Tuesday, January 19, 2021

“El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad", nuevo libro de Cecilia Alegría, La Dra. Amor. Introducción de la autora y Prólogo, escrito por Liliana García

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.

Se puede adquirir en este enlace
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Décimo segundo libro de Cecilia Alegría, La Dra. Amor: 
“El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad"


El décimo segundo libro de la destacada terapeuta de parejas Cecilia Alegría se presenta como una vía de solución para aquellos que, de mutuo acuerdo, desean salvar su matrimonio después de que uno de ellos -o ambos- traiciona a su ser amado.

El marco teórico sobre el poder del amor ágape sirve de base para el plan de acción de restauración matrimonial, que La Dra. Amor nos presenta al final de esta obra y que, sin duda, será de gran ayuda para aquellas parejas que decidan darse otra oportunidad.

“El Poder del Amor Ágape” describe en sus primeros capítulos cómo el amor misericordioso de Dios puede ser vivenciado en el perdón y la reconciliación después de una infidelidad.

En opinión de la autora del prólogo, la pastora Liliana García de Canaan USA, quien tiene un poderoso testimonio de restauración matrimonial: "En este libro encontrarás un estudio profundo acerca del amor de Dios, realizado sobre un fundamento bíblico contundente, pero escrito de tal manera que es posible comprenderlo e interiorizarlo. Aunque está dedicado a parejas que han sufrido la herida de la infidelidad, el contenido de este libro será de gran bendición para cualquier persona, sin importar su estado civil, ya que todos, sin excepción, necesitamos aprender a amar como el Creador del amor dice que amemos.

Siento gozo en mi espíritu y gratitud porque Dios haya escogido a Cecilia Alegría para escribir este precioso libro. He tenido el privilegio de conocerla y conversar con ella en varias oportunidades, pero este libro me ha permitido leer su corazón, y, sobre todo, la obra que el Señor ha hecho en su vida, especialmente en cuanto al tema del amor. Muy por encima de sus estudios y profesionalismo, lo que la capacita para hablar sobre el amor de Dios, el Amor Ágape, es su vivencia personal."

El libro se encuentra disponible en Amazon y en www.ladoctoraamor.com

Para entrevistas contactar a Cecilia Alegría al 305-3321170 o por ceciliaalegria2013@gmail.com

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Introducción al libro ““El Poder del Amor Ágape” 


Llevo mucho tiempo comprometida con mi misión de salvar matrimonios del divorcio y ayudar a los solteros a prepararse para una relación estable y duradera, pero sé que todavía queda mucho por refinar en mí para poder hacerle honor al nombre artístico que me dio un productor de televisión en el 2006 en Miami y que ahora me representa mejor que mi propio nombre.

Cuando los periodistas me preguntan de dónde he aprendido todo lo que sé sobre un tema tan manido como el amor, mi respuesta directa es “de la fuente”. La fuente en la que todo lo que sabemos, sentimos y experimentamos sobre el amor se origina. 

Si yo no buscara a Dios, si no tuviera una íntima relación con El, no podría ni debería ministrar a nadie. He intentado, con Su ayuda, combinar la teoría con la práctica y es la praxis del amor de Dios -que fluye a través de mí- la que me faculta a escribir este libro dedicado a quien tanto debo.

Yo no sería nada sin mi Padre Celestial y Creador, sin Su hijo Jesús, a quien amo con toda mi alma, y sin el Espíritu Santo que habita en mí.

Mi relación con Dios se inició desde muy niña en mi colegio de monjas de los Sagrados Corazones. Si bien es cierto ahora soy cristiana evangélica, debo reconocer que las monjas francesas me dieron una buena formación espiritual y me orientaron hacia Jesús con gran devoción. Tanto así que a los 9 años ya escribía mi diario y cada página se iniciaba con las mismas palabras: “Querido Jesús”. Y es que a Él le dedicaba cada día, contándole mis emociones y acciones, desde mi puro corazón de niña. ¡Jesús fue mi primer gran amor!

También se me dio por leer sobre las vidas de los santos, desde mi pubertad, y devorar libros espirituales que me acercaran más a Dios. San Francisco se convirtió en mi santo preferido, sobre todo cuando vi la película de Zeffirelli “Hermano Sol, Hermana Luna” y será por eso, en parte, que nunca he sido una mujer materialista. San Francisco renunció a la fortuna de su padre para caminar descalzo por las calles de Asís, predicando, curando a los leprosos y amando tanto a los pobres como para convertirse en uno de ellos.

Hay un momento en la película en que Francisco tiene una audiencia con el Papa de aquel entonces, Inocencio III, a fin de solicitar su autorización para iniciar una congregación con otros monjes, y al entrar al Vaticano queda impactado por el derroche de lujo y riqueza. Entonces, Francisco de Asís se arma de valor y le recita al Papa los versículos de Mateo 6:26-33
Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?

¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, con mayor razón los vestirá a ustedes, ¡gente falta de fe! Así que no se preocupen, preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” 32 Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, busquen primero el reino de Dios y Su justicia, y lo demás vendrá por añadidura.
Me conmueve recordar cómo algunas lágrimas brotaron de los ojos del Papa Inocencio III y cómo bajó de su ostentosa silla bañada en oro para bendecir a Francisco y sus amigos.

Mi interés por lo espiritual siguió creciendo. 

En aquella época comencé a frecuentar la comunidad juvenil de Los Sagrados Corazones, donde chicos y chicas trabajábamos por la construcción del reino de Dios en la tierra. Teníamos un coro de música “con mensaje” e íbamos a los pueblos jóvenes (eufemismo peruano para denominar a los barrios más necesitados) a evangelizar y celebrar misa con los pobres.

A los 16 años, cuando todas las chicas ya habían tenido uno o más enamorados, yo seguía orando por el hombre que Dios pondría en mi camino para ser mi novio y mi esposo hasta que la muerte nos separara.

Tanto a mi madre, la poetisa cubana Dora Varona, como a las monjas de mi colegio Belén, les debo el haber llegado virgen al matrimonio, y no me arrepiento.

No sé cuántos sepan que soy viuda y que Dios me bendijo con un santo varón con quien compartí 4 años de noviazgo y 24 de matrimonio. Nos casamos un 19 de julio de 1979.

Una década después, residiendo en Chile, Jorge y yo experimentamos nuestro mejor momento espiritual, y lo más hermoso fue que lo vivimos juntos. Se dio cuando decidimos bautizarnos en aguas. Ya para entonces nos habíamos orientado más hacia la iglesia evangélica, atraídos por mi madre y su segundo esposo (mi mamá enviudó más joven que yo, cuando tenía tan solo 36 años). Ellos llevaban mucho tiempo en el evangelio y se prepararon para ser pastores y llegaron a tener su propia iglesia en Lima, más adelante, a la que llamaron “Maestro Fiel”.

Cuando vivíamos en Chile, entre 1989 y 1995, Jorge y yo nos unimos a la pequeña iglesia cristiana de los pastores Havlin y comenzamos a experimentar el llamado de forma sumamente intensa. MI mamá y Genaro (mi papá de crianza) se encontraban residiendo con nosotros en Santiago. Así que cuando decidimos bautizarnos en 1991, ellos estuvieron en la ceremonia, lo mismo que nuestros hijos y varios amigos.

La presencia del Espíritu Santo en el momento del bautizo fue tan fuerte que me la pasé llorando de principio a fin. Era el momento de decirle SI a Jesús con todo mi ser, no solamente con mi mente. Era el tiempo de mi consagración. Y mi amado esposo vivía lo mismo.

Días después de nuestro bautizo comencé a tener sueños bellísimos con el Hijo de Dios. El que más recuerdo -por haberlo compartido en repetidas ocasiones con familiares y amigos- es el siguiente:
Estábamos en la iglesia, alabando al Señor, entonando cánticos con los brazos en alto. Nadie se había dado cuenta de algo que yo sí percibía claramente: un riachuelo cristalino circulaba en toda la iglesia, cubriendo nuestros pies. En el sueño me preguntaba por qué nadie más notaba el agua corriendo y me respondía que era por el éxtasis que sentían durante la adoración o, tal vez, porque no habían sido escogidos por Dios para verlo.

Cuando salíamos del servicio, vi a Jesús acercándoseme. Parecido al que nos muestran las películas: de cabello largo, manto blanco, rodeado por una luz esplendorosa.

Jesús puso sus manos sobre mis hombros, me miró y me dijo dulcemente: “Cecilia, de ahora en adelante, verás a los demás con mis ojos”. E inmediatamente después Sus ojos fueron colocados en mi frente y comencé a caminar entre la gente con una nueva mirada, una mirada más compasiva y tierna, más comprensiva y amorosa.
“… pues el Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de agua viva, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”

(Apocalipsis 7:17)

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
(Juan 7: 37-38)



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Prólogo al libro “El Poder del Amor Ágape”,  de Cecilia Alegría, La Dra. Amor.


El amor es uno de los temas más prostituidos en nuestra sociedad. Las personas aman a su familia, aman a su mejor amigo, aman la naturaleza, aman la lectura, pero también aman las posiciones, aman el poder, aman el dinero, aman el chocolate, aman a su cantante favorito, aman sus carros, etc. Realmente no sabemos qué es realmente amar; solo es posible aprender qué es el amor a través del Ser que se define a sí mismo como el Amor. La Biblia no dice que Dios tiene amor, sino que Dios es amor. Dios es amor, es decir que para ser capaces de tan solo intentar comenzar a comprender qué es el amor, se hace necesario conocerlo a Él, Su corazón y algún día tomar la decisión de recibir todo lo que Él siempre ha querido entregarnos.

Nosotros somos hechos a Su imagen y semejanza, por esta razón el amor es vital para el ser humano, un asunto de vida o muerte no es una opción, sino una necesidad con la que nacemos. Es más, de acuerdo a la esencia con la que fuimos diseñados, el amor es nuestra necesidad más profunda. Cuando esta necesidad no es satisfecha, inevitablemente nos enfermamos; esto ocurre cuando las personas más significativas a nuestro alrededor no tuvieron la capacidad para amarnos como nosotros necesitábamos ser amados (con un amor puro y sin condiciones), es decir, no pudieron ser buenos representantes del amor de Dios en nuestras vidas. En este caso, crecemos con un dolor y un vacío muy grandes, y vamos a pasar la vida entera buscando ese amor en todos los lugares equivocados, de todas las formas equivocadas, logrando únicamente aumentar el tamaño y la cantidad de nuestras heridas.

En esa búsqueda desesperada por llenar nuestro vacío es muy común caer en los brazos de la primera persona que nos “ofrezca amor”, lo cual se pudiera terminar convirtiendo en una adicción sexual. Aquí entra la mesa de las adicciones, toda esa variedad de opciones que los seres humanos podemos utilizar para “anestesiar” temporalmente el dolor, por ejemplo, adicción a la comida, a las compras, a la ira, a la pornografía, a la religión, a permanecer ocupados, a la aceptación de los demás, etc. Estas son simplemente falsas soluciones a un problema que tiene una única solución. El único que puede llenar nuestro corazón vacío y sanar nuestras heridas es Dios. Nuestro vacío es tan grande que es del tamaño de Dios.

Siento gozo en mi espíritu y gratitud porque Dios haya escogido a Cecilia Alegría para escribir este precioso libro. He tenido el privilegio de conocerla y conversar con ella en varias oportunidades, pero este libro me ha permitido leer su corazón, y sobre todo, la obra que el Señor ha hecho en su vida, especialmente en cuanto al tema del Amor. Muy por encima de sus estudios y profesionalismo, lo que la capacita para hablar sobre el amor de Dios, el amor Ágape, es su vivencia personal. Evidentemente, el amor de Dios no es un concepto o una teoría para Cecilia, sino una realidad, una experiencia vivida desde muy temprano en su vida.

En este libro encontrarás un estudio profundo acerca del amor de Dios, realizado sobre un fundamento bíblico contundente, pero escrito de tal manera que es posible comprenderlo e interiorizarlo. Aunque está dedicado a parejas que han sufrido la herida de la infidelidad, sin duda, creo que el contenido de este libro será de gran bendición para cualquier persona, sea soltera, casada, viuda o divorciada, ya que todos sin excepción necesitamos aprender a amar como el Creador del amor dice que amemos. Cecilia lo explica con una hermosa sabiduría cuando dice: “Este ágape no conoce límites de espacio y tiempo. Es la fuerza de la perseverancia invencible. Es fidelidad constante y tiene fuerzas para cualquier tarea. Reviste la energía de nuestro amor de inexpresable pureza y nunca hiere la modestia o sensibilidad del alma. Está libre de arrogancia excesiva, de pretensiones y de la presunción en su propio provecho. Es real y genuino y no tiene nada que ver con la efervescencia pasajera o el entusiasmo superficial de la pasión o el romanticismo.”

El tercer capítulo del libro se llama El Amor como Destino. Es honestamente fascinante llegar a comprender que fuimos creados para amar y ser amados. Cecilia sostiene la creencia de que nuestro destino es amar, y dice “Los que carecen de amor envejecen y mueren. En verdad, ya están muertos en vida.” Su testimonio de vida anuncia claramente que ha conocido el amor de Dios y que ha aprendido a amar; sabía que su destino era amar, abrazó ese destino, amó y ama. El relato de la historia de su noviazgo, matrimonio y despedida de Jorge... es un diamante eterno, un despliegue maravilloso del amor Ágape manifestado aquí en la tierra, en personas reales, en un matrimonio y en una familia.

La Dra. Amor, como todos cariñosamente le llamamos, es una mujer que conoce el sufrimiento; sin embargo, hoy quienes tenemos el regalo de conocerla, disfrutamos ese gozo que la caracteriza y nos contagia. ¿Por qué puede ella sonreír después de tanto dolor? Porque aprendió a amar como Dios ama, a perdonar y a pedir perdón. Aprendió a abrir sus manos y dejar ir, a ver la vida desde la perspectiva de la eternidad y, el aprendizaje más importante, que el amor de Dios es más que suficiente. Lecciones difíciles de aprender y que solo pueden ser fruto de experiencias dolorosas vividas en los brazos de Jesús.

No basta con “saber” que Dios nos ama, tenemos que abrir nuestro ser y recibir ese amor. Siempre comparto jocosamente que llegué a convertirme en una “cristiana cabezona”, llena de información acerca de Dios, pero con gran tristeza tuve que reconocer que nada de eso era real para mí. Mi sanidad ha consistido en que toda esa información finalmente bajara de mi cabeza a mi corazón. ¿Cómo puede una persona decir que ha recibido el amor de Dios y seguir mendigando el amor de los hombres? Esa era yo. Hablaba y enseñaba del amor de Dios, pero mi vida demostraba que realmente yo nunca había recibido, aceptado y atesorado esa verdad en mi corazón. ¿La prueba? Me había convertido desde niña en una mendiga de amor. Crecí mendigando amor y aceptación. Me convertí en un camaleón que cambiaba de color de acuerdo a las personas con quienes estaba. Podía cambiar de opinión, actitud, comportamiento, estilo, en un instante, solo porque no podía resistir la idea de ser rechazada. Yo compraba el amor y la aceptación a través de logros, y siendo lo que cada persona significativa en mi vida quería que yo fuera. 

Mientras hacía esto, vez tras vez me traicionaba a mí misma, me resentía cada día un poco más, el vacío se hacía más hondo, y el dolor iba en aumento. Llegué a estar totalmente perdida en una vida dedicada a complacer a otros. Sinceramente, yo no era consciente de cuán enferma estaba mi alma. Estaba convencida, o por lo menos trataba de autoconvencerme, de que era la mejor cristiana, la mejor hija, la mejor esposa, la mejor madre, pero en el fondo siempre estaba una sensación de fracaso, de culpa, porque siempre podía haber hecho las cosas mejor, no me perdonaba los errores y era presa de la maldición del perfeccionismo.

En esta condición llegué a la iglesia cristiana. Por un lado, fue una gran alegría porque parecía que había encontrado lo que me hacía falta, pero desafortunadamente, entré en una carrera contra el tiempo tratando de incorporar decenas de nuevas actividades y compromisos a una vida en donde ya no había tiempo para nada. No supe cómo vivirlo de otra manera, me dediqué a vivir este nuevo estilo de vida llamado “cristianismo” simplemente tomando todos los cursos discipulares existentes y sirviendo sin horario ni calendario. Nacieron nuestras dos primeras hijas. No hubo espacio para sanar, ni conocer el corazón de Dios. Ni siquiera sabía que necesitaba sanar, y creía que el estudiar la Palabra y servir a Dios era todo. Me volví más religiosa, más perfeccionista, más codependiente, más dura conmigo misma y con los demás, llena de conocimiento y escalando vertiginosamente, junto con mi esposo, en la vida ministerial. Demasiado pronto, a los solo tres años de convertido, Jaime fue ordenado pastor. Y tres años después de esto, heredamos la iglesia; Jaime quedó como Pastor Presidente de la iglesia en la que solo seis años atrás, habíamos iniciado nuestro caminar cristiano. 

Así como yo, mi esposo tenía muchas heridas sin resolver, pero no éramos conscientes de ello. En medio de la inocencia/ignorancia creíamos ser una pareja “normal”, con muchos deseos de servir, líderes por naturaleza, mucha formación académica y con ciertos talentos. Pero esta historia “mágica” llegó a su fin y lo inevitable ocurrió. Jaime cae en adulterio a los pocos años de estar a cargo de la iglesia. Llevó una doble vida por un año y no me di cuenta; siempre excusaba su ausencia con su excesivo sentido de responsabilidad. Nunca dudé de Jaime, no era una mujer celosa, y siempre me enorgullecía decir que, aunque Jaime era un hombre poco expresivo, me sentía segura y amada porque él era un hombre fiel. Esa bandera se vino abajo junto con todo lo que habíamos construido: un matrimonio de diez años, familia, buen nombre, ministerio, casa, estabilidad financiera, todo. 

Desde que llegué al cristianismo oraba pidiéndole al Señor: “Padre, enséñame a amar como Tú amas. Enséñame a ver a las personas como Tú las ves.” A los pocos días de haber escuchado la confesión de mi esposo, tirada en una cama, sufriendo una herida de muerte, pensando que mi vida había terminado y pidiéndole a Dios que me llevara, escuché Su voz diciéndome: “Esta es tu oportunidad para aprender a amar como Yo amo. Yo amo a los que me odian, a los que me rechazan, a los que me traicionan, a los que se burlan de mí, a los que me escupen en la cara, a los que me abandonan.” Esto era lo que yo menos quería escuchar en aquellos momentos; allí comenzaron mis grandes peleas con Dios, mi gran crisis de fe, dudando aún de Su existencia. Caí en un hueco muy profundo, oscuro, en el que parecía hundirme cada día más.

Fue aquí cuando el Señor me habló acerca de mi verdadera condición. Me dijo que yo realmente no le conocía, ni vivía para Él, ni le amaba, como solía decir en mis oraciones. En esos momentos ya no había más nada en mi vida, el “show” había terminado, estaba sola, sin esposo, sin iglesia, sin gente que me siguiera o sirviera; se habían apagado las luces y el ruido de la carrera de la vida ministerial... éramos Dios y yo. Es como si hubiera quedado al descubierto y todo lo que había dentro de mí quedó expuesto: control, idolatría, orgullo, codependencia, manipulación, religiosidad, dureza, mentira, falsedad, perfeccionismo, por mencionar solo algunos de mis pecados. Dios me dijo: “Tú no eres mejor que Jaime. Tú has hecho doler mi corazón igual que él, aunque con pecados diferentes.” Era muy doloroso escuchar todas esas verdades, pero conocer la verdad me hizo libre. 

Ahora mi corazón estaba listo para comenzar a estar llena de Su amor. Dejé de ser una mendiga y pasé a ser hija, hija del Dios Altísimo, Aquel que me amó primero y que lo llena todo en todo. Fue un proceso lento, pero comencé a caminar paso a paso, peldaño a peldaño hacia afuera del abismo. Ya no estaba yo más al control, Dios estaba al control. Obedecía Sus instrucciones día a día, cómo perdonar lo que un día consideré imperdonable. Un tiempo después, la instrucción no era solo perdonar, sino orar por el regalo del arrepentimiento para Jaime y por su sanidad. El Señor me guiaba a orar por él, por el padre de mis hijas, por mi hermano en Cristo, no para que volviera a mi lado, sino para que el nombre del Señor fuera glorificado y que mis hijas, y yo, conociéramos al Dios de los imposibles.

Estaba viviendo la experiencia de aprender a amar a mi enemigo, bendecir al que me maldice, orar por aquel que me destruyó. Entré en la “Escuela Ágape”, aprendiendo a amar como Dios ama, sin condiciones, sin falsas expectativas, sin egoísmos. El conocer y recibir el amor Ágape, me devolvió la vida, le dio vida a mis hijas, y ha sanado heridas que parecían que nunca dejarían de sangrar. 

El amor Ágape es el único que tiene poder redentor. Este es el amor que nos transforma de adentro hacia afuera, y tiene además el poder de transformar a otros alrededor de ti, incluyendo tal vez aún a tus enemigos. Este poder redentor alcanzó a mi esposo, dos años después de la gran tragedia de nuestro hogar. Dios le concedió el don de arrepentirse, volver su rostro a Él y a su familia. Dios le concedió a Jaime el regalo de ver a dónde había llegado, tal como la experiencia del hijo pródigo, volver en sí y salir corriendo de vuelta a los brazos del Padre. El aprender a amar con el amor de Dios, abrió paso a la restauración de nosotros como individuos, como pareja y como padres. 

El poder redentor de Su amor restauró también nuestro llamado a servirle. El Señor nos entregó la visión de una comunidad restauradora, un refugio donde los que sufren hallan consuelo y esperanza, se llama Canaán. Hemos caminado por más de doce años en este nuevo llamado, hemos escrito libros y hemos desarrollado un programa de restauración llamado Hay Esperanza. Quiero regalarte nuestro lema que aparece en la portada del libro "Hay Esperanza": Cuando la vida parece terminar, pudiera estar a punto de comenzar

Debido a todo lo que he vivido hasta hoy y a que aún estoy inscrita en la Escuela Ágape (nunca terminamos de conocer el amor de Dios ni de crecer en Él), me emocionó mucho cuando la Dra. Amor me concedió el honor de escribir estas líneas para su libro. Ha sido muy edificante y sanador para mí leer este libro. El Señor lo ha utilizado en mi vida, no solo para reafirmar palabras que Él ha hablado a mi corazón, sino para enseñarme mucho más de Su perspectiva, la profundidad y la anchura de Su amor.

Espero que estés listo para desistir de beber de la copa vacía de los demás y tomar la decisión de beber de la fuente inagotable de vida y amor. Él te está esperando. Te reto a leer este libro, no para obtener más conocimiento, sino dispuesto a recibir una revelación más profunda del Amor Ágape. Mi oración es que, a través de la lectura de este libro, tu corazón pueda comprender qué es amar y entregarse sin egoísmos, qué significa el amor como sacrificio y amar hasta que duela, como lo dice la Dra. Amor. Por encima de todo, le pido al Señor que puedas convertirte en un precioso recipiente de Su amor, una vasija fiel que Él pueda llenar hasta desbordar y que comiences a disfrutar la transformación de tu ser y de tu entorno por causa de Su Amor.

Con todo el amor que Cristo me ha dado,

Liliana García
Co-fundadora y Directora de Ministerio
CANAAN USA 



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El libro se encuentra disponible en Amazon y en www.ladoctoraamor.com
Para entrevistas contactar a Cecilia Alegría al 305-3321170 o por ceciliaalegria2013@gmail.com




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.

Ha publicado doce libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019), El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021)

(Enero 19, 1977) El día que nevó en Miami


Se reconoce el 19 de enero de 1977 como el día que, hasta este momento, ha nevado en el Sur de la Florida... acá como lo recuerda el Sun Sentinel.

(una foto del) Camagüey. Año 1939

 


Monday, January 18, 2021

Pegaso (un poema de Rubén Darío. Enero 18, 1867- Febrero 6, 1916)



Cuando iba yo a montar ese caballo rudo 
y tembloroso, dije: "La vida es pura y bella". 
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella. 
El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo. 

Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo, 
y de Belerofonte logré seguir la huella. 
Toda cima es ilustre si Pegaso la sella, 
y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.

Yo soy el caballero de la humana energía 
yo soy el que presenta su cabeza triunfante 
coronada con el laurel del Rey del día; 

domador del corcel de cascos de diamante, 
voy en un gran volar, con la aurora por guía, 
¡adelante en el vasto azur, siempre adelante! 

+no es azul.

El Telégrafo llegaba hasta Camagüey, en el año 1864.


"El Telégrafo se estiende, hoy de la Habana al Oeste hasta  Guanajay, al Sud hasta Batabanó, y al Este hasta Puerto  Príncipe; sus estaciones son Habana, San Antonio de los  Baños, Guanajay, Marianao, Bejucal, Batabanó, Güines,  Matanzas, La timón, Bemba, Cárdenas, Colon, Sagua la Grande, Villaclara, Cienfuegos, Remedios, Santo Espíritu, Trinidad, Ciego de Avila y Puerto Príncipe." (Almanaque Mercantil de la Habana para el año 1864 bisiesto)

En una parada de Dresde (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.



En una parada de Dresde

Si de pronto en una parada de Dresde un hombre se te encima. Si de pronto en la noche ventosa en una parada de Dresde un hombre se te encima, mejor míralo despacio porque está tan solo como si no fuera un hombre, como si fuera más bien un animal entre la gente; no, no lo mires así como se mira a un asesino, a un violador de niñas solitarias, respóndele en inglés y dile que realmente hay mucho viento y que el tranvía número 4 es de verdad el tranvía número 4 y sobre otras tonterías implícitas en el viento, las luces, los letreros. Míralo despacio tú que estás solitariamente con él en la parada, mientas ese gran reloj asegura, como si a alguien más le hiciera falta, que son las 11 de la noche, respóndele que está bien, que en realidad ese reloj, el pobre, no sabe que está dando la hora sólo para dos, y al fin sonríe. Ya, ve comprendiendo que ese hombre es dócil como una de esas palabras manoseadas por los poetas, es decir, así, sonríe para que le quites toda su noche, su nostalgia, su soledad perruna, nada más lejano a un violador, a un estafador de niñas indefensas, aunque su rostro, al principio te parezca un rostro por el que pagan recompensa. O sea, sigue sonriéndole porque indudablemente, lo vas viendo, así lo desaplastarás unos minutos. Aun dale la mano y dile en ese inglés espasmódico, tu dirección, apellido y teléfono y aún deja que siga unos segundos más hablándote del viento incesante, deja que te compare ese viento de octubre con el viento sur de su país, que tú no sabes ni remotamente lo que es, pero déjalo, déjalo correrse, en tus palabras y en el brillo de tu cara bajo el farol, como si fuera un agua que necesitaba derramarse con urgencia. Repítete que has hecho bien porque ese hombre nunca lo olvidará, y sonríe, sonríe así de modo que pueda comparar tu sonrisa con un respaldo donde de pronto se ha sentado después de un largo viaje. De todas formas son sólo unos minutos porque ahora, cuando llega el tranvía número 5, tú le dices adiós desde el estribo y después desde tras el cristal y el hombre se queda totalmente solo, esperando el número 4 que no llega, y sin embargo se siente totalmente acompañado, esperando todavía con tu sonrisa y tus palabras, seguro de que no te verá jamás, pero consciente, de que has existido en un momento urgente de su vida. 

Noviembre de 1982



In una fermata di Dresda

Se all’improvviso in una fermata di Dresda un uomo si avvicina. Se all’improvviso nella notte ventosa in una fermata di Erfurt un uomo si avvicina, meglio che tu lo guardi con calma perché è così solo da non sembrare un uomo, come se fosse un animale tra la gente; no, non guardarlo come si guarda un assassino, un violentatore di bambine solitarie, rispondigli in inglese, digli che davvero c’è molto vento, che il tram numero 4 è proprio il tram numero 4 e aggiungi altre sciocchezze implicite nel vento, nelle luci, nelle insegne. Guardalo con calma tu che ti trovi solo insieme a lui alla fermata, mentre un grande orologio assicura, come se ce ne fosse davvero bisogno, che sono le 11 della notte, rispondigli che va bene, che in realtà quel povero orologio non sa che sta indicando l’ora soltanto per due, e infine sorridi. Ormai hai capito che è un uomo docile come una di quelle parole maneggiate dai poeti, quindi, in questo modo, sorridi e portagli via tutta la sua notte, la sua nostalgia, la sua tragica solitudine, non è niente di più lontano da un violentatore, da un truffatore di bambine indifese, anche se il suo volto, al principio, ti era parso simile a certi volti per i quali pagano una ricompensa. Continua ancora a sorridere perché senza dubbio, lo stai vedendo, così lo spiazzerai per alcuni minuti. A questo punto dagli la mano e digli nel tuo inglese spasmodico, il tuo indirizzo, il nome e il telefono, lascia che continui ancora per qualche secondo a parlarti del vento incessante, lascia che paragoni quel vento d’ottobre con il vento del sud del suo paese, che tu non sai neppure lontanamente che cosa sia, ma lascialo, lascialo correre, dietro alle tue parole e nello splendore del tuo volto sotto il lampione, come se fosse una pioggia bisognosa di cadere con urgenza. Ripeti dentro di te che hai fatto bene perché quell’uomo non lo dimenticherà mai, e sorridi, sorridi così in maniera tale che possa paragonare il tuo sorriso a un comodo sedile dove riposare dopo un lungo viaggio. In ogni caso sono solo pochi minuti perché adesso, quando arriva il tram numero 5, tu gli dici addio dal predellino, quindi da dietro il vetro, e l’uomo resta completamente solo, in attesa del numero 4 che non arriva, malgrado ciò si sente in compagnia, aspettando ancora il tuo sorriso e le tue parole, sicuro che non ti vedrà mai più, ma cosciente, che sei esistito in un momento importante della sua vita.

Novembre 1982




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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado, entre otros libros, siete poemarios, tres volúmenes de cuento y siete novelas.

Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.

En 2019 recibió el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, otorgado por Neo Club Press, Vista Larga Foundation y otras instituciones culturales cubanas en el exilio.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.
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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

(St. Augustine, Fl 1964) Martin Luther King Jr.: "Violence is not the answer"


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Ver en el blog

Martin Luther King’s Acceptance Speech, on the occasion of the award of the Nobel Peace Prize in Oslo, December 10, 1964


Your Majesty, Your Royal Highness, Mr. President, Excellencies, Ladies and Gentlemen:

I accept the Nobel Prize for Peace at a moment when 22 million Negroes of the United States of America are engaged in a creative battle to end the long night of racial injustice. I accept this award on behalf of a civil rights movement which is moving with determination and a majestic scorn for risk and danger to establish a reign of freedom and a rule of justice. I am mindful that only yesterday in Birmingham, Alabama, our children, crying out for brotherhood, were answered with fire hoses, snarling dogs and even death. I am mindful that only yesterday in Philadelphia, Mississippi, young people seeking to secure the right to vote were brutalized and murdered. And only yesterday more than 40 houses of worship in the State of Mississippi alone were bombed or burned because they offered a sanctuary to those who would not accept segregation. I am mindful that debilitating and grinding poverty afflicts my people and chains them to the lowest rung of the economic ladder.

Therefore, I must ask why this prize is awarded to a movement which is beleaguered and committed to unrelenting struggle; to a movement which has not won the very peace and brotherhood which is the essence of the Nobel Prize.

After contemplation, I conclude that this award which I receive on behalf of that movement is a profound recognition that nonviolence is the answer to the crucial political and moral question of our time – the need for man to overcome oppression and violence without resorting to violence and oppression. Civilization and violence are antithetical concepts. Negroes of the United States, following the people of India, have demonstrated that nonviolence is not sterile passivity, but a powerful moral force which makes for social transformation. Sooner or later all the people of the world will have to discover a way to live together in peace, and thereby transform this pending cosmic elegy into a creative psalm of brotherhood. If this is to be achieved, man must evolve for all human conflict a method which rejects revenge, aggression and retaliation. The foundation of such a method is love.

The tortuous road which has led from Montgomery, Alabama to Oslo bears witness to this truth. This is a road over which millions of Negroes are travelling to find a new sense of dignity. This same road has opened for all Americans a new era of progress and hope. It has led to a new Civil Rights Bill, and it will, I am convinced, be widened and lengthened into a super highway of justice as Negro and white men in increasing numbers create alliances to overcome their common problems.

I accept this award today with an abiding faith in America and an audacious faith in the future of mankind. I refuse to accept despair as the final response to the ambiguities of history. I refuse to accept the idea that the “isness” of man’s present nature makes him morally incapable of reaching up for the eternal “oughtness” that forever confronts him. I refuse to accept the idea that man is mere flotsom and jetsom in the river of life, unable to influence the unfolding events which surround him. I refuse to accept the view that mankind is so tragically bound to the starless midnight of racism and war that the bright daybreak of peace and brotherhood can never become a reality.

