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Sunday, November 17, 2024

El apogeo de APOGEO en España (por Baltasar Santiago Martín)


Del 8 al 17 de octubre de 2024 estuve de visita en España, invitado para presentar dos libros de nuestra Editorial APOGEO: La lluvia es una lágrima. Poesía absoluta de Carilda Oliver Labra y Poemas matanceros, de mi autoría, primeramente en Béjar, en el marco de los festejos por el Día de la Hispanidad; y luego en Madrid, en la Librería del Centro.


La oportunidad de presentar mis libros en Béjar se la debo agradecer al alcalde de esa hermosa ciudad: el señor Luis Francisco Martín; y al señor Javier Hernández Carrión, teniente alcalde y concejal de Interior y Gobernación, Festejos, Juventud e Igualdad de dicha localidad española.

Para que dicha invitación se pudiera materializar exitosamente, conté con el invaluable apoyo de mi gran amiga, la reconocida soprano Alina Sánchez Rodríguez, autora también del prólogo de Poemas matanceros –y a cuyo cargo estuvo la presentación en Béjar y Madrid– y de mis amigos y coterráneos Pablo Suárez, esposo de Alina, y Teresa Guerra Sánchez, quien nos brindó su hospitalidad en Béjar, donde hace un trabajo maravilloso como directora y profesora de canto, coro de adultos y conjunto coral infantil, de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón, en el Centro Municipal de Cultura Convento de San Francisco, hermoso sitio en el que impartí mi conferencia sobre Alicia Alonso y Martha Graham, el lunes 14 de octubre, sobre lo cual abundo más adelante.

La presentación de los libros en el Casino Obrero de Béjar –gracias a la amable disposición de su presidente, el señor Francisco García Mesonero– tuvo lugar el viernes 11 de octubre; iniciada con las palabras de la soprano Alina Sánchez, quien me acompañó además con la lectura magistral de varios de los poemas de ambos libros y al final cantó con gran emoción Flor de Yumurí, de Jorge Anckerman –por ser un tema muy gustado por su abuelo matancero, Rafael Sánchez Lalebret Martínez–, acompañada al piano por Kari Argente, profesora de piano y repertorio de la Escuela José Lidón.

1-Con la soprano Alina Sánchez. 
Foto: Pablo Suárez.
2- Asistentes a la presentación 
en el Casino Obrero de Béjar.
Foto: Pablo Suárez.
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El lunes 14 de octubre impartí mi conferencia Alicia Alonso y Martha Graham: una historia de mutua admiración y respeto, en el Salón de actos del Convento de San Francisco, que contó con la presencia y colaboración de Lola Lozano, profesora de danza de la Escuela Municipal de Música y Danza José Lidón; de Miguel Martínez Hernández, profesor de guitarra, armonía y combo de rock de dicha escuela –quien nos ayudó con la proyección de las imágenes incluidas en dicha conferencia; y de la soprano Alina Sánchez, quien dijo las palabras de presentación.

Con Lola Lozano y Alina Sánchez, antes de la impartición de mi conferencia sobre Alicia y Martha Graham. Foto: Pablo Suárez.
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Durante la impartición de la conferencia,
 Foto: Pablo Suárez.
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Al finalizar mi conferencia, los alumnos de danza bailaron tres coreografías grupales, con la música de Carmen, Giselle y un homenaje también a Martha Graham respectivamente; hermoso detalle que me conmovió y que agradeceré de por vida.

Al centro: Javier Hernández Carrión, yo, Alina Sanchez, Miguel Martínez Hernández y Lola Lozano, con los alumnos* de danza a ambos lados (* porque en el grupo de la izquierda hay un varón). Fotos: Pablo Suárez.
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Selfie con Alina Sánchez, Lola Lozano,
 Pablo Suárez y Miguel Martínez.
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Y el miércoles 16 de octubre de 2024, en la Librería del Centro, en Madrid, se hizo otra presentación de mis libros La lluvia es una lágrima y Poemas matanceros, de nuevo con la presencia de la gran soprano Alina Sánchez Rodríguez, quien como ya dije, también organizó e hizo la presentación en Béjar, así como de mi conferencia sobre la amistad, respeto y admiración que existió entre Alicia Alonso y Martha Graham; y con la reconocida periodista, escritora y editora Mayda Bustamante, a quien debo la organización de la presentación en dicha librería.

No puedo dejar de mencionar que la arquitecta Antonia Pérez, mi gran amiga desde los tiempos en que ambos coincidíamos en las actividades y eventos de la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), en su sede de Humbolt e Infanta, fue quien me reservó el hostal en el que me alojé los dos últimos días en Madrid, y que también me acompañó en la presentación de mis libros en la Librería del Centro.

Foto: Pablo Suárez.
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Con Mayda Bustamante y Alina Sánchez.
 Foto: Pablo Suárez.
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Con Alina Sánchez, en la Librería del Centro, Madrid, 
durante la lectura de  poemas de los libros.
 Foto: Pablo Suárez.
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La arquitecta Antonia Pérez, la soprano
 Alina Sánchez y el tenor Mario Jiménez,
 al final de la presentación en Madrid.
 Foto: Pablo Suárez.
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Y la noche del jueves 17 de octubre, quinto aniversario del paso a la inmortaIidad de nuestra prima ballerina assoluta forever Alicia Alonso, mi despedida de Madrid.

¡Hasta la próxima, querida capital de nuestra Madre Patria!

Sunday, November 10, 2024

Les Ballets Trockadero de Monte Carlo (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



Les Ballets Trockadero de Monte Carlo fueron fundados en 1974 por Peter Anastos (quien asumiera como director), Natch Taylor y Anthony Bassae, pretendían ofrecer una mirada diferente sobre el ballet, más lúdica, paródica y accesible a todos los públicos, sin perder de vista en ningún momento la calidad técnica. Desde su mismo inicio la Compañía estuvo formada únicamente por hombres que realizaban la totalidad de los roles, los masculinos y los femeninos en travestie, demostrando que los hombres también pueden bailar utilizando zapatillas de puntas (tradicionalmente de uso exclusivo de las mujeres).


Las primeras presentaciones de la Compañía fueron en la trasnoche de pequeños teatros del Off Broadway que rápidamente llamaron la atención y les valieron las reseñas de los críticos de The New Yorker, The New York Times y The Village Voice, como así también diversas notas en revistas internacionales, como Variety, Oui, The London Daily Telegraph y Vogue. Toda esta difusión, casi inesperada, les dio visibilidad más allá del ámbito local e hizo que la temporada 1975/76 fuera de pleno crecimiento. La compañía amplió su plantel, tanto artístico como administrativo, contrató una maestra de ballet para guiar las clases y ensayos diarios, e ingresó al Programa de giras del National Endowment for the Arts, lo que les permitió realizar sus primeros tours por Estados Unidos y Canadá.


Desde ese momento, las giras nunca se detuvieron. Desde su creación, visitaron los cinco continentes con más de 600 funciones en 34 países. Además, han participado en múltiples festivales y aparecido en diversos shows televisivos. Durante sus más de 40 años de existencia fueron premiados en diferentes ocasiones, los últimos recibidos fueron el premio Theatrical Managers Award (2006), el premio al mejor repertorio clásico de los Critic's Circle National Dance Awards (2007), ambos de Reino Unido, y el premio Positano (Italia) a la excelencia en danza (también en 2007).


El éxito de la Compañía se basa en representar un repertorio que incluye los clásicos del ballet, como “El lago de los cisnes”, “Giselle”, “Don Quijote”, Paquita”, “Laurencia”, “La muerte del cisne”, y obras contemporáneas, con un alto nivel técnico en la ejecución, pero parodiando los gestos, modos y sutilezas habituales en la danza, generando con esta exageración un efecto comédico.

Les Ballets Trockadero tienen un antecedente, la Trockadero Gloxinia Ballet Company fundada en 1972, de la cual eran partícipes Anastos, Taylor y Bassae, fundadores de la nueva Compañía. Parece importante destacar que, entre 1960 y 1970, e intensificada por la Revuelta de Stonewall (1969), en Estados Unidos se estaba llevando a cabo una fuerte lucha por los derechos del colectivo LGBTQ, con el cuál muchos bailarines se identificaban. Con este punto de partida y hasta la actualidad, los Trocks (tal como se los denomina cariñosamente) están comprometidos en brindarle un espacio a aquellos bailarines que por su orientación sexual, identidad de género, contextura física, clase social u origen étnico, son excluidos de las compañías tradicionales de ballet.







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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, October 28, 2024

Frida Kahlo y Sor Juana Inés de la Cruz unidas sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos)



Clausurando la séptima edición del Miami Open Arts Fest (MOAF), que organiza Artefactus Cultural Project -multifacético evento que incluye diversas manifestaciones artísticas y literarias- los días 11, 12 y 13 del presente mes de octubre, subió a las tablas la cuarta propuesta teatral anunciada dentro de este evento, “Cintas de seda”, un texto del teatrólogo cubano residente en la isla, Norge Espinoza, adaptado por Marcial Lorenzo Escudero, bajo la dirección de Jorge Luis González y con un elenco formado por Betsy Rodríguez, Yani Martin y el propio González, en una producción de la agrupación Thymele Teatro, nuevo colectivo que busca aumentar y diversificar el espectro teatral miamense.

El recorrido de este texto, denominado por su autor como ‘poema dramático’, tiene su origen a pedido de Fernando Muñoz, director de la agrupación cubana Teatro Alas, radicada en la ciudad de Bayamo, al Oriente del país, allá por el año 2006. Como aclara Espinoza en entrevista ofrecida a Yoandy Cabrera, poeta, crítico y profesor universitario en Rockford University, Illinois, antes del estreno de dicha obra en Estados Unidos, llevado a cabo por la agrupación Aguijón Teatro, de Chicago, en el 2018, la solicitud para escribir dicho texto estuvo relacionado en un principio únicamente con la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954), a lo que el autor propusiera incluir a otra destacada figura de la cultura del país azteca, la escritora Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695). Después de su estreno mundial cubano la obra subió a los escenarios peruanos a solicitud del director Alberto Isola, figura destacada del teatro, la televisión y el cine de ese país. De esta forma nace un texto, considerado un ‘rejuego teatral’ donde establecer un diálogo entre ambas figuras, como bien señala su autor, fue la premisa a tener en cuenta.

Dicho texto llega a manos de Jorge Luis González durante su estancia en tierras mexicanas, donde se desempeñaba como profesor de teatro en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, sintiendo desde ese momento la necesidad de llevarlo a escena, lo que no se haría posible hasta el día de hoy. En el proceso de estudio, tanto su director como Escudero, el dramaturgista, tuvieron a bien hacer una reducción sustancial de los personajes que aparecen en el texto original, llevando estos tan solo a tres, aportando mayor cohesión a la pieza, despojándola de un exceso de personajes que ahondan el ya de por sí severo estilo discursivo de la misma. Sin embargo llama la atención, que coincidentemente, algún tiempo atrás el propio autor hubiera realizado esa misma reducción de personajes en su propuesta de texto entregada a ser presentado en escenarios peruanos, situación que era desconocido por los implicados en esta puesta de Miami, dejando en claro la necesidad de síntesis requerida para su puesta sobre las tablas.


De esta forma, los personajes en escena serán reducidos a ‘la pintora’ y ‘la monja’’, quienes devendrán cuerpos ajenos que se apropien de los espíritus de Frida Kahlo y Sor Juana Inés de la Cruz, así como ‘el doctor’, personaje que resumirá en uno solo el de dos médicos que aparecen en el texto original, encargados estos de brindar las caras opuestas a una misma situación relacionada con los sufrimientos y personalidad de la Kahlo.


Un aspecto que llama poderosamente la atención tanto en la puesta como en el texto original, es que ambos personajes femeninos no van a poseer la misma presencia y fuerza, a pesar de la intención del autor por mostrarlas a ambas como conductoras de la narrativa escénica. El desbalance a favor de la pintora, demasiado obvio, convierte dicho personaje en una presencia constante sobre el escenario, con un potente discurso, mostrando de forma precisa los avatares de su vida, convirtiéndola a ella de este modo en el centro de la historia y por tanto en el personaje que lleva el protagonismo en la misma. Por su parte, la religiosa no se encuentra proyectado con la misma intensidad y su dibujo no se encuentra trazado con igual precisión, por lo que su desarrollo dramático no llega a poseer la misma fuerza. A lo anterior contribuye además sus frecuentes salidas de escena, así como que sean puestos en su boca algunos textos referentes con la vida de la pintora y no a los de su también compleja vida.


Queda claro que al concebir este texto, por mucho que fuera otra la intención, consciente o inconscientemente, el personaje de la Kahlo avasalló al de Sor Juana Inés de la Cruz, ya sea porque en realidad no se encontró un verdadero elemento que sirviera de comunicante entre ambas o que la excesiva manipulación promocional que ha recibido la primera, traicionara la verdadera intencionalidad al escribir dichas páginas. Nuevamente nos encontramos en presencia de otra obra en la cual se sobrevalora la historia y el legado de la pintora, transformándola en bandera de causas que en realidad, si echamos una detenida y precisa mirada, para nada representa.

Enfrentándonos al texto original, salta a la vista un marcado rebuscamiento en el uso del lenguaje, donde por ejemplo se abusa de largos textos en latín -que ni por delicadeza son traducidos- así como un exceso de imágenes poéticas hermosas, pero que no permiten que el texto se convierta en lo absoluto en uno dramático. Exceso de descripción, narración y poesía, frente a la ausencia de verdaderos diálogos y carencia de acción, alejan este texto de cualquier contexto teatral, llevándolo peligrosamente por aburridos caminos que el público capta y el escenario no se debe permitir.


Respecto a la puesta en escena presentada en nuestra ciudad, su director supo organizar un espectáculo en el cual se disfrutó una imagen visual hermosa – idea de Oscar Bringas Sotera-lograda con simplicidad pero con acertado sentido de plasticidad en su agradable concepto escenográfico, con paredes empapeladas, mostrando dibujos basados en apuntes de la propia Kahlo --recreados por el artista Carlos Artime- y una vieja cama de hierro utilizada con pericia provocadora de distintas situaciones dramáticas como único elemento de apoyo en manos de las actrices. Sobre el escenario además, dos filas de sillas invitan a los espectadores a formar parte de la puesta, con intención de producir una interacción de los actores con los mismos, propuesta que aunque interesante, no llega a lograrse del todo.


Sin duda alguna, el éxito de esta obra recae en manos del desempeño actoral. Betsy Rodríguez en su apropiación de la Kahlo, condujo su trabajo con descarada frescura, sin buscar la copia del personaje, pero sí mostrando su esencia de manera clara y efectiva. En tanto, Yani Martin, asimiló el espíritu de Sor Juana, con sobria contención de emociones y modales, que mostraron un seria identificación con el mismo, siendo dicha actriz quien logra uno de los instantes de mayor intensidad dramática dentro de la puesta, cuando desde el fondo del escenario, apoyada sobre una pared, dice unos hermosos y dolorosos textos, sostenidos estos por la prudencia de sus medidos gestos.


En cuanto al doctor, rol asumido por Jorge Luis González, el mismo carga con la responsable encomienda de ser intermediario entre ambos personajes femeninos, al mismo tiempo que trae la historia consigo al frente de los espectadores hacia quienes se dirige constantemente, rompiendo con ello la cuarta pared e incorporándole además a la historia un sugerente aire de atemporalidad, lo cual hace que la misma cobre vida fuera de sus propios personajes.

Un sorprendente final a ritmo de música ranchera mexicana interpretada por los tres actores, da un vuelco radical a una historia de desengaños, y dolores, para hacer trascender el espíritu de los personajes hacia un ambiente de jolgorio y alegría con el cual en complicidad con el espectador, se rinda homenaje a dos mujeres que en distintas épocas y por diferentes razones han dejado su huella en la cultura de su pueblo.


Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, octubre 22, 2024.

Fotos: Arturo Arocha y Alfredo de Armas. 

Sunday, October 27, 2024

"Passacaglia" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



Creada por Doris Humphrey, “Passacaglia” (también conocida como “Passacaglia en Do Menor” o “Passacaglia y Fuga en Do Menor”) fue estrenada el 5 de agosto de 1938 en el Bennington Dance Festival, realizado en el Bennington College (Vermont, EEUU), donde Humphrey se desempeñaba como profesora. La música es de Johann Sebastian Bach, “Passacaglia and fugue in C minor”, el diseño de escenografía es de Arch Lauterer y el vestuario de Pauline Lawrece. El elenco en la premiere estuvo a cargo de la Humphrey – Weidman Dance Company y entre los bailarines se encontraba José Limón, quien tendría una destacada carrera como bailarín y coreógrafo.


Es una obra coral, de unos 14 minutos de duración, espacialmente bien organizada, donde se van desprendiendo del conjunto solos, dúos, tríos y pequeños grupos que desarrollan su danza de forma autónoma o en consonancia con el resto. “Passacaglia”, al igual que la mayoría de las obras de la danza moderna de la época, carece de argumento pero tiene un tema dominante, según palabras de la propia coreógrafa, la obra es “una abstracción con tintes dramáticos (...) inspirado por la necesidad de amor, tolerancia y nobleza”. También podría entenderse como una muestra de la dinámica en las relaciones sociales e individuales de la sociedad de la época.


Entre 1938, año de su estreno, y 1943 “Passacaglia” se mantuvo como parte del repertorio de la Humphrey-Weidman Dance Company (en 1945 la Compañía se desarticula). La obra quedó casi olvidada hasta que, en 1955, Doris Humphrey la repone para su clase de Repertorio en la Juilliard School, momento en que Lucy Venable y Joan Gainer la transcribieron en el sistema de notación de danza creado por R. Laban, conocido como Labanotation. A partir de allí, ha sido representada por diversas compañías profesionales y universitarias, fundamentalmente de EEUU.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

"Camanwey"


Buscando información de la camagüeyana Antonia de Yeste Núñez, madre de Santîago Bernabéu, encuentro una manera extraña de escribir Camagüey: "Hijo del abogado de Ontiyent, José Bernabéu, y de la cubana de Camanwey, Antonia de Yeste".

Friday, October 25, 2024

La brújula de mi tío (por Teresa Fernández Soneira)

Brújula rusa que trajo mi tío
 de Cuba en 1978. Foto de la autora.
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“No somos prisioneros de nuestra historia, sino arquitectos de nuestro destino”. Hermann Hesse




Fue una noticia que nos conmovió a todos y que sucedió ya hace años: después de una larga travesía de 5 días, un joven refugiado cubano de 15 años moría deshidratado antes de llegar a tierra sin haber podido estrenar su libertad. Pensé mucho aquellos días en mi tío.

Un día de octubre de 1978, mi madre recibió una inesperada llamada telefónica. “¿Es usted …?” “Sí, contestó ella”. “¿Conoce usted a …?” “Sí, es mi hermano, ¿ha pasado algo?”, le dijo ella angustiada. “Señora, el acaba de llegar a los cayos de la Florida en un bote”, le dijo el agente de inmigración. “En unas cuatro horas podrá verlo”. Fue algo sorpresivo, insospechado, y en aquel momento pensamos que hasta había sido una insensatez y un disparate por parte de mi tío pues no lo esperábamos de un hombre que ya contaba 54 años. Había tramado un riesgoso plan para escapar de su patria en un bote con la idea de luego traer a su familia que había quedado en La Habana. Esto ocurrió ya hace muchísimos años - pronto se cumplirán 46 - cuando aún no estaban de moda los “balseros”. Con solo una vieja brújula, un poco de agua, algunas latas de sardinas y sus conocimientos del mar, había hecho el viaje a tierras de libertad junto a tres amigos, saliendo de la costa norte de La Habana hacia los cayos de La Florida. Dios había sido misericordioso con ellos pues habían vencido obstáculos y habían llegado a su destino.

Durante los últimos 50 años la Guardia Costera de los Estados Unidos ha recogido a miles de refugiados en las costas de la Florida, aunque también ha encontrado muchas balsas vacías y que nunca se ha sabido quien o quienes viajaban en ellas. No solo han sido los cubanos sino también los haitianos los que se han aventurado a la travesía. Y más recientemente son los refugiados de América Latina que salen, ya no por mar sino por tierra, buscando unos la libertad y otros una mejor vida para ellos y su familia. Es un tema candente en la actualidad. Sus países de origen no les ofrecen el bienestar básico para vivir, y muchos se lanzan a la odisea. ¿Cuántos habrán muerto en el intento? Nunca lo sabremos. Esto demuestra el inmenso rechazo del hombre a la opresión, a la pobreza, y al deseo de libertad siendo capaces de arriesgar su propia vida para obtenerla.

En busca de libertad se han realizado profundos cambios en algunos países en las últimas décadas. Vimos pasmados el derrumbe del muro de Berlín en noviembre de 1989, que con una longitud de 155 km estuvo en pie 28 años rodeando literalmente al Berlín occidental y aislando completamente al Berlín oriental, subyugados estos por una ideología comunista. Nos conmocionaron también las revueltas de la juventud en la plaza de Tiananmen en China; el derrocamiento de gobiernos en Hungría, Polonia, Rumania, y recientemente estamos viendo la cruenta lucha de Ucrania para no dejarse esclavizar por Rusia.

Pero todavía quedan pueblos sometidos por el comunismo o por regímenes dictatoriales. Sin ir muy lejos tenemos a Venezuela y a Nicaragua. Estos pueblos quieren la democratización, la libertad de culto, la libre empresa, el derecho a la propiedad privada y a expresarse sin censura; el derecho a una vida digna. En Cuba, por ejemplo, los cubanos han vivido seis décadas bajo el totalitarismo, y han sido bombardeados con ideas materialistas y ateas. Y luego está la intolerancia religiosa. En muchos países la práctica de la religión sea esta cristiana, hebrea, hindú, musulmana, mahometana, budista o de otro credo religioso, es considerada “enemiga del progreso o del estado”, y se discrimina a muchos por su manera de pensar o vivir.

Hay que inyectarle a la humanidad conceptos como hermandad, honestidad, amor, verdad, tolerancia, perdón. “No solo de pan vive el hombre” dijo Jesucristo durante sus años en la tierra, por lo que con la prosperidad material solamente no se puede ser feliz. Es más importante cultivar el espíritu que fomentar el materialismo para que crezca el bolsillo. Mahatma Gandhi, el líder espiritual y político hinduista indio, abogó incansablemente por la paz y la justicia, sin importar las convicciones religiosas de las personas. Su mensaje de no violencia y respeto mutuo trascendió las barreras de la religión, uniendo a personas de todas las creencias en la lucha por la paz.

En 1980 en El Salvador, Monseñor Oscar Romero se desplomó mortalmente herido ante el altar de la capilla del hospital de la Divina Providencia mientras oficiaba una misa. Como arzobispo, Romero había denunciado en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. "El profeta tiene que ser molesto a la sociedad, cuando la sociedad no está con Dios", dijo durante una homilía en agosto de 1977. Su asesinato provocó la protesta internacional.

Otro ejemplo de opresión y de falta de libertad fue la toma de la Embajada del Perú en La Habana, el 4 de abril de 1980. Este suceso resultó en el mayor fenómeno de asilo y refugio bajo protección diplomática que recuerde la historia. Alrededor de 10,800 cubanos entraron a la sede oficial luego de que el Gobierno de la isla retirara la guardia que lo impedía, lo que supuso más tarde el éxodo de Mariel que llevó a las costas de Florida a más de 120.000 cubanos. En aquellos momentos Cuba era una isla aislada totalmente. Eran pocos los que lograban obtener un pasaporte o visa a cualquier parte y a cualquier coste para huir del país y lograr la libertad. Hoy el país está en peores condiciones que hace 40 años, y los cubanos siguen aspirando a ser libres.

En estos momentos, en muchos lugares del planeta se violan los derechos humanos; no hay libertades civiles ni tampoco hay democracia para miles de hombres. Muchos buscan la igualdad racial, otros la autonomía y la independencia política. La mujer desea tener los mismos derechos que el hombre y que se le respete y valore. En resumen, todos aspiran a una vida mejor; quieren vivir en una sociedad más justa, más solidaria, donde puedan labrarse un destino digno.

El hombre necesita una brújula que, como la de mi tío, los lleve a puerto seguro y los haga libres.

“Mirada Inédita”, Florencia, Italia.
Foto cortesía Margarita Fresco ©
Prohibida la reproducción. 
Todos losderechos reservados
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24 de octubre, 2024

Nota: Agradezco a la fotógrafa cubana Margarita Fresco residente en España, su colaboración.




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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos. Relatos y Evocaciones. Antología 1986-2023.

Thursday, October 10, 2024

Manteca cubana por la libre en los escenarios de Miami. Algunos apuntes sobre la reposición de dicha obra en esta ciudad. (por Wilfredo A. Ramos)


Entre el 6 y el 28 del recién finalizado mes de septiembre el Tower Theater, de la Pequeña Habana, se convirtió en un casi obligado parada de encuentro para un público fundamentalmente cubano, añorante de un teatro que durante la década de los noventa del pasado siglo, subió a las tablas en la isla y que debido a los contenidos de algunos de sus textos, hizo que ciertos espacios teatrales de aquel entonces se vieran abarrotados con espectadores -incluso no habituales del medio- sentados hasta en los pisos. Ese deseo desbordado por asistir a las representaciones de dichas obras, era provocado, no atendiendo a la calidad artística o estética de las mismas -no estamos diciendo que no la tuvieran- sino para ser testigos de como desde los escenarios, algunos actores expresaban a través de sus parlamentos, las mismas ideas, preocupaciones y reclamos que pasaban por las mentes del ciudadano de a pie, y “Manteca”, de Alberto Pedro Torrente (1954-2005), fue una de estas obras, que dejaron su marca tanto en la escena como en el público cubano de aquel entonces y que ahora sube nuevamente a las tablas de Miami.

Estrenada en 1993 -durante el llamado eufemísticamente ‘periodo especial’- la obra “Manteca”, fue llevada a escena por la conocida directora de Miriam Lezcano, quien trabajó con un elenco integrado por Jorge Cao en el personaje de Celestino, Michaelis Cué en el de Pucho, mientras que Celia García y Mabel Roch doblaban el de Dulce, en una producción de Teatro Mío, la cual contó con diseños de escenografía y vestuario de parte de la propia directora, de Carlos Repilado en las luces y la asesoría de Pedro Díaz. La misma lugar en un improvisado escenario de lo que en aquel entonces era el gran almacén de escenografía y vestuario del desaparecido grupo Teatro Político Bertold Brecht, espacio que devino con el tiempo en lo que hoy se conoce como la sala Tito Junco en dicho complejo teatral. Allí, entre perchas con ropas, baúles con utilerías, muebles y telones de antiguas producciones, se improvisaría un escenario para poder estrenar esta pieza que no estuvo exenta de conflictos, los cuales pusieron en riesgo su estreno.

Como era esperado por todos los que nos encontrábamos involucrados en esta obra -nosotros formábamos por aquel entonces parte del equipo de producción del Centro Cultural Bertold Brecht, heredado del antiguo grupo de igual nombre- el anuncio de su estreno provocó un gran alboroto no solamente entre las autoridades culturales de la isla, siempre preparadas para la censura, sino también entre el posible público -ya que en Cuba es imposible que algo pueda permanecer en secreto- lo que provocaría un fuerte ambiente de tensión, esperando de un momento a otro el anuncio de la cancelación de dicho estreno. No obstante, después de idas y venidas, así como de una fuerte defensa de la propuesta por parte de su autor y directora en algunas reuniones frente a los comisarios ideológicos, la obra subió a escena, con un espacio desbordado por un público que llegó a confundirse entre los elementos escenográficos y de vestuarios que rodeaban el espacio de representación.

Muestra del compromiso de aquel equipo de dirección con los conceptos que se manejarían dentro de esta propuesta teatral, puede observarse hasta en un elemento que por lo general pasa inadvertido para una gran mayoría, que en muchos casos se mira fríamente y se desecha, nos referimos al programa de mano de la puesta, el cual fue concebido como una replica exacta de la tristemente famosa ‘libreta de racionamiento’ con la que el régimen cubano controlaba en aquella etapa los alimentos y otros productos a los que podía tener acceso la población para su sustento, provocando con ello el enojo aún mayor de los funcionarios y el delirio de los espectadores.

Estas primeras puestas incluyeron cortes de electricidad en varias oportunidades -teniendo que utilizar faroles y velas- y estuvieron rodeadas de un tenso ambiente, pendiendo de un hilo la realización de cada función, pero prontamente aquel improvisado y el maltrecho espacio de su estreno se vió absolutamente desbordado por la enorme cantidad de personas que deseaban entrar de cualquier manera, haciendo largas filas para ver dicha obra. El cubano de a pie quería vivir a través del teatro lo que el mismo sentía y sufría. Sin duda alguna, el estreno de “Manteca”, se convertiría en un suceso extremadamente popular, siendo todo lo ‘teatral’ que se podría desear para una obra de teatro.

Terminadas las funciones en el Centro Cultural Bertold Brecht, la obra pasó a presentarse un fin de semana solamente en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, como preámbulo a su primera gira internacional, recorrido que la llevaría a escenarios de otras partes del mundo como Canadá, Francia, Uruguay, Colombia, Venezuela -donde el público la consideró muy enfocada en un tema local- y España, donde los asistentes al Festival de Cádiz de 1994, la premiarían como la mejor puesta presentada en dicha edición del evento. Dentro de Cuba, la obra ha contado con varias reposiciones realizadas por varios directores, desde las realizadas por la propia Lezcano en los años 2003 y 2004, en el mismo espacio de su estreno, con un elenco integrado por María Teresa Pina, Pancho García y Mario Guerra, en la primera, mientras que en la segunda Michaelis Cué regresaría a la puesta en lugar de Guerra. Incluso, recientemente, en este mismo año 2024, el director Alberto Sarraín -quien se mueve habitualmente entre Miami y la Habana- dirigió una vez más dicha obra, presentándola en el escenario de la habanera Sala Teatro Adolfo Llauradó, dejando inaugurado de esa manera su proyecto isleño Tebas Teatro, habiendo contado entre sus planes presentarla por tercera ocasión en los escenarios miamenses, el pasado mes de julio, en Artefactus Cultural Project, hecho que no llegaría a concretarse.


Ahora nuevamente, después de dos anteriores puestas de “Manteca” en nuestra ciudad, ambas llevadas a las tablas por Sarraín -1997, en Third Street Black Box Theater y 2002, en la sala La Magagna- dicha obra llega nuevamente a nuestros escenarios, en esta oportunidad de la mano del director cubano residente en República Dominicana, Raul Martín, contando con las actuaciones de Beatriz Valdés, Gilberto Reyes y Héctor Medina, en una producción de Beatriz Valdés Estudio y Hand2HandTeam, con diseños de escenografía y luces, de Pedro Balmaseda y Jorge Noa, música original de Jesús Pupo, estando la producción general a cargo de Ximena Iribarren.

