Wednesday, March 11, 2015

Los cubanos actuales: 72 por ciento de genes de ancestros europeos, 20 por ciento de africanos y ocho por ciento nativo americano


La Habana, 10 mar (PL) Como promedio, los cubanos actuales tienen 72 por ciento de genes de ancestros europeos, 20 por ciento de africanos y ocho por ciento nativo americano, señala hoy una nueva investigación.
La doctora Beatriz Marcheco, directora del Centro Nacional de Genética Médica, explicó que ese estudio sobre la estructura genética de la población cubana y su origen étnico, fue realizado en una muestra diseñada por la Oficina Nacional de Estadísticas.

El muestreo representa a las personas de todas las provincias cubanas, así como el 81 por ciento de los municipios del país.

La especialista en Genética Clínica dictó una conferencia magistral sobre mestizaje étnico e identidad genética en Cuba, en la Convención Internacional de Antropología Anthropos 2015, que sesiona esta semana en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Por primera vez, indicó a Prensa Latina la doctora Marcheco, se utilizó una tecnología para rastrear en la información genética (ADN) la presencia de genes de origen africano, nativo americano y europeo, que son los grupos principales que originaron la población cubana.

Este estudio es importante no solo para la genética sino también para las ciencias médicas en general, para la historia, la antropología y la sociología, pues completa el estudio de las caraterísticas de la población cubana, comentó la doctora.

Desde el punto de vista médico su importancia radica -apuntó- en que facilita conocer las causas de las principales enfermedades en los cubanos, pues muchas están asociadas a factores de riesgo genético, como el cáncer y las afecciones cardiovasculares y cerebrovasculares.

Los pasos futuros en este estudio -explicó la investigadora- están relacionados con buscar la predisposición genética relacionada con el origen ancestral de la población cubana.

Monday, March 9, 2015

Poemas, dibujos y agradecimientos a Rodrigo de la Luz

Agradezco a Rodrigo quien lleva su Luz al Versailles casi cada día de la semana por el regalo de tres de sus poemarios, y por las dedicatorias que en cada uno de ellos me ofrece.

Les comparto una mirada a cada uno de los volúmenes recibidos y les invito visitar a Rodrigo escritor, escultor, pintor en  su mesa de tesoros literarios en una esquina del parqueo del restaurante Versailles.

Muchas gracias amigo,

Gaspar, El Lugareño


 
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(acuse de recibo) Nuevo número de la revista literaria "Conexos"

Amigos,

Los invitamos a leer el número de la revista de arte y literatura, Conexos perteneciente al mes de marzo.

Hace catorce años un joven escritor cubano se suicidó en Minnesota, Juan Francisco Pulido (1978-2001). Niño precoz, adolescente que deslumbró por su talento literario. Padeció el acoso, la cárcel y la expulsión universitaria por sus ideas a favor de la libertad. Llegó a Miami como refugiado político, cargado de sueños con su libro Mario in the Heaven’s Gate, ganador en un concurso auspiciado por la revista católica Vitral, donde paradójicamente todos sus personajes buscan la muerte a través del suicidio. Mantuvo una fugaz amistad con varios escritores de Miami, que impactados con su muerte, y sin ponerse de acuerdo unos con otros, lo hicieron fuente de varias creaciones literarias. Como un tributo a la amistad, se recopilaron esos trabajos en el libro Palabras por un joven suicida (Editorial Silueta, 2006).

Cinco años después, saldría su antología personal Es triste ser gato y ser tuerto (Editorial Silueta, 2011) donde se reunieron todos sus artículos, cuentos y poemas, algunos premiados durante su breve existencia.

Al cumplirse el catorce aniversario de su muerte, la revista Conexos le dedica un dossier con algunos de sus textos y otros alusivos a su vida y obra literaria.

(USA) Nine-in-Ten Catholics View Pope Francis Favorably


(Pew Research Center) Nearly two years after becoming the leader of the Catholic Church, Pope Francis continues to grow more popular among Americans.

Fully nine-in-ten U.S. Catholics now say they have a favorable view of Francis, including nearly six-in-ten who have a “very favorable” view. Francis’ favorability rating among U.S. Catholics is comparable to ratings for Pope John Paul II in the 1980s and ’90s, and has surpassed any favorability rating for Pope Benedict XVI in Pew Research Center surveys.

Among U.S. General Public, Seven-in-Ten Rate Francis FavorablyAs they have gotten to know more about him, non-Catholics also have grown more admiring of Pope Francis. Among U.S. adults overall (Catholic and non-Catholic), seven-in-ten see the pope favorably, up 13 points since the days immediately following his election in March 2013. The share of Americans who see Francis unfavorably has remained relatively steady, and is now 15%. Fewer U.S. adults now say they have no opinion or don’t know enough to rate the pope (15%) than said the same in March 2013 (29%).

Pope’s Popularity Broad BasedThe latest Pew Research Center survey, conducted Feb. 18-22, 2015, on landlines and cellphones among a national sample of 1,504 adults, finds that the pope’s popularity is very broad based. He is most widely admired by Catholics, but six-in-ten Protestants and two-thirds of the religiously unaffiliated also view him favorably. He is viewed more favorably by Americans over the age of 65 than among those under 50, but even those in the latter category express mostly positive opinions about Pope Francis. Both men and women give Francis a positive rating, and Republicans and Democrats are united in their esteem for him. (Read full report)

Friday, March 6, 2015

Mirada (por Félix Luis Viera)

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Nota del blog: Mirada es uno de los cuentos incluidos en el libro El Precio del Amor, de Félix Luis Viera, que se presenta en Miami el próximo sábado 21 de marzo a las 2. 00 p.m. en la tertulia literaria La Otra Esquina de las Palabras (Café Demetrio, 300 Alhambra Circle, Coral Gables, Fl 33134).

El prólogo del volumen escrito por Amir Valle, lo puedes leer en Gaspar, El Lugareño: De Cacerías, Grávidas Ilusiones y el Inefable Precio del Amor.

El libro se  puede adquirir en Amazon haciendo clic aquí.
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Mirada

a Joel Franz Rosell



La muchacha vio pasar a los hombres desbordando los tres camiones, lentos camino afuera, hacia el albergue. 

Muchos de los hombres miraron a la muchacha, quien estaba de pie, junto a la puerta de la casa, con una flor mariposa prendida en un lado de la cabeza, cuya blancura contrastaba con su cabellera oscura. Aun algunos de los hombres, sin quitarle la vista, le dijeron algo en alta voz aludiendo a su figura, su belleza. De ellos, hubo uno que la miró más que los otros, más tiempo y más adentro tal vez.

Cuando los hombres llegaron al albergue revisaron, afianzaron, tensaron literas, determinaron el sitio más propicio para sus pertenencias.

Luego del almuerzo la mayoría se acostó. Ya se habían olvidado de la muchacha. Menos uno, el que más tiempo y más adentro la había mirado al pasar.

Luego del almuerzo la muchacha se acostó; no había olvidado la masa de hombres pasando sobre los tres camiones, pero sólo recordaba a uno: el que la había mirado como si lo hiciera por dentro, como si la mirara para toda la vida, pensó. Puso la flor mariposa en un vaso con agua sobre un mueble junto a la cama, y se durmió. Y soñó con el hombre que más adentro la había mirado al pasar.

El hombre se durmió, tratando de obviar el calor que parecía prensado, sólido, metiéndose como en bloques desde el techo hasta las literas. Soñó con la muchacha. Soñó unas trescientas veces con la muchacha en ese sueño de una hora más o menos. Siempre lo mismo: ella diciéndole adiós desde la puerta de su casa mientras él pasaba en el camión.

En ese mismo momento la muchacha soñaba que el hombre pasaba una vez tras otra en el camión y ella le decía adiós.

El hombre despertó de mal humor porque era un sueño ridículo. Pensó que los sueños, ya que lo son, podrían ser más prácticos, al menos un poco más ambiciosos, más abarcadores de esa realidad que debería ser propia de los sueños; pues, ya que lo son, se dijo, para qué sirve un sueño que ofrezca menos que una realidad.

La muchacha despertó de mal humor, pues, aunque los sueños sólo los sabe el que los sueña, se halló en este un poco estúpida por dedicarse únicamente a ver un hombre pasar y decirle adiós; sin hacer algo más que decirle adiós a un hombre que cruzaba constantemente en el camión y la miraba de esa forma que, estaba segura, nadie la había mirado y tal vez nadie la miraría nunca más. La muchacha se dijo que jamás el hombre sabría que ella había visto su mirada exactamente como él se la había dirigido, ni mucho menos, sabría que ella había soñado con él. Él, pensó, se entretiene ahora entre un grupo tan numeroso y ya no recuerda nada. Pero si pasara otra vez, si me mirara otra vez como entonces o como cuando lo soñé, no haría lo que hice en el sueño, sino que iría hacia él, le hablaría o le pediría que me hablara; entonces, este sueño me ha servido de algo, se dijo. Tomó la mariposa y se la puso en el cabello, donde la llevaba cuando cruzaron los hombres en los tres camiones.

El hombre se vistió y salió bajo las casuarinas que rodeaban al albergue, vio que las hojillas caídas habían formado un grueso colchón en el techo, que seguramente atenuaba el calor. Se sentía molesto porque estaba seguro de que la muchacha había mirado al grupo en cada camión y jamás sabría que él había sentido mirarla de otra manera, como si lo hiciera desde otra tierra humana diferente al resto. Pero es imposible, se dijo, que ella mirara a una sola mirada que viaja en tan cerrado grupo en movimiento. Y molesto además porque luego había soñado con ella, con esa tontería de sueño, razonó, porque ella nunca sabría que él, alguien a quien no conocía, la había mirado de esa forma y luego había soñado con ella. Entonces meditó que este era un argumento decididamente contundente: él había soñado con ella, él, un desconocido, había soñado con ella, una desconocida. Si la viese de nuevo le diría todo esto, le diría, para empezar, que debía hablarle porque había soñado un sueño cretino donde la veía diciéndole adiós y él pasando constantemente, y eso no era justo; sí, le haría saber que este sueño le había prendido la soberbia y llevado a expresarle que no era justo que un hombre que sintió mirarla así como él lo hizo, estuviese sufriendo un rato después esa miseria de sueño con ella.

Sobre las tres y treinta la muchacha fue al portal. Unos minutos después salió al camino de tierra y miró hasta la curva donde este se perdía de vista; luego de la curva se hallaba el albergue.

Sobre las tres y treinta el hombre pasó las lajas que hacían el caminillo desde el comedor al terraplén, miró hacia allá y vio la curva que mataba el camino ahí mismo, no era posible ver más allá, hacia la casa donde la había visto al pasar.

El sol estaba fuerte. Alrededor de las cuatro la muchacha volvió adentro, se acostó de nuevo y de nuevo colocó la mariposa en el vaso.

El sol estaba fuerte. Alrededor de las cuatro el hombre entró en el comedor. Tomó la merienda que repartían y, cerca de las cinco, terminaron una reunión allí mismo. El hombre no logró atender muy bien a lo dicho por las autoridades en la reunión, sólo, con un esfuerzo casi supremo, condensar que era imprescindible limpiar los cañaverales que les correspondían en los seis días que estarían allí, aun con las lluvias que casi todas las tardes se dejaban caer, aun con el agua en los surcos, no había otra solución.

Poco después de la reunión, el hombre se acostó nuevamente, vio que las sombras, como uniéndose por pedazos, iban ocupando todo el hueco del techo. Pensó en lo mismo.

La muchacha, acostada, pensó en lo mismo. Pensó, entre otras posibilidades propias más bien de un sueño, que si el hombre viniera hasta la casa, ella, sin más, le contaría todo como si fuera un hombre a quien conociera desde mucho tiempo, desde toda la vida, aunque a él le pareciera absurdo. Pero absurdo era, se dijo, imaginar que el hombre llegara a su casa sin más preámbulo, a decirle qué, con qué motivo. A las seis, la muchacha se bañó y a las seis y treinta fue a la mesa. Durante la comida esquivó como pudo los comentarios de sus padres en cuanto a su mutismo, su ensimismamiento, su vista perdida más allá de los platos, el mantel, los cubiertos. Después de comer fue al patio y cortó una mariposa con las que sustituyó a la que ya se había marchitado. Vagó por el portal, miró hacia varios puntos y por fin se sentó en un sillón, solitaria, en la sala.