I refuse to accept the cynical notion that nation after nation must spiral down a militaristic stairway into the hell of thermonuclear destruction. I believe that unarmed truth and unconditional love will have the final word in reality. This is why right temporarily defeated is stronger than evil triumphant. I believe that even amid today’s mortar bursts and whining bullets, there is still hope for a brighter tomorrow. I believe that wounded justice, lying prostrate on the blood-flowing streets of our nations, can be lifted from this dust of shame to reign supreme among the children of men. I have the audacity to believe that peoples everywhere can have three meals a day for their bodies, education and culture for their minds, and dignity, equality and freedom for their spirits. I believe that what self-centered men have torn down men other-centered can build up. I still believe that one day mankind will bow before the altars of God and be crowned triumphant over war and bloodshed, and nonviolent redemptive good will proclaim the rule of the land. “And the lion and the lamb shall lie down together and every man shall sit under his own vine and fig tree and none shall be afraid.” I still believe that We Shall overcome!

This faith can give us courage to face the uncertainties of the future. It will give our tired feet new strength as we continue our forward stride toward the city of freedom. When our days become dreary with low-hovering clouds and our nights become darker than a thousand midnights, we will know that we are living in the creative turmoil of a genuine civilization struggling to be born.

Today I come to Oslo as a trustee, inspired and with renewed dedication to humanity. I accept this prize on behalf of all men who love peace and brotherhood. I say I come as a trustee, for in the depths of my heart I am aware that this prize is much more than an honor to me personally.

Every time I take a flight, I am always mindful of the many people who make a successful journey possible – the known pilots and the unknown ground crew.

So you honor the dedicated pilots of our struggle who have sat at the controls as the freedom movement soared into orbit. You honor, once again, Chief Lutuli of South Africa, whose struggles with and for his people, are still met with the most brutal expression of man’s inhumanity to man. You honor the ground crew without whose labor and sacrifices the jet flights to freedom could never have left the earth. Most of these people will never make the headline and their names will not appear in Who’s Who. Yet when years have rolled past and when the blazing light of truth is focused on this marvellous age in which we live – men and women will know and children will be taught that we have a finer land, a better people, a more noble civilization – because these humble children of God were willing to suffer for righteousness’ sake.

I think Alfred Nobel would know what I mean when I say that I accept this award in the spirit of a curator of some precious heirloom which he holds in trust for its true owners – all those to whom beauty is truth and truth beauty – and in whose eyes the beauty of genuine brotherhood and peace is more precious than diamonds or silver or gold.




From the Nobel Prize's website

Sunday, January 17, 2021

En una caja, con los cuidados de mi abuela, logramos salvarle (por Joaquín Estrada-Montalván)


Se había caído del nido del alero de la esquina camagüeyana. Quedó en la acera magullado, indefenso, llorando (como lloran los gorriones). Su mamá revoloteaba, pedía auxilio (como piden auxilio las mamás gorrionas).

Lo acomodé en una caja de cartón, le hice un nido de algodòn. Mi abuela lo alimentaba con un gotero. Un día pudo volar.

En el alero, entre los ornamentos art deco, próximo a una de las ventanas, cuando vivía al norte de Indiana, tenían sus nidos los gorriones. 

Nunca imaginé que fueran los gorriones, quienes del "gorrión" me salvaran. (JEM)



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Foto/South Bend, In. 2007

“Speaking in Tongues” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



Estrenada el 10 de noviembre de 1988 por la Paul Taylor Dance Company, la obra “Speaking in Tongues” tiene coreografía de Paul Taylor, música de Matthew Patton, escenografía y vestuario de Santo Loquasto e iluminación de Jennifer Tipton. 



Taylor generó una obra dramática, con una duración de casi una hora, que muestra diferentes conflictos emocionales y espirituales de los miembros de un grupo de fanáticos religiosos de una iglesia pentecostal, bajo el liderazgo carismático de un predicador, denominado “A Man of Cloth” (“Un hombre de tela”). En el inicio de la obra se ve un baile en un granero, donde “A Hayseed” (“Un palurdo”) tiene un ataque de expresiones ininteligibles que sugiere hablar una lengua desconocida (“Speaking in tongues”) que trasmite la emoción religiosa de la oración. “A man of clothes” aparece a través de una puerta que se ve quemada y realiza un solo que muestra la constante naturaleza conflictiva del hombre. “The Odd Man Out” (“El hombre extraño”), un inadaptado no creyente, es víctima de la ira de la comunidad y, particularmente, de “La madre” (“The mother”) de la joven que le gusta. La madre también maltrata a su hija, que no fue deseada (“Her Unwanted Daughter”). “A party girl” (“Una chica fiestera”) cuyas conquistas han incluido hasta al predicador, hace lo propio con algunos jóvenes misericordiosos, mientras que “The Daughter Grown Up” (“La hija adulta”) es abusada por su marido. Mientras tanto, el predicador tiene un costado amable y redentor que lo reconforta y es una buena influencia para la comunidad. En la escena final, vemos la gente del pueblo aferrada a sillas distribuidas en el escenario, aparecen como prisioneros de sus propias obsesiones mientras se escucha la prédica de un evangelista criticando a los infieles. 


Tres años más tarde se filmó una versión de la obra para la serie de televisión “Dance in America”, que ganó un premio Emmy. Tal como acostumbraba Taylor, luego del estreno de las obras se hacían ajustes y algunos cambios en las coreografías, y “Speaking in Tongues” no fue la excepción. Para esta adaptación televisiva, estrenada en 1991, el coreógrafo cambió los nombres de varios personajes. Así mismo en el montaje se priorizaron los planos de espacios acotados, evitando abarcar todo el espacio escenográfico en la misma toma, dando la sensación de que la obra se desarrolla en un espacio abierto.

En varias obras de Taylor se muestra a un personaje que, por sí solo, manipula a un grupo grande de personas. En el caso de “Speaking in Tongues” un líder religioso domina a una comunidad y sus creencias, en “Orbs” (1966) el “Sol” rige las órbitas de los planetas y sus lunas, y en “The Word” (1998) una enigmática figura femenina, una súcubo, se revela en contra del conformismo de un grupo de estudiantes. 


“Speaking in Tongues” es un trabajo intenso y dramático, unos de los más oscuros creados por Taylor, donde un personaje dominante expone su fragilidad y es tan capaz de caer por los males de la sociedad como la gente que debe proteger.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

"La vocación cristiana". A propósito del Domingo II del Tiempo Ordinario (por el P. Alberto Reyes)

 


El Evangelio de hoy se enmarca en un contexto de vocación. El término como tal deriva del latín “vocatus”, llamado. Juan el bautista define a Jesús como el “cordero de Dios”. Esta imagen se conecta con el cordero de la Pascua judía. En Egipto, antes de la liberación de la esclavitud, Moisés indica a los israelitas que sacrifiquen un cordero y pinten con su sangre las columnas y la parte superior de la puerta, y esa marca de sangre es la que salva a los hebreos de la muerte de sus primogénitos.  

Cristo es aquel llamado a rescatar a la humanidad del poder del mal, vocación que realiza en plenitud a través de su muerte en la cruz. Sin embargo, la cruz no fue un hecho heroico aislado. Toda la vida del Maestro fue liberadora. El Evangelio nos dice que Juan y Andrés siguen a Jesús y le preguntan: “¿Dónde vives?”, es decir: “¿Quién eres?” No sabemos lo que sucedió en el escaso tiempo en que estuvieron juntos, pero algo sí es evidente: salen del encuentro con Jesús no sólo fascinados sino convencidos de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. 

A veces la costumbre, o el ambiente, hacen que se nos desdibuje que el cristianismo es la aceptación de una identidad hecha desde la libertad. Una opción que implica vivir cada día en clave de bendición, de testimonio patente de la acción de Dios en la cotidianidad de nuestro presente, así como también de voz que salva del mal. Hay preguntas que necesitamos hacernos: ¿mi cristianismo convence?, ¿se nota que en mi vida alienta Dios?, ¿o soy simplemente una “buena persona”, educada, correcta, pero que se queda ahí, en lo humanamente civilizado, sin transmitir al interlocutor una conexión con “algo más”? 

Cuentan que el P. Arrupe, superior general de los jesuitas, estando en Japón, conversaba con un japonés sobre la fe cristiana. El japonés le había pedido que le explicara las llamadas “pruebas de la existencia de Dios”, de Santo Tomás de Aquino, que obviamente no son pruebas sino reflexiones lógicas. El P. Arrupe empezó a exponerlas pero a poco de empezar fue interrumpido por el japonés, que le dijo: “Tu Dios tiene que ser verdad”. Sorprendido, Arrupe quiso saber qué “prueba” le había impactado, a lo que su interlocutor respondió: “Ninguna, es el modo en que usted habla de Dios”. 

Al llegar a Tierra Santa, en mi peregrinación a pie desde Roma, entré a una cafetería. La atendía una chica joven que traía al cuello un crucifijo. Yo, que parecía cualquier cosa menos un cura, le pregunté: “¿Eres cristiana?”. La chica, que tenía delante a un desconocido que podía ser cualquier cosa, se irguió, me clavó la mirada y con voz de inmenso orgullo dijo: “Sí”. En Tierra Santa vivir como cristiano es cuestión de vida o muerte. Y tal vez creemos que fuera de allí y de los territorios musulmanes, el cristianismo no es cuestión de vida o muerte, pero nos equivocamos. 

Hoy, en medio de un mundo esclavizado por la mentira, la manipulación, la dictadura de lo políticamente correcto, la alergia a la verdad y a la fe, la hipersensibilidad enfermiza de un egoísmo magnificado…, hoy, ser modelo y portavoz del mensaje claro del Evangelio, es cuestión de vida o muerte, y mientras no lo entendamos, iremos por el mundo tratando de pasar desapercibidos, viviendo nuestra fe sólo en ambientes “seguros” o, a lo más, siendo “buenas personas” sin pretender mucho más que eso. Pero esa no es nuestra vocación. Un cristiano está llamado a vivir de tal modo que la gente pueda decir: “Tu Cristo tiene que ser la verdad”. Eso sí, tal vez haya momentos en los que el precio será, de algún modo, morir en la cruz.



(Texto tomado del Facebook del P. Alberto Reyes)

Saturday, January 16, 2021

(Camagüey. Enero 16, 2021) Misa y Sepelio de Carlota Vidaud. Homilía de Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey. Fotos by Fidelito Cabrera

Iglesia de la Caridad
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Cementerio de Camagüey
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Homilía  de Mons Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey, en la eucaristía en honor de Carlota Vidaud. 


Queridos hijos e hijas: Quiero compartirles que desde anoche, al fallecer Carlota a las 9 y cuarto, en mí no ha habido tristeza sino una actitud permanente de acción de gracias a Dios por el regalo que nos hizo en la persona de Carlota. ¡Son tantas las virtudes acumuladas en ella que yo le diría a quien no la conoció: “tú no sabes lo que te has perdido!”.

Esta comunidad de La Caridad, siempre se ha sentido orgullosa de ésta, su hija. Personalmente, me he imaginado el gran recibimiento, los grandes aplausos de bienvenida que le han dado en el cielo a Carlota, aquellos que fueron sus amigos entrañables en esta comunidad de La Caridad: los sacerdotes Pepito García, Luciano, Cejas, Homero y Ramón García. También Sor Lina, Sor Susana, Sor Celina, Georgina y Gustavo, Roger Hernández, Aurelio Sánchez, Charito Manso, Janet Muñoz, Marcelo de Varona, Virginia Martínez, Ana Fals, Vilma de Quesada, Hilda y Estela Martínez, Paquita Gutiérrez, Yoya Fernández, Emilita Rodríguez, así como Monseñor Adolfo, el P. Sarduy, el P. Guzmán, el P. Armando Pérez, y ¡tantos otros más!…

Debe haber sido grande la fiesta en la que la gran Carlota si tuvo que cantar o bailar, lo hubiese hecho como lo hacía entre nosotros.

Querida Carlota: En nombre de tanta gente que te quiso y te sigue queriendo, en nombre de tus vecinos que tanto te cuidaban, en nombre de las Hermanas Camilianas y el excelente personal que te cuidó con esmero en el Hogar Mons. Adolfo, en mi nombre personal y el de toda la Iglesia camagüeyana, yo te quiero dar las gracias.

• Gracias, Carlota, por haber sido tan humilde y tan sencilla a pesar de tu gran sabiduría y experiencia. Me tratabas de “tú” hasta que me ordené sacerdote y ese mismo día me empezaste a tratar de “usted”, a pesar de ser yo un chiquillo de 24 años.
• Gracias, Carlota, porque cuando te pregunté un día cuál era la virtud que más apreciabas, me contestaste que “la misericordia”. Y que cuando te pregunté a continuación cuál era el defecto que más te molestaba de los demás, tu santa respuesta fue afirmar: “Yo no veo los defectos, porque Dios perdona los defectos”.
• Gracias, Carlota, porque nunca te consideraste superior a nadie y por eso, a la petición que te hice un día de decirme los consejos que les darías a los jóvenes católicos de Cuba, tu humilde respuesta fue: “No me pida eso. Yo no sirvo para dar consejos. Soy yo la que necesito consejos”.
• Gracias, Carlota, por haber sido una catequista insuperable. Explicabas tan bien el evangelio de Jesús que un día, según me cuentan, uno de los niños de tu grupo de catequesis te preguntó: “Maestra, ¿usted es del tiempo de Jesús?”.
• Gracias, Carlota, porque supiste afrontar las cruces que te trajo la vida. Fuiste mártir y nadie se enteró de ello por ti.
• Gracias, Carlota, por los “nunca” que formaron parte de tu vida.

“Nunca” te casaste y resulta que, para muchos de nosotros, tú fuiste una madre.

