por Teresa Fernández Soneira
Lo conocí un sábado en el conservatorio de música donde estudiaba, allá en mi Habana natal, hace más de 60 años. La maestra había dejado sonar en el tocadiscos una pieza de gran solemnidad: la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach(2), compuesta para el Viernes Santo de 1729. Era una obra monumental escrita para hacer uso de todos los recursos musicales: dos coros con solistas, dos órganos, ¡y nada menos que dos orquestas! Quedé aquel día profundamente impresionada con el genial compositor. Recuerdo que cuando llegué a casa me puse a averiguar más sobre él.
De pequeño Juan Sebastián se distingue en su ciudad natal de Eisenach, Alemania, como niño prodigio pues con sus pocos años es ya un excelente organista, toca el clavicordio, el violín, es cantante y comienza a componer. A los 15 años lo envían a estudiar a Luneburgo donde termina su educación musical. Visita luego diferentes ciudades alemanas donde se cultiva la música. Llega a ocupar posiciones importantes en la Corte Real y finalmente pasa a ser Maestro de Capilla en la escuela de Santo Tomás de la ciudad de Leipzig, puesto que desempeñaría hasta su muerte. Allí sus deberes incluyen cuatro horas diarias de enseñanza de música y latín, y preparar los programas para los servicios religiosos de las cuatro iglesias de la ciudad. Esto le robaba mucho tiempo ya que las iglesias requerían un total de 58 cantatas al año, además de una liturgia para la pasión del Viernes Santo, magníficats y vísperas para tres festivales; motetes para funerales, marchas para bodas y una cantata anual para la instalación del cabildo. Simultáneamente con estas obligaciones tenía que cuidar de su extensa familia. ¡Tuvo 20 hijos! ¿Cómo podría el Maestro concentrarse en el barullo diario del hogar? ¿En qué estado de mente y de espíritu se encontraría para componer? Sin embargo, hasta su propia familia le propiciaba la labor, pues allí también se respiraba una atmósfera musical ya que varios de sus hijos eran igualmente músicos, y en la casa todo era cantar, componer y tocar algún instrumento musical.
Bach tuvo que ser un hombre feliz, completamente realizado, pues trabajaba con lo que el más amaba: la música, y para el esta era sinónimo de lo divino. Fue un hombre religioso, luterano practicante, obsesionado con la idea de la muerte y con las realidades del cielo y el infierno. En cierta ocasión expresó que el fin de la música debía ser primordialmente para glorificar a Dios y después para recrear la mente. No creo que haya existido un compositor que estuviera tan unido a la religión como Bach. Así vemos que su legado musical incluye una gran cantidad de música sacra: 170 piezas corales, varias misas solemnes, motetes, fugas, vísperas y pasiones. Su Misa en Mi Bemol es una de esas composiciones que por su fuerza y majestuosidad exaltan el espíritu y elevan la fe cristiana al plano universal.
Monumento a Juan Sebastián Bach delante de la iglesia de Santo Tomás en Leipzig, Alemania.
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Juan Sebastián Bach fue un músico extraordinario. Explotó una multiplicidad de estilos y formas, e hizo uso de símbolos pictóricos. Su visión fue siempre amplia; intensa la expresión e inmensa la religiosidad de sus obras. Sin embargo, siempre realizó su trabajo como un simple artífice, sin pensar en la posteridad, y se hubiera sorprendido al saber que casi 300 años después de su muerte su nombre sería venerado y su música ejecutada y estudiada en tantas partes.
Hoy que muchas veces vivimos con los nervios de punta, el ánimo convulsionado y hasta con el espíritu intranquilo, no sería mala idea que cuando tengamos que sentarnos a resolver un problema, tomar una decisión importante, o llevar a cabo alguna reunión entre jefes y empleados; líderes y dirigentes, nos pusiéramos a escuchar primero a Bach. Después de oír alguna obra suya seguramente habría menos posibilidades crispación, de irnos a la huelga, o de reñir con impetuosidad. ¿Cómo sería la vida familiar si de vez en cuando se oyera en el hogar su Misa en Mi Bemol? Posiblemente habría más armonía, más amor, más comprensión. Porque Bach no es un adormecedor, sino un vitalizador; calma en vez de alterar. Oyéndolo uno se siente bien porque está escuchando la música de Dios.
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1. Artículo publicado originalmente en La Voz Católica, periódico oficial de la Arquidiócesis de Miami, el 9 de marzo, 1990.
2. Johann Sebastian Bach (Eisenach, marzo 1685-Leipzig, julio 1750) fue un compositor, organista, clavecinista,violinista, violista, maestro de capilla y cantor alemán del período barroco. Tuvo una gran fama como organista y clavecinista en toda Europa por su gran técnica y capacidad de improvisar música al teclado.
2. Johann Sebastian Bach (Eisenach, marzo 1685-Leipzig, julio 1750) fue un compositor, organista, clavecinista,violinista, violista, maestro de capilla y cantor alemán del período barroco. Tuvo una gran fama como organista y clavecinista en toda Europa por su gran técnica y capacidad de improvisar música al teclado.
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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas.