ballet “Sylvia o la ninfa de Diana” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El 14 de junio de 1876, en el recientemente inaugurado Teatro Nacional de la Ópera de París, fue estrenada la obra “Sylvia o la ninfa de Diana” (“Sylvia ou la nymphe de Diane”, su título original en francés), con coreografía de Louis Mérante, primer maestro de ballet en aquella época, y música de Léo Delibes, ya conocido por su composición para el ballet “Coppelia”, estrenado con esa misma compañía. El argumento, una adaptación del poema de Torquato Tasso “Aminta”, publicado en 1573, fue realizado por Jules Barbier y el Barón de Reinach. La escenografía fue realizada por Jules Chéret, August Rubé y Philippe Chaperon, y el diseño de vestuario por Eugène Lacoste. Los roles protagónicos estuvieron a cargo de Rita Sangalli, como Sylvia, y del propio Mérante, como Aminta.


El ballet original estaba estructurado en tres actos y cinco cuadros. El primer acto inicia con las criaturas del bosque adorando a Eros, dios del amor. Llega Aminta, un humilde pastor, e interrumpe su ritual. Sylvia, una ninfa que sirve a la diosa de la caza, Diana, llega junto a un grupo de cazadoras para mofarse de Eros. Aminta, que estaba enamorado de Sylvia, se esconde pero es descubierto por ésta. Sylvia, enojada, dispara su flecha contra Eros, pero Aminta se interpone y termina mal herido, Sylvia se esconde en el bosque.



Aparecen ahora los cazadores y los campesinos, entre ellos el malvado Orión, que estaba escondido observando la acción. Cuando estos se dispersan, vuelve Sylvia que se lamenta por Aminta. Al verla sola, Orión aprovecha la oportunidad y la secuestra.


Los campesinos regresan, se afligen por la muerte de Aminta. Aparece un extraño viejo que, tras una serie movimientos y gestos, revive al pastor. Ante el asombro de todos, el viejo revela su verdadera identidad: es Eros. Informa a Aminta sobre lo sucedido con Orión.


El segundo acto se desarrolla en una cueva en la Isla de Orión. Éste trata de tentarla con joyas y vino pero ella se niega, continúa afligida por Aminta y sólo implora por ser liberada. Orión comienza a beber hasta emborracharse y Sylvia aprovecha para invocar a la diosa Diana y pedirle que la rescate. Cuando Diana aparece, le muestra a Sylvia que Aminta está esperándola. Amabas parten de la isla en una embarcación.


En el último acto vemos el Templo de Diana donde se desarrolla una bacanal. Llega Aminta y, poco después, arriban Sylvia y Diana. Todos están felices hasta que aparece Orión intentando recuperar a Sylvia. Aminta lucha con Orión para defender a Sylvia, que termina por ocultarse en el templo. Diana, agraviada por la impertinencia de Orión, termina con la disputa matándolo de un flechazo y prohibiendo la unión entre Aminta y Sylvia. Ambos le suplican en vano que cambie de opinión. Pero llega Eros que le presenta una visión de cuando una joven Diana se enamoró de Endimión, que también era pastor. Ese recuerda la hace cambiar de opinión y así, Sylvia y Aminta se unen con el beneplácito de ambos dioses.


Este ballet no despertó gran interés en la época, el argumento era débil y el gusto del público se volcaba hacia otro tipo de espectáculo, lo único que la mantuvo viva fue la calidad musical. Sin embargo, la obra despertó el interés de otros coreógrafos que realizaron sus propias versiones de “Sylvia”, actualizando el argumento o reduciendo su duración, pero siempre respetando la partitura de Delibes. Entre ellas se destaca la de Sir Frederick Ashton, estrenada el 3 de septiembre de 1952. Toda la coreografía tiene un fuerte énfasis en el rol principal femenino, pensado íntegramente para ser bailado por la primera bailarina del Sandler´s Wells Ballet, Margot Fonteyn, quien fue acompañada en el rol de Aminta por Michael Somes. Esta versión es la más representada por las compañías actualmente.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 23, 2025

Ballet “The prodigal son” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Esta obra, cuyo título original es “Le fils prodigue”, con coreografía de George Balanchine, fue estrenada el 21 de mayo de 1929 en el Théâtre de la Ville, en París, y fue la obra apertura de la última temporada que los Ballet Russes realizaron en París. La música fue compuesta por Sergei Prokofiev quien, además, estuvo a cargo de la conducción de la orquesta, la escenografía y el vestuario fueron diseñados por Georges Rouault y la iluminación estuvo a cargo de Ronald Batas. El argumento fue realizado por Borís Kojnó, basándose en la parábola del Evangelio según San Lucas pero enfatizando la idea del pecado y la redención, hacia el final de la obra. En ocasión de su premier, la obra estuvo protagonizada por Serge Lifar, Anton Dolin, Felia Doubrovska, Michael Fedorov y Léon Woizikowsky.


Esta colaboración fue la tercera entre Prokofiev y los Ballet Russes. Sin embargo, por primera vez, el compositor se mostró molesto con el coreógrafo ya que él había imaginado una puesta coreográfica más realista de la propuesta por Balanchine. Es por eso que Prokofiev se negó a pagarle regalías a Balanchine por su coreografía. A pesar de este desentendido entre los implicados, “The prodigal son” fue un éxito de crítica y de público, y uno de los primeros ballets de Balanchine en alcanzar trascendencia internacional.


El argumento es sencillo y se organiza en un acto y tres cuadros. En el primer cuadro el hijo pródigo abandona el hogar paterno, junto a dos amigos, tras recibir parte de su herencia. En el cuadro siguiente, se los ve en una taberna, participando de una fiesta; el hijo pródigo queda deslumbrado por una misteriosa mujer, sus amigos aprovechan y lo emborrachan, le roban todo su dinero y lo dejan abandonado a suerte. En el cuadro final, el joven vuelve al hogar paterno, arrepentido, en busca de redención.


Luego del estreno y tras la muerte de Diaghilev, ocurrida ese mismo año, Balanchine se traslada a Estados Unidos y repone esta obra para el American Ballet en 1934 y, también se volverá a presentar, con M. Barishnikov, en 1980. Otras compañías que la han representado son el New York City Ballet (1950, con J. Robbins), el Royal Danish Ballet (1968), el Royal Ballet (1973, con R. Nureyev), el ballet de la Ópera de Paris (1973) y Les Grand Ballet Canadiens (1989).


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 16, 2025

Ballet "The two pigeons" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


La primera versión de este ballet fue estrenada en la Ópera de París, el 18 de octubre de 1886, con coreografía de Louis Mérante, libreto de Mérante y Henri de Régnier, sobre una fábula de Jean de la Fontaine, música de André Messager e interpretada por Rosita Mauri y Marie Sanlaville. Esta obra estuvo estructurada primero en tres actos y luego en dos, y la historia transcurría en Tesalia, en el Siglo XVIII, donde Pépio (que había sido interpretado por una mujer travestida) no está feliz con su vida hogareña junto a su prometida, Gourouli. Esta incomodidad se ve simbolizada en un pas de deux, donde imitan los movimientos de un par de palomas que ambos estuvieron observando. Pépio es seducido por un grupo de gitanos que visitan su pueblo y decide dejar el pueblo para unirse a sus aventuras. Gourouli recibe el consejo de su abuela, que la incita a seguirlo disfrazada de gitano. Al llegar al campamento seduce a los gitanos y soborna a uno de ellos para que moleste a Pépio. Una fuerte tormenta cae sobre el campamento y los gitanos huyen, dejando atrás a Pépio y llevándose su dinero. Viéndose solo y sin dinero, decide regresar a su casa, compungido, y pedirle perdón a su prometida.


En 1906, en Londres, se estrena una nueva versión del ballet con coreografía de François Ambroisiny y una adaptación abreviada de la música de Messager. Esta partitura corta de la obra musical original también se presentó en la Ópera de París, en 1912, y fue publicada como la versión final. Albert Aveline realizó una nueva coreografía en un acto, para el mismo teatro, en 1919. El rol de Pépio fue interpretado por una mujer hasta 1942, momento en que finalmente fue danzado por un hombre.


Sir Frederick Ashton, sobre la partitura corta, decide hacer su propia versión del ballet, estrenado el 14 de febrero de 1961 por el Royal Ballet en el Royal Opera House de Londres. La adaptación del libreto estuvo a cargo del propio Ashton, John Lanchbery realizó los arreglos sobre la música original de André Messager y el diseño fue de Jacques Dupont. En la premiere los roles principales fueron interpretados por Lynn Seymour, Chistopher Gable y Elizabeth Anderton. En esta versión resulta interesante que se utilizan dos palomas blancas reales para simbolizar a los amantes.


Aquí, la historia se sitúa en la París de fines del Siglo XIX. Un pintor retrata a su amante, que está sentada en una silla de hierro fundido. Llegan unos amigos de la modelo y el pintor demuestra su espíritu inquieto ante la presencia de otra mujer en el estudio. Por la ventana de la buhardilla observa aun grupo de gitanos que, al malinterpretar uno de sus gestos, aparecen en el estudio para disputar la posesión de la silla. Una de las gitanas coquetea con el pintor y cuando el grupo de gitanos decide irse, él va tras ellos. Sin embargo, esta presencia foránea inquieta al campamento y deciden expulsarlo. El pintor regresa a su estudio para reconciliarse con su amante. Finalmente, ambos se sientan en la silla de hierro que ha desatado todo el conflicto.


Esta última versión, ligeramente cómica en su requerimiento interpretativo, se ha repuesto para el Royal Ballet en 1962 (nuevamente con L. Seymour y C. Gable), para el CAPAB Ballet (1968), el Australian Ballet (1975), el National Ballet of Canada (1979), el Teatro Regio Ballet (1992) y el Sarasota Ballet (2007).




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, March 9, 2025

Isadora, la revolucionaria de la danza (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Isadora Duncan nació en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, el 27 de mayo de 1877. Su padre, Joseph, abandonó a la familia cuando Isadora era aún muy pequeña, siendo luego acusado de fraude bancario y encarcelado. Esto generó una difícil situación económica y, al parecer, influyó en el alejamiento de la familia de la fe católica que hasta entonces habían profesado (Isadora era una «atea convencida», según sus propias declaraciones).

Abandonó la escuela a los diez años y comenzó a impartir clases de danza a niños de su barrio, junto con su hermana Isabel; mientras, su madre Dora daba lecciones de piano para mantener a la familia y se encargaba, además, de la educación de sus hijos. Predominaban en las lecciones musicales Mozart, Schubert y Schumann, que tuvieron una indiscutible influencia en el posterior desarrollo artístico de Isadora.

Según sus biógrafos, Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa observabando el mar. La influencia del mar y sus juegos infantiles se recogen en su Autobiografía, publicada en 1927. Cuando Isadora llegó a la adolescencia, la familia se mudó a Chicago, donde Duncan estudió danza clásica. Allí perdieron todas sus posesiones en un incendio y se trasladaron a Nueva York, donde Duncan ingresa en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daly. En el momento en que la mitad de Europa intentaba emigrar para alejarse de la penuria económica y encontrar un futuro mejor, Isadora convence a su madre y a su hermana de emigrar a Europa. Se asientan primero en Londres y posteriormente en París.

Durante su etapa londinense, Isadora siempre inquieta y autodidacta, pasa largas horas en el Museo de Arte Británico. Le fascinan las obras de la Grecia clásica, especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás, como las bacantes, y el uso de las túnicas. Es en esta época cuando comienza a consolidarse su estilo único de danza. Se trata de una danza muy alejada de los patrones clásicos conocidos hasta entonces, incorporando movimientos que tenían más que ver con una visión filosófica de la vida, ligada quizás al expresionismo, a una búsqueda de la esencia del arte que solo puede proceder del interior.

Era plenamente consciente de que su estilo implicaba una ruptura radical con la danza clásica y por eso se veía a sí misma como una revolucionaria. Al mismo tiempo que su estilo se iba consolidando, Isadora estudiaba en profundidad la danza y la literatura antiguas a través de los museos, particularmente el Louvre de París, la National Gallery de Londres y el Museo Rodin.

Los temas de las danzas de Isadora eran clásicos, frecuentemente relacionados con la muerte o el dolor, en oposición a los asuntos que trataba la danza clásica conocida hasta entonces, que giraban en torno a héroes, pricesas y espíritus. Su puesta en escena era también revolucionaria y en cierto sentido minimalista: apenas algunos tejidos de color azul celeste en lugar de los aparatosos decorados conocidos hasta entonces y una túnica vaporosa que dejaba adivinar el cuerpo y entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, frente a los tutús, zapatillas de punta y medias rosadas de rigor en el ballet. Isadora bailaba sin maquillaje y con el cabello suelto, mientras que lo habitual en aquella época era maquillarse a conciencia y recogerse el pelo con un rodete.


Es comprensible que el estilo de Isadora resultase chocante al público del momento, acostumbrado a los estándares de la danza clásica. Isadora tuvo que aguantar abucheos e interrupciones de diversa índole en sus sesiones de danza durante algún tiempo, siendo notable en este sentido la polémica que se desató durante una gira por Sudamérica en 1916. En el libro “El Siglo del Viento”, Eduardo Galeano cuenta cómo fueron los días de la artista en Buenos Aires:
Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el Himno Nacional. Una noche comete esa osadía en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colon y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios. Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó La Marsellesa con un chal rojo, azul y blanco por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno? La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela tradicional, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento.

Tuvo una vida personal tan poco convencional como la expresión de su arte, y vivió siempre al margen de las costumbres tradicionales. Se casó con el poeta ruso Serguéi Esenin, 17 años más joven que ella. Isadora eligió ser madre soltera y tuvo dos hijos. Nunca quiso revelar el nombre de los padres, pero se sabe que fueron el diseñador teatral Gordon Craig y París Singer, hijo del magnate de las máquinas de coser. La vida privada de Isadora nunca estuvo exenta de escándalos ni de tragedias. La más espantosa fue ciertamente la muerte de sus dos hijos, Deirdre y Patrick, que se ahogaron en un accidente en 1913, cuando el auto en el que viajaban junto a su nodriza, se cayó al agua del río Sena.