La presente propuesta de Martín, mantiene la acción dentro de la propia época original que narra la historia del texto de Alberto Pedro, algo que se agradece, ya que no trata de hacer extrapolaciones que resultarían innecesarias. Aunque algunos podrían opinar que la situación social cubana que se trasluce en la obra es la misma en la actualidad, en realidad esta ha variado mucho para peor, hoy en día ni pensar en concebir tal descabellada y alucinante idea de poder criar un cerdo u otro animal con fines comestibles dentro del baño de ninguna casa, debido a la situación de calamidad y miseria extrema e inimaginable que sufre la isla, aunque muchos traten de enmascararla.


La concepción de esta puesta mantiene el ambiente de degradación y miseria que corroe a la sociedad cubana desde hace décadas, proyectándose esta dentro del margen naturalista propio del texto original, lo que se encuentra muy bien apoyado por la escenografía, la cual crea el espacio apropiado para el desenvolvimiento de la acción, sirviendo de convincente marco al desempeño de los actores. Por otra parte el diseño de luces juega tanto a crear atmósferas de elevada plasticidad, como a formar parte del discurso dramático de la pieza.


Respecto a los actores, los tres se desenvuelven dentro de un magnífico nivel interpretativo, con naturalidad, haciendo buen uso de sus recursos expresivos, captando la esencia de cada uno de los personajes, que aunque careciendo estos de un profundo desarrollo psicológico y estar diseñados por el autor de manera algo maniquea, no obstante logran un resultado riguroso, dadas las potencialidades de cada uno de los intérpretes.

Beatriz Valdés, en el rol de Dulce, quien es la encargada de abogar por la unión familiar a toda costa y a cualquier precio, impregna su personaje de un hálito maternal necesario al mismo. No obstante en su interpretación hay un elemento que resulta ciertamente chocante con respecto a la naturalidad sobre la que se trabaja en la puesta y es la que tienen que ver con el trabajo de modulación de la voz que la actriz propone en búsqueda de una innecesaria y superficial caracterización que no le aporta nada a su desempeño, pero si es muy consecuente con las risas que produce en los espectadores. Por su parte Gilberto Reyes como Celestino, trabaja con completa sinceridad su frustrado personaje, escarbando con fuerza en los distintos estados anímicos que el mismo requiere, dejando un grato sabor con su labor. Por último, Héctor Medina desde su incorporación de Pucho, nos regala una vez más una caracterización con pleno dominio de la misma, que inevitablemente nos hiciera recordar a su personaje en el filme El Rey de la Habana, que aunque no igual, guarda alguna relación con el mismo.

No obstante el buen nivel de esta nueva propuesta escénica de Raul Martín, lo que es distintivo en la labor de este director, hay algunos aspectos los cuales es necesario señalarle a la misma. Uno de ellos tiene que ver con lo que consideramos es el inadecuado sobre uso de palabras soeces en la puesta. Si bien el autor pone en boca del personaje de Celestino con excesiva reiteración la palabra ‘cojones’ -como forma de mostrar sus frustraciones- y del de Pucho -para criticar a su hermano- no encontramos necesidad alguna que este último personaje, el hermano intelectual, el ex profesor universitario, profiera otra exclamación mucho más soez -que se ha vuelto demasiado común en el habla de los cubanos, sin importar nivel educacional, lugar o instante donde se diga- y que no se encuentra en el texto original, la cual no aporta ni enriquece para nada al discurso de dicho personaje.

Desde hace ya bastante tiempo y cada vez con mayor frecuencia de la deseada, en la literatura, la cinematografía y el teatro cubano se utiliza un lenguaje vulgar, obsceno, chabacano, de manera indiscriminada como marca de lo autóctono, sin darnos cuenta de dos señales muy negativas. La primera es que con ello se ayuda a propagar dicho tipo de lenguaje como algo normal, propio del habla cotidiano, y segundo, que con ello se le presenta al resto del mundo una imagen bastante indeseable y poco halagadora con respecto a la cultura y la sociedad cubana. Considero que es hora de que los artistas e intelectuales cubanos tratemos de comenzar a corregir tal situación. Con lo anterior no estoy negando la posibilidad de que se pueda decir una de esas conocidas popularmente como ‘malas palabras’, sino saber donde, como y por qué colocarlas para ofrecer la exacta expresividad a la acción y al lenguaje, pero no hacer un uso excesivo y abusivo de ello como marca de identidad. El problema no está en no llegar, sino en no pasarnos.

Un tercer apunte sería saber cual fue el objetivo del director al mostrarnos al personaje de Pucho de la forma en que lo hizo. Es sabido que el autor lo construye bajo la insinuación de su proyección como homosexual -palabra y concepto que no se deja ver explícitamente en el texto original, aunque se sobrentienda- por lo que no se entiende que el mismo sea reflejado en el escenario con tan marcados amaneramientos, condición ésta que todos los cubanos conocemos perfectamente hubiera sido un completo hándicap para que dicha persona hubiera podido haber llegado a ser profesor en una universidad -como se dice en el texto- bajo el régimen homofóbico que imperó hasta hace muy poco tiempo en la isla. Siempre que vemos como son expuestos sobre las tablas los personajes homosexuales me pregunto el por qué de esa visión tan estereotipada. Acaso, al igual que todos en la vida, no existen para los homosexuales maneras de vivir con matices y comportamientos diferentes. Ser homosexual no conlleva a poseer una marca externa en el individuo, y ello es algo que olvidamos para mal con demasiada frecuencia. Sin duda alguna este tipo de concepción dogmática en dichas caracterizaciones, corresponde de una parte a prejuicios pre establecidos y por otro a la actual competencia de una agenda ante la cual hay que hacer concesiones complacientes, para así mantenerse dentro del redil de lo considerado políticamente correcto por parte de un preciso discurso ideológico, que al final resulta altamente discriminante.

También llamó la atención, con respecto a la concepción de la puesta, la presencia en ella de tres posibles finales, provocando con ello cierta desorientación en el público, debido a que cada uno de los mismos están concebidos con gran atención tanto a la carga dramática como a su plasticidad visual y terminando cada uno de ellos en un oscuro total, para rápidamente iluminar de nuevo el escenario continuando con el desarrollo de la acción, sorprendiendo de esta manera al espectador, quien llegado el verdadero final reacciona tímidamente unos instantes, no sabiendo si aplaudir o no, hasta que comprende ahora si, haber llegado al fin de la obra.


En cuanto al texto, si bien es cierto que en su momento provocara reacciones encontradas, unos lo consideraron inoportuno y contrarrevolucionario, mientras otros lo vieron como la catarsis necesaria a la caótica situación de vida, no cabe duda alguna que el mismo no va más allá de lo que dentro del auto-cerco político que ha vivido Cuba por casi ya más de seis décadas, el autor propuso que podía o ‘debía’ decir, lo que al final por más boicot que las autoridades trataran de hacerle a la representación teatral, logró verse sobre el escenario debido a que la misma posición y prestigio político del autor y la directora, representaba cierto escudo ante las voces institucionales intransigentes, ya que al final artistas y funcionarios comulgaban con idénticas concepciones ideológicas.

Observando de forma general toda la obra de Alberto Pedro Torrente, podemos apreciar como el tema de posibles denuncias sociales o políticas que pudieran apreciarse en las mismas, que serían el núcleo principal de su concepción dramática, va a verse dispersado debido a la reiterada introducción de otras ideas que oscurecen el argumento, ideas estas que en nada contribuyen a darle mayor caracterización a sus personajes, ni a enriquecer los conflictos. A los textos de este autor le sobran ciertas disertaciones con intenciones filosóficas o alusiones a otros textos literarios que los impregnan de un barroquismo conceptual innecesario. Un texto que ejemplifica esto a la perfección sería el de su extenso monólogo “Esperando a Odiseo”, aunque en la obra que nos convoca a estas líneas, podemos observalo en citas incluidas pertenecientes a textos de Shakespeare y Saint-Exupery. En las obras de dicho autor la acción dramática nunca alcanza ninguna meta, no encontraremos solución a los conflictos, no existe complejidad dramática porque los propios personajes no poseen una entereza que guie sus pasos hacia algún objetivo preciso. Es por ello que lo que se podría mostrar como denuncia, finalmente queda cubierto por un manto de acatamiento cómplice, donde se habla mucho y se dice poco.

Otro aspecto que llama la atención, es observar como al promocionar esta nueva puesta de “Manteca” es considerada como un ‘clásico del teatro cubano’, lo que en realidad se encuentra muy lejos de ser cierto. Que esta pieza ha sido y es muy popular, si, las funciones llenas de público lo demuestra, pero nada más, ya que para que pudiera ser considerada un clásico, la misma tendría que tener personajes que trascendieran, por su construcción psicológica y que perduraran en el imaginario popular, lo que de igual forma no sucede con los personajes de ninguna de las obras de este autor, por lo que tampoco él puede ser tenido como un autor clásico del teatro cubano. Exactamente sucede con sus obras, ya que ni esta ni el resto de las mismas exceden los parámetros convencionales de la construcción dramatúrgica ordinaria para ser situadas en un nivel destacado. La sobrevaloración en su totalidad de la obra de este autor, a nuestra forma de ver, se debe más a un mero hecho emocional que de un significativo valor artístico.

Una última observación la cual tiene que ver con el público, es que resultan incomprensible las grandes reacciones de risas en instantes para nada simpáticos, sino por el contrario portadores de textos desgarradores, donde carcajadas sonaban en la sala como si de comedia del mas baladí entretenimiento se tratara o del estrepitoso aplauso cuando el personaje de Celestino al finalizar uno de sus monólogos exclama:
¡Yo soy de aquí! ¡Comunista de aquí! Cada día soy más comunista, más comunista de aquí. Fui comunista, soy comunista y voy a seguir siendo comunista. ¡Comunista de aquí! ¡Soy comunista, coño, comunista! Me da la gana de ser comunista, comunista de aquí. ¡Comunista, comunista! ¡Soy comunista!
Aplausos que aparentaban estar premiando el sentir del discurso de dicho personaje y que muestra cierta desconexión con el argumento por parte de ese público e incluso mucha insensibilidad.

Finalmente, tenemos que agregar que no entendemos cual es la necesidad artística de presentar por tercera ocasión esta obra en nuestros escenarios, cuando existen gran cantidad de interesantes textos teatrales cubanos, de autores de todos los tiempos, que no han sido llevadas nunca a escena y otros que por pertenecer a artistas que abandonaron la isla, no son presentados tampoco en esta ciudad de Miami, aunque haya un destacado número de ellos, sin embargo que si suben frecuentemente en teatros de diversos países de Hispanoamérica y Europa, pero cuyas obras por lo visto sufren un doble ‘bloqueo’: el de Cuba y el de Miami.


Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, octubre 5, 2024.

Fotos cortesía de la producción de Manteca.

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