Como se había venido anunciando, este pasado fin de semana tuvo lugar en Miami, el estreno mundial de la obra “Fallen Angels" del dramaturgo cubano Joel Cano, quien desde hace casi tres décadas reside en París y que forma parte de una generación de autores dramáticos de la isla caribeña, que desaparecieron de su medio teatral, a pesar de haber sido figuras determinantes dentro de la escena de los años ochenta, por haber decidido tomar el camino del exilio.
El Adriana Barrasa Black Box fue el escenario escogido para hacer realidad, el tan pospuesto y anhelado estreno, el cual se materializó al fin gracias a la producción de Arca Images, institución que dirige Alexa Kuve, bajo la dirección de Larry Villanueva, contando con las actuaciones de Ysmercy Salomón y Adrián Más, mientras que escenografía y vestuario estuvieron a cargo de los diseñadores Jorge Noa y Pedro Balmaseda.
Tal y como habíamos referido en un anterior artículo, esta obra dramática tiene su origen en la realización del cuento, de igual nombre, con el cual Cano obtuvo el premio en el ya desaparecido concurso Juan Rulfo, convocado por Radio Francia Internacional y en la necesidad de volcar dicha historia en un texto teatral, debido a la propia concepción de la historia, el desarrollo de la acción, y los diálogos que conforman la obra narrativa.
Así las cosas y después de mucho camino “Fallen Angels” subió a las tablas, haciendo justicia a un importante dramaturgo cubano ignorado hasta ahora también en nuestra ciudad por sus mismos colegas, lo que nos hace pensar en la posibilidad que otros escritores teatrales de aquella generación cubana olvidada puedan disfrutar del mismo privilegio al ver sus obras sobre las tablas miamenses.
Conocedores del texto de Joel Cano y ansiosos por enfrentarnos al fin a su puesta en escena, estuvimos presente en la segunda y última noche de esta ‘diminuta temporada’, algo que no acabamos de entender y a lo cual no le vemos lógica alguna por más pretextos que traten de ofrecer tanto la dirección del teatro como la propia producción de la puesta. Y aquí volvemos a caer en una de las inverosímiles situaciones del quehacer teatral en esta ciudad, llevando espectáculos a los escenarios que requieren de gastos de producción, tiempo de montaje y de aprendizaje de textos, para después verlos sobre las tablas uno o dos fines de semanas, siendo lo peor en este caso en concreto que ni siquiera se programara un fin de semana completo (viernes, sábado y domingo), sino solamente dos días (viernes y sábado). De esta manera no se puede hacer teatro, no vale la pena hacer teatro, no tiene sentido el esfuerzo que se dedica para hacer teatro.
Bien, hablemos de la puesta de “Fallen Angels”. Larry Villanueva, figura destacada del teatro en Miami conocido por todos y quien goza de una excelente reputación tanto como actor y director, asumió las riendas de esta puesta, una vez que por razones técnicas, se hiciera casi imposible que Joel Cano, el autor de la misma, pudiera continuar con la dirección, como había sido acordado en un inicio, ya que dirigir a larga distancia, a través de videos y con tanta diferencia de horario, se hizo extremadamente conflictivo continuar con dicho propósito.
Esta realización, puede ser considerada una puesta de cámara, por no requerir de mucho espacio ni de grandes escenografías para su realización y de esta manera el director la desarrolla, con dos sencillos y localizados espacios a cada lado del escenario, los cuales serán los ambientes individuales de cada uno de los actores, dos plataformas donde reposan varios dados de madera que tendrán diversos usos, los cuales serán movidos según los requerimientos de la acción. Al fondo una franja de tela blanca que se extiende de lado a lado del escenario, servirá para sugerir una pantalla cinematográfica, aunque tal uso no llega a concretarse, quedando solo en una insinuación, desaprovechando a nuestro entender, las oportunidades que tal elemento hubiera podido ofrecer.
Villanueva, mueve acertádamente a los actores en el espacio, dándole igual importancia a las escenas de conjunto como a las individuales, estas últimas siendo las portadoras de los momentos más emotivos y de mayor intensidad dramática. Según lo visto en escena con respecto al tratamiento y concepción de los personajes, el director lleva la obra hacia un tipo de comedia, el cual no nos resultó del todo convincente. No hay duda alguna que el elemento “comedia” se encuentra presente en dicho texto, pero no creemos que de la manera en que ésta es llevada por parte del director, a partir de clichés, de sobreactuaciones, del abuso de lo chabacano o de ciertos elementos que incluyen una vulgaridad que nada aportan a la trama esquematizando a los personajes de manera inconveniente.
Una lectura detenida del texto muestra claramente la intensión del mismo de hacer sonreir al público a través del cinismo, la ironía, la doble lectura, aunque por momentos pueda haber cabida para algo de risa espontánea producto de lo inverosímil, de lo obviamente cómico de una situación o un texto determinado.
Esa sobre abundancia de risa fácil durante el transcurso del espectáculo, a nuestro modo de ver, provocada por factores ya señalados, es lo que nos llevó por momentos a recordar esas obras de dudoso carácter populista, que tanto abundan en la dramaturgia cubana contemporánea para atraer la atención de los públicos, aunque este no sea justamente el caso. Una escena como la del principio de la obra, por citar solo un ejemplo, adoleció de la seriedad que requería para el posterior entendimiento de la acción en el desarrollo de la trama, quedándose limitada a una escena cómica más.
Un factor inequívocamente ligado al anterior aspecto resulta sin duda alguna la concepción dada al personaje de “Jane la Petite” por parte de la actriz Ysmercy Salomón. Esta actriz quien formó parte en Cuba de la muy popular compañía Teatro El Público, arrastra consigo una manera de construcción del personaje que hace hincapié en la elaboración externa del mismo, a partir de lo que un vestuario, un maquillