Wednesday, March 31, 2021

Monseñor Valentín Zubizarreta, primer obispo de Camaguey (1914-1922). Por Carlos A. Peón-Casas.


El primer obispo de la naciente diócesis camagueyanensis, que fue creada en 1912, Mons. Valentín Zubizarreta y Unamunzaga[1] recibió su consagración el 8 de noviembre de 1914, en la Iglesia de la Merced, el hecho era consecuencia de su pertenencia a la orden carmelitana de la Provincia de Castilla, asentada en aquella, y de la que fungió como visitador. Entre los años 1903 y 1906 ya había estado de visita allí. [2]

La recién nacida diócesis carecía de fondos propios suficientes para su mantenimiento. Se juzgó necesario el envío de unos 9000 dólares para asegurar su sostenimiento, de ellos: seis mil para sustento del prelado y otros tres mil para las necesidades diocesanas. La primera residencia episcopal le costaba unos 130 dólares en concepto de alquiler, y se ubicaba en el número 130 de la calle Independencia.

Escudo episcopal de Mons. Zubizarreta,
en el Salón del Trono. Arzobispado de Camagüey
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En la ciudad agramontina el prelado contaba con 6 parroquias a saber: la Catedral con 8000 fieles; la Soledad con 7000, San José con 12.000, Santa Ana con 15.000, Santo Cristo con 18.000 y la Caridad con 12.000.[3]

Dos órdenes religiosas masculinas ya estaban presentes en la ciudad a su llegada: los padres escolapios y los carmelitas descalzos. En 1917 llegarían a su pedido los salesianos, quienes permanecerían desde entonces tomando a cargo la parroquia de La Caridad, y dando después comienzo al Colegio de Artes y Oficios[4], que para entonces se consideraba uno de los mejores de América Latina[5]

Entre las congregaciones femeninas ya instaladas a su llegada como obispo se incluían las Ursulinas de Santa Ángela de Merici, las Reparadoras y las Siervas de María.

Por la preocupación del prelado respecto a las necesidades educativas de la grey a su cargo, facilitó la entrada a la diócesis de dos congregaciones con ese carisma: la Compañía de Santa Teresa de Jesús (Teresianas) y la de las Hermanitas de los Niños Pobres.

Los miembros del clero diocesano de ese minuto no pasaban de una docena de sacerdotes. Dada la escasa presencia de aquellos en los pueblos de campo, más de uno debía asumir las labores de dos parroquias. Aún así algunas de aquellas carecían de párrocos[6], como las de San Jerónimo, Arroyo Blanco y Cubitas. En algún minuto hubo de clarificar los límites de algunas de aquellas, como fue el caso de la de Santa Cruz, a la que le hizo coincidir su extensión con la del territorio civil de municipio del mismo nombre. En otro caso hubo de segregar una parte de la parroquia de Santa Ana, para adicionársela a la de San José, en específico la gran barriada de La Vigía que se promovió con la llegada del ferrocarril a la ciudad.[7]

La diócesis no podía sostener por entonces un seminario diocesano ante la ausencia de un edificio capaz para albergarlo, y las rentas pertinentes para su mantenimiento. En el año 1920, siete seminaristas locales[8] cursaban estudios en el de La Habana. Hasta ese minuto el obispo sólo había ordenado a un sacerdote.

Si partimos del hecho de que los más de 200.000 habitantes de la provincia y diócesis de Camagüey en 1914 se declaraban católicos, y un número muy ínfimo se confesaban miembros de otras iglesias protestantes, y muy difícilmente alguno que otro ateo, dadas las convenciones de la época, el nuevo prelado, podía considerarse dichoso de aquella grey tan populosa y a la vez seguidora de los preceptos de la Santa Madre Iglesia.

Sin embargo, la realidad parecía de ser de otro tenor. La vida moral de aquellos católicos dejaba mucho que desear, y ante tal constatación así lo hacía saber el obispo en su primera Relación a la Santa Sede: “Mores populi sunt depravatissimi”[9]. Y completaba su aseveración con una lista de los males morales más evidentes: la obscenidad, la injusticia en los negocios y la indiferencia religiosa.

En cuanto a la práctica religiosa, eran muy pocos los que observaban el precepto dominical, y menos aún los que se acercaban a los sacramentos de la confesión y la comunión. Quizás en la ciudad el número era algo superior.

Los matrimonios civiles eran los más abundantes, e igualmente había una alta tasa de concubinatos. Muchos de los nacidos de tales uniones eran fruto de tales uniones.

El bautismo de los recién nacidos dentro de la primera semana, eran raros, igual se le retrasaba hasta el año del nacimiento, y se daban casos que no los bautizaban jamás.

La educación cristiana dentro de los hogares era muy pobre. Sólo la que se impartía en los colegios religiosos, pues la escuela primaria no la impartía. Aunque la doctrina cristiana se explicaba cada domingo en las iglesias eran pocos los padres que enviaban a sus hijos a recibirla.

Las sectas masónicas acogían a muchos católicos que no sentían que su condición fuera óbice para pertenecerá aquellas. El espiritismo estaba muy extendido y se daban casos de feligreses y feligresas que acudían a la primera misa de las parroquias, para luego encaminarse sin ningún escrúpulo a las sesiones espiritistas en los bien conocidos “centros” esparcidos por la ciudad, aunque tal comportamiento estaba muy extendido por toda la feligresía del país:
El Padre Marciano García, carmelita cubano, nos trae el caso de las Terciarias carmelitas del Carmen de Matanzas quienes salían de la misa de 5.30 de la mañana para asistir a la sesión espiritista de las siete”[10]
Para el recién llegado obispo nada de aquella situación quedaba ajena a su celo de pastor. Algunas de sus primeras disposiciones estuvieron en relación con exaltar la piedad de los fieles:
Por una circular del 14 de enero de 1919 ordena a los párrocos y rectores de la iglesias la celebración de un triduo solemne en honor de San José (…) a rezar el públicamente el Santo Rosario en sus respectivas iglesias todos los días del mes de octubre a la hora se juzgue más conveniente para la mayor asistencia de fieles, y exhortándoles a promover el rezo diario del Rosario en las familias.[11]
Otras circulares fueron ya alusivas a aspectos más jurídicos:
como aquella que recuerda las condiciones exigidas por la Iglesia para ser padrino de bautismo, o aquella otra en que se regulan los día de ayuno y abstinencia para los católicos de Cuba, diferentes para los de raza blanca y para los negros y mestizos[12]
Sus Cartas Pastorales fueron igualmente ejemplares. La primera de aquella con motivo de su Consagración Episcopal, cuyo contenido abundaba sobre la verdadera religión, y la explicación de su lema pastoral Pax multa.

La segunda dedicada al espiritismo, data de 1915, que como ya se ha explicitado en otro sitio, era una verdadera plaga que hacía estragos en el territorio de su diócesis camagüeyana. El texto era un llamado a precaverse de aquellas para no ver socavada la fe de sus diocesanos.
individuos de inteligencia extraviada procuran arrancar la fe de los creyentes y corromper las costumbres de los cristianos prácticos. Con cuatro ceremonias ridículas y algunas gesticulaciones no siempre honestas pretenden obtener respuestas de los espíritus, y no consiguen más que una espantosa batahola de martillazos, que ellos se encargan de interpretar como mejor les convenga”[13]
Una Instrucción breve a propósito del proyecto de ley del divorcio, fue hecha pública por el obispo en 1918, con motivo de la introducción de la ley por el presidente Menocal aquel mismo año. El texto discurre sobre tres apartados que versaban sobre el matrimonio cristiano como verdadero sacramento, su indisolubilidad, y la gravedad de quienes solo lo contraen por la vía civil sin luego validarlo ante la Iglesia.

Durante el período que fungiera como obispos diocesano Mons. Zubizarreta dio a conocer otras Cartas[14], como la que firmó en ocasión de la celebración de la Cuaresma de 1918 sobre la necesidad de ser hijos fieles de la Iglesia católica y de aprovechar los medios que ella nos suministra para nuestra perfección. Estaba dirigida al clero secular y regular, a las religiosas, religiosos, y a los fieles de las entonces dos diócesis encomendadas a su cuidado, la de Camagüey y la de Cienfuegos.

Un detalle singular allí esbozado iba en la línea de denunciar y poner en ridículo el supuesto respeto humano que alejaba a muchos quienes se decían católicos:
El ser católico práctico no es deshonra sino una gloria ante el concepto de la buena sociedad. El pertenecer de lleno a la Iglesia Católica y recibir con frecuencia los sacramentos no es humillante sino glorioso[15]
En esa misma línea hay que prestar atención a otro texto suyo, esta vez un discurso que pronunciara con ocasión del Primer Congreso Eucarístico de La Habana en 1919. Aquel convite fue promovido por el obispo habanero Mons. González Estrada en ocasión del Cuarto Centenario de la fundación de la capital habanera. Mons. Zubizarreta hizo esta vez un celebrado elogio de la Eucaristía, poniendo de manifiesto sus saberes teológico y litúrgico, a la par que disertó “sobre la catolicidad práctica de muchos que se decían católicos”:
No es católico el que no cumple con los deberes que le impone la ley del Señor y de la Iglesia para el mejor cumplimiento de aquella. No lo es el que deja de cumplir los preceptos de oír misa y confesión y comunión; los que pertenecen a sectas condenadas por la Iglesia… Y así no está en su lugar decir: fulano es buen católico, aunque no va a cumplir con el precepto pascual, vive maritalmente sin contraer matrimonio católico…Decir de uno que es buen católico cuando vive en concubinato o pertenece a la masonería o al espiritismo, condenados por la Iglesia, o no va a misa los domingos, etc., es decir lo que no es cierto como católico”16]
En 1920, el obispo llevó a cabo su visita “ad limina” al Vaticano. En su viaje desembarcaba por el puerto de Santander en España, pasando por San Sebastián en camino a Roma. El viaje duró de junio a septiembre de aquel año. Un año después viajaba también a los Estados Unidos por razones médicas, y fue recibido en la Clínica de los Hermanos Mayo en Rochester Minessota[17].

Fue revelado de sus funciones como obispo de Camagüey el 24 de febrero de 1922, y nombrado obispo residencial de Cienfuegos. El D. Enrique Pérez Serantes, hasta entonces Gobernador Eclesiástico de Cienfuegos fue nombrado obispo de Camagüey.

Enrique Pérez Serantes
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Para muchos, aquel relevo, tenía un signo de particular referencia, desde 1916, el nuevo obispo Pérez Serantes había sido su fiel colaborador en aquella diócesis cienfueguera, cuando ante la renuncia del también obispo carmelita Mons. Aurelio Torres Sanz, Mons. Zubizarreta había asumido la función de Administrador Apostólico, llevando sobre sus hombros la tamaña tarea de simultanear sus responsabilidades entre dos ciudades distantes por seis años.

En el sentir de los diocesanos cienfuegueros y camagüeyanos, aquel sacerdote gallego de grandes dotes evangelizadoras, era “hechura de Mons. Zubizarreta”[18] Su impronta camagüeyana cargada de grandes sentidos evangélicos, lo llevarían luego a suceder a su antiguo obispo, cuando fuera designado Arzobispo de Santiago de Cuba, a la muerte de Mons. Zubizarreta quien había regentada aquella sede desde el año 1925.





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[1] Nació el 2 de noviembre de 1862 en el caserío de Arnorixa, país vasco. Entró al noviciado carmelitano de Larrea en 1879. En 1880 emitió sus votos simples de obediencia, pobreza y castidad. Recibió el presbiterado en 1894. Fungió como profesor de Filosofía en el Seminario de Burgos y Prior del convento de Vitoria. Nombrado Definidor Provincial y Visitador de las casas de América en 1897. Viajó por Chile, Cuba y Estados Unidos. En 1906 era Prior de Burgos y Visitador General de la Provincia de Aragón-Valencia. Obispo de Camagüey en 1914, y Administrador de Cienfuegos desde 1916 hasta 1922, en ese año asumió como obispo aquella diócesis. Arzobispo de Santiago de Cuba desde 1924 hasta su fallecimiento en 1948. En Mons. Valentín Zubizarreta. Carmelita, Obispo, Teólogo. Antonio Unzueta Echevarría. Ediciones El Carmen. Vitoria-Gasteiz, 2006.
[2] Entre 1903 y 1906, visitó las casas de la orden en América. Un interesante informe suyo de cuanta de la visita a la de la congregación camagüeyana: “La ciudad de Puerto Príncipe tiene unos 40.000 habitantes de todos los colores: blancos, negros, mulatos y chinos; con 30 sacerdotes: 20 regulares, entre escolapios y carmelitas y los demás seculares. Posee once iglesias: 6 parroquiales, 3 conventuales, una de un hospital y una ermita llamada La Candelaria. Una de las iglesias conventuales (la de S. Francisco) está regentada por los PP. Escolapios y otra (la del Carmen) está ocupada por las religiosas ursulinas. La asistencia a la iglesia es muy escasa, y por más que se hace alarde de piedad, está no pasa de pura palabra, pues casi la totalidad de las iglesias se encuentran completamente vacías aún los días de fiesta. Nuestra iglesia de la Merced era una excepción en este punto pues la concurrencia solía ser siempre grande, sea por el culto que allí es más esmerado, sea por su situación céntrica.”. Ibíd.p.138
[3] Las otras nueve incluían la de San Eugenio de Ciego de Ávila (45.000), la Candelaria de Morón (35.000), la Virgen de la Caridad de Nuevitas (15.000) y Santa Cruz (18.100) entre las más relevantes. Había otras tres parroquias sin iglesias San Jerónimo, Arroyo Blanco y San Miguel de Cubitas, la de Guáimaro también era de ese grupo, pero tal época se terminaba su construcción. Ibíd. p.152
[4] La instalación de los padres salesianos se debió al ofrecimiento de la Srta. Dolores Betancourt, quien deseó construir a sus expensas una Escuela de Artes y Oficios para niños pobres, para lo que había destinado, como para otras importantes obras y mejoras eclesiales y educativas, todo su caudal.
[5] Ibíd. p.160
[6] Había “procurado que todos los párrocos tengan su propia casa cural. No se les permite que tengan ama de llaves”Ibíd, p.156
[7] Ibíd.
[8] El obispo pagaba por ellos “238 dólares mensuales, sin contar el vestido, los libros, las matrículas, etc; en total unos 300 dólares mensuales.”Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd. p.157. Citado de GARCIA, M., Introducción a la espiritualidad cubana. En “Espíritu y Vida” 1 (1994) 136
[11] Ibíd. p.158
[12] Ibíd. En año III, 1919, pp.68-71, las dos circulares fechadas el 19.02.1919
[13] Ibíd. p.288
[14] Otras de este período serían su Carta Pastoral en la Cuaresma de 1920 sobre la modestia cristiana, la carta Pastoral Colectiva de los Sres. Arzobispo y Obispos de Cuba, dada en La Habana el 13 de junio de 1921, y la Carta Pastoral con motivo de la toma de posesión de la diócesis de Cienfuegos, el 24 de febrero de 1922. Ibíd. pp.2291-292
[15] Ibíd. p.290
[16] Ibíd. p176
[17] Allí se le practicó una exhaustiva revisión médica que descartó padeciera un cáncer de garganta.
[18] Ibíd. p.180

(Bohemia. Abril 1924) "Las Siete Palabras". Por Víctor Basilio de Santi-Espino.

 

Tuesday, March 30, 2021

De la Semana Santa en las "Ordenanzas Municipales de la ciudad de Puerto Príncipe" (actualmente Camagüey). Vigentes en enero de 1857.



ARTICULO 6. Desde las diez de la mañana del Jueves Santo hasta el sábado siguiente despues del toque de Gloria, no podrán rodar por las calles otros carros, carretas, carretones ni carretillas que los que conduzcan los abastos al mercado, permitiéndose solo el uso de coches, quitrines, volantes y diligencias el Jueves Santo hasta una hora despues de terminados los oficios en las iglesias, y en el caso de lluvia a cualquier hora de las demás que resulten prohibidas en este y los dos días siguientes. Los contraventores incurrirán en una multa de uno á tres pesos.

ARTICULO 7. Se prohibe en los mismos días jugar en los billares, y en otro cualquier establecimiento público de juegos permitidos; bajo la multa de doce a quince pesos.

ARTICULO 8. Se prohiben en los referidos días danzas y cantares que turben la devoción; pena de uno a tres pesos.
...

ARTICULO 11. Los vecinos harán barrer y regar con el mayor esmero en los días del Jueves y Viernes Santo, las calles por donde se anden las estaciones y pase la procesión del Santo Sepulcro, iluminando por la noche de ambos días las fachadas de sus edificios; bajo la multa de uno a tres pesos.

Ser moderno (por Joaquín Estrada-Montalván)


En una ocasión en un programa de TV, me preguntan por qué la iglesia no se moderniza y acepta no recuerdo cuál pecado.

Le respondí:

- El pecado al que Ud se refiere es anterior al mandamiento que con él se relaciona, por lo que si "tumba" el mandamiento para contemporizar con ese pecado, iría atrás en el tiempo y sería menos moderna la Iglesia, en ese caso. 

Monday, March 29, 2021

de las "Ordenanzas Municipales de la ciudad de Puerto Príncipe". (actualmente Camagüey). Vigentes en enero de 1857.



ARTICULO 32. ° Todo médico ó cirujano á quien se presente ó que advierta cualquiera enfermedad epidémica ó contajiosa grave, avisará ántes de las doce de la noche del mismo dia en que tenga noticia del caso, á la Junta Subalterna de Sanidad de la Jurisdiccion, remitiendo el parte á la Secretaría de dicha Junta; pena de veinte á treinta pesos.



(Se ha respetado la manera de escribir del original)

Sunday, March 28, 2021

(Revista Cuba. Octubre 10, 1966) "El conjunto Tutankames: un bohemio en cada instrumento y en conjunto un asilo de ancianos"

 

Chuchú, el mejor marímbula de Cuba, habla de su instrumento y del conjunto Tutankames:
... la marímbula es de origen africano, la trajeron los esclavos. No tiene que ver con la marimba, eso es otra cosa. La marímbula se afina con la guitarra y se usa en los sextetos. Un sexteto si no tiene marímbula no sirve ... ¿el conjunto Tutankames'? ... ya usted lo ve, un bohemio en cada instrumento y en conjunto un asilo de ancianos. Se fundó un año después que Sirique puso su peña en esta herrería [de Siruque]. Un grupo de viejos de la trova decidimos recordar y nos unimos junto a Sirique. Este conjunto no tiene ningún fin lucrativo. Cantamos aquí y algunas veces en beneficios y hospiiales. . . pero mire, lea nuestro Reglamento, ahí lo dice todo ... 
Leemos, ''Reglamento. Los Tutankames. Este conjunto musical lo formaron un grupo de buenos amigos y ex-músicos de la vieja guar-·dia, con el fin encaminado de hacer patente el lema recordar es vivir. Este conjunto musical tiene como fundamento ser simbéfico pues únicamente lo podrán escuchar en el taller de Sirique, cuna donde nació. 

"Esfe grupo actúa por amor al arte, por espíritu bohemio y por vocación musical. Sus integrantes forman parte de la historia musical de Cuba, por haber sido estrellas cada uno en su género, por lo tanto su repertorio y estilo será a plenitud de sus integrantes. 

"Este conjunto musical acompañará a todo aquel que desee expresar su sentimiento musical, ya que este grupo ha. sido creado fraternalmente para que todos se sientan complacidos con el grupo musical Los Tutankames. Firmado: Alfredo González (Sirique), Luis Peña, Isaac Oviedo, Manolo Plá, Armando Fernández, Román Baz,·Pedro Mena, Mario Maní, Eufemio Abreú, Jesús Arístola, Nené Enrizo".




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Ver en el blog

(Catedral de La Habana. Marzo 28, 2021) Sermón de las Siete Palabras.

Card. Juan García.
Arzobispo de La Habana.
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Fotos/Yandry Fernández Perdomo



Rescue (by Lauren Daigle)


A propósito de la Semana Santa (por el sacerdote camagüeyano Alberto Reyes)


Texto tomado del Facebook del autor



Nací y crecí en un ambiente cristiano. Durante años creí que era imposible vivir sin Dios, y me preguntaba cómo era posible que alguien viviera sin Dios. Pero un día, cuyas coordenadas no recuerdo, algo me hizo darme cuenta que era posible vivir sin Dios, sustituyéndolo, obviamente, por otros dioses, pero eso no interesa ahora. Comprender que podía vivir sin Dios fue uno de los momentos más importantes de mi vida, porque ese día me dije: “No quiero vivir sin Dios; puedo, pero no quiero”. Y a mi libertad le nacieron alas.

Esta certeza no quita el hecho de que la vida es una apuesta. ¿Existe Dios? No lo sabemos. Nadie puede demostrar su existencia ni su inexistencia. Es el terreno de la fe.

Y yo tengo fe, yo creo. Creo en Dios, y creo que Jesús de Nazaret es Dios hecho hombre, y creo que murió realmente en una cruz, y creo que resucitó. Creo que la vida que propone da sentido pleno a la existencia, y creo que, pase lo que pase, su promesa es cierta: “Las puertas del abismo no prevalecerán, el mal no tendrá la última palabra”. Ningún mal.

Respeto toda opción diferente y respetable (no todas las opciones humanas son respetables), pero creo que ese hombre muerto en cruz es El Camino, La Verdad y La Vida.

Y desde ahí abro, transito y cierro mis días, desde ahí miro la vida.

Hay, ciertamente, otras miradas que salen de mí y que me turban.

Miro el mal, presente en hombres y mujeres singulares, en organizaciones, en sistemas políticos o ideológicos, y no puedo dejar de admitir que el mal es una gran fuerza, que con el mal se avanza mucho y se logran muchas cosas, y no puedo evitar la sensación de que el mal terminará imponiéndose. 

Miro la mentira, la manipulación, el chantaje, el juego sucio, la traición, la doblez, y cómo los que lo usan logran sus premios.

Miro la avaricia, el egoísmo, el ansia desmedida de poseer, y los aplausos, las alabanzas y las envidias de aquellos que se han quedado “por debajo”.

Y miro mi alma, y me doy cuenta de que el mal también me habita, que no estoy hecho de una pasta diferente, y que yo también me he sentido cómodo cenando con el mal.

Pero entonces, algo en mí se rebela, algo que viene de un Cristo en cruz, traicionado, abandonado, torturado hasta lo inimaginable, pero sereno, que escucha y consuela al que con él sufre, que reza por los que lo condenan, que se ocupa de los suyos, y que confía en Aquel a quien siempre llamó “Padre”: “En tus manos Padre…, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Y entonces surge en mí la certeza de que el mal no tendrá la última palabra, de que no terminará imponiéndose, tengo la certeza de que el mal, a la corta o a la larga, caerá; tengo la certeza de que la verdad, la sinceridad, la honestidad, el servicio…, tienen la fuerza de transformar la vida, toda vida.

Ese Cristo en cruz hace brotar lo mejor de mí, y hace que me diga: “Puedo servir al mal, pero no quiero; puedo hacerme cómplice de la oscuridad, pero no quiero; puedo ser instrumento de la mentira, de la opresión, de la manipulación…, pero no quiero”. 

Entiendo que enfrentar el mal tiene precios, porque el mal busca imponerse, y no tolera opositores, entiendo que es menos complicado aliarse con el mal que negarse a servirlo, y entiendo que el camino del bien suele ser siempre más largo y más sufrido, y que hay que cuidarse mucho de no contaminarse, de no combatir el mal con el mal, el odio con el odio, la violencia con la violencia. A veces es tan difícil no contaminarse. Pero vuelvo la mirada a mi Cristo en cruz, aparentemente vencido e impotente, y siento por dentro su voz que me dice: “Cree, cree en la fuerza del bien, cree en lo mejor de ti mismo, cree que yo estoy contigo, y no te rindas”.

Y entonces miro al mal, y siento que tengo fuerzas para decir: “Puedo ser tuyo, pero no quiero”.

Saturday, March 27, 2021

Una tarde de teatro al sol en un hermoso jardín de Miami (por Wilfredo A. Ramos)


Como ya habíamos anunciado con anterioridad, el pasado domingo 21 de Marzo, tuvo lugar el estreno de la obra “Una tarde de sol”, en un escenario singular: Casa María, producción de Margi Happenings, con dirección de Marilyn Romero y las actuaciones de Marta Velasco y Gerardo Riverón, trabajo el cual resultó en una versión libre de “Mañana de sol”, obra de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, ambos poetas y autores muy conocidos en el ámbito teatral español de finales del siglo XIX y principios del XX, por sus más de doscientas obras, entre comedias, dramas, zarzuelas y exitosas revistas musicales.

Esta obra de los andaluces Álvarez Quintero, escrita en 1905, forma parte de sus numerosas y bien recibidas comedias de tono ligero en un solo acto, donde reflejan el habla coloquial, el color local y el humor de su Andalucía natal.

El primer gran éxito de estos autores llegó con apenas 24 y 26 años respectivamente, mediante su obra “El ojito derecho”, sucediéndose inmediatamente muchos otros, tanto que desde 1897 y durante cuarenta años en todas las temporadas madrileñas siempre había en cartelera al menos una obra de dichos autores. Sus obras llegaron al continente americano siendo representadas en el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires y traducidas a varios idiomas. Ambos hermanos sufrieron prisión al comienzo de la Guerra Civil en El Escorial por parte de las tropas republicanas, falleciendo posteriormente Serafín en 1933 y Joaquín en 1944, reposando sus cuerpos en el cementerio de San Justo de Madrid.

Sus obras en su gran mayoría son de naturaleza costumbrista, describiendo el modo de ser de sus nativas tierras andaluzas en las cuales se reflejan solo la luz y la alegría de su pueblo, llegando a considerándoseles como autores con una ideología tradicionalista. Según Francisco Ruiz Ramón en su Historia del Teatro Español Siglo XX (Cátedra, 1995): “...los supuestos básicos de este teatro son los de un realismo naturalista ingenuo.” El lenguaje usado es un castellano depurado y elegante, pasado por el tamiz fónico del ‘dialecto andaluz’, con chistes de buen gusto, sin llegar nunca a la chabacanería, pero con gran vis cómica y con un excelente trabajo de diálogos. En sus obras no se encontrará crítica social de ningún tipo ni temas que alejen al espectador de la alegría de la vida, pudiéndose considerar sus obras de cierto ‘ternurismo y melodramatismo’ que las convierten en comedias puramente burguesas, con una visión idealizada de Andalucía. Es dicha alegría de vivir lo que salvó la obra de estos autores de las implacables plumas de Ramón Pérez de Ayala, Azorín o Luis Cernuda.

Regresando a la versión miamense de la original andaluza, tenemos que decir a su favor que la directora ha escogido a dos muy conocidos y experimentados actores cubanos para encarnar a los septuagenarios personajes reunidos en este ‘paso de comedia’, como bien se le ha dado en llamar a este brevísimo tipo de obra, nos referimos a Marta Velasco y Gerardo Riverón, ambos con una consolidada trayectoria en televisión, cine y teatro, la primera aquí en los Estados Unidos, mientras que el segundo lo mismo en Cuba que este país.


Como era de esperar el trabajo de estos dos actores estuvo a la altura de las expectativas, teniendo en cuenta que sus personajes no requerían de un complejo y profundo trabajo de interiorización, ya que con la sola caracterización física como ancianos de avanzada edad, más cierta modulación de voz y gestualización apropiada, salvan las exigencias de tan elementales personajes. La pericia y el oficio de los dos actores les hacen crear a estos dos tipos escénicos sin mayor riesgo y cumpliendo con los requerimientos del texto dramático y del género en cuestión.

Tanto Marta como Gerardo se pasean con sus personajes por ese supuesto parque público, en que se ha convertido este muy hermoso y acogedor jardín privado, el cual su amable dueña, María, ha puesto a disposición de esta y futuras puestas en escena para el disfrute del público ansioso por regresar a los teatros, interactuando con los asistentes allí presentes e incriminándolos por tener todos los “bancos del parque ocupados”, provocando simpáticas situaciones.

La directora ha incluido dos personajes más en su puesta tratando de crear contrastes generacionales, así como buscar imágenes evocadoras del pasado de los personajes protagónicos cuando en su temprana juventud vivieron un cálido romance, interrumpido por situaciones familiares que los llevaron a alejarse y a no saber nunca más uno del otro, cosa que el encuentro de estos dos ancianos irá descubriendo poco a poco mediante relatos que ambos irán contándose a medida que van entrando en confianza, dejando atrás los resabios y desencuentros de ese primer contacto en la búsqueda y disputa por un banco de parque donde disfrutar de su día, aunque teniendo a bien dejar en suspenso la aceptación por parte de cada uno de sus propias historias, lo que hace que el texto dramático tenga un final abierto y dado a múltiples lecturas.

Respecto a la utilización de esos dos jóvenes personajes incorporados a la trama, que mencionamos anteriormente, debemos señalar que en el caso del chico su caracterización como guardaparque, se integra de manera coherente con la trama de la obra, incluso en sus momentos de interacción con la anciana en donde le recrimina el que le arroje comida a los peces -de la verdadera hermosa fuente estilo japonés que engalana el patio de la casa escenario de dicha representación. Estos breves diálogos le ofrecen frescura y realidad al desarrollo dramático de la acción. En cuanto a la utilización de la chica, su aparición se hace algo forzada como transeúnte del parque primeramente y mucho mayor después cuando se convierte en una angelical escultura de dicho parque, moviéndose e interactuando con el anciano. La relación que establecen estos jóvenes personajes casi al final de la obra con los ancianos llevándonos al recuerdo de su juventud y ocupando el lugar de ellos, no queda del todo conseguida de modo satisfactoria.

La directora lleva a cabo un buen proceso de adaptación del ambiente y lenguaje del texto, al trasladar la acción de una posible ciudad andaluza hacia otra ciudad que pudiera ser la nuestra, eso sí, sin localismos rancios ni dejando que el llamado ‘sainete costumbrista cubano’ aparezca por lado alguno. Un acierto total el no localizar demasiado la acción, lo que no siempre son capaces de evitar algunas adaptaciones.

Algo que no quisiéramos dejar de mencionar, porque nos preocupaba antes de comenzar la función, era la excelente calidad del sonido utilizado, debido a ser esta una puesta al aire libre y haberles sido colocados micrófonos inalámbricos a los actores, los cuales no presentaron los penosos problemas que en ocasiones hemos tenido que sufrir en otras puestas de este tipo, aunque por el contrario no nos pudimos librar del acostumbrado ruido al pasar los aviones a través de este tan transitado cielo de Miami.

El que podamos disfrutar de Teatro, aunque no sea en las condiciones apropiadas, habla del amor hacia el mismo que profesan sus hacedores, lo que hace que esta manifestación, tan en peligro siempre, más en estos turbios tiempos, sea venerada como bendita, tanto por los que la profesan como por aquellos que la disfrutan como espectadores.

Y es debido a ese amor y a esa tozudez en hacer Teatro, que Margi Happenings a través de su directora, Marilyn Romero, como de su productora, Gigí González, nos anuncian que a petición del público que no pudo asistir al estreno debido a lo reducido del aforo por problemas de seguridad sanitaria, se realizará otra función el próximo domingo 4 de Abril a las 5:00 pm, para todos aquellos que han reclamado poder disfrutar de otra tarde de sol en ese tan hermoso jardín miamense.

La dirección de Casa María es 1187 SW 22 Terrace, Miami 33129 y la web para obtener las entradas es http://tardesol.bpt.me







Wilfredo A. Ramos
Marzo 26, 2021

Friday, March 26, 2021

Mío (un poema de Thelma Delgado)


Desde que te ví por vez primera
Aquella tarde cálida de verano,
Tengo el alma vestida de primavera
Mi amor germinó, como germina el grano.

Se fue la tristeza, la soledad, el llanto
Los días grises y la desesperanza;
Con una sonrisa a diario me levanto
Y saludo al viento, a la flor, y a la garza.

Hay quien dice que este amor es solo mío
Que loca estoy, que tú a mí no me quieres;
Cuando descalza camino por el río
Pienso en ti y sé lo que para mi tú eres.

Así que no me importa que la gente diga
Lo que es bueno, malo o incorrecto;
Pues tengo, y ruego a Dios me lo bendiga 
Un amor platónico, pero mío y es perfecto.



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Ver

Ares, Euterpe y Víctor Pacheco Arias como muestra (por Verónica Elvira Fernández Díaz)



Ares, Euterpe y Víctor Pacheco Arias como muestra



por Verónica Elvira Fernández Díaz
para el blog Gaspar, El Lugareño





Muchos son los ejemplos de músicos cubanos relacionados con las gestas de independencia. Unos, aportando dinero recogido en sus conciertos para la compra de armas y alimentos. Otros, vinculados directamente a la manigua, desde donde escribieron no solo páginas de nuestra historia, sino también piezas musicales que escuchaba la tropa en momentos de tregua.

En Camagüey, cuna de extraordinarios artistas y suelo donde se gestaron muchas acciones contra el colonialismo español, existen varias muestras de la relación entre Ares y Euterpe. Comencemos por decir que en este territorio se concibió el primer himno para la independencia bajo la pluma de Francisco Agüero Velazco, Frasquito, en 1821. Este tomó el nombre de Himno Cubano, pues en su texto expresaba el anhelo de todo un pueblo por lograr esa independencia. Cuando se analiza este himno, desde el punto de vista musical, se encuentran asombrosas semejanzas con el himno compuesto 47 años después por Pedro Figueredo, Perucho, intitulado Himno de Bayamo, devenido Himno Nacional.

Entre las semejanzas musicales de estos himnos destacan la igualdad tonal y métrica —Fa M y compás binario de cuatro tiempos— y el mismo tipo de comienzo anacrúsico con una figuración rítmica idéntica que acentúa el tempo marcial indicado a comienzo de ambas partituras: 

Incluso mantienen una similar distribución de compases por frases, las que son repetidas en ambos casos a través de arcos de primera y segunda vez.


En relación al texto también hay semejanzas increíbles y con solo analizar la primera estrofa, estaremos de acuerdo en que en ambas composiciones se expresan deseos y sentimientos similares:


Gonzalo Roig reconoció a este himno cubano compuesto en Puerto Príncipe, actual Camagüey, como primer exponente de las relaciones entre música e independencia cuando expresó: “[…] el primer himno que se escribió para la revolución cubana, tanto su letra como su música, […] fue, el realizado por el patriota Francisco de Agüero y Velasco (Frasquito) en 1821 en el Camagüey y que se tituló Himno Cubano”(2).

En octubre de 1868 se vuelve a encontrar en el contexto musical camagüeyano otro himno titulado cubano. Este aparece bajo la música del pardo Vicente de la Rosa —director de la orquesta de negros y mulatos libres San Fernando—, con letra de Pamela Fernández. Este himno tuvo un arreglo a banda que fue donado al Museo Provincial por Antonio Muñoz quien fue su instrumentador.

Con respecto al Himno de Bayamo de Perucho Figueredo se encuentran también asombrosas semejanzas más allá de la igualdad entre compás, tonalidad y tipo de comienzo. Me refiero a fragmentos de música casi idénticos, relacionados, a su vez, con un fragmento del aria “Non piú andrai” de la ópera mozartiana Las bodas de Fígaro

Himno Cubano (1868). Vicente de la Rosa 
Himno de Bayamo (1868). Pedro Figueredo.


Si bien ninguno de estos himnos cubanos escritos en la entonces ciudad de Puerto Príncipe es reconocido por la musicología actual, a muchos principeños le cabe el honor de realizar versiones importantes que convirtieron el Himno de Bayamo de Perucho Figueredo en el actual Himno Nacional(3). El primero de ellos fue Emilio Agramonte Piña(4), quien asume la tarea de versión a instancias de José Martí a quien conoció en New York. Después del incendio de Bayamo en 1868, donde se perdió la partitura original compuesta por Perucho Figueredo, el Himno de Bayamo continuó cantándose por tradición oral, pues la versión que el propio Perucho hiciera a petición de la señorita Adela Morel en la finca camagüeyana de La Santa María, no se conoció hasta 1912. De manera que aquel himno transmitido por tradición oral entre los emigrados cubanos fue el que Martí, organizador de la guerra del 95, decidió dar a conocer, tarea para la que eligió a Emilio Agramonte. Aquella transcripción realizada por Agramonte a partir del recuerdo de los emigrados en tierras de Norteamérica, se publicó en el número 16 del periódico Patria en New York el 25 de agosto de 1892.

La partitura de Agramonte incluía, además de melodía y letra, una armonización para piano. En esa primera publicación se omitió de la letra las últimas cuatro de las seis estrofas que después aparecieron en la partitura que Perucho reescribiera para la señorita Adela Morel, quedando intactas las dos primeras estrofas con las que se le cantó desde entonces y definitivamente desde su consagración como Himno Nacional.

A finales de 1898, el maestro, músico y director de banda Antonio Rodríguez Ferrer fue comisionado para armonizar, orquestar e interpretar el Himno de Bayamo, con cuya ejecución se daría recibimiento en Guanabacoa al primer contingente militar cubano en llegar a esa ciudad una vez concluida la contienda bélica. Rodríguez Ferrer se planteó la tarea tomando como base la línea melódica que había plasmado Emilio Agramonte en su transcripción, pero no su acompañamiento de piano pues utilizó la banda como formato instrumental y le agregó la diana introductoria que hoy lo identifica, si bien en el propio año de 1898 una de las versiones del himno escritas por Marín Varona contiene una diana introductoria similar:

Ej.: 


Un himno vinculado a Camagüey es el Himno Invasor, compuesto a finales del siglo XIX en los campos insurrectos. El autor de sus versos Enrique Loynaz del Castillo narró en su diario por qué concibió la pieza y quién la musicalizó. Por el interés de los datos que aporta su testimonio merece citarse íntegro:
Recorríamos la casa de La Matilde (Finca perteneciente a Francisco Argilagos, padre de Matilde, esposa de Eduardo Agramonte Piña), a poco de acampar, por curiosidad y por obtener alguna raspadura de los miembros del Gobierno allí alojado. En las paredes del edificio leímos algunos insultos que nos dejaron los soldados enemigos, en vez de esperarnos para combatir. En una ventana blanca y azul había algo distinto: unos bellos versos, bajo el dibujo de una pirámide coronada por española bandera. […]

En ese momento, sobre la otra hoja de la misma ventana, pinté la bandera de Cuba, y bajo su glorioso palio, escribí estos versos […]:

¡A las Villas valiente cubanos!
A Occidente nos manda el deber
De la Patria arrojar los tiranos
¡A la carga: a morir o vencer!

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¡Orientales heroicos, al frente
Camagüey legendario, avanzad
Villareños de honor, a occidente.
¡Por la Patria, por la Libertad!

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A la carga, escuadrones, volvemos,
Que a degüello el clarín ordenó,
Los machetes, furiosos, alcemos,
¡Muera el vil que la Patria ultrajó!(5)

Alguna que otra estrofa, innecesaria, escrita en aquella ventana, fue por mí suprimida, o modificada durante la campaña. En aquel ambiente caldeado al rojo, los versos de la Invasión, como enseguida lo llamaros, parecieron un reguero de pólvora. […]

¡El himno estaba consagrado! Aquel exitazo me animó a buscarle melodía apropiada al verso. Horas y horas de solitarios ensayos fijaron en mi memoria una melodía altiva y enardecedora. Con ella me dirigí al general Maceo […]

Y a medida que yo canturreaba los versos, la mirada se le animaba. […] “¡Magnífico! ― dijo ― […] Véame a Dositeo, para que mañana temprano lo ensaye la Banda.” […]

Al día siguiente el Ejército Invasor tenía un himno. Con él iba a recorrer la República(6).
José Marín Varona, ese músico calificado como “ilustre desconocido” fue el camagüeyano que realizó una significativa labor musical en cuanto a versiones(7) de himnos patrios. El Himno invasor en versión de Marín Varona presenta características a través de las cuales se puede apreciar más claramente la relación y compromiso de este camagüeyano con el proceso independentista, tanto en su pensamiento como su labor creativa. Esta versión y arreglo musical fue publicado en La mejor música del mundo

En tanto arreglo, José Marín Varona convierte la composición para banda de Dositeo Aguilera en una obra para voz y piano, el trabajo de transcripción se evidencia, sobre todo, en la estructura y la incorporación de toques de corneta como enlace entre las partes musicales del himno. Este elemento estructural es importante, ya que los toques de corneta presentes en la guerra de 1868 y 1895 fueron compuestos por otro camagüeyano: Eduardo Agramonte Piña, y constituyen una reafirmación del sentimiento patriótico que movió a los hombres de Puerto Príncipe desde principios del siglo XIX más que un homenaje.

La versión así definida del Himno invasor de Marín Varona, es mucho más elaborada musicalmente que su adaptación del Himno de Bayamo. Además de las secciones de enlace referidas, la estructura se enriquece por la alternancia tonal y métrica ofreciendo variedad en el desarrollo melódico. Al igual que en el Himno de Bayamo se evidencian cambios sustanciales con respecto a la letra escrita por Loynaz del Castillo, transformaciones que se producen, en lo fundamental, por ajuste a la música y el formato pianístico.

Otras composiciones de tema patrio escritas por músicos de Camagüey son canciones como Jucaral(8) y Canción histórica Eduardo Agramonte, con texto de Ramón Roa y música arreglada por los soldados del 1er Batallón con tono musical de Silvestre Montejo. Danzas dedicadas a Joaquín de Agüero como La sombra y Los Lamentos; dianas, marchas y valses de tema patrio compuestos por Víctor Pacheco Arias, a quien dedicamos un especial aparte.

Pacheco Arias nació en Manzanillo, Granma en 1835 y residió en Camagüey desde muy joven, donde murió en 1910. Se desempeñó como compositor, clarinetista y director de agrupaciones musicales. Fundó la Banda del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador, más tarde Banda Libertad, que fue la más numerosa y perfectamente organizada de las que existían en los campamentos del Ejército Libertador. 

Banda Libertad
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La banda Libertad fue creada finalizando la guerra de 1898. Desde noviembre de 1896 el general Javier de la Vega Basulto, jefe de las fuerzas insurrectas del Camagüey, obtuvo del generalísimo Máximo Gómez el permiso para organizar una banda de música. Los instrumentos fueron enviados desde Puerto Príncipe por distintos comunicantes y luchadores clandestinos. Se dice que el padre Gonfaus pasó muchos de los instrumentos musicales bajo su sotana. Para ella, Pacheco compuso algunas obras, entre las que se halla la conocida como vals El campamento. Ejecutó sus obras en plena manigua y al finalizar la guerra decidieron continuar su labor con el nombre de Banda Libertad, pero se disolvieron por falta de apoyo económico en los primeros años de la República.

Para esta banda, Pacheco Arias escribió, también, el paso doble El triunfo, pieza que fuera ejecutada durante la entrada de los mambises por la actual Avenida de la Caridad al regreso de la guerra en 1898. Al respecto Marcos Tamames reseñó en el blog Gaspar, el lugareño, citando a su vez, fragmentos de “La gloriosa vuelta de los libertadores” de Abelardo Chapellí Marín:
Aún recordamos con cuanta alegría oímos las campanas de la iglesia de La Caridad, que repicaban intensamente, a medida que se aproximaban las fuerzas cubanas. Nuestra banda de música Libertad mandada por el inolvidable Capitán Pacheco entonaba el magnífico paso doble El Triunfo, original de dicho capitán […] Todo el elemento civil de la Revolución con sus capitanes, prefectos, gobernadores, subprefectos y jefes de postas y de predios, en fin, todos cuanto de una manera u otra habían contribuido al triunfo de la Independencia de la Patria, venían en aquella formidable parada militar, que hacía su entrada en Camagüey al grito de Viva Cuba Libre(9).
Víctor Pacheco fue también un entusiasta de la música lírica. En las visitas de compañías de ópera u otros géneros al Teatro Principal formaba las orquestas, instrumentaba las partituras y dirigía la agrupación. Su orquesta ofrecía bailes en la Benemérita Sociedad Popular Santa Cecilia alrededor del año 1886. Allí amenizó un concierto en honor al padre Olallo totalmente gratis en 1898. 

Como mambí fue hecho prisionero y condenado a muerte por los españoles, pidió como última voluntad interpretar algunas piezas en su clarinete y un comandante español lo invitó a formar parte de una banda que estaba integrando bajo el nombre de Isabel la Católica e inteligentemente aceptó, perdonándosele la vida. Tres meses después volvió a la manigua hasta lograda la independencia y falleció con el grado de capitán del Ejército Libertador. 

Pacheco Arias abordó, además, la música sinfónica y contribuyó con la creación de orquestas de este tipo. Tal es el caso de la orquesta de Gabriel de la Torre Álvarez, creada en 1890 con su ayuda. Ya que puso a todos sus músicos a disposición de Gabriel de la Torre Álvarez y él mismo se propuso aprender a tocar el oboe para incorporarse al ensemble. La primera presentación en público de esta agrupación se efectuó en la Benemérita Sociedad Popular Santa Cecilia. Se conocen otras en el Casino Campestre y una en el Teatro Principal acompañando una escena de la ópera Il trovadore de G. Verdi, junto al coro catalán de Félix Rafols.


Otras de las composiciones de Pacheco Arias son los valses El campamento y Tropical, dedicado al general Loynaz del Castillo y la diana La aurora. Compuso también obras religiosas como la escrita el 2 de noviembre de 1878 para la vigilia y la misa del día de la conmemoración de los Santos Difuntos en la Parroquial Mayor, por la que se le pagó 14 pesos.

Los valses de Pacheco Arias, aunque mantienen la rítmica base del género europeo, se diferencian de aquel por el significado de los títulos y las personas a las que se dedican, junto a otros elementos que aporta el compositor. Por ejemplo, la criollización del vals llamado en muchos países latinoamericanos como vals tropical y en el caso de El Campamento la incorporación del trío como parte de la coda.

La obra de Víctor Pacheco Arias tuvo continuidad en sus hijos Eduardo, Víctor y Liduvina Pacheco Zaldívar, todos vinculados de una u otra forma a la música. Eduardo, fue clarinetista como su padre y se desempeñó como solista en la Banda Municipal de Camagüey. Víctor, aunque se inclinó por el violín, se desempeñó como trombonista en la banda militar del Ejército Libertador, a la que se alistó como alférez y Liduvina destacó como compositora de zarzuelas, rara habilidad para una mujer de la República, e intérprete de mandolina. Su zarzuela El gremio de las costureras, tuvo cierto éxito en la época. Esta es una familia y una obra desconocida, que hoy damos a la luz contribuyendo a develar una página más de nuestra historia musical lugareña.




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1. Texto publicado en El Cubano Libre (2da. Edición Suplementaria, Bayamo, martes 27 de octubre de 1868, año I, núm.4) Apud. José Antonio Pérez Martínez: “El himno nacional de la República de Cuba”, Revista Calibán, nro. XXII, mayo-agosto, 2015. ISSN 2075-6046. http://www.revistacaliban.cu/articulo.php?numero=22&article_id208

2. Ramiro Guerra: Historia de la nación cubana. Tomo VII. Capítulo 2. Libro 8vo. p. 435.

3. Entre ellos, José Marín Varona, Himno Bayamés; José Molina Torres, Himno Nacional; Gaspar Agüero Barreras, El himno de Bayamo y Luis Casas Romero, Himno Nacional, además de un arreglo para banda de José Molina Torres a su propia versión para piano, esta vez para banda.

4. Emilio Agramonte Piña nació en Puerto Príncipe el 28 de noviembre de 1844 y muere en La Habana el 31 de diciembre de 1918. A los 36 años se vincula con trabajos editoriales en periódicos de la villa. Siguiendo una línea profesional sostenida por los Agramonte, estudia Derecho en España y recibe instrucción musical en Italia y Francia con Delle Sedie y Delsonte, a su regreso a Puerto Príncipe, asume la dirección artística de la sección de música de la Sociedad Filarmónica, donde se realizaban ya los preparativos para la guerra; acciones que lo inducen a partir hacia el exilio en New York en 1873. En esta ciudad conoce a José Martí, el que dedica al camagüeyano varios artículos en el periódico Patria y donde expresa justificados elogios hacia Emilio; no solo por sus cualidades revolucionarias y patrióticas, sino también por sus conocimientos de la pedagogía del canto y la interpretación lírica.

5. Del original consignado en el texto mencionado, hemos seleccionado algunas estrofas para no hacer la cita tan extensa.

6. Cfr. Enrique Loynaz del Castillo: “El himno invasor” en, Memorias de la guerra. Pp. 220-223.

7. Se llama versiones a cambios en la melodía, letra, título u otros elementos compositivos.

8. Esta canción fue compuesta el 4 de julio de 1851 en San Francisco de Jucaral donde Agüero designó su Estado Mayor y donde el mismo día que reza la partitura citada, escribió un documento que ha sido conocido como el juramento de Joaquín de Agüero y donde expone sus criterios sobre la esclavitud. Cfr. Elda Cento: El camino de la independencia…P. 92-93. 

9. Cfr. Abelardo Chapellí Marín: “La gloriosa vuelta de los libertadores” en, Marcos Tamames: Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia (frag.) en, Gaspar, El Lugareño http://ellugareño.com/2020/02/calles-y-callejones-de-camaguey-calle_27.htlm?m=1 publicado el 27 de febrero de 2020. Agradezco al amigo Joaquín Estrada por el dato.





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Bibliografía

ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Luis (comp).: “La cultura en Puerto Príncipe”. Camagüey, Centro de Estudios Nicolás Guillén, 2000.

Arzobispado de Camagüey, Fuentes históricas documentales, Convento de La Merced. 

Biblioteca Nacional José Martí, Sala Cubana: «Crónica», «Que hay de zarzuelas», Revista Camagüeyana, Segunda Época, Año I, 1: 8. Puerto Príncipe, 1886.

GIRO ALMENARES, Radamés: Diccionario enciclopédico de la música en Cuba, t. III, Ed. Letras cubanas, La Habana, 2007.

FERNÁNDEZ DÍAZ, Verónica: “La intertextualidad en el estilo de la música principeña del siglo XIX” en, Revista Clave No3, año 15, 2013. Segunda época. 

FERNÁNDEZ DÍAZ, Verónica: Diccionario de música camagüeyana. Siglo XIX. Camagüey, Ediciones El Lugareño, 2016.

MARTÍN CALERO, José y Leopoldo Valdés Quesada, (ed.): Cuba Musical, Molina y Cía. Impresores y Papeleros, La Habana, 1929. 

MÉNDEZ MARTÍNEZ, Roberto.: «Puerto Príncipe, entre la ópera y el piano», Antenas, Tercera Época, 11: 3-12, Camagüey, enero-abril, 2004.

PUIG FUENTES, Jorge E.: Panorámica de nuestros músicos del siglo XIX, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, 1975.

TORRE ÁLVAREZ, Gabriel de la: Mi vida profesional revisada a los 80 años. Imprenta Cuba Intelectual, La Habana, 1944.



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Ver Verónica E. Fernández Díaz en el blog


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Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Ha publicado entre otros: el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

Thursday, March 25, 2021

El profesor Hebert Pérez (por Rafael Duharte Jiménez)


El profesor Hebert Pérez


Ayer, 10 de marzo de 2021, fui a saludar al profesor Heber Pérez por su 80 cumpleaños y lo encontré en el techo de su casa, cortando una enredadera, cuando me vio bajó enseguida, descolgándose por la reja de una ventana; yo, asombrado, le dije: ¡profesor sólo le falta la capa de Superman! , a lo que él sonriendo, respondió: !es el mejor elogio que se le puede hacer a un hombre de mi edad!

Fui su alumno en la Escuela de Historia de la Universidad de Oriente a comienzos de la década del setenta, donde me impartió la asignatura Historia de los Estados Unidos, recuerdo clases caracterizadas por la profundidad de sus análisis. También en aquellos años duros nos dio lecciones de ética y dignidad, cuando enfrentó con hidalguía, el extremismo ideológico que por esa época estremecía al mundo académico.

A comienzos de los años ochenta, Joel James, Radames de los Reyes y yo, que habíamos sido sus alumnos, lo invitamos a acompañarnos en la recién fundada Casa del Caribe, donde con el tiempo se convirtió en una suerte de mentor intelectual.

En el primer lustro de la década del noventa, le pedí que me ayudara en el ejecutivo provincial de la Unión de Historiadores de Cuba, junto a Olga Portuondo y Alcibíades Poveda.

Con el paso del tiempo Hebert se convirtió en una leyenda que ha rebasado las fronteras de la Universidad de Oriente y la ciudad de Santiago de Cuba, por lo que a nadie le sorprendió su reciente ingreso a la Academia de la Historia y el otorgamiento del Premio Nacional de Historia.



Rafael Duharte Jiménez ,11 de marzo de 2021




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El profesor de la asignatura Dignidad.
Un pequeño homenaje 
a un viejo y querido profesor.



El lustro en que fui estudiante de la carrera de historia en la Universidad de Oriente fue particularmente complejo para el país. La Gran Ofensiva Revolucionaria del 68, había hecho cenizas el mundo de los timbiriches y pequeños comercios privados, al punto que en una noche de carnaval podía morirse literalmente de inanición en la calle, al ritmo de la conga…

Pero de pronto apareció en el horizonte una luz de esperanza: La zafra de los 10 Millones. Sobre la misma escribiría muchos años después el profesor de la Escuela de Letras: Rodrigues Rivera (para nosotros 7 curvas): “…la zafra loca, la gigante, la hipertrofiada, la de los 10 millones y el proyecto de independencia se nos fue para casa del carajo. Había que entrar al mundo de los bolos…”

Cuando efectivamente entramos al mundo de los bolos los problemas materiales se fueron lentamente aliviando, pero aparecieron otros nuevos, los ideológicos. En aquel contexto la Escuela de Historia se convirtió en una suerte de campo minado, en el cual reinaba el profesor de Historia de América (Igolfo el Exterminador, para nosotros); era un hombre de entendimiento grueso que veía sombras por todas partes.

Pronto los profesores más brillantes de la escuela estuvieron bajo fuego, lo cual incluían no viajar al extranjero y que no les vendieran un Moscovich. Entre sus víctimas estaba el profesor H. P., quien tenia desde su punto de vista, todos los atributos de un sospechoso: Aunque H. P. era hijo de una familia campesina de Holguín, tenia un nombre raro, se llamaba Hebert, había estudiado en la Universidad norteamericana de Duke, estuvo casado con una estadounidense, impartía la asignatura Historia de los EE. UU. , tenía un motor y para colmo algunas mujeres decían que parecía un galán de Hollywood. Probablemente este hombre encabezara la lista negra de Igolfo.

Aquel profesor se convirtió sin embargo en una leyenda y ganó la admiración y el respeto de sus estudiantes, claro excepto de algunos que Igolfo probablemente usara para espiarlo en sus clases, lo cual dio lugar a varios escándalos. Uno de estos, recordado aún por mis colegas de aquellos tiempos, ocurrió cuando el profesor impartía una clase de Historia Moderna y dijo que la burguesía había desempeñado un papel progresista en el enfrentamiento al régimen feudal; lo cual

provocó que un estudiante se pusiera de pie y lo interrumpiera, diciendo en tono desafiante que la burguesía nunca había sido revolucionaria, allí termino la clase; el profesor no dijo una palabra más y con un gesto de cansancio salió del aula. A la semana siguiente, el profesor comenzó la clase abriendo el Manifiesto Comunista y leyendo textual lo que Marx allí dice sobre el papel de la burguesía; el estudiante provocador sorprendido quedó en ridículo, pues evidencio que ni siquiera se había leído el Manifiesto.

En otra ocasión el profesor sorprendió in fraganti a un alumno con un chivo, lo saco del aula y le anuló el examen; pero aquello de pronto se convirtió en un problema político, pues el alumno que era militante, en vez de sentirse abochornado, intrigó aludiendo a una supuesta intención política en su sanción; el profesor se defendió con su habitual hidalguía y deshizo el entuerto.

Paso el tiempo y una cotorra sobre el mar Caribe, el profesor H. P. hizo su doctorado, publicó libros y recibió el Premio Nacional de Historia.

Hoy el profesor Hebert Pérez cumple 80 años y la Universidad de Oriente lo tiene como un icono de su claustro, para algunos de sus alumnos no sólo nos enseñó Historia Moderna y de los Estados Unidos, sino que también nos dio valiosas lecciones de dignidad… 



Rafael Duharte Jiménez, 11 de marzo de 2021.

Foto: Juan Manuel Reyes, Rafael Duharte y Hebert Pérez. Centro Pratt Puig, antiguo Colegio San Basilio Magno. 





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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Primavera (Fragmento de "Las Estaciones", un poema de Fed. Henríquez Carvajal. Revista Social. Habana, Agosto 1923)


A veces lo que se cree es de ahora, es de siempre, como el ir contra el piropo.

"En Madrid se está llevando a cabo una dura campaña contra el piropo callejero, el requiebro soez, insolente, que bien en voz baja, como la caricia de una serpiente es jactancioso y exhibicionisla, acoge a la mujer que pasa por la calle. Diariamente se verifican múltiples detenciones, es la misma mujer la que más coadyuva, señalando a los delincuentes verbales que así, cobardemente la ultrajan. Hace años se realizó también en Cuba esa campaña, y en varias ocasiones tornó. Pero como todas las cosas de estos países del Trópico 'mucha diligencia al principio--, se fué atenuando hasta desaparecer otra vez. Y ya no hay policías que persigan el piropo insultante". (Leer texto completo en la siguiente página de Bohemia. Agosto 18, 1929)

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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