A las seis el hombre se bañó y las seis y treinta fue al comedor. No habló con nadie, sentía que cierta ira, que creyó sin asidero, sin raíz, sin causa original le iba creciendo. Vagó alrededor del comedor, entre los arbustos y las flores y, sin escoger ni mirar a derechas, tomó la primera a su alcance. Fue a sentarse a la puerta del albergue. Pensó que por primera vez en su vida—que era aún breve— lo tomaba esa sensación de estar solo dentro de un grupo.

A las siete y treinta comenzó un aguacero que no dejaba escuchar un ruido más allá de medio metro. El hombre fue hacia su litera. La muchacha fue hacia la cama. El hombre miró hacia arriba y quedó escuchando el sonido de la lluvia sobre el techo. La muchacha miró hacia arriba y quedó escuchando el sonido de la lluvia sobre el techo. El hombre recordó el sueño de la muchacha y a la muchacha y quedó dormido y soñó el mismo sueño, la muchacha quedó dormida y soñó el mismo sueño. Él que pasaba cientos de veces y ella le decía adiós, ella que él pasaba cientos de veces y ella le decía adiós.

Como a las nueve y treinta dejó de llover. Él se levantó, prendió un mechón, se vistió, la muchacha se levantó, encendió un quinqué, se vistió y regresó al sillón.

El hombre fue hacia el camino de tierra. Al salir por la puerta del albergue ya estaba tras él —unos con la vista y otros con franca presencia— un grupo que ya, mientras él se vestía, le había preguntado con insistencia qué le pasaba, hacia dónde iba. El hombre le entró derecho al camino de tierra, por el mismo medio, el fango en algunos pasos le iba más arriba de la caña de las botas; no era un novato, sabía que al fango de un camino en una noche eficientemente oscura como esa, debía entrarle como lo había hecho, con la seguridad absoluta de que se iba a enfangar de todas formas.

El hombre, al pasar la curva, miró todo lo lejos posible y vio una luz encendida, a la derecha. Quizás es en la misma casa, se dijo. Al pasar la curva había sentido que no sólo el camino, sino él mismo, marchaba por un plano recto, sintió que iba él en un sentido verdaderamente recto; comprendió que esto debía ser una simple sensación y que algo o mucho podría haber de lírico, mítico, cursi, en esa sensación, pero no obstante estuvo conforme con sentir así y, sobre todo, estaba seguro de sentir así, que era lo más importante, se repitió. No se veían estrellas ni más luces hacia los puntos cardinales. Y solo dos sonidos: el constante de sus botas chapoteando en el fango, el alterno de algunos perros a los lejos. Siguió caminando.

El hombre era pleno fango. Pensó que la luz sería una ilusión puesto que por segundos se le perdía, pero luego confirmó que sólo ocurría cuando se pegaba al borde del camino, y alguna rama la tapaba, según el vaivén del paso. Ahora estaba seguro que existía: era una luz cercana, una verdadera luz dentro de una verdadera casa cerrada cuyos contornos ya se vislumbraban en la oscuridad. Verificó, por la posición del camino, sus bordes, los árboles, el olfato tal vez dentro de la negrura, que era la misma casa en la que, por la mañana, vio a la muchacha y la miró con una mirada de nunca antes y nunca después. Llegó. Abrió una puerta de madera, de resorte, pasó y avanzó por una tira al parecer de ladrillos, entonces fangosos, que iban desde la cerca, junto al camino de tierra, hasta el portal.

La muchacha, desde el sillón, escuchó el golpe de la puerta allá en la entrada y unos pasos que avanzaban hacia la casa. Escuchó que raspaban el fango de las suelas contra el canto de cemento, donde comenzaba el portal. Luego los pasos ya dentro del portal, y tocaron a la puerta. La muchacha sonrió. Y fue a abrir.


Abril de 1983

Wednesday, March 4, 2015

De Cacerías, Grávidas Ilusiones y el Inefable Precio del Amor (por Amir Valle)

 

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Nota del blog: El Precio del Amor se presenta en Miami el próximo sábado 21 de marzo a las 2. 00 p.m. en la tertulia literaria La Otra Esquina de las Palabras (Café Demetrio, 300 Alhambra Circle, Coral Gables, Fl 33134). El libro se  puede adquirir en Amazon haciendo clic aquí
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 De Cacerías, Grávidas Ilusiones
 y el Inefable Precio del Amor
 Prólogo a la segunda edición de El Precio del Amor, de  Félix Luis Viera (Alexandria Library, Febrero 2015)


por Amir Valle
Berlín, Enero de 2015



Todavía recuerdo la impresión que tuve (creo que por allá por 1991 o 1992) cuando terminé de leer el libro de cuentos Precio del amor, de Félix Luis Viera, publicado con una horrenda portada por Letras Cubanas en 1990. Esa portada (o mejor, ese sello de esperpéntica indigencia con la que perpetraba por esos años sus portadas la más prestigiosa editorial cubana) y la coincidencia de que Viera era (y sigue siéndolo) uno de mis cuentistas cubanos favoritos por su poderosa singularidad al recrear sus mundos de ficción, me hizo tener una de mis primeras discusiones sobre los vínculos entre la estética y el contenido a la hora de presentar una obra literaria, entre mi visión de que un libro era (también) una mercancía que debía ser atractiva si quería venderse y mi credo (confirmado con los años posteriores cuando se impuso en Cuba la impresión del sistema Riso y otras carencias tecnológicas) de que un gran texto literario merece una gran cobertura en materia de calidad, belleza, elegancia, arte. Hoy, luego de ver varios de mis títulos publicados en editoriales comerciales donde se prioriza mucho ese golpe de vista para que el lector se interese en comprar el libro, me sonroja recordar la escandalosa ilusión con la que yo mismo asistí a la publicación de mis libros en editoriales cubanas a pesar de que todos tenían también portadas horrendas.

La respuesta del escritor a quien solté en cara aquellas dudas (confieso, ese mismo Eduardo Heras León a quien acaban de otorgarle el Premio Nacional de Literatura este 2014) fue de un pragmatismo aplastante: “hacemos lo que se puede, con lo que se puede, Amir, y hay que dar gracias a que se publican”, me dijo, y luego de una pausa en la que vi su frente acanalarse con esas arrugas típicas que me hacían saber que pensaba, remató: “además, los escritores cubanos nos podemos dar golpes de pecho porque todos, hasta los más malos, tienen miles de lectores”.

No es una anécdota traída por los pelos. La rememoro aquí con toda intención. Primero, porque Heras León fue quien me exigió leer a (fueron exactamente sus palabras) “uno de los cuentistas cubanos más originales”. Mencionó dos libros: En el nombre del hijo y, haciendo énfasis en esto de la originalidad, Las llamas en el cielo. Segundo, porque justo ese día de nuestra discusión (y lo fue, pues me empeciné en decir que el mal gusto no podía justificarse por la escasez de recursos) lo aprovechó Heras para darme otra de esas recomendaciones a las que, es justo reconocerlo, debo mucho de lo que he logrado en mi carrera como escritor. En esos años me aterrorizaba cuando en una historia debía incluir una escena de amor: “¿Te fijaste en el modo en que Viera se mete en esas historias tan cotidianas”, me dijo entonces. “Este libro puede enseñarte mucho sobre cómo contar una historia de amor sin caer en las cursilerías y los lugares comunes de los principiantes”. Y así, luego de leer las ocho piezas narrativas de Precio del amor, escribí un cuento que transcurre justamente en esa ciudad, México, que Viera conoce ya tan profundamente en espíritu y terrenidad: mi primer cuento de amor. Tal vez esa fue la causa de la alegría nostálgica que sentí cuando me propuso escribir estas palabras, a modo de prólogo a esta reedición que espero tenga, esta vez sí, una portada digna.

Félix Luis Viera, lo digo sin que me tiemble la voz, pese a la brevedad de su obra cuentística, sigue siendo uno de los cuentistas más originales de las letras cubanas. El sello que impuso en Las llamas en el cielo, que remarcó luego con En el nombre del hijo y que cotidianizó (permítaseme esta licencia del uso verbal) en Precio del amor no ha sido aún superado (ni siquiera imitado) por ningún otro narrador cubano. Pertenece a esa rara (y escasísima) especie de cuentistas cuya obra son hitos perfectamente identificables por la singularidad de su estilo junto a, por sólo citar a los que me parecen más interesantes, Lino Novás Calvo, Virgilio Piñera, José Lorenzo Fuentes, Antonio Benítez Rojo, Eduardo Heras León (éste básicamente en sus dos primeros libros: La guerra tuvo seis nombres y Los pasos sobre la hierba), Carlos Victoria, Achy Obejas, Aida Bahr, Guillermo Vidal Ortiz, Daína Chaviano (su cuentística fantástica) o Ángel Santiesteban.

Precio del amor, digámoslo también con claridad, es uno de los libros más hermosos y desenfadados escritos en Cuba sobre el tema del amor entre sexos distintos. Hermoso, en tanto cada una de las narraciones combina esa meticulosidad (un respeto exquisito por el lenguaje y sus posibilidades comunicativas) con la que Viera escribe y el singular poeta que, también, es Viera. Desenfadado, en tanto las tramas narradas cargan con todas esas imbricaciones irreverentes, lúdicas, sensuales con las que los seres humanos practican desde el inicio de los tiempos ese juego de seducción racional (y a la vez libidinosamente animal) que busca terminar en amor o, simplemente, en cópula.

La propuesta de miradas hacia el amor de Félix Luis Viera en este libro es tan diversa como diverso puede ser ese momento en la vida de cada persona: Un esposo aplastado por el tedio matrimonial que, mediante la frustración de un ser marginal, perdedor y borracho se enfrenta a muchas preguntas sobre su propio matrimonio (“En tantas cosas”); la pesada y frustrante carga de la infidelidad cuando traición, amor y compasión aderezan el triángulo amoroso (“Dos malas palabras”); el callejón sin salida al que conduce la seducción cuando las circunstancias empañan los límites entre el deseo, la cordura, la racionalidad y la decencia (“Problema versus problema”); la sorpresa exultante de un hallazgo que se creía muy lejano, inextricable (“Solo en la noche”); la anhelada, casi cierta y sensual posibilidad de un abrazo que la fatalidad trunca (“Cursi y sensiblera historia de amor”); la consumación de la llamada secreta del deseo entre dos seres que las apariencias y las convenciones podrían mantener como dos extraños (“Mirada”); la voluptuosidad engañosa del galanteo, sus terribles y desilusionadoras trampas (“Noemí”) y el juego de los sueños en torno a las pasiones, a los reprimidos apetitos de la sensualidad, a las ilusiones de lo que podría ser (“Circuito abierto”).

Uno de los detalles más significativos de este libro es el equilibrio que mantiene Viera a la hora de abordar la sensibilidad y el modo de pensar y reaccionar de sus protagonistas femeninas que, a pesar de que son observadas desde la perspectiva del hombre que en cada cuento es coprotagonista de la historia, logran trasmitir ese universo complejo de limitaciones, liberalidades, costumbrismos arraigados, prejuicios y conquistas que rodean el accionar de la mujer moderna, ya sea en Cuba o en los países desarrollados donde transcurren algunas de estas tramas. Y es que se prioriza la ubicación de las protagonistas en peripecias muy lejanas de los esquemas clásicos de la indefensión femenina, de su habitual categorización como “sexo débil” o incluso en la utilización de la figura de la mujer como un ser superior, a veces femme fatale: la mirada con la que el escritor arma el esqueleto, la carne y el ámbito espiritual de sus personajes femeninos las coloca en igualdad de condiciones, aspiraciones vitales y poder de resolución en ese antes mencionado rito eterno del juego del apareo en la especie; balanza esta que confiere a cada una de las piezas narrativas el carácter de lidia, de racional contrapunto de los sentidos más íntimos, y al mismo tiempo de puesta en escena donde los personajes serán víctimas según su elección al ejercer el libre albedrío respecto a la eticidad de la relación entre pareja o a la pura carnalidad que desata el desenfreno del deseo. Racionalidad y animalidad se verán así enfrentadas, curiosamente retroalimentándose, y es en esa pugna donde las simples historias contadas por Viera se elevan como verdaderas reflexiones sobre tan cotidianos (y por qué no, burdos, repetitivos) asuntos de la vida. Sus aparentes simples historias de amor, gracias a ese contrapunto entre el raciocinio y el comportamiento instintivo del animal que somos, se convierten en un inquisitivo acercamiento a un asunto vital de las relaciones humanas. Cacerías frustradas, grávidas ilusiones, desengaños aplastantes, soledades rebeladas contra uno mismo: el inefable precio del amor, en fin.

No por sabido, debe obviarse otro detalle: Félix Luis Viera es uno de esos cuentistas que tienen el raro don de cargar sus cuentos con densas cuotas de suspenso sobre el devenir de la trama; de ahí que sea natural sentir ese deseo de continuar leyendo, pues una fuerza invisible nos hala, nos obliga a seguir dilucidando el hilo de Ariadna colocado magistralmente a lo largo de las historias. Pero también es de esos autores que prefiere (para decirlo al modo de Cortázar) al “lector macho”, ese que no se queda esperando a que el narrador le devele todas las claves, pues necesita también formar parte de lo que se cuenta, aunque sea poniendo su versión (su visión, su decodificación) sobre los sucesos que va leyendo. Y es así que, impelidos hacia el fin por un cántico de sirenas que no puede ser jamás eludido, cada una de estas anécdotas escenificadas en medio de una atmósfera tan ordinaria y repetitiva como la del amor tendrá una moraleja para descifrar, y esa moraleja dependerá no sólo de nuestra capacidad para desentrañar esa cualidad que tiene la buena literatura, el buen arte: su polisemia, sino también de nuestra personalísima experiencia de vida ante esas mismas situaciones que el escritor ha ficcionado.

La prosa limpia, a ratos poética, a ratos crudamente narrativa, y la capacidad de Viera para dar visualidad a las escenas, para construir personajes absolutamente naturales y creíbles, junto a la elección del diálogo justo, de la descripción necesaria (tal vez siguiendo aquel credo de Chéjov de que un personaje podría caracterizarse sólo por la forma de su bigote, o por un lunar) confieren a Precio del amor, además, la cualidad de libro rotundo, aportador también en el terreno de la hechura literaria. De modo que, vistas ya sucintamente algunas de las virtudes más notables de este libro, me atrevería a hablar de la perfecta conjunción de un ciclo cuentístico que comenzó con aquella zambullida del escritor a los mundos fantasmagóricos más absurdos e íntimos que nos habitan en Las llamas en el cielo; que continuó con ese entramado de peripecias también ensoñadoras e íntimas confrontadas con la cotidianidad otra (esa que habita afuera en el mundo de las convenciones sociales) en los cuentos de En el nombre del hijo, para terminar en esta etérea incursión en los ámbitos del espíritu y la carnalidad más humana a partir del precio a pagar al ejercer el más humano y divino de los dones: el amor. 

La antigua Plaza del Gallo en una postal decimonónica (por Carlos A. Peón-Casas)


Mucho llovió ya sobre este sitio citadino. La antigua foto que lo retrata a finales del siglo XIX nos da las evidencias ya extintas de ese pasado difícilmente rescatable, donde su primigenia apariencia es un contraste bien llamativo con su actual conformación.

De todos los edificios que hoy conocemos, sólo atiene a conservar su apariencia, el que ocupaba el célebre establecimiento comercial entonces y ahora denominado “El Camino de Hierro”, al menos en su estructura fundacional, luego de la potente reconstrucción, y reconversión al giro de la restauración y la hotelería, que se le operó en su depauperado esqueleto fundacional.

Por su lado corren las antiguas calzadas de la Reina y la del Comercio, y justo por el lado de la segunda citada, y hasta alcanzar la de la Soledad, alcanzamos a ver la iniciática estructura de una sola planta y techo de tejas, del que sería con el tiempo, otro famoso establecimiento conocido como El Gallo, y que desde su muy posterior erección, diera nombre a la plaza, hasta ese minuto siempre identificada por el nombre de la señorial iglesia que la preside: de La Soledad.

Por el lado izquierdo de la foto, tenemos una vista bastante completa de la antigua calle Soledad, a lo largo de la cual se sucedían muy sólidas construcciones coloniales que luego darían paso ya en el siglo XX, a otros inmuebles de factura moderna, como es el caso de los cines Encanto y Casablanca, construidos sobre los solares derruidos de aquellas casonas de larga y rancia prosapia puerto-principeña.

Justo en la esquina de Soledad con Reina, se ubicaba un establecimiento, que desde finales del diecinueve ya prestaba servicios de restauración y hospedaje Justo en la misma plaza, pero en posición opuesta, por la calle Soledad, el reconocido Hotel Telégrafo.

La foto que hace esta postal de hoy, nos lo descubre todavía de una sola planta con su recia techumbre de tejas. Luego en su sitio se alzaría el edificio de la Compañía de Electricidad, ya con los tres pisos que le conocemos, y que hoy acoge al flamante y recién estrenado Hotel Santa María, de la no menos sofisticada y cara cadena de Hoteles Encanto.


 
 
 Fotos/ Blog Gaspar, El Lugareño
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 Foto tomada del Blog Entre Tinajones

Tuesday, March 3, 2015

Crónica: Acerca de Francisco Coloane, el Joseph Conrad chilleno (por Waldo González López)

 

Pocas semanas atrás, un colegamigo me hizo llegar un libro de interés: Historias del país lápiz, del chileno Patricio Palacios, publicado en 2013 por Ediciones Baquiana en su Colección Senderos de la Narrativa y primer volumen de microrrelatos del también periodista y editor.

Amena lectura, las páginas de Historias… me evocaron las de Francisco Coloane, mi narrador preferido (de la patria de los sendos Premios Nobel Gabriela Mistal y Pablo Neruda) desde que leí su formidable prosa en las novelas El último grumete de La Baquedano y Los conquistadores de la Antártida (aparecidas por la cubana Editorial Gente Nueva), sobre las que escribí mi ensayo “Del chileno universal Francisco Coloane”, luego incluido en mi volumen Escribir para niños y jóvenes, publicado, en su Colección Universo, por la propia Editorial en 1983.

COLOANE, EN EL PRINCIPIO FUE…

Nacido en Quemchi, Chiloé, el 19 de julio de 1910 y fallecido en Santiago el 5 de agosto de 2002, el gran narrador chileno es considerado con razón uno de los más importantes escritores de su país. 

Hijo de un capitán de barcos balleneros (con su padre realizó sus primeros viajes, al golfo de Ancud y al archipiélago de Los Chonos) y de una propietaria agrícola, el futuro narrador cursaría la primaria en las escuelas locales de Quemchi, para luego ingresar al Seminario de Ancud, donde realizara cursos equivalentes al segundo año de educación media. 

Sin concluir sus estudios, comenzó a laborar como secretario, al tiempo que publicaba sus primeros relatos en revistas y diarios de la región. 

Más tarde, en 1929, es contratado como aprendiz de capataz en una estancia ganadera de Tierra del Fuego, experiencia que, junto a otras propias de la región austral (marinero, pastor y cazador de lobos marinos), como asimismo el alistarse en la armada y formar parte de una expedición del buque-escuela Baquedano, le aportarían suficiente material para generar su genuina carrera de narrador de fondo. 

COLOANE, EL NARRADOR 


Destacado integrante de la Generación Literaria de 1938 — grupo situado entre las tradiciones narrativas y la renovación producida en la década posterior—, con certero juicio se ha afirmado que si Salvador Reyes es el narrador del mar, Francisco Coloane es el novelista del sur.

Incorporó a la literatura nacional los paisajes, el mar y las aventuras de la zona austral por ser dueño de una prosa auténtica, por su fuerza y estilo, Coloane expresa en sus novelas la constante batalla del hombre en su complejo entorno: inhóspitas regiones del sur chileno y en las soledades de alta mar, tal se advierte en dos de sus libros más reconocidos, Cabo de Hornos (1941) y El último grumete de La Baquedano (1941) que, escrita en solo quince días, es la más leída en Chile. (Con esta novela inicial, no solo inauguró una notable carrera literaria, sino además le merecería el Premio Nacional de Literatura 1964 por el conjunto de su obra.)

También de 1941, con prólogo del destacado narrador Mariano Latorre, es la ya mencionada colección Cabo de Hornos, donde reunió catorce relatos. 

Ya en estas obras iniciales se revela un prosista sobrio, equilibrado y vigoroso, cuya desnuda prosa fluye entre la amplia y solitaria naturaleza austral, con sus genuinos personajes (ovejeros, indígenas, loberos y obreros de tales regiones) viven y se desviven “en sus tragedias, traumas y obsesiones que los mantienen al borde de la locura, el abandono total o la muerte”, tal ha señalado la crítica. 

COLOANE, EL LONDON SUDAMERICANO


Estos tópicos los aborda asimismo en sus genuinos cuentos reunidos en Golfo de Penas (1945) y —más de dos décadas después— en El chilote Otey y otros relatos (1971), como igualmente en su única pieza dramática: La Tierra del Fuego se apaga (1945), que —llevada al cine en 1955 por el director Emilio Fernández— constituye una honda denuncia de los problemas regionales.

Por ese tiempo, publica su noveleta Los conquistadores de la Antártida (1946) y, casi dos décadas después (1963), reaparece el tema en su novela El camino de la ballena, que relata las peripecias del protagonista, Pecho Nauta, en aguas magallánicas.

Su producción ha sido objeto de múltiples aproximaciones y tanteos; y el sólido autor ha sido denominado por la crítica europea el "Jack London de Sudamérica", en virtud de su cercanía temática con el célebre narrador norteamericano, particularmente en cuando a la compleja praxis del hombre en las indómitas e inexploradas regiones nevadas, coincidentes en ambos: London, en EUA, y Coloane, en Chile. 

COLOANE, “HUGO DEL MAR”

También destacado periodista, comenzaría estas lides en el puerto de Punta Arenas, donde iniciara sus incursiones en esta faena con su columna "Desde el Minarete", firmada con el seudónimo de “Hugo del Mar”. 

A tal punto amaba su “violín de Ingres” o segunda profesión, que desarrolló una prolífica producción como redactor en diversos medios de prensa, para los que escribió numerosos artículos y notas, como colaborador en La Crónica, El Siglo, Las últimas horas y la revista Zig-Zag, de la cual fue redactor político. 

No menor resulta su actuación gremial, que lo llevaría a la presidencia de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y, por su continua participación, tanto en esta asociación, como en el Colegio de Periodistas, que integrara como relevante miembro, le merecería otro importante Premio: el de la Sociedad de Escritores (1957)

COLOANE, ÚLTIMOS TIEMPOS

Entre sus últimos libros destaca Rastros del guanaco blanco (1980), título que algunos críticos consideraron una parábola de Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet, aunque fue también una denuncia del exterminio étnico y de la fauna en Tierra del Fuego

Justamente, una de sus últimas apariciones en público, poco antes de su 90 cumpleaños, fue en ocasión del estreno cinematográfico del filme Tierra de fuego, del cineasta chileno Miguel Littín, inspirada en la novela homónima del autor. 

En 1997 el Gobierno francés le nombró Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. Sus memorias aparecieron, ahora tres lustros atrás, con el título Los pasos del hombre (2000).

Francisco Coloane es, sin duda, uno de los escritores chilenos de mayor relevancia, tanto en su patria como en el extranjero, cualidad ratificada en las continuas ediciones de sus obras en Europa, así como en las reediciones de algunos de sus textos en Chile.



