Nota del blog: Cada lunes, en Gaspar, El Lugareño, Félix
Luis Viera publica un poema de su libro "La Patria es una Naranja"
(Ediciones Iduna, Miami, EE UU, 2010, Ediciones Il Flogio, Italia,
2011). Cada texto está acompañado de su traducción al italiano
realizada por Gordiano Lupi.
Tan pobres hemos sido, mujer, hijos míos,
tan pobre nuestra despensa, nuestros escaparates y la madera de nuestras
puertas.
Pero en lo alto estaba la tribuna de donde salían lo mismo fieras que
gaviotas que los geranios del porvenir.
Hijo mío, tú sin calcetines, sin la pistola de agua que te hiciste grande esperando,
tu madre sin más techo que sus cabellos,
sin otra piedra en la mano que la certeza de la esperanza.
Tan pobres hemos sido,
pero quienes nos leían las cartillas
fabricaban búnkeres con el soldado de chocolate que tú, hijo, no tuviste,
con los calcetines que te trajo un líder
desde sus incandescentes reuniones europeas
adonde iban los líderes a recibir el cartabón, el compás
con que se fabricarían los esplendores de todos, entre ellos el tuyo, hijo mío,
que pasaste por la niñez sin alcanzar
el juguete que por otros decires tú soñabas.
Tan pobres hemos sido, mujer, hijos míos, madre
que por tu hijo diste la última uña que guardabas,
el pequeñito fuego restante de tus pupilas.
Tan pobres hemos sido,
pero todos tuvimos escuelas al pie de las flores
un médico en cada amanecer
un atleta que ponía tu nombre y el mío y el de todos
y el de la patria, el nombre de la patria,
en lo más alto de las colinas de todas las galaxias,
mas no bastaba:
hemos bebido nuestra propia sangre en forma de conos
hemos bebido nuestra propia sangre en forma de estrellas partidas
hemos bebido furtivamente la sangre del hermano
hemos negado la patria a aquellos que también la amaban
hemos hecho de la patria un sudario de discursos
una Pena de Muerte eterna
un zoológico donde no hay raros animales.
Perdóname, patria,
perdóname dorada naranja de la patria
perdóname porque yo también asesiné a la patria en nombre de la patria
yo también firmé el decreto donde hacía a todos los hombres iguales,
donde cada hombre respiraría el mismo oxígeno, la misma cantidad, a la hora
misma,
yo también hice el giro de la hipérbole a la izquierda
hasta que el brazo de la patria se hizo trizas.
Perdónenme, mujer, hijos míos, patria:
tan pobres hemos sido,
nunca hemos tenido una pecera
también por mi culpa,
perdónenme hoy esta amargura, esta franqueza.
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24
Siamo stati così poveri, moglie, figli miei,
così povera la nostra dispensa, i nostri mobili e il legno delle
[nostre porte.
Ma in alto c’era il podio dal quale uscivano al tempo stesso belve,
gabbiani e gerani dell’avvenire.
Figlio mio, senza calzini, senza la pistola ad acqua ti sei fatto
grande sperando,
tua madre senza un altro tetto che i suoi capelli,
senza altra pietra in mano che la certezza della speranza.
Siamo stati tanto poveri,
ma coloro che ci leggevano le istruzioni,
costruivano bunker con il soldato di cioccolato che tu, figlio, non
[avesti,
con i calzini che ti portò un leader
dalle sue incandescenti riunioni europee
dove andavano i leader a ricevere la squadra, il compasso
con cui fabbricare le ricchezze di tutti, anche le tue, figlio mio,
che hai passato la fanciullezza senza ottenere
il giocattolo che sognavi.
Siamo stati così poveri, moglie, figli miei, madre
che per tuo figlio donasti l’ultima unghia che tenevi da parte,
il piccolo fuoco residuo delle tue pupille.
Siamo stati così poveri,
ma tutti abbiamo avuto scuole ai piedi dei fiori
un medico per ogni alba
un atleta che metteva il tuo nome, il mio, quello di tutti,
quello della patria, il nome della patria,
nel punto più alto delle colline di tutte le galassie,
ma non bastava:
abbiamo bevuto il nostro stesso sangue in forma di coni
abbiamo bevuto il nostro stesso sangue sotto forma di stelle
spezzate
abbiamo bevuto furtivamente il sangue del fratello
abbiamo negato la patria ad altre persone che pure l’amavano
abbiamo fatto della patria un sudario di discorsi
una Pena di Morte eterna
un giardino zoologico dove ci sono strani animali.
Perdonami, patria,
perdonami splendente arancia della patria
perdonami perché anch’io ho assassinato la patria in nome della
[patria
anch’io ho firmato il decreto che rendeva tutti gli uomini uguali,
per cui ogni uomo avrebbe respirato lo stesso ossigeno, la stessa
[quantità,
alla stessa ora,
anch’io ho volto l’utopia a sinistra
fino al punto di fare a pezzi il braccio della patria.
Perdonatemi, moglie, figli miei, patria:
siamo stati così poveri,
non abbiamo mai avuto un acquario
anche per colpa mia,
perdonatemi oggi questa amarezza, questa franchezza.
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Félix Luis Viera (Santa Clara, Cuba, 1945). Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba), Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba) y La patria es una naranja (Ediciones Iduna, Miami, EE UU, 2010, Ediciones Il Flogio, Italia, 2011); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002, Editorial L´ Ancora del Mediterraneo, Italia, 2005), la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005) y El corazón del Rey (2010, Editorial Lagares, México). Su libro de cuentos Las llamas en el cielo
es considerado un clásico de la literatura
de su país. Sus creaciones han sido
traducidas a diversos idiomas y forman parte de
antologías publicadas en Cuba y en el extranjero. En
su país natal recibió varias distinciones por
su labor en favor de la cultura. Fue director de
la revista Signos, de proyección internacional y
dedicada a las tradiciones de la cultura. En
México, donde reside desde 1995, ha colaborado en
distintos periódicos con artículos de crítica
literaria, de contenido cultural en general y de
opinión social y política. Asimismo, ha impartido
talleres literarios y conferencias, y se ha
desempeñado como asesor de variadas publicaciones.