El profesor Hebert Pérez
Ayer, 10 de marzo de 2021, fui a saludar al profesor Heber Pérez por su 80 cumpleaños y lo encontré en el techo de su casa, cortando una enredadera, cuando me vio bajó enseguida, descolgándose por la reja de una ventana; yo, asombrado, le dije: ¡profesor sólo le falta la capa de Superman! , a lo que él sonriendo, respondió: !es el mejor elogio que se le puede hacer a un hombre de mi edad!
Fui su alumno en la Escuela de Historia de la Universidad de Oriente a comienzos de la década del setenta, donde me impartió la asignatura Historia de los Estados Unidos, recuerdo clases caracterizadas por la profundidad de sus análisis. También en aquellos años duros nos dio lecciones de ética y dignidad, cuando enfrentó con hidalguía, el extremismo ideológico que por esa época estremecía al mundo académico.
A comienzos de los años ochenta, Joel James, Radames de los Reyes y yo, que habíamos sido sus alumnos, lo invitamos a acompañarnos en la recién fundada Casa del Caribe, donde con el tiempo se convirtió en una suerte de mentor intelectual.
En el primer lustro de la década del noventa, le pedí que me ayudara en el ejecutivo provincial de la Unión de Historiadores de Cuba, junto a Olga Portuondo y Alcibíades Poveda.
Con el paso del tiempo Hebert se convirtió en una leyenda que ha rebasado las fronteras de la Universidad de Oriente y la ciudad de Santiago de Cuba, por lo que a nadie le sorprendió su reciente ingreso a la Academia de la Historia y el otorgamiento del Premio Nacional de Historia.
Rafael Duharte Jiménez ,11 de marzo de 2021
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El profesor de la asignatura Dignidad.
Un pequeño homenaje
a un viejo y querido profesor.
El lustro en que fui estudiante de la carrera de historia en la Universidad de Oriente fue particularmente complejo para el país. La Gran Ofensiva Revolucionaria del 68, había hecho cenizas el mundo de los timbiriches y pequeños comercios privados, al punto que en una noche de carnaval podía morirse literalmente de inanición en la calle, al ritmo de la conga…
Pero de pronto apareció en el horizonte una luz de esperanza: La zafra de los 10 Millones. Sobre la misma escribiría muchos años después el profesor de la Escuela de Letras: Rodrigues Rivera (para nosotros 7 curvas): “…la zafra loca, la gigante, la hipertrofiada, la de los 10 millones y el proyecto de independencia se nos fue para casa del carajo. Había que entrar al mundo de los bolos…”
Cuando efectivamente entramos al mundo de los bolos los problemas materiales se fueron lentamente aliviando, pero aparecieron otros nuevos, los ideológicos. En aquel contexto la Escuela de Historia se convirtió en una suerte de campo minado, en el cual reinaba el profesor de Historia de América (Igolfo el Exterminador, para nosotros); era un hombre de entendimiento grueso que veía sombras por todas partes.
Pronto los profesores más brillantes de la escuela estuvieron bajo fuego, lo cual incluían no viajar al extranjero y que no les vendieran un Moscovich. Entre sus víctimas estaba el profesor H. P., quien tenia desde su punto de vista, todos los atributos de un sospechoso: Aunque H. P. era hijo de una familia campesina de Holguín, tenia un nombre raro, se llamaba Hebert, había estudiado en la Universidad norteamericana de Duke, estuvo casado con una estadounidense, impartía la asignatura Historia de los EE. UU. , tenía un motor y para colmo algunas mujeres decían que parecía un galán de Hollywood. Probablemente este hombre encabezara la lista negra de Igolfo.
Aquel profesor se convirtió sin embargo en una leyenda y ganó la admiración y el respeto de sus estudiantes, claro excepto de algunos que Igolfo probablemente usara para espiarlo en sus clases, lo cual dio lugar a varios escándalos. Uno de estos, recordado aún por mis colegas de aquellos tiempos, ocurrió cuando el profesor impartía una clase de Historia Moderna y dijo que la burguesía había desempeñado un papel progresista en el enfrentamiento al régimen feudal; lo cual
provocó que un estudiante se pusiera de pie y lo interrumpiera, diciendo en tono desafiante que la burguesía nunca había sido revolucionaria, allí termino la clase; el profesor no dijo una palabra más y con un gesto de cansancio salió del aula. A la semana siguiente, el profesor comenzó la clase abriendo el Manifiesto Comunista y leyendo textual lo que Marx allí dice sobre el papel de la burguesía; el estudiante provocador sorprendido quedó en ridículo, pues evidencio que ni siquiera se había leído el Manifiesto.
En otra ocasión el profesor sorprendió in fraganti a un alumno con un chivo, lo saco del aula y le anuló el examen; pero aquello de pronto se convirtió en un problema político, pues el alumno que era militante, en vez de sentirse abochornado, intrigó aludiendo a una supuesta intención política en su sanción; el profesor se defendió con su habitual hidalguía y deshizo el entuerto.
Paso el tiempo y una cotorra sobre el mar Caribe, el profesor H. P. hizo su doctorado, publicó libros y recibió el Premio Nacional de Historia.
Hoy el profesor Hebert Pérez cumple 80 años y la Universidad de Oriente lo tiene como un icono de su claustro, para algunos de sus alumnos no sólo nos enseñó Historia Moderna y de los Estados Unidos, sino que también nos dio valiosas lecciones de dignidad…
Rafael Duharte Jiménez, 11 de marzo de 2021.
Foto: Juan Manuel Reyes, Rafael Duharte y Hebert Pérez. Centro Pratt Puig, antiguo Colegio San Basilio Magno.
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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.