“Nunca” te fuiste de Cuba, a pesar de las muchas buenas personas que te querían ayudar a hacerlo.

“Nunca” aceptaste que yo te diera algo del dinero que te daban los turistas cuando les enseñabas las catacumbas de La Merced.

“Nunca” permitiste que se te hiciera un homenaje con motivo de algún aniversario.

“Nunca” aceptaste que el gobierno de Francia, a través de su Embajada en Cuba, te diera, como quería hacerlo, una condecoración por tu aporte a la difusión de la lengua francesa, dando clases de francés en la Escuela de Idiomas de Camagüey durante 20 años.

“Nunca” cambiaste y dejaste de ser como eras: una mujer sincera, jovial, jaranera, probada, fiel, respetuosa, columna de la Iglesia, católica de misa diaria, hermana o madre de los sacerdotes, que lo mismo limpiabas la iglesia que ocupabas cargos de importancia en la Acción Católica o en el laicado nacional.

“Nunca” se te fueron a la cabeza las muchas responsabilidades y elogios recibidos.

Y sé que “nunca” vas a dejar de seguir intercediendo por ésta, tu comunidad de La Caridad, y por éstas, tus Iglesias de Cuba y la del Camagüey.

Queridos hijos e hijas: La muerte de alguien conocido nos llama siempre a la reflexión. Es cierto que los hombres hacen enormes esfuerzos por vencer la muerte, los médicos se esfuerzan por prolongar la vida, buscar medicamentos nuevos, etc. Pero llega un momento en que esos mismos médicos dicen: “Se ha hecho todo lo que podíamos hacer”... La muerte está constantemente cerca.... pero también la ponemos lejos. Hacemos planes como si nunca hubiésemos de morir. Muchos cubanos han perdido, incluso, la costumbre de añadir el “Si Dios quiere...” a cualquier programa que piensan realizar en el futuro. Afortunadamente para Carlota, y para todos nosotros, un día entró Jesucristo, vencedor de la muerte, en la historia del hombre. Hablaba un lenguaje nuevo: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”... “El que crea en mí, aunque muera, vivirá”... “Yo soy el pan de vida, el agua de vida, la luz de vida, la Resurrección y la Vida para siempre”...

Jesucristo, Señor de la vida, resucitó a su primo Lázaro, les devolvió la vida al hijo único de una pobre viuda y a una niña de 12 años. El Señor de la vida aceptó morir para vencer a la muerte. Su resurrección venció la muerte y es también nuestra victoria. La muerte ya no tiene dominio sobre nosotros.

En circunstancias como ésta de hoy, me gusta citar las enseñanzas sobre la muerte que nos hacen los santos de la Iglesia:

San Pablo: “Para mí morir es una ganancia”.

San Ignacio de Antioquía: “Hay una agua viva que dice dentro de mí: ver al Padre”.

Santa Teresa: “Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir”.

Santa Teresita: “Yo no muero, entro en la vida”.
San Francisco: No vendrá a buscarme la hermana muerte, sino Dios”.

Y San Juan nos advierte sobre otro tipo de muerte en vida: “el que no ama, permanece en la muerte”.

Con Jesucristo, la muerte ya no fue el punto final de la existencia del hombre, sino un punto y seguido, la puerta que hay que atravesar para entrar a la vida. La muerte será no un adiós, sino un hasta luego. Nosotros hoy estamos vivos, pero un día moriremos. Por eso nos vendría bien recordar lo que enseñó San Juan de la Cruz: “Al atardecer de tu vida, te examinarán en el amor”. Y pedir con el salmo: “Enséñanos, Señor, a calcular nuestros años para que tengamos un corazón prudente”.

En circunstancias como éstas, repito, una vez más, y como dichas por Carlota a cada uno de nosotros, las palabras de San Ambrosio: “No lloren por mí, ustedes que me quisieron tanto; mi muerte no es muerte sino tránsito feliz. Ya descanso en el Señor. Han sido muy buenos conmigo; séanlo siempre para Dios y un día estaremos reunidos en el Cielo”. Que así sea.



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Carlota Vidaud: "yo no veo los defectos, porque Dios perdona los defectos”

"No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós…" En Memoria de Carlota Vidaud (por Víctor Mozo)


Fotograma del documental "A puertas abiertas", sobre el Centro Católico de Orientación Cinematográfica de Camagüey, en la década de 1950 (dirigido por Anay Vázquez)
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Las escaleras que conducían a su apartamento eran estrechas, una vez en él, pocas veces tomé cita previa, tocaba apenas a la puerta que Carlota Vidaud, venía a abrir. Carlotica, así la llamábamos familiarmente. Su cara siempre reflejaba la alegría de alguien que se sentía útil y a la vez querida. Porque, quién no quería a Carlotica Vidaud en Camagüey.

Su apartamento era reflejo de sencillez, de entrega como ella. Una vez adentro, iba a saludar enseguida a su mamá, sentada al lado de la radio oyendo programas en francés, quizá Radio Francia Internacional o alguna otra emisora de lengua francesa. Su mamá, muy anciana ya, pero con gran lucidez, me devolvía el saludo en español. Mamá, decía Carlotica, háblale a Mozo en francés. Y así recuerdo aquella voz frágil que me decía, semble-il- que l’ouragan se dirige vers les Petites Antilles. Debía ser a fines de septiembre o mediados de octubre de un año que no recuerdo y, efectivamente, se hablaba de algún huracán no lejos de las Antillas.

Luego Carlotica y yo nos sentábamos uno frente al otro y conversábamos en francés. Yo que empezaba a ser aprendiz de traductor, tenía en Carlotica la sabiduría y ese savoir-faire de alguien que domina un idioma en toda su extensión, porque no hay que olvidar que si Carlotica era una persona sencilla era a la vez persona de vasta cultura.

Carlotica predicaba con su ejemplo en todos los sentidos, en ningún momento hablaba de religión. No hacía falta, aun a sabiendas de que yo practicaba como ella y era asiduo a la iglesia. Quizá muchos de los que fueron alumnos y eran no creyentes, vieron ella un ejemplo a seguir.

Nunca me dijo que no a una consulta, su puerta siempre estuvo abierta para mí hasta mi salida en 1983 y a ella le debo en parte haber salido del país y ser hoy en día un traductor con más de 45 años de experiencia.

Prácticamente la veía todos los días pues pasaba por el callejón que llevaba también a su casa. Carlotica era de las pocas personas en 1983 que sabía de mis trámites para salir del país. Mi confianza en ella era absoluta, y así un buen día en ese callejón, me despedí de ella.

Trato de buscarle defectos y no encuentro, aunque seguro los tenía. Mucho me habría gustado estar allí en ese momento de su partida y poner una rosa blanca, la más bella de todas, en su féretro. Hasta luego, Carlotica, sembraste mucho bien por todas partes. Hasta luego, maestra.




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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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