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Wednesday, May 7, 2025

Una "Yerma" marchita sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos)


“...y cuando paso por lo oscuro del cobertizo mis pasos me suenan a pasos de hombre.” (Yerma, acto II, cuadro II).



El pasado mes de abril, la compañía teatral Havanafama, bajo la dirección de Juan Roca, subió a las tablas de Artefactus Teatro la obra “Marchita”, una versión, bajo la firma de Erom Jimmy, de la conocida obra de Federico García Lorca, “Yerma”. Con esta propuesta suman cuatro los títulos del autor granadino -”El Público”, “La casa de Bernarda Alba” y “Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín”- que dicha agrupación incorpora a su repertorio.

Federico García Lorca (1898-1936), es sin duda alguna una de las figuras más destacadas de la literatura española del siglo XX, integrando un grupo muy variado e importante de escritores dentro de la llamada Generación del 27. Su obra incluye prosa, poesía y teatro, siendo esta última por la que ha sido más conocido y aclamado mundialmente. Desde su primera obra teatral “El maleficio de la mariposa”, escrita en 1920, hasta su última e inacabada pieza “Comedia sin título”, de 1936, su dramaturgia cargada de simbología, transcurre a través de un marcado ambiente poético, el cual no obstante se mueve entre sugerentes espacios míticos y un posible realismo trascendental, donde el autor indaga sobre puntuales problemas existenciales que con su atenta mirada extrae de su propio entorno.

Dentro de la obra dramática lorquiana, los estudiosos han centrado su mirada en tres de ellas – Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y Yerma- para agruparlas en lo que han llamado ‘trilogía de la tierra’, ya que las mismas comparten el ambiente rural andaluz, sumergiéndose en temas tales como la represión, la pasión, la frustración y la muerte, teniendo a la mujer como protagonista indiscutible.


“Yerma”, denominada como ‘poema dramático’ por su autor, obra que nos convoca, fue estrenada el 29 de diciembre de 1934, en el escenario del Teatro Español de Madrid, corriendo a cargo de la agrupación teatral La Barraca creada por el propio Federio G. Lorca y teniendo como protagonista a Margarita Xirgu, la más célebre actriz de la época -con la cual ya había trabajado en “Mariana Pineda” y quien sería la encargada de dirigir y actuar en el estreno mundial, en la ciudad de Buenos Aires, de “La casa de Bernarda Alba”- acompañada de Enrique Diosdado, Ricardo Merino, Pilar Muñoz, Carmen Collado, Pedro López Lagar y Eloísa Vigo, estando todos bajo la dirección de Cipriano Rivas Cherif.

Precisamente sobre la última de estas tres obras, es que Erom Jimmy se inspira, para en el año 2007 llevar a cabo una versión de la misma que bajo el nombre de “Me dicen Yerma” -título bien pensado para dicho trabajo- realizara con estudiantes del aula de teatro del Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, de donde era profesor en esos momentos, trabajo que le llevara todo un año para profundizar en el conocimiento de la obra de Lorca,

Interesado siempre en introducir en las obras de los autores a llevar a escena, nuevos conceptos, ideas y discursos con los que aumentar la trascendencia de dichos textos dramáticos, este director se sumerge en la tragedia de la mujer ante su supuesta imposibilidad de engendrar hijos buscando otras posibles explicaciones, mediante las cuales llegar a nuevos conflictos, los que por su significado otorgarán a la obra un violento giro dramático. Es por ello que en esta inmersión dramatúrgica dentro del original texto lorquiano, Erom acuda a la introducción de un conflicto que revolucionará la esencia original del texto, plantando la teoría de una posible falta de interés carnal por parte de la pareja motor de la historia, debido a una supuesta homosexualidad de ambos.


Así, en esta versión se plantea cierta atracción homoerótica entre la pareja formada por Juan-Víctor, esposo de Yerma el primero, amigo y posible verdadero amor de la mujer el segundo, por un lado, mientras que por el otro se nos ofrece un posible descubrimiento de su condición lésbica por parte de Yerma ante los requerimiento de su amiga María. Como podremos observar, con este nuevo conflicto se dinamitará el original sentido de la tragedia concebida por García Lorca, llevando la obra hacia nuevos derroteros, que al mismo tiempo crean una obvia contradicción, desde nuestro modo de ver, que al parecer no fuera advertida al llevar a cabo la revisión del argumento, consistente ella en lo poco lógico que resulta el que una mujer que no siente atracción por los hombres sufra ante la no concepción de hijos, en una relación que se encuentra marcada por las apariencias sociales y que carece de contacto y deseo físico por parte de ambos miembros de la supuesta pareja.

Contradicciones como la señalada es posible encontrarlas cuando nos permitimos trabajar sobre la obra establecida de un dramaturgo, cambiando, introduciendo o superponiendo tramas, acciones y conflictos que no aparecen en la idea del texto original, lo que nos puede llevar a caer en errores conceptuales en el discurso recién incluido. Los peligros en realizar estas ‘versiones’, puede hacer naufragar más o menos el propósito de su realización, quedando siempre pendiente en el aire la pregunta con respecto a la validez artística de las mismas.

No obstante, la aceptación o no de este tipo de trabajo dramático que podamos hacer, debemos reconocer que su hacedor contó con la valentía de llevarlo a cabo, teniendo en cuenta que con el mismo, estaría enfrentándose a la opinión de un público para el cual Federico G. Lorca no es sólo su más importante figura literaria y dramática, sino que también es considerado una de sus más desgarradoras víctimas de la Guerra Civil Española, por lo que dicha audacia estuvo signada por el coraje creador de este teatrista. No obstante su trabajo escénico -el cual como dijimos al principio fuera realizado con actores no profesionales sino estudiantes universitarios- recibió una calurosa acogida tanto por parte del público, catedráticos, críticos y especialistas.

Para este trabajo revisado de “Yerma”, Erom Jimmy acude además a otros textos del autor granadino tales como el “Romancero Gitano” y “Bodas de Sangre” -su más poético texto dramático- sino también “Así que pasen cinco años”, una de sus menos conocidas obras teatrales que muy raramente es llevada a escena, extrayendo de todos ellos elementos que enriquecieran no sólo el discurso narrativo de la audaz nueva propuesta escénica, sino reforzando el ambiente granadino tan importante en la obra de Lorca, mediante las diversas y hermosas imágenes poéticas que abundan dentro de la obra de dicho autor.

Con respecto al interés por parte de Juan Roca en subir a escena esta versión teatral de “Yerma”, el mismo surge a partir de la lectura dramatizada llevada a cabo por un grupo de actores, dirigida por el propio Erom Jimmy, que fuera realizada hace algún tiempo atrás durante una de las ediciones del Festival Latinoamericano del Monólogo, evento teatral del que el propio Roca es director.

Este a su vez efectúa nuevos ajustes en el texto, por lo que podríamos decir que estamos en presencia de ‘una versión de otra versión’ de la original obra lorquiana. Ello se aprecia por ejemplo -el más notable de los cambios introducidos- en el momento de la muerte de Juan, donde Erom pone ésta en manos de Víctor, debido al despecho provocado ante la negativa de aquel otro a escapar juntos para así poder vivir su relación amorosa, mientras que Roca regresa su muerte a Yerma -como en el original- haciendo que la mujer estrangule con sus propias manos a su marido, en una absurda e inconsistente pelea cuerpo a cuerpo, borrando con ello la utilización que Erom hace de este trágico evento como evocación de la pelea a muerte en duelo de puñales, entre el Novio y Leonardo en la obra “Bodas de sangre”, logrando que interactúen ambos textos dramáticos.

De igual manera, otro aspecto que desconcierta en este montaje, es la ausencia casi total de alusión a la cultura española y a la simbología presente en la obra lorquiana y que la propia versión de donde parte marca con vitalidad en todo momento, aspecto que se ve reforzado por la utilización de una banda musical insípida, sin carácter, que no aporta en lo absoluto a la creación de una atmósfera adecuada. La incorporación de un incoherente número danzario a cargo de los actores -con que abre la obra- el cual no define su origen ni por la música utilizada ni por el movimiento de sus pasos, aunque la dirección del espectáculo se esfuerce en definirla como perteneciente al folclor afrocubano, crea un extrañamiento difícil de asimilar. Una incomprensible concepción del vestuario, en algunos casos inapropiado -sayas para los personajes masculinos- fuera de talla en el caso de la protagonista y con materiales ostensiblemente burdos, unido a un inexplicable concepto de maquillaje, donde los personajes parecen pertenecer a tribus aborígenes amazónicas o de selvas africanas, unido a ciertas caracterizaciones, como en el caso de Juan, quien evocaba más a un pirata de filmes de Disney que a un trabajador de los campos granadinos, hacen que el ambiente lorquiano brille por su ausencia del escenario. Si todo lo anterior además queda enmarcado dentro de un pobre y chapucero concepto escenográfico, carente de belleza y originalidad, desbordado de continuas e innecesarias y excesivas humaredas, el resultado visual de la puesta deja mucho que desear.


Con respecto al desempeño de los intérpretes, en general no muestra un concreto y serio trabajo de dirección con los mismos, la sobreactuación entre unos, la no actuación en otros, así como la diferencia de conceptos al pretender asumir un estilo de interpretación por parte de cada uno de los integrantes del elenco, deja al descubierto evidentes fallas en dicho rubro. Dando una mirada sobre el desempeño individual de cada uno de los actores, nos vemos precisados a señalar, en el caso de Diana Restrepo y Adelaida Rivero -en sus variados personajes- que ambas dejaron en evidencia su absoluto desconocimiento de lo que significa actuar, sus presencias en el escenario son la muestra que a ese templo sagrado no todos están en capacidad de subir. El caso con Verónica Cancio De Grandy, en el rol de María, deja ver igualmente, que cuando no se posee la necesaria preparación teatral, es imposible salir a escena a improvisar sin tener en cuenta al menos la concepción y estilo que el director trazó en su puesta. Por otra parte, sus ocasionales pronunciaciones “castizas” nada tenían que ver con su propia forma de hablar a través de casi todos sus parlamentos.


En el caso de Rafael Farello, como Víctor y Rei Prado en Juan, ambos derrocharon imágenes fraudulentas con respecto a sus respectivos personajes. El primero además, frío, inexpresivo y declamado, mientras que el segundo alzando la voz -gritando- en todo momento, para con ese falaz mecanismo procurar una imagen de hombre fuerte, dejando fuera de la concepción del personaje otros rasgos que dieran credibilidad y humanismo al mismo. Por último, la Yerma en manos de Dairín Valdes, dejó a las claras fuertes grietas en la construcción de su trabajo. Excesos expresivos, engarrotamiento corporal constante, no saber qué hacer con las manos, mal manejo en los niveles de intensidad de las emociones y sentimientos, sumado a una desafortunada imagen física producto de un inapropiado vestuario, dejó su desempeño muy por debajo de lo que a esta actriz se le ha visto hacer en otras oportunidades.

Lo observado en esta propuesta versionada de “Yerma”, deja una amarga sensación de tristeza con respecto al teatro de Federico G. Lorca, en nuestra ciudad, el cual no ha podido lograr hasta el momento el brillo y respeto que el mismo merece. Lamentablemente la obra dramática de este autor, la cual ha sido tan traída y llevada por escenarios de todo el mundo, soportando variadas e insospechadas adaptaciones, versiones, intervenciones dramáticas, ha vuelto a no encontrar su ajuste en nuestras tablas, sin duda alguna Yerma se ha marchitado en nuestra ciudad.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, mayo 4, 2025.

Fotos: Alfredo de Armas/Arturo Arocha.

Wednesday, April 23, 2025

Luto en los escenarios de Miami ante la muerte de Mario Ernesto Sánchez. (por Wilfredo A. Ramos)


El fallecimiento, el pasado 10 de Abril, del actor y director cubano-americano Mario Ernesto Sánchez, ha dejado un hálito luctuoso en la vida artística de esta ciudad del Sur de la Florida, especialmente en el ámbito teatral y de manera muy particular dentro de la comunidad cubana.

Originario de la habanera comunidad de San Antonio de los Vegas, en Cuba, desde su niñez vivió su pasión por la actuación, participando en puestas teatrales que subían a escenarios colegiales. Su vida a los quince años y sus sueños por el teatro, sufrieron un gran golpe debido a su salida del país rumbo hacia Estados Unidos, a través de la Operación Pedro Pan, proyecto establecido a través de la Iglesia Católica, para sacar a los niños del país y así librarlos de la reciente revolución de carácter comunista instaurada en la nación caribeño.

Una vez en estas tierras, en 1968 se gradua de la Edison High School, en San Antonio, Texas, y que posteriormente comienza a ver cumplir sus sueños, al graduarse en el Miami Dade College del curso de formación de actores organizado por Teatro Prometeo, el cual bajo la dirección de la actriz cubana Teresa María Rojas, crea la primera carrera de formación profesional en el país para actores en idioma español con nivel superior. Finalmente, termina sus estudios de dirección teatral en la Universidad Internacional de la Florida, habiendo logrado sus objetivos y lanzándose por fin a vivir el difícil mundo del teatro.

Para 1979, Sánchez funda Teatro Avante, compañía con la que lleva a escena un destacado número de propuestas, contribuyendo al desenvolvimiento del ambiente teatral en Miami hasta nuestros días. Con dicha agrupación sube a las tablas obras de importantes dramaturgos cubanos tales como René Alomá, Julio Matas, Virgilio Piñera, Eduardo Manet, José Triana, Manuel Reguera Saumell, Rolando Ferrer, René Ariza, Héctor Santiago, así como de los internacionales William Shakespeare, Jean Cocteau, Mario Vargas Llosa, Federico G. Lorca, Edward Albee, José I. Cabrujas, Fernando Arrabal, Ramón M. del Valle-Inclán, José Assad, Tennesse Williams, entre otros. Un aspecto a destacar es que en sus puestas insistió siempre en que las mismas, aunque fueran habladas en español, llegaran también a los angloparlantes, por lo que las mismas contaban con traducción simultanea al ingles, buscando de esa manera abrir el teatro hispano a un público aun más amplio.


De su participación como actor en diversas puestas teatrales, podemos recordarlo por ejemplo, formando parte de los elencos en Una caja de zapato vacía, Exilio, Las brujas de Salem, Alguna cosita que alivie el sufrir, El Principito, La alondra, Las mariposas son libre, Quinto cielo a la derecha y Mundo de cristal.


Su carrera en la actuación se extendió al cine angloparlante, donde participó en filmes y series de televisión tales como Golpe Bajo, 1980; Miami Vice, 1984-1999; Invasion USA, 1985; Charley Hannah, 1986; Clinton and Nadine, 1988; The Truman Show: historia de una vida, 1988; Siete vidas tiene un gato, 1993; Sangre y vino, 1996; 8mm, 1999; Step Up: La revolución, 2012; Sea Devil, 2014; Padre de la novia, 2022, hasta acercarse a los cuarenta títulos, donde trabajara junto a reconocidas figuras internacionales como Silvester Stallone, Sharon Stone, Jack Nicholson, Jennifer López, Michael Cane, Judy Davis, Nicolas Cage, Meg Ryan, Ed Harris, Chuck Norris, Andy Garcia y Morgan Freman, entre otros.


Sánchez realizó también adaptaciones de algunos textos de escritores y dramaturgos para ser llevadas a las tablas. De igual manera incursionó en la dramaturgia al escribir ‘Matecumbe, el vuelo de Pedro Pan’, obra teatral donde deja reflejadas sus difíciles experiencias al arribar a este país, vividas en el campamento que lo recibió. En su pasión por el hecho teatral no escatimó posibilidad alguna de estar dentro del mismo ejerciendo labores de productor, como de diseñador de luces o de asistente de dirección.

De igual manera, ante su inquebrantable resolución de contribuir a que la ciudad se convirtiera en un importante centro teatral, en 1986 impulsa junto a un grupo de otros teatristas, la creación del Festival de Teatro Hispano de Miami, el cual en sus tres primera ediciones dará vida a un evento de carácter local, para a partir de su cuarta edición, en 1989, constituirse en el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami -del cual se convirtió en su director general- el cual en este 2025 arribará a sus treinta y nueve años de vida, por el cual han desfilado numerosas agrupaciones teatrales de todo el continente latinoamericano y España, de algunos otros de países europeos, también -aunque muy escasas- formaciones teatrales hispanas, residentes en diferentes ciudades norteamericanas, pero viéndose limitada la participación de agrupaciones teatrales locales por lo general solo a Teatro Prometo y Teatro Avante, lo cual ha sido siempre tema de fuertes controversias dentro de la comunidad teatral miamense.

Un aspecto imposible de dejar de mencionar en el transcurso del festival, constituye la fuerte batalla enfrentada por Sánchez a través de los años con un a veces marcado desprecio, mostrado por parte de algunos teatristas, tanto de España como de Latinoamérica -debido a sus posiciones ideológicas de izquierda- en participar dentro de un evento teatral organizado por un exiliado, en la llamada precisamente capital del exilio cubano. Asimismo este tenaz hombre de teatro tuvo que tropezar, debido a lo mismo, con situaciones verdaderamente poco corteses en eventos en los cuales era invitado, por parte de algunos otros creadores presentes en los mismos. No obstante su objetivo por hacer del festival teatral de Miami, un encuentro importante en el ámbito hispanoamericano y mundial, dicho deseo supo imponerse por encima de tales mezquindades políticas, logrando crear verdadero interés entre directores, investigadores, dramaturgos y actores por participar en él, rompiendo así tal absurdo dique de confrontación política, haciendo valer por encima de todo la importancia del arte y la cultura como necesidad primordial de encuentro entre los seres humanos, con lo que la figura de Sánchez se erigió en triunfador de dicha batalla.

A lo largo de su carrera artística recibió reconocimientos a su labor, como el Premio Ollantay a la promoción del teatro Iberoamericano, entregado por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), de Madrid y el Premio regional de las Artes, otorgado por las Olimpiadas Culturales de la ciudad de Atlanta, a nombre de Teatro Avante, los dos en 1994; Premio Federico G. Lorca por su contribución al desarrollo del teatro hispánico en Estados Unidos, 1995; Premio Kusillo, por su entrega al teatro, La Paz, Bolivia, 2004; Special Recognition Award of Arts and Business Council of Miami, por los logros alcanzados al frente del festival, en el 2007; Premio Atahualpa del Cioppo, del Festival Internacional de Teatro de Cádiz, España y Premio a la Diversidad Cultural del VII Festival Internacional de Teatro en Lima, Perú, ambos en el 2009; Premio Carbonell George Abbott Award for Outstanding Achievement in the Arts, 2012; Legacy Award, Chicago, 2014 y Distinguished Career Award de la Florida Theatre Conference, por su contribución al desarrollo del teatro. Así mismo le fue dedicado de manera honoraria el XII Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo, República Dominicana, efectuado en el año 2023.

Sánchez, en su también rol como promotor artístico, brindó la oportunidad para que artistas de la plástica de diferentes países asumieran la creación del cartel promocional de cada una de las ediciones del FITHM, haciendo también posible que algún niño paciente de cáncer fuera el encargado de realizar anualmente, el cartel de la jornada de teatro infantil a celebrarse dentro del propio evento, por lo que creó una alianza entre el festival y la Live Like Bella Childhood Cancer Fundation. Desde su inauguración, producto al prestigio alcanzado a través de su labor artística integró la junta de dirección del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts.


La pérdida de una figura de la magnitud de Mario Ernesto Sánchez, sumerge en la tristeza al ámbito de la cultura hispanoamericana no solamente en la ciudad de Miami, sino de forma general en todo el país, extendiéndose a nivel internacional. Solo nos resta esperar y confiar que las manos donde ha sido depositado el relevo, pueda mantener su legado -sin descartar nuevas ideas y proposiciones- haciendo posible elevarlo hacia nuevos escalones.

Hoy el teatro, Mario, te aplaude fuertemente.


Wilfredo A. Ramos.
Miami, abril 21, 2025.


Tuesday, April 8, 2025

"Archipiélago", una denuncia sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos)



La reciente novena edición del Festival Internacional de Teatro Casandra, realizado en la ciudad de Miami, entre el 14 y el 23 de marzo, evento dedicado a la mujer, el cual se convierte en una fiesta de todas las artes donde la presencia femenina cobra total relevancia, contó entre sus invitados con participación de la actriz española Begoña Caparrós, quien se presentó con el espectáculo unipersonal “Archipielago”, trabajo que además fuera concebido y dirigido por la propia actriz.

Esta teatrista ha sido una constante impulsora de proyectos artísticos en diversos países de Latinoamérica, en Uganda, dentro del continente africano y en la ciudad norteamericana de California. Su formación se encuentra amparada por un Máster de Creación Teatral cursado en la Universidad Carlos III de Madrid, el cual fue dirigido por el destacado dramaturgo español, Juan Mayorga. Además es graduada del centro de formación actoral Meisner, en Barcelona, en el 2010, también cursó estudios dentro del sistema Laban Movement Analysis, que ofrece el Feldenkrais Movement Institute en Berkeley, California, en el año 2011.

La trayectoria de esta actriz radicada en Madrid, abarca igualmente, el cine, la publicidad y la televisión, habiéndose movido con su trabajo a través de todo el territorio español y presentado en festivales internacionales como Festival Temporada Alta de Montevideo, Uruguay y el FITA en Beja, Portugal. En su estancia africana, en Uganda fundó y mantuvo por varios años el proyecto de cooperación artística In Movement: Art for Social Change, en el cual trabajó con artistas locales y jóvenes en situaciones desfavorables.


Begoña Caparrós, se presentó en las tablas de Miami con un espectáculo de profundo contenido social y humano, donde el tema del hábitat adquiere frontal protagonismo, mostrando como los intereses de las grandes compañías inmobiliarias se desentienden de una de las necesidades básicas de todo ser humano; tener derecho a obtener una vivienda digna. Este delicado asunto, que se ha convertido en un mal de alcance mundial, que no mira las consecuencias de su desmedida voracidad, porque solo vela por obtener dividendos cada vez mayores, es tomado en esta pieza, de manera visceral, dando pie al desarrollo de diversas historias, donde diferentes personajes, a pesar de sus propias individualidades, terminan estando atados por la misma soga.


En su concepción, la dramaturga-directora-actriz propone una escenografía, donde pequeñas cajas pendiendo de cuerdas toman el significado de algunos de los apartamentos del viejo inmueble a derrumbar y desde donde cada uno de ellos irá proyectándose sobre la escena la tragedia de sus inquilinos. Con dichos elementos la actriz comenzará poco a poco -mientras cuenta sus historias- a levantar ante los ojos de los espectadores la imagen física del añejo edificio. A través de algunas piezas de vestuario o transformando el mismo, la actriz va dando vida a cada personaje, pero será por medio de sus respectivos zapatos que esos inquilinos van a lograr trascender y dejar su huella en el escenario. El trabajo técnico de la puesta -luces y sonido- cuenta con el eficaz apoyo de Jaime Mirraño, quien cuenta con una larga y sólida trayectoria en este campo.

La actriz, a partir de un personaje -una limpiabotas- asume la responsabilidad de ir contándonos la historia de estos seres, quienes conforman dicho pequeño y dramático universo. Es a partir de ahí, como desfilan ante nuestros ojos un inmigrante indocumentado, una mujer que vende su cuerpo y una anciana al borde de la demencia y que evoca a su esposo-amante que ya no está. Tal vez, a dicho desfile de personajes le falte la presencia de un trabajador, una madre con hijos, para encontrar una variedad de vidas no todas tan al borde del precipicio y traerla demás hacia nuestro entorno.

En su desempeño, la intérprete, que ya viene con este trabajo a cuestas desde algún tiempo, muestra una clara identificación con el mismo y con las historias narradas, incorporando a sus acciones una suave naturalidad que recorre la obra en todo momento. A pesar de encontrarse resfriada y afectada algo de la voz, producto de la humedad propia de esta ciudad de Miami, hablando con un tono algo bajo de voz y no pudiendo contener alguna que otra tos, la actriz, supo vencer dichos escollos, para sobreponiéndose a tal contratiempo ofrecer una actuación marcada por tono íntimo y coloquial.


Un aspecto a señalar al montaje, es el que siempre sale a la luz cuando un trabajo es producto de la autodirección: la necesidad de la mirada directriz externa, imprescindible en todo proyecto escénico. Esto se puede apreciar en los extensos momentos de silencio reiterativo, en donde la actriz va de un personaje a otro, cambiando o adaptando su vestuario y de igual modo en instantes mientras manipula elementos en escena. Con dichas situaciones, aparentemente, se trata de extender la duración de un texto que de igual forma resulta breve y más necesitado de desarrollar su contenido.


No obstante, el tema escogido muestra una importante doble intención que no puede escapar a la atenta mirada del espectador, primeramente dar un grito de denuncia hacia los vergonzosos desalojos motivados por fines de desarrollos inmobiliarios, como ya señalamos anteriormente, pero de igual manera el texto invita a pensar en el ‘desahaucio’ personal que sufren tantos individuos, provocados no solamente por razones económicas, sino también sociales, familiares y humanas. El teatro, además de entretener, es un medio donde se comunican ideas, se procura despertar conciencias, se lanzan denuncias, se invita a pensar, mostrando los comportamientos humanos con sus caras positivas y negativas, de ahí la importancia de no escatimar en temática alguna que nos provoque dialogar, pero recordando siempre que estamos en presencia de un medio artístico y no de un discurso.


Esta primera visita a Miami, ha servido para conocer el trabajo de una actriz, interesada en hablar de su tiempo y sus circunstancias, por lo que ha sido de gran interés su presencia, esperando el pronto regreso a nuestros escenarios.



Texto y fotos: Wilfredo A. Ramos.
Miami, abril 3, 2025.

Friday, April 4, 2025

Delirios de un autor por el escenario. (por Wilfredo A. Ramos)



“Si la gente quiere ver solo las cosas que puede entender, no tendrían que ir al teatro: tendrían que ir al baño”. Bertold Brecht.




Cada vez que el público se enfrenta a un espectáculo teatral, el resultado de dicho acto provoca que nuestros sentidos dirijan una mirada multidireccional hacia el espacio escénico que se abre ante nuestros ojos, dentro del cual van a converger variados aspectos que dan forma al hecho teatral. De lo anterior se desprende la complejidad que siempre acompaña a dicha manifestación per se, lo que conduce a que en su proceso creativo se vean involucrados una notable diversidad de personas, cada una de ellas con su muy definida dinámica artística, por lo que inobjetablemente el teatro tiene que ser considerado como un proceso de concepción coral.

En toda puesta de teatro hay tres aspectos que acaparan de manera directa a primera vista la atenta mirada de los espectadores, ellos son, el texto, la dirección y el desempeño de los actores, pasando a un segundo plano -aunque no dejen de ser importantes para el resultado completo del espectáculo- la escenografía, el vestuario, la utilería, las coreografías, las luces y la música. Claro está que lo anterior no funciona de forma siempre igual, ya que todo dependerá del tipo de espectáculo teatral que suba al escenario, el cual puede abarcar desde el trabajo de un solo actor sobre las tablas -el tan popular y socorrido económicamente monólogo o unipersonal- hasta las grandes producciones de teatro musical, incluyendo en ello al género lírico.

Pero si es cierto que esta manifestación depende de un esfuerzo de conjunto, hay un elemento que es la base, la columna que sostiene todo su diversificado andamiaje, el cual sin duda es el texto dramático. Partiendo de esta irrefutable razón nos encontraremos que el teatro es la única manifestación que se moverá entre dos disciplinas artísticas diferentes, naciendo como literatura para convertirse finalmente en arte escénico. Debido a ello es que, aunque el hecho teatral del que todo hablamos es aquel que vemos sobre las tablas, al momento de tomar en nuestras manos el texto y sumergirnos en su lectura, ya estamos penetrando en el fascinante mundo del teatro, manifestación que adquiere vida propia dentro de los escenarios.

Siendo producto de un origen eminentemente literario en primera instancia, el cual invita a ser disfrutado por medio de la soledad de la lectura, hay que destacar que al ser trasladado a las tablas -objetivo final de todo texto teatral- dicho traspaso, de un medio al otro, implica que este mantenga sus valores literarios originales intactos, ya que de ello dependerá en gran medida –sin dejar de tener en cuenta aspectos como concepción del montaje, dirección y actuaciones- la trascendencia que logre más tarde dicha obra teatral.

En momentos en que el texto dramático es descaradamente vapuleado por algunos directores de escena en nombre de la ‘libertad de creación artística’ y vemos cómo con total impunidad se toma cualquier obra teatral y se eliminan o agregan textos al gusto, se introducen tramas ausentes de la historia original, se cambia el género de la pieza, se incorporan o desaparecen personajes, dejando finalmente por tanto en muchas ocasiones un producto donde poco puede vislumbrarse del contenido e ideas volcadas por el escritor, hemos visto como muchos dramaturgos se han visto en la necesidad de convertirse en directores de sus propias obras, con la finalidad de verlas representadas tal y como ellos las concibieron. Tampoco podemos dejar de lado que esta necesidad de auto dirigirse ha venido avalada también por la cruenta realidad que representa el que cientos de obras de teatro escritas terminen guardadas en una gaveta u olvidadas en las páginas de en un libro -que apenas ni los propios teatristas se interesan en leer- ya que sobre los escenarios son llevadas las mismas obras una y otra vez, por el hecho de pertenecer a un autor con reconocimiento internacional, está de moda o como sucede bastante en nuestros tiempos, pertenece a una corriente ideológica determinada.


Lo hasta aquí comentando llega como pura reflexión, la que nos provocara haber asistido a la más reciente propuesta que del dramaturgo Eddy Díaz Souza, “Delirios”, subiera al miamense escenario de Artefactus Teatro, que durante tres semanas, entre el 14 y 30 del pasado mes de marzo, convocara a un público que cada vez con mayor asiduidad visita dicho espacio en busca, no solamente de su variada propuesta teatral, sino igualmente de la posibilidad de disfrutar de excelentes exposiciones de artistas de la plástica -como la que se mantuvo durante todo el mes, del destacado pintor de origen cubano Aizar Jalil- presentaciones de libros, recitales, homenajes a artistas, conversatorios, entre otra variada oferta cultural.

Souza, quien trabaja una y otra vez sobre cada uno de sus textos antes de sentir que están listos para subirlos a escena, no ceja en su empeño de procurar envolver al público en el aquelarre de emociones que suele provocar con cada una de sus propuestas. En la dramaturgia de este autor es común encontrar mezcla de géneros y estilos como forma de expresar la complejidad en la relación de los seres humanos y sus comportamientos ante los sucesos enfrentados en la cotidianidad de sus vidas. Igualmente el autor con ello, acude a un lenguaje visual de enorme riqueza, el cual le permite exponer ante el espectador un trabajo de profunda complejidad dramática, que obliga a una detenida lectura imágenes, acciones y hechos que desfilan por la escena.



De la misma manera, su obsesión por la imagen visual contribuye a que al trasladar sus textos a las tablas, el resultado sea un producto portador de muy precisos valores estéticos. Pero si este enfebrecido trabajo con el texto y la imagen no resultara ya de por si una señal de apasionamiento, su labor en la dirección de actores, forma parte de ese verdadero delirio que hemos señalado con anterioridad, llevando a que cada sujeto bajo su dirección logre abandonar su yo personal y absorba el espíritu del personaje.


Como director, Souza modela al actor con delicada exquisitez, como la de un escultor al trabajar el barro con sus manos, entregando un producto final bien procesado, complejo y minuciosamente detallado. Lo anterior conlleva a que cada intérprete al pasar por sus manos, logre desprenderse de vicios y esté dispuesto a abrirse a nuevas experiencias imprescindibles para su carrera, ofreciéndole herramientas de indispensable utilidad, aspecto este que no se encuentra presente en el trabajo de todo aquel que se asume como director de escena, situación que aunque lamentable es demasiado frecuente en nuestros días.

“Delirios”, texto escrito por Souza en el año 2017, guardado entonces y ahora retomado, es una obra donde los aires del teatro del absurdo recorren sus páginas, pero en el que igualmente confluyen otros géneros dramáticos como la comedia, la farsa y el teatro de la crueldad, guiado todo por una sutil línea de teatro psicologista. Este quehacer lo convierte en un verdadero tour de force para los actores y el público que disfruta de la obra, el cual no puede esperar ir detrás de un relato que muestre una sucesión de hechos de manera cotidiana, sino que tendrá que re-interpretarlos uno a uno, parai ir sacando sus propias conclusiones. En fin, es un teatro no solo para el disfrute sino también para pensar, una de las funciones que debe poseer el mismo.

Un aspecto interesante a señalar en esta obra, es que la misma se convierte en un homenaje -desde la ciudad de Miami lugar donde transcurre la acción- al teatro en general y al cubano en particular, nombrando títulos de obras, actores, directores, así como sucesos ocurridos en puestas dentro del ambiente teatral, trayendo a nuestra memoria aquel teatro que se hacía dentro de la isla durante las décadas de los años 50 y 60, en esas pequeñas salas teatrales que abundaban por toda la ciudad de la Habana, que fueron escenarios de recordadas producciones y grandes actuaciones, ya hoy prácticamente desaparecidas.


El elenco a cargo de los personajes en “Delirios”, estuvo encabezado por la actriz Belkis Proenza, en el rol de María Julia -pequeño reconocimiento a esa importante teatrista cubana que fue María Julia Casanova- quien da vida de manera deliciosa a la mujer que es el alma de la obra y la encargada de mover el género de la misma entre la comedia a la farsa, del absurdo a la crueldad. Su rol, el de una antigua actriz de papeles secundarios, ya retirada, es el encargado de ir haciendo referencia a los aspectos que en relación con el teatro se irán nombrando en el transcurso de la obra. El desempeño de la actriz estuvo marcado por una caracterización e integridad profunda, donde sus acciones, voz y proyección escénica no dejaron duda alguna de su compromiso con el espíritu del personaje. Su trabajo deja de manifiesto la madurez que dicha actriz ha ido alcanzando a través de su carrera, siendo capaz de enfrentar retos cada vez mayores.


Rei Prado, como Enrique, hijo de María Luisa o simplemente ‘Mama’ como es llamada durante toda la obra, presentado como actor de poco brillo y retirado también, es quien se presenta como la persona atrapada por su entorno, incapaz de romper las ataduras que él mismo le impone, pero deseoso a la vez de emprender nuevos rumbos. Su personaje marca el carácter claustrofóbico de la obra al desear salir definitivamente a través de una puerta hacia el deseado mundo exterior, pero que debido a sus miedos e inseguridades se ve imposibilitado de hacerlo. El actor, sorprende con un trabajo cuidadoso con su personaje, mostrando sus profundos conflictos internos por medio de un comportamiento farsesco. Su proyección escénica bajo control en todo momento, su buen decir y proyección adecuada de voz, nos hace recordar a ciertos personajes del teatro del dramaturgo francés, Moliere.


Después de haber sido visto recientemente en esta misma sala, en un anterior espectáculo, Alberto Menéndez, se nos entrega diferente, moviéndose entre las cuerdas del absurdo, el mimo, la postmodernidad y la danza. Actor con una excelente preparación corporal, conocedor de diversas técnicas de trabajo y con un gran dominio de la plasticidad en los movimientos, incorpora a Freddy, pareja romántica de Enrique, celoso y posesivo, conocedor de que es despreciado por la madre de este último, subrayando el carácter disparatado de dicha convivencia familiar. Su desplazamiento por el escenario nos remiten todo en todo momento al acto danzario, aportando a la puesta fluidez y movimiento.


Por último, Santiago Salas, actor colombiano, graduado de los cursos ofrecidos por el Adriana Barraza Acting Studio, en su primer papel como profesional, constituyó la sorpresa de esta puesta. El joven, que además posee formación como bailarín, incorpora a Roberto, taxista que es llamado por Enrique para lograr su empeño en abandonar la casa, se convierte en rehén de las acciones disparatadas del resto de los personajes. Su entrada a escena rompe con el anquilosamiento de los habitantes en dicho maltrecho hogar, con él la vida moderna actual penetra en un recinto anclado en tiempos pasados. Salas se entrega al siempre complejo quehacer de lo absurdo y la comedia, con seguridad, desparpajo, sin inhibiciones de actor primerizo.


A propósito de la concepción de esta puesta en escena, la misma cuenta con una sencilla y adecuada escenografía a cargo de Carlos Artime, el vestuario, muy teatral -con reminiscencias de cine mudo de los años 30 del pasado siglo- del propio Souza, la utilería de Aylin Silva y el maquillaje en manos de Vivian Morales, el cual trabaja sobre la idea de la máscara del payaso, acentuando con ello el también carácter lúdico de la obra. Por su parte la asesoría musical y vocal estuvo bajo la dirección de Oda Cardona y la producción general, como siempre, en manos de Carlos Arteaga.

Mención aparte merece la banda musical, que estuvo bajo la supervisión del propio director, donde se incluyen conocidos y magníficos temas como ‘It’s Now or Never’, de Elvis Presley; ‘Tango Nuevo’, por Roberto Vally; ‘Derniere Danse’, en versión instrumental a cargo del Cuarteto Amadeus y vocal por la cantante francesa Indila; ‘La valse des monstres’ y ‘Les jours tristes’, por Yann Tiersen; ‘Dance Me to the End of Love’ y ‘Take the Waltz’, del magistral Leonard Cohen y por último la cubana ‘Conga de los Hoyos’. Dichas interpretaciones musicales contribuyen a definir el carácter de cada acontecimiento y las intenciones de las acciones, formando parte del sub-lenguaje que atraviesa todo el espectáculo, enriqueciendo de manera complementaria su lectura.

A modo de conclusión, solo resta agradecer a Souza, por esta nueva propuesta para los escenarios de Miami y su continuado delirio por el teatro.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, abril 3, 2025.

Fotos: Alfredo Armas/Arturo Arocha. 

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