del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Al triste
Jorge Luis Borges
Al leer estos versos del poema “Al triste”[1] de Jorge Luis Borges (1899-1986) dedicados a sí mismo, describiendo lo que fue su vida y obra en tono de aflicción y melancolía, viene inmediatamente a mi mente la imagen del poeta, narrador, dramaturgo y ensayista cubano Reinaldo Arenas (Aguas Claras, Holguín, Cuba, 16 de julio de 1943-New York, 7 de diciembre de 1990), cuya vida y obra coinciden para mí con esa imagen tan triste, como fue su vida en una lucha constante por medrar en medio de un mundo hostil, que lo martirizó desde el seno familiar hasta la sociedad, fomentando en él ese espíritu rebelde, ácrata, hosco y de venganza latente en su obra, a través de ambientaciones desgarradoras desde su primera novela Celestino antes del alba (1967) hasta su última póstuma, su autobiografía novelada Antes que anochezca (1992). Así lo ve también Ann Tashi Slater, quien le realizó una entrevista a tres años de su llegada a Estados Unidos el cinco de diciembre de 1983, describiéndolo en su introducción como un hombre de “Forty years old at the time, he had thick, curly black hair and enormous, sad eyes; his face was lined and leathery” (Tashi 1).
Desafortunadamente, su extensa producción literaria, tan representativa de la literatura cubana de la última mitad del siglo XX y uno de los escritores cubanos más admirados de ese período fuera de Cuba[2], tanto por sus ediciones como por su eco en varios escritores[3] y diversas manifestaciones artísticas como el teatro, el cine y la ópera[4], es desconocida por su pueblo y está excluida del Canon de la literatura cubana, como fundamenta claramente Ottmar Ette en su descripción biográfica de Reinaldo Arenas:
La exclusión de las obras literarias del canon oficial de las letras cubanas, hasta el silencio absoluto impuesto al autor, se funda pues en la posición estética de Arenas en el interior del campo literario cubano. Las polarizaciones ocurridas dentro de este campo hacia finales de los años sesenta y a inicios de los años setenta en Cuba, con la imposición absoluta de las normas estéticas consideradas (cf, Casal 1971; Rodríguez Monegal 1975), llevaron a una marginalización y radicalización de este autor cubano. [1992, 133].
En Cuba, solo se publicaron su primer libro Celestino antes del Alba (1967) y algunos fragmentos de su segunda novela El mundo alucinante[5] (1968), las cuales habían sido premiadas por la UNEAC: la primera con el Segundo Premio Nacional de Novela “Cirilo Villaverde” de 1965 y la segunda con la mención honorífica de ese mismo premio de la UNEAC en 1966. Celestino antes del alba fue publicada como parte del premio recibido por esa institución en 1967, la cual se agotó en menos de una semana sin posible reedición, por haber sido su autor censurado más tarde por el gobierno comunista. Arenas había sido declarado desafecto a la Revolución al apoyar deliberadamente al poeta Heberto Padilla, quien tras haber ganado el premio Julián del Casal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con su poemario “Fuera de Juego” (1968), la dirección superior de ese organismo se lo negó por considerar que ese poemario era “ideológicamente contrario” a la Revolución cubana debido a su actitud criticista y anti historicista no compatibles con los principios de la Revolución cubana, y por su conocido apoyo a Cabrera Infante, estigmatizado de tránsfuga por haberse declarado traidor a la Revolución Cubana[6].
En lo adelante, Reinaldo Arenas pasó a ser proscrito en su Patria al ser considerado un enemigo de la Revolución con el agravante de su orientación homosexual, intolerable en la Cuba socialista y homofóbica de los 60-90 por ser una “conducta impropia”[7] y ajena al hombre nuevo que la Revolución Cubana pretendía formar. Sufrió una implacable persecución que destruyó parte de sus escritos[8], los cuales tuvo que reelaborar en el exilio, a partir de los que pudo salvar enviándolos secretamente con amigos al extranjero. La hostilidad del Gobierno hacia Arenas terminó con su detención entre 1974 y 1976 por el delito de publicar en el exterior[9] su segunda novela El mundo alucinante (1969) y su libro de cuentos Con los ojos cerrados (1972).
Sin embargo, aunque en Cuba se ha hecho aparentemente una tolerancia con la comunidad GLBTQIA[10], Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba, blasfemó sobre Arenas en una entrevista que le realizara la revista El Estornudo en el año 2000 para justificar el tratamiento que se le había dado por el gobierno, recurriendo al recurso típico usado por la Revolución Cubana de desmoralizar al que se le opusiera, señalando que había sido encarcelado por haber cometido fraude en la Universidad y por abuso sexual infantil, cargos que carecen de credibilidad alguna por las faltas de pruebas al respecto. Realmente, Arenas había sido condenado por haber publicado sus obras en el extranjero sin permiso gubernamental[11] y ser una persona peligrosa para la sociedad por su homosexualismo y su oposición al régimen castrista del gobierno cubano.
Los años de su prisión marcaron tan hondamente su carácter mutándolo de un hombre sensible de campo, enamorado de la vida y las letras por un espíritu de animadversión y deseo de venganza contra todo lo que le rodeaba y el régimen político cubano. Para poder ser excarcelado, tuvo que renegar de sí mismo firmando un compromiso de que se retractaba de su “conducta impropia” anterior, de que había sido “reeducado” y que nunca más volvería a escribir en contra del Gobierno Revolucionario.
Los cuatro años que le siguieron a su liberación mediatizada fueron una tormentosa vida de prófugo, escondido en casas de amigos o en parques, ocultándose siempre de la persecución que le asediaba, intentando huir del país hasta que con la apertura del Mariel en 1980 pudo emigrar gracias a la picardía de cambiarse su apellido de Arenas por Arinas, o de lo contrario no se lo hubieran permitido. Sobre este triste y tormentoso tiempo, el propio autor confiesa que era una “no persona” al estilo de los personajes de Orwell[12], porque “Yo en Cuba era alguien que no existía, no tenía trabajo, no tenía nada, lo único que tenía era un carné de identidad en blanco[13]. Pero aun así su preocupación de escritor no cejó nunca, escribiendo continuos manuscritos de los que pudo salvar algunos con amigos que lo sacaron del país.
Con el éxodo del Mariel en 1980, Reinaldo Arenas deja atrás ese mundo de persecución, opresión política y martirio, pero los avatares que había vivido no le permitirían decir que había encontrado la felicidad. Así se manifiesta en una entrevista grabada en video, recién llegado a New York:
En realidad, lo que… la sensación que yo siento en ningún momento es de triunfo de una gran alegría, sino es una sensación, hasta cierto punto, de paz por estar vivo y por haber salido de allí. Pero esa misma sensación que puede sentir una persona que sale de la casa que se está quemando; pero la casa se quemó de todas maneras y yo me salvé la vida, pero la casa se quemó. (TwoRealTravelJunkiesReinaldo).
Claramente, la personalidad de Reinaldo había asumido una actitud de rencor y venganza, refugiada deliberadamente en su concupiscencia en medio del martirio vivido, que lo hicieron incapaz de encontrar su espacio en la Tierra y de sentirse disidente de los cánones culturales de su época, lo que está presente en toda su obra. Así declara a tres años de haber llegado a Estados Unidos de América en la entrevista ya mencionada que le hiciera Jana Bokova en New York en el año 1983:
Soy una persona, digamos de lo que aquí se llama disidente en todos los sentidos, porque soy… no soy religioso, soy homosexual y, a su vez, soy anticastrista, es decir, que yo creo que reúno todas las condiciones para que no se me publiquen nunca mis libros y para vivir al margen de la sociedad en cualquier lugar del mundo. (Bokova)
A su llegada a Estados Unidos, se instala en Miami por breve tiempo, pero la atmósfera cubana de la ciudad le disgustó, llegando a decir en sus memorias que “era una caricatura de Cuba” (Tashi 2), por lo que cuando visitó New York el fin del año de 1980, las luces y el bullicio de Times Square lo atraparían para establecerse en esa ciudad, aunque a los tres años de estar allí se sentía tan desilusionado como para decirle a Ann Tashi en su entrevista: “Still, I don’t know where I can settle. I really don’t know. It’s something that worries me a lot, and surely, I’m never going to find the place. But that’s the way it goes” (Tashi 5).
No obstante, New York le ofreció la soledad que necesitaba para escribir y el bullicio para su vida hedonista, como confirma con las anécdotas de su novela autobiográfica Antes que anochezca (1992). Los nueve años de su vida en New York le permitieron revisar, reelaborar y concluir su obra prolífica, siempre muy bien recibida por el lector y los críticos foráneos, como lo será en cualquier momento por el pueblo cubano cuando le haga justicia.
Las áreas de apreciación de su obra se han centrado fundamentalmente en su temática homoerótica, su exilio y enajenación , su posición política, su escritura de venganza, sus traumas, su memoria, su discurso alucinógeno, su narrativa de transgresión, su agonía como éxtasis, su estética, su poética narrativa y dramática posmoderna; sus recursos literarios como la parodia, la intertextualidad, su desamparado humor y los juegos de la escritura posmoderna; sus paralelos con la picaresca española, su barroquismo y neobarroquismo, así como la fantasía y la realidad en su obra.
Todos estos acercamientos a la obra de Reinaldo Arenas han sido apropiados y justos, según el momento en que se hicieron, y realizados con el mayor respeto que merece un creador literario de su estatura. Pero siempre aparece alguna crítica negativa e inapropiada, que pondera peyorativamente su escritura homoerótica como obscena. Y es que realmente no hay obscenidad en la literatura de Reinaldo Arenas. No es como algunos de los poemas impúdicos de Severo Sarduy[14] (1937-1993) que se regodean en la descripción abierta y lascivia de las relaciones homoeróticas; sino una literatura descriptiva de la sexualidad homoerótica sin sicalipsis; pero, desde luego, muy incómoda para los lectores de la comunidad heterosexual ajena a la literatura[15] por su desenfrenado hedonismo. De este menor grupo de críticos nos atrevemos a traer una perícopa de G. Cabrera Infante (1929-2005), otro gran escritor contemporáneo con Arenas de aguda, sagaz y mordaz crítica para todos sus coetáneos, que, aunque reconoce sus valores creativos literarios, llega a inferir que tanto su obra como su vida son obscenas:
En el libro de Arenas no sólo es obsceno el relato, sino la propia vida que la obscenidad le ha obligado a asumir: una sociedad presentada como el único futuro posible le condenaba a ser un hombre nuevo. (Cabrera 3)
Merecen especial atención las valoraciones de su obra como barroca o neobarroca, siguiendo la teoría de Severo Sarduy (1937-1993), expuesta en su ensayo El barroco y el neobarroco (1972), la cual no es más que una apreciación de lo que más tarde vendría a llamarse la literatura posmoderna o como el italiano Omar Calabrese (1949-2012) prefiere llamar un neobarroco posmoderno[16], pues consideraba que el término posmoderno era muy genérico y desacertado, mientras que fusionando los dos términos referidos al mismo objeto se complementarían y precisaría su significado con las dos perspectivas diferentes.
Ambos términos surgieron paralelamente enfocados en el proceso de transformación estética que se daba en los inicios de la posmodernidad[17] cuyo objeto había sido enfocado por Sarduy como el neobarroco desde su perspectiva de los estructuralistas franceses[18] ligados a la revista francesa Tel Quel entre los años 1960 y 1982 y a partir de la literatura latinoamericana; mientras que el término posmoderno procedía de los Estados Unidos desde los años 60 del siglo XX cuando el crítico literario Leslie Fielder (1917-2003) lo popularizó[19].
Tanto la crítica neobarroca como la posmoderna tienen sus puntos convergentes de apreciación, aunque los términos que emplean son, más que diferentes, sinonímicos. La terminología del neobarroco de Sarduy se focaliza en la oposición a lo tradicional clásico, a todo lo normativo, a la creación literaria como un sistema liberador de los viejos paradigmas, la crisis, la duda, el experimento, el artificio, la sustitución, la proliferación, la parodia, la carnavalización, la intertextualidad, el erotismo, el juego de espejos y la revolución[20].
Del otro lado, la crítica posmoderna[21] parte de la deslegitimación del discurso moderno (Jean Francois Lyotard), la subversión de las historias oficiales (Lukasz Grützmacher) o la metaficción historiográfica[22] (Linda Hutcheon), la violación de las fronteras ontológicas (Dick Higgins) y el paradigma de Hassan (Ihab Hassan)[23], que describe las marcas distintivas de esta tendencia, generalmente convergentes con las de la teoría neobarroca.
Y Omar Calabrese, conciliando ambos términos en su neobarroco posmoderno, se hace eco de los paradigmas anteriores, señalando que el estilo posmoderno se expresa en la representación literaria con las siguientes constantes dicotómicas: límite y exceso, desorden y caos, ritmo y repetición, inestabilidad y metamorfosis, detalle y fragmento, nodo y laberinto, complejidad y disolución, “más o menos” y “no sé qué”, distorsión y perversión.
La mayoría de los críticos que se refieren al estilo neobarroco de Reinaldo Arenas detallan la presencia en su obra literaria de marcas como su opción liberadora de los estándares literarios, juntando lo inverosímil, lo exagerado, lo grandioso, lo cotidiano, lo sorprendente, lo trascendental, lo heterosexual y lo homosexual, lo cómico y lo trágico para expresar la voluntad del hombre ante la opresión de los poderes políticos en cualquier época (Rozencvaig 20); la convivencia de distintos géneros, la intertextualidad, el uso de narradores múltiples, la mezcla de lo verídico y lo fantástico, (Rodríguez 29).
Esa mirada neobarroca, desde la perspectiva posmoderna, se centra en primer lugar en su estilo que deslegitimiza el discurso oficial de la modernidad -Condición clave subrayada por Lyotard del discurso posmoderno-, reescribiendo su verdad y enfrentando los cánones morales, religiosos y del proyecto comunista de su país con una actitud irreverente, considerándose él mismo un disidente de esas normas: “Soy una persona, digamos de lo que aquí se llama disidente en todos los sentidos, porque soy… no soy religioso, soy homosexual y, a su vez, soy anticastrista” (Bokova). Aunque esta actitud está presente en toda su obra, pudiéramos ejemplificarla con sus metaficciones historiográficas -término que Linda Hutcheon (A Poetics 47) reserva como el modelo ideal de la novela posmoderna, aunque Arenas haya dicho “no creo que mis novelas puedan leerse como una historia de acontecimientos concatenados” (Arenas, El mundo 94)-: El mundo alucinante (1969), Arturo, la estrella más brillante (1984) y La loma del ángel (1987) que son toda una reescritura histórica. La primera, una ficcionalización de la vida de Fray Servando Teresa de Mier; la segunda, la historia postoficial[24] como homenaje poético a su amigo Nelson Rodríguez[25] y la tercera, una parodia de la novela de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés. En todas ellas, aunque se ficcionalice la realidad, hay siempre un propósito de reescribir una historia, ya sea para contar lo real que subyace o la historia postoficial como denuncia o parodiar la realidad según su cosmovisión sin olvidar su actitud contestataria que acentúa lo que hay más allá de la ficción en estos relatos: la historia y la cultura.
En segundo lugar, se aprecia en su obra, como en toda la literatura posmoderna, la violación de las fronteras ontológicas (Dick Higgins), marcando bien la distancia de esta obra con la del discurso tradicional moderno que da una imagen lo más creíble y mimética posible del mundo real. McHale distingue tres posibilidades de esas violaciones que permiten encasillar en ellas los múltiples casos que en la práctica se presenten: 1) la violación de identidad epocal entre el mundo real y el de ficción, 2) la violación de identidad entre personajes de diferentes mundos y 3) la violación de identidad entre personajes de un texto y otro (17). Tomando solo como referencia El mundo alucinante de la obra de Reinaldo Arenas, aunque es su modo de operar en toda su obra literaria, es fácil advertir violaciones de identidad entre personajes de diferentes mundos al vincular al personaje real de Fray Servando con otros ficticios como el maestro de su infancia, el padre Terencio, la bruja, entre otros; así como la violación de identidad de un texto con otro texto de diferente universo literario poniendo a Fray Servando en contacto con personajes ficticios de otras novelas como Orlando de la novela homónima de la escritora británica Virginia Woolf (1882-1941).
Por último, en tercer lugar, toda la obra Areniana se expresa, de un modo u otro, en una estética consecuente con el paradigma de Hassan, manejada por la crítica, a veces, con términos sinonímicos o los mismos de la perspectiva neobarroca. Un estilo patafísico/dadaísta “de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a los lineamientos las propiedades de los objetos descritos por su virtualidad” (Jarry II), de allí el uso prolífico de alegorías y elementos escogidos al azar para en su conjunto dar la idea propuesta:
<<HE VISTO UN LUGAR REMOTISIMO habitado por elefantes regios>>, había escrito hacía unos años, no muchos, cundo aún pensaba que un grupo de signos, que la cadencia de unas imágenes adecuadamente descritas, que las palabras, podrían salvarlo…(…) pero Arturo, girando rápidamente, se lanzó hacia el horizonte, destruyendo arbolarios, kioscos y parasoles, invernaderos, camafeos, aljibes y hasta el solitario pluviómetro sobre el cual el desconcertado loroforo, que allí se había posado, miraba avanzar la tropa… cuando los atinados disparos lo fulminaron, Arturo alcanzaba ya la línea monumental de los elefantes regios. (Arenas, Arturo 7 y 80)
Una forma disjunta y abierta de cada texto, el juego osado con las palabras e ideas que caracterizan su escritura: “Venimos del corojal. No venimos del corojal. Yo y las dos Josefas venimos del corojal. Vengo solo del corojal y ya casi se está haciendo de noche antes de que amanezca. En todo Monterrey pasa así: se levanta uno y cuando viene a ver ya está oscureciendo. Por eso lo mejor es no levantarse” (Arenas, El mundo 91); la anarquía como testimonio de un discurso que se rebela contra cuantos dogmas y principios culturales existen sin alinearse con ninguno (la religión, el sexo, la política comunista cubana); el agotamiento/silencio del que Arenas dijo en una entrevista: “One of the most important things in the books I write is rhythm. In poems, short stories, novels. Silence is also especially important. I wrote “Farewell to the Sea” in cantos-and silences” (Tashi 3); el performance/happening tan en voga en esos años que vivió Arenas en New York expresado en toda su obra que más que un relato es un acontecimiento, una representación: “La muerte está allí en el patio, jugando con el aro de una bicicleta. En un tiempo esa bicicleta fue mía. En un tiempo eso que ahora no es más que un aro sin llanta fue una bicicleta nueva” (Arenas, El Palacio); la decreación/deconstrucción evidente en sus novelas El mundo alucinante (1969) que deconstruye la vida del personaje Fray Servando Teresa de Mier y La loma del ángel (1987) que decrea la Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde; la síntesis de textos, obras literarias, personajes tomados de múltiples obras; una poética de la antítesis de todos sus temas; la construcción de un discurso apoyado en múltiples intertextos de cuya obra es representativa su novela El mundo alucinante que se desenvuelve a partir de una amplia bibliografía desde las Memorias y la Apología de Fray Servando Teresa de Mier hasta obras como La Divina Comedia de Dante, el Don Quijote de Cervantes, Las mil y una noches de autor anónimo, La expresión americana de Lezama Lima, poemas de José María Heredia y La mala vida en la España de Felipe IV de José Deleito y Peñuela, entre otros.
Además, responden a este paradigma de Hassan en la obra de Arenas una retórica opuesta a toda semántica que como señala Adriana Méndez Rodena, “el lenguaje de sus relatos no se puede someter al esquema saussureano del signo: hay en esa prosa, nerviosa y destellante, una volatización de la dicotomía significante-significado” (La economía); la prevalencia del sintagma al paradigma, de la parataxis a la hipotaxis, de la metonimia a la metáfora, de la combinación dadaísta a la selección, de lo rizomático o superficial a lo profundo, de lo contrario a una cabal interpretación dejando brechas y ambigüedades, del significante o cosa al significado, de lo escribible a lo leíble e interpretativo directamente, de la pequeña historia fragmentada a la gran historia totalitaria, del idiolecto a la norma o código magistral, del deseo en todo su desenfreno al síntoma, de lo polimorfo andrógino a lo genital real, de la esquizofrenia a la paranoia, de lo diferente-diferido a la causa originaria, de la ironía a lo metafísico, de lo indeterminado a lo determinado y de lo inmanente a lo trascendente.
Toda la obra de Reinaldo Arenas, tanto su narrativa, poética, dramatúrgica y ensayística, está claramente afiliada al paradigma literario posmoderno por sus estrategias creativas, experimentales e innovativas en un discurso libre, reevaluado, burlesco y paródico de la modernidad, como una crítica a todo dogma o ideología que castrara la individualidad. No es casual que en la entrevista ya citada de Ann Tashi él dijera:
What I don’t like is…well, just imagine. (…) dogma. When someone talks to me about some dogma, I can no longer talk with that person. Dogma can be religious as well as political; it’s the same. You can’t engage in any dialogue because the person is already wielding an absolute truth. (6)
A esta constante estilística de representación posmoderna, se une la del martirio experimentado en su vida y reflejado en todos los géneros de su obra. Unas veces a trazos autobiográficos parodiados, como en su famosa Pentagonía, que ya de por sí su título insinúa la agonía de una vida martirizada: en la niñez con su novela Celestino antes del alba (1967), el relato de la vida del niño Celestino cuya inclinación literaria le lleva a la expulsión del seno familiar; en la adolescencia con El palacio de las blanquísimas mofetas (1980), impregnada de muchos de sus sacrificios y frustraciones representados en la Tétrica Mofeta que como escritor homosexual sufre persecuciones y sigue un paralelo biográfico a la vida del autor; en la adultez de la pareja con Otra vez el mar (1982), donde se combinan narrativa y poesía para describir una relación heterosexual con diferencias tan grandes que la hacen incompatible, relato que tal vez refleje sus experiencias heterosexuales; en la adultez martirizada socialmente durante un totalitarismo de izquierda que traza una distópica y orwelliana Cuba con El asalto (1988), que constituye una severa crítica al régimen comunista cubano, destacando la fragilidad de los homosexuales y disidentes en esa sociedad; y el mundo de desenfreno hedonista, de rencores, terrores y miedos durante el proceso revolucionario con El color del verano (1989), en medio de un carnaval preparado para celebrar los 50 años de un dictador llamado Fifo, pura coincidencia con cualquier parecido con la realidad.
No está ausente tampoco el martirio en su poemario El central (1981), que es la poesía épica del hombre en torno a la zafra azucarera en Cuba, ya sea durante la época de la colonia o de la Revolución, cuyos versos atrapan los sufrimientos del trabajador agrícola de esta industria, los desmanes de quien llevan el poder en cada momento histórico, y ponen de relieve cómo la historia es la misma para el hombre de abajo; ni en su cuaderno de poesía Voluntad de vivir manifestándose (1989), nacido en el fragor de la prisión que destilan la humillación, vejámenes y horrores de los condenados, cuyas experiencias el propio autor consideraba: “son inspiraciones furiosamente crometradas de alguien que ha vivido bajo sucesivos envilecimientos. (…/) Estas palabras tercamente ordenadas son el fruto de la venganza cumplida” (Arenas, Voluntad 7).
También en su dramaturgia recogida en el libro Persecución (1986), cuyo título habla de por sí del martirio. Cinco obras de teatro tituladas "Traidor", "El paraíso", "Ella y yo", "El Reprimero" y "El poeta"; así como en su ensayo Necesidad de libertad (1986), que denuncia las consecuencias de la dictadura cubana, enfrentándose al discurso oficial del castrismo y revalorizando la generación de escritores cubanos que salieron de Cuba por el éxodo del Mariel en 1980 hacia Estados Unidos, los cuales fueron estigmatizados, marginalizados y borrados del canon de la literatura cubana de su época.
Paralelamente a ese martirio se yerguen furiosamente los deseos de venganza que fomentaron en la vida de Reinaldo Arenas tanto desamparo, tanta marginalización, tanta persecución, tanta opresión y tanto odio contra su persona. Su venganza está en sus crudas y desgarradoras páginas que denuncian al mundo lo que en realidad era el sistema revolucionario y comunista cubano, un mundo tenebroso de persecución a todo lo que estuviera fuera de los parámetros de la ideología marxista y su pronóstico de forjar un hombre nuevo, sin individualidad y autómata como los del modelo orwelliano.
En las páginas de su obra se transfigura en venganza la ira por la impotencia y dolor sufridos ante tanto envilecimiento
El envilecimiento de la miseria durante la tiranía de batista, el envilecimiento del poder bajo el castrismo, y el envilecimiento del dólar en el capitalismo -y como si esto fuera poco, he habitado últimos nueve años en la ciudad más populosa del mundo que ahora sucumbe a la plaga más descomunal del siglo XX. He sido testigo de todos esos espantos y ellos han propiciados estos poemas. (Arenas, Voluntad, 7)
Su venganza es una constante desde su primer libro Celestino antes del alba, que revela los sufrimientos del niño homónimo por sus inclinaciones diferentes a lo que la familia espera de él, hasta su autobiógrafa novelada Antes que anochezca, que más que una autobiografía o novela es una proclama de rebeldía y denuncia de lo que le hizo sufrir el mundo en que vivió, no en valde el escritor afirmara al final del primer capítulo de esta última obra póstuma que su obra era “su venganza contra casi todo el género humano” (16).
Reinaldo Arenas nos ha dejado una escritura posmoderna y paradigmática de la literatura cubana de la última mitad del siglo XX, imposible de eludir para una correcta apreciación de lo que fue la literatura de la época que vivió, y que lamentablemente ha sido castrada a nivel nacional y espera por su pronta resurrección para compartir con su pueblo todo el martirio y la venganza depositada en ellas, tristemente sucinta en su epitafio para el que tampoco hubo una tumba donde inscribirse: “Autoepitafio”: “Conoció la prisión, el ostracismo,/el exilio, las múltiples ofensas/ típicas de las vilezas humanas” (Voluntad 110); empero su obra pervivirá para las generaciones futuras en la literatura hispanoamericana y la universal, pronto en la cubana que le hará justicia y de la que ya forma parte en la crítica internacional.
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[1] “Al triste “es un poema de Jorge Luis Borges que pertenece al poemario El oro de los tigres (1972) en el cual el poeta se describe a sí mismo con un tono de aflicción y melancolía porque “El resignado/ejercicio del verso no te salva/ ni las aguas del sueño ni la estrella/ que en la arrasada noche olvida el alba”.
[2] Su obra ya había sido traducida al francés y a más de diez idiomas, según palabas del autor en el video “Reinaldo Arenas, escritor cubano, nos habla de su vida” que recoge fragmentos de cuatro entrevistas. Ver en YouTube. 19 de septiembre del 2018: <https://www.youtube.com/watch?v=qTWd1zaKMv8&t=897s>
[3] Su influencia en escritores como Abilio Estévez en Tuyo es el reino (1998) y Fernando Velázquez Medina con su Última rumba en La Habana (2001).
[4] En Miami se han representado sus obras de teatro, su libro autobiográfico Antes que anochezca fue llevado al cine por Julián Schnabel y se le dedicó una ópera por Jorge Marín. También Manuel Zayas en el 2004 filmó un documental sobre su vida titulado Seres extravagantes.
[5] Estos fragmentos de El mundo alucinante fueron publicados en la Revista Unión, 9, no. 4 (1970): 39. Su primera versión completa fue publicada en francés con el título Le monde hallucinant, traducida por Didier Coste. Ese mismo año recibió el premio al mejor libro extranjero, lo que motivo su solicitud por la editorial Diógenes para su publicación en México.
[6] Para conocer más al respecto se puede Consultar la Declaración de UNEAC del 15 de noviembre de 1968 publicada en el digital Rialta Magazine por el 50 aniversario del caso Padilla.
[7] En la Cuba Revolucionaria de los años 60, fue un término jurídico amplio para castigar a todos aquellos jóvenes que no se plegaban a la Revolución y tenían afiliaciones religiosas o gusto por la música americana o de los Beatles, o se vestían con jeans o ropa extranjera en una moda extravagante, o eran afeminados u homosexuales, lo que determinaba su encarcelamiento o reclusión en los campos de trabajo forzado de las UMAP. Es importante destacar que este término solo se le aplicaba a los que disentían de la Revolución Cubana, pues había muchos afeminados, y homosexuales ligados al proceso revolucionario que nunca fueron castigados ni exonerados de sus cargos como Alfredo Guevara, Director del ICAIC; Armando Hart, Ministro de Cultura; Sara González, cantante de la Nueva Trova y muchos más.
[8] Entre los que se encontraba su novela El palacio de las blanquísimas mofetas (1980) que fue confiscada, destruida y reescrita varias veces, hasta su conclusión definitiva en el exilio.
[9] A través de sus amigos Jorge y Margarita Camacho, sin permiso del gobierno, había publicado su novela El mundo alucinante (1969) en francés (Le monde hallucinant), traducida por Didier Coste y Con los ojos cerrados (1972) en Uruguay.
[10] Acrónimo que significa Lesbiana, gay, bisexual, transexual, queer o no identificado con ningún sexo personalmente, intersexual y asexual, derivado de la complicada teoría de género actual que para mí es solo la traslación del significado de orientación sexual a la categoría utópica de género.
[11] Para más información sobre el tema consultar la entrevista “No he conseguido nada por ser la sobrina de Fidel” en la revista digital El Estornudo del 1ero de mayo del 2017. Web. 20 junio 2018.
[12] George Orwell, escritor y periodista británico autor de novelas famosas como Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949), ambas llevadas al cine, cuyos personajes son un ente viviente carente de humanidad individual a favor de un partido político o un ideal.
[13] Ver la entrevista en video por YouTube “Habana” de Jana Bokova donde Reinaldo Arenas cuenta personalmente lo que fue su vida: https://www.youtube.com/watch?v=qTWd1zaKMv8&t=914s).
[14] Reconocido escritor cubano, precursor del posmodernismo que asumió muchos de los rasgos de esta estética bajo su visión del neobarroco. Su narrativa es homoerótica y un desparpajo carnavalesco, mientras que en su poesía hay algunos poemas obscenos directamente.
[15] Sin que por ello podamos tildarlos de homofóbicos, porque una idea es odiar a esa comunidad y otra tener que estar obligado a recrearse en algo muy distante de sus perspectivas.
[16] En La era neobarroca Madrid: Cátedra, D.L. 1989.
[17] Proceso de transformación cultural comenzado entre 1970 y 1980 que advierte un cambio en los paradigmas culturales, filosóficos y artísticos de la modernidad hacia lo que se ha convenido llamar la posmodernidad.
[18] Entre ellos están Roland Barthes, Georges Bataille, Jacques Derrida, Jean-Pierre Faye, Michel Foucault, Julia Kristeva, Bernard-Henri Lévy, Marcelin Pleynet, Maurice Roche, Tzvetan Todorov, Francis Ponge, Umberto Eco, Gérard Genette, Severo Sarduy, Phillippe-Joseph Salazar, Pierre Boulez, Jean-Luc Godard, Pierre Guyotat y Maurice Blanchot.
[19] Una vez introducido el término en la crítica literaria norteamericana, muchísimos críticos, filósofos y economistas continuaron su descripción: Fredric Jameson, Anthony Giddens, Dick Higgins, Linda Hutcheon, Brian McHale, entre otros.
[20] Revolución desde el punto de vista literal de cambios revueltos, mezclas incoherentes, falsas y subjetivas desde la entidad logocéntrica.
[21] Aunque la crítica sobre la literatura posmoderna es muy amplia y desde diferentes perspectivas epistemológicas, asumo la crítica fundamental manejada por mí en mi Disertación doctoral Presencia de la epísteme posmoderna en el discurso narrativo hispanoamericano de los umbrales del siglo XXI. Diss. The University of Arizona, 2009. Ann Arbor, MI: ProQuest, 2010.
[22] Término reservado por Linda Hutcheon para la novela autorreflexiva y metafictiva, aquella que reflexiona sobre un período histórico enlazado a la ficción (A Poetics 47).
[23] El paradigma de Ihab Hassan describe como propio de la literatura posmoderna las siguientes marcas distintivas: Patafísico / Dadaísmo, forma disjunta y abierta, juego, oportunidad, anarquía, agotamiento/silencio, performance/happening, participación, decreación/deconstrucción, ausencia, síntesis, antítesis, dispersa, texto/intertextos, retórica, sintagma, parataxis, metonimia, combinación, rizoma/superficial, contra interpretación/mala interpretación, significante, escribible, antinarrativa/pequeña historia, idiolecto, deseo, polimorfo/andrógino, esquizofrenia, diferente-diferido/vestigio, el espíritu Santo, irónico, indeterminado, inmanente (The Dismemberment 267-68).
[24] Es el término ofrecido por Lukasz Grützmacher para designar la novela histórica que se opone a la historia oficial de los que tienen el poder a favor de la historia que subyace y pretende ser borrada.
[25] Nelson Rodríguez Leyva fue un incipiente escritor cubano, el autor de El Regalo, quien fue recluido en las UMAP por homosexual. Tras sus duras experiencias sufridas y el temor a volver a ser condenado, intentó fallidamente desviar un avión de Cubana de Aviación hacia la Florida, lo que terminó con su fusilamiento en la fortaleza de la Cabaña en 1971.
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OBRAS CITADAS
Aiello, Anthony J. Presencia de la epísteme posmoderna en el discurso narrativo hispanoamericano de los umbrales del siglo XXI. Diss. The University of Arizona, 2009. Ann Arbor, MI: ProQuest, 2010. Impreso.
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Dr. Antonio J. Aiello is a faculty at the College of Charleston, SC. He also has taught as visiting assistant professor at Oregon State University, graduate associate teaching in the University of Arizona and New Mexico State University, adjunct faculty at Pima Community College in Tucson, Arizona,assistant professor at University of Kabul, Afghanistan and assistant professor at University of Camaguey, Cuba. He has taught Spanish language as second language in basic, intermediate and upper levels; Spanish and Spanish American Literature, and Hispanic Linguistics since 1977 to students from various countries from America, Europe, Africa and Asia.
His formation began in the Higher Pedagogical Institute “José Marti” in Camaguey, Cuba as a Bachelor in Spanish and Literature. He got his Master in Latin American Studies in the University of Camaguey. Later he took different courses about Semiotic and Theory of Information with the University of Valencia, Spain, and University of Oriente, Cuba. Finally he got his Ph. D. in Spanish at the University of Arizona, with a major in 20th - 21st centuries Spanish American Literature, and two minors in 20th – 21st centuries Spanish Literature, and Hispanic Linguistics.
His researches have been related with the Postmodern Literature, the Spanish and Spanish American Literature, the literature in the cinema, the Hispanic Linguistics and the process of languages acquisition,. Their results have been presented at various international events and at various universities and associations in the United States. He is also author of the book Presencia de la episteme posmoderna en el discurso narrativo hispanoamericano de los umbrales del siglo XXI: Carlos Fuentes Macías, Mario Vargas Llosa y Leonardo Padura Fuentes, and some textbooks for the Spanish as second language teaching. Besides, he has published several articles with the results from his investigations. Furthermore, he has collaborated with publishing house like Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, John Wiley and Sons, Inc.; Hispania a Journal of AATSP; La gota de agua, Philadelphia, PA. and the journal Mexican Studies/Estudios Mexicanos of The University of California Institute for Mexico and the United States, and the Universidad Nacional Autonoma de Mexico’
His current research focuses on postmodern Spanish American Literature about narrators as Zoé Valdés, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa and Leonardo Padura. He expects to fulfill soon some books called Lezama recipe book, The Postmodern Narrative from Zoé Valdés and The postmodern narrative in Cuba. A reality: Leonardo Padura.