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WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ (Puerto Padre, Las Tunas, Cuba. 1946) Poeta cubano, ensayista, crítico literario y teatral, antólogo y periodista cultural. Graduado de Teatro en la Escuela Nacional de Arte (1971) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana, Universidad de La Habana (1979).
Hasta el 2011, cuando abandonó la Isla para venir a residir a Miami, integró la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en sus Asociaciones de Poesía, Literatura para Niños y Teatro.
Laboró en la Escuela Nacional de Arte (donde impartió clases de Historia de la Literatura para Niños y Jóvenes, en la Cátedra de Teatro para niños fundada por él y la actriz y directora escénica María Elena Espinosa, y de Historia del Teatro Universal y del Teatro Cubano, también creó el Archivo de Dramaturgia).
Recibió importantes distinciones por su quehacer como escritor y periodista. Colaboró con publicaciones cubanas y extranjeras con ensayos, artículos, crónicas y poemas. Sus versos han sido traducidos al inglés y francés y publicados en revistas de EUA y Francia, así como ha publicado poemarios en México y Colombia, y un volumen de ensayos sobre lectura y literatura en Ecuador.
SÍNTESIS BIOGRÁFICA:
Estudia el preuniversitario en la ciudad de Holguín y lo abandona para trasladarse a la capital, donde primero cursa el idioma francés, luego estudia Teatro en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y, más tarde, la carrera de Literatura Hispanoamericana, en la Universidad de La Habana, de las que se graduó, respectivamente, en 1969 y 1979.
Integró el Centro Cubano de la Asociación Internacional de Teatristas para la Infancia (ASSITEJ, auspiciada por la UNESCO); las Asociaciones de Artistas Escénicos y de Escritores de la UNEAC (Secciones de Poesía, Traducción Literaria y Literatura para Niños y Jóvenes). Fue Asesor del Teatro Nacional de Cuba.
En la Isla, publicó una quincena de poemarios, un volumen de ensayo, dos de crítica literaria y otro de crónicas, así como diversas antologías de poesía y poesía para niños, décima y décima para niños, cuento y teatro.
Ha traducido del francés, entre otros, a los importantes poetas Jacques Prévert, Marie de France, Molière y Joachim du Bellay. En 1994 apareció su antología París at night, del poeta francés Jacques Prévert (con selección y traducción suyos) Asimismo, en 1994 le solicitaron versiones de textos de importantes poetas de Polonia, luego incluidas en la antología Poesía polaca (Editorial Arte y Literatura, 1994).
Tradujo y dio a conocer en Cuba a la importante poeta contemporánea canadiense Denise Boucher, ex Presidenta de los Escritores de Québec, de quien vertió al español varios textos, publicados en un número especial de la revista Casa de las Américas.
Ensayos suyos fueron incluidos en varias antologías como: Nuevos críticos cubanos, Acerca de Manuel Cofiño y Valoración múltiple: Onelio Jorge Cardoso.
Su labor como poeta, ensayista, crítico y antólogo ha sido reconocida entre otros, por las pedagogas y antólogas puertorriqueñas Flor Piñeiro e Isabel Freire de Matos en su Literatura Infantil Caribeña; el profesor y ensayista jamaicano Keith Ellis, residente en Canadá, en su estudio Cuba’s Nicolás Guillén: Poetry and Ideology, y el antólogo y ensayista español Antonio Merino en su Nueva poesía cubana.
En el ámbito nacional, diversos ensayistas y críticos de prestigio se han ocupado de sus múltiples libros. Así, el ensayista, poeta y narrador Antonio Gutiérrez Rodríguez, quien en su volumen Estudios sobre la décima, incluye un estudio sobre sus espinelas.
En Cuba, fue jurado consuetudinario en eventos literarios, teatrales y de periodismo cultural, y participó en Congresos de la UNEAC, foros y otros encuentros con especialistas nacionales y de otros países.
Desde 1990 hasta 2001, fue periodista cultural de la revista Bohemia. Antes laboró en otras como Mujeres y Muchacha, de la que fue uno de sus fundadores en 1980.
INTERÉS POR LA POESÍA:
Un buen día de su adolescencia y, sin las muchas lecturas que vinieron después, tras leer El reino de este mundo, de Alejo Carpentier, su novela que más le sigue gustando, escribió su primer poemario (inédito) “A ras del tiempo”, a partir de hechos de realismo mágico y de lo real maravilloso, acontecidos en nuestra América fabulosa. Tal fue su iniciación seria con la poesía.
RECONOCIMIENTOS:
Diploma al Resultado Científico por su Colaboración a la nueva Historia de la Literatura Cubana, en tres volúmenes, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
El Laúd y la Medalla del Cucalambé, impuestas por el Poder Popular provincial de Las Tunas.
El Diploma por la Labor Realizada en Apoyo a la Décima, concedida por la Universidad “Camilo Cienfuegos”, de Matanzas.
Reconocimiento por su labor Escritor y Crítico Literario otorgado por la Presidencia del Instituto Cubano del Libro.
Medalla “Raúl Gómez García”.
Primera Mención, Concurso “Plural” (México, 1990) a su poemario Salvaje nostalgia.
Premio "13 de Marzo" 1976, Universidad de La Habana, a su poemario para niños “Poemas y canciones”, publicado en 1977.
Premio “La Edad de Oro” de Canción para Niños.
Primera Mención Concurso “La Edad de Oro” a su poemario Poemas y canciones.
BIBLIOGRAFIA ACTIVA
SELECCIÓN DE SUS POEMARIOS:
Salvaje nostalgia (Mención Concurso “Plural”, México, 1991; publicado en Cuba ese año).Casablanca (Colombia, 1995). Las palabras prohibidas (antología de su poesía, entre 1983 y 1995; Cuba, 1997). Ferocidad del destino (2010). Espinelas con espinas (décimas, 1981).Que arde al centro de la vida (décimas, 1983), Estos malditos versos (décimas, México, 1999; Cuba, 2001.
CRITICA LITERARIA:
Escribir para niños y jóvenes (1983). La décima dice más (2004). La décima, ¿sí o no? (2006).
CRONICAS:
Niebla en la memoria (1990).
POEMARIOS PARA NIŇOS:
Poemas y canciones (1977). Donde cantan los niños (1983). Jinetes del viento (1989). Libro de Darío Damián (décimas, 1995).Voces de la querencia (2004).
ANTOLOGIAS DE TEATRO:
La soledad del actor de fondo (primera antología del monólogo teatral cubano), 1999. Teatro cubano de fin de siglo (cinco piezas en un acto, 2001).
OTROS LIBROS.
Entre el 2001 y el 2011 publicó, además:
Viajera intacta del sueño. Antología de la décima cubana (2001). Añorado encuentro. Poemas cubanos sobre boleros y canciones (2001). Este amor en que me abraso. Décimas de José Martí (2003). De tu reino la ventura. Décimas a las madres (2003). Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana (2004). La lectura, ese resplandor (antología de textos sobre literatura y lectura, (Ecuador, 2009). Esta cárcel de aire puro. Panorama de la décima cubana en el siglo XX (en coautoría con Mayra Hernández Menéndez; Editora Abril, en 2 volúmenes: 2009 y 2010).
LIBROS ÍNÉDITOS:
Libro de Rodrigo Damián (poesía para niños).
EN MIAMI:
Desde su arribo a Miami en julio de 2011, ha tenido una amplia participación en la vida cultural y en numerosos eventos, como los siguientes:
2011
-El teatrista y creador de la web teatroenmiami.com Ernesto García lo invita a colaborar con esta página (premiada por Google) y le ofrece una columna.
-Integra el jurado de la primera edición del Festival de Teatro de Pequeño Formato, de la Compañía ArtSpoken, dirigida por Yoshvani Medina.
-Conforma el equipo de colaboradores del anual Festival del Monólogo Latinoamericano, de la Compañía Havanafama, dirigida por Juan Roca.
-Es invitado a colaborar con la revista digital Palabra Abierta, por su fundador: el narrador, poeta y ensayista cubano Manuel Gayol Mecías.
2012
-Merece el Tercer Premio de Poesía del X Concurso Internacional “Lincoln-Martí”.
-Invitado por el destacado teatrista Matías Montes Huidobro, lee su ponencia «Nostalgia y crítica en la dramaturgia de Cristina Rebull», en el Congreso Internacional «Celebrando a Virgilio Piñera», celebrado del 12 al 15 de enero en la Universidad de Miami.
-Es invitado a colaborar en el blog Gaspar. El Lugareño, por su creador Joaquín Estrada Montalván.
2013
-Invitado por la Presidencia del Gremio Artístico Latinoamericano. GALA (integrada por la teatrista boricua Maddy Rivera y el escritor cubanoamericano Antonio Armenteros) integra la nueva agrupación.
-A petición de la Presidencia de GALA, funge como Jurado del Concurso Internacional de Poesía «Facundo Cabrales».

5 facts about religious hostilities in Europe

(Pew Research Center/by Angelina Theodorou) While Europe is not the region with the highest level of religious hostilities – that remains the Middle East-North Africa region – harassment and attacks against religious minorities continue in many European countries. Indeed, according to a new study by the Pew Research Center, hostilities against Jews in particular have been spreading.

Here are five facts about social hostilities – i.e., hostilities perpetrated by individuals or social groups rather than by governments – that tend to target religious minorities in Europe:

  1. In 2013, the most recent year covered by the study, harassment of Jews in Europe reached a seven-year high. Jews faced harassment in about three-quarters (34 of 45) of Europe’s countries. In France, for instance, three men attacked a teenager who was wearing a traditional skullcap, or kippa, in Vitry-Sur-Seine, reportedly threatening to “kill all of you Jews.” In Spain, vandals painted a large swastika on the side of a bull ring in the city of Pinto, along with the words “Hitler was right.” And in the town of Komarno in southern Slovakia, metal tiles in the pavement honoring a local Jewish family killed in the Holocaust were destroyed when vandals poured tar over them.
  2. Muslims experienced harassment in nearly as many European countries (32 of 45) as Jews. By comparison, the Middle East and North Africa was the only region where Muslims faced more widespread harassment, dealing with hostility in 15 of that region’s 20 countries. In Germany, bloody pig heads were found at a site where the Ahmadiyya Muslim community was planning to build Leipzig’s first mosque. And in Ireland, several mosques and Muslim cultural centers received threatening letters, with one of the letters stating: “Muslims have no right to be in Ireland.”
  3. In two-thirds of the countries in Europe, organized groups used force or coercion to try to impose their views on religion in 2013. Sometimes this activity is aimed at dominating a country’s public life with the group’s particular perspective on religion through means such as online intimidation of minority religious groups. Other times, it is focused on a particular religious group, such as anti-Semitic postings and anti-Muslim rhetoric on online forums. In Italy, for example, four men were sent to prison after they published lists of Jewish residents and businesses on neo-Nazi websites. This type of social hostility was more prevalent in Europe (30 of 45 countries, or 67%) than in any other region.
  4. Women were harassed over religious dress in about four-in-ten European countries (19 of 45) – about the same share as in the Middle East-North Africa region (where it occurred in eight of 20 countries, or 40%). This includes cases in which women were harassed for either wearing religious dress or for perceived violations of religious dress codes. In France, for example, two men attacked a pregnant Muslim woman, kicking her in the stomach and attempting to remove her headscarf and cut her hair; she suffered a miscarriage in the days following the attack. And in Italy, two Moroccan men attacked a young Moroccan woman, beating her for “offending Islam” when she refused to wear a headscarf.
  5. Individuals were assaulted or displaced from their homes or places of worship in retaliation for religious activities in roughly four-in-ten European countries. In Poland, for example, arsonists set fire to the door of a mosque in Gdansk. And in Greece, arsonists attacked Jehovah’s Witnesses’ houses of worship and several informal mosques in multiple cities during the year.
For details on the sources and methodology of this analysis, and to read an expanded sidebar on social hostilities toward religious minorities in Europe, see our full report on religious restrictions.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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