Presentacion del libro Un día habrá que contarlo (Editorial Silueta, Miami 2013) del escritor húngaro Levente Csender, en Ivan Galindo Art
Studio (2248 SW 8th St, Miami, FL 33135), en la noche del sábado 27 de julio de 2013.
UN DÍA HABRÁ QUE CONTARLO
Palabras de presentación por Sindo Pacheco
Un día habrá que contarlo, del autor húngaro Levente Csender, es una obra marcada por la desesperanza y la alienación, que no nos dejará indiferentes. Sus historias, muy cercanas a nosotros los latinos, especialmente los cubanos, relatan la etapa final del socialismo rumano. Sin embargo, estas historias de Levente no me recuerdan la Cuba de la época soviética, sino la posterior al llamado Período Especial. Sus personajes sueñan con marcharse, se mueven alcoholizados por las tramas de sus relatos, rozando a veces el humor y a veces la tragedia, ocupados en el diario subsistir, en cómo resolver el día a día, mientras la vida envejece en la más absoluta dejadez.
Levente Csender es un contador de historias. Alguien nacido para comunicar experiencias. Sin alardes formales ni retóricos, ni regodeos innecesarios, sus relatos avanzan hacia la resolución definitiva. Su prosa es dinámica, certera, de frases cortas y sintéticas. De modo que el lector se va dejando llevar sin esfuerzo, sin observar siquiera las palabras, sino lo que éstas transportan como debe ser en la buena narrativa.
Veamos una breve descripción del relato Mujer Llorando:
Un viento helado sacudió la puerta del cementerio. Era el día de los muertos. Los copos de nieve labraban el rostro de los que luchaban con las velas. Los pinos se zarandeaban tratando de sacudirse la capa de hielo. Las cintas de las coronas deshechas flotaban al viento; la tierra
negra, congelada, aparecía aquí y allá. El canto del chantre se mezclabacon el Norte que soplaba, y el sacerdote recitaba oraciones sobre la paz eterna.
El húngaro o magyar, idioma de Levente, solamente lo hablan alrededor de 14 millones de personas. De modo que es vital para sus escritores depender de las traducciones a otras lenguas. De modo que es meritorio elogiar la traducción de Gyorgy Ferdinandy, mediante la cual hemos podido acceder al drama humano que se vive en estas páginas. Vale la pena comprar el libro y sumergirnos en una realidad de un territorio de Europa, poco conocido por el público latino, aún cuando podría afirmarse que Cuba y Transilvania son, de un pájaro las dos alas, de no ser por el tamaño oceánico del ave.
Muchas gracias.
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Palabras de Levente Csender
¡Buenas noches!
En la parte del mundo de donde yo vengo, se sabe muy poco de ustedes. Más o menos que hay una ciudad en América, con una playa preciosa, donde rodaron la serie televisiva Miami Vice.
Cuando contaba a mis amigos que tendré un libro en español, me felicitaron. Cuando añadí que saldría en Estados Unidos, me miraron sorprendidos. Y cuando precisé que me editaba una casa cubana, se confundieron definitivamente.
Tengo que confesar que me sorprendió a mí también que mis historias de Transilvana (que en la misma Hungría a veces no se entienden), empiecen a sonar en otro idioma, al otro extremo del mundo.
Rodolfo Martínez Sotomayor, mi editor, dijo que su primera reacción fue que estos textos mío son relatos a cien por ciento cubanos. Lo juro solemnemente que no sé escribir relatos cubanos. Sólo escribo relatos. Es la mueca de la historia, que con ustedes en Cuba pasó lo mismo que con nosotros en Rumanía bajo la dictadura de Ceausescu. Muchos murieron, otros emigraron y cuando creíamos que esto quedaría así para siempre, vino la revolución y todo se acabó.
Claro, para que todo esto no se quede en húngaro, una lengua aislada sin parientes, se necesitaba a un refugiado de otra revolución, la húngara del 56, Gyorgy Ferdinandy que con su colaboradora María Teresa Reyes decidió transportar la literatura húngara contemporánea al público hispano de Estados Unidos. Son ellos que después de la trágica desaparición de Heriberto Hernández Medina, el poeta cubano con quien colaboraron anteriormente en Bluebird Editions, encontraron el apoyo de la Editorial Silueta, con Rodolfo Martínez Sotomayor y Eva M. Vergara, sus directores. Es de esa nueva colaboración, apoyado por el ministerio de la cultura húngara y de la asociación de escritores húngaros que salió el libro aquí presente.
Les doy las gracias a todos ellos. Esto se llama la coyuntura feliz de los planetas. La labor del escritor consiste en escribir, y dejar que los ángeles y los diablos empiecen a luchar por él.
¡Esta vez ganaron los ángeles!
Gracias por estar aquí esta noche.
Fotos/Cortesía de Eva M. Vergara (Editorial Silueta)
para el blog Gaspar, El Lugareño