La carrera de Isadora había empezado a declinar. Fueron tiempos de serios problemas financieros y de diversos escándalos sentimentales, acompañados por algunos episodios de embriaguez pública. Isadora vivió sus últimos años entre París y la costa del Mediterráneo, dejando deudas en hoteles y pasando cortos períodos en departamentos alquilados. Algunos de sus amigos trataron de convencerla para que escribiese su autobiografía, con la esperanza de aliviar un poco su situación económica, la cual fue finalmente publicada en 1927.

Las trágicas circunstancias que rodean la muerte de Isadora Duncan han contribuido a la consolidación del mito y están envueltas en cierto misterio que la historia no ha conseguido despejar. Isadora Duncan murió en un accidente de automóvil en Niza, la noche del 14 de septiembre de 1927, a la edad de 49 años, cuando la larga chalina que llevaba alrededor de su cuello se enredó en la llanta del automóvil descapotable en que viajaba.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 2, 2025

Ballet "Petrushka" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet “Petrushka” fue estrenado el 13 de junio de 1911 en el Théâtre du Châtelet, en París. La coreografía fue realizada por Michel Fokine, la música compuesta por Ígor Stravinsky, el argumento fue escrito por Stravinsky y Alexandre Benois, y el diseño de vestuario y decorados estuvo a cargo de Alexandre Benois, todos bajo la coordinación de Serguéi Diáguilev, porductor de la compañía Ballet Russes, para quien fue creada la obra. El día del estreno la orquesta fue dirigida por Pierre Monteux y los roles principales estuvieron a cargo de Vaslav Nijinsky (Petrushka), Tamara Karsávina (la Bailarina), Alexandr Orloff (el Moro o el Sarraceno) y Enrico Cecchetti (el Mago-Titiritero).


Esta obra recupera parte de la tradición y de la cultura rusa, tan preciada en la París de comienzos del siglo XX, y está inspirada en algunos recuerdos de infancia de Benois. Organizada en un acto y cuatro escenas bien definidas, la primera escena nos ubica en la plaza de San Petersburgo, en 1830, durante una feria. En ella, entre otras atracciones, hay un teatro de marionetas y, al abrirse el telón, vemos que comienzan a bailar tres marionetas: Petrushka, un payaso triste y melancólico, la delicada Bailarina y el Moro, tosco y posesivo. Petrushka y el Moro están enamorados de la Bailarina, pero ella claramente prefiera al Moro, por lo que el payaso, ante esta desventaja, lo ataca durante la presentación.


Comienza la segunda escena en cuarto de Petrushka, donde el Titiritero lo ha encerrado. El cuarto tiene colores azules y grises, es triste, apagado, como quien lo habita. Allí, el payaso se queja en soledad por la crueldad con la que es tratado. El Titiritero introduce a la Bailarina en la habitación, Petrushka se emociona al verla y, torpemente, le declara su amor. Eso la asusta y se marcha. Petrushka se queda solo nuevamente, triste y desesperado por el rechazo.

La tercera escena se inicia en la habitación del Moro. El cuarto es alegre, con colores cálidos y diseños vivaces, como el sarraceno, que vive feliz. Lo vemos jugando con un coco, primero en su cama mullida y luego por todo el espacio. El Titiritero lleva allí a la Bailarina, el Moro la halaga, la corteja, y ella se deja abrazar sin mostrar resistencia. En ese momento llega Petrushka y declara nuevamente su amor por la Bailarina. El Moro abusa de su fuerza y el payaso apenas logra escapar.


En la última escena regresamos a la feria, donde la gente ha continuado con la celebración. Aparece Petrushka siendo perseguido por el sarraceno y la fiesta se interrumpe. Finalmente el Moro da muerte al payaso. La gente se agolpa alrededor de la víctima, llega la policía que interroga al titiritero pero en suelo sólo encuentran un muñeco de trapo. Todos se van de la plaza, la fiesta terminó, el titiritero lleva al muñeco hacia el teatro y, cuando está por entrar, aparece el espíritu de Petrushka en el techo, amenazante y responsabilizando al Titiritero por su triste final.


“Petrushka” ha sido una de las obras más exitosas de los Ballet Russes y ha tenido diversas reposiciones luego de su disolución, por ejemplo la realizada por el propio Fokine en 1942, la de la Ópera de París en 1948 y la del Royal Ballet en 1957, entre otras. Así mismo se han realizado nuevas versiones de la obra, incluyendo la de Kurt Joos (1930), Maurice Bejart (1977) y la de John Neumeier (1982).





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com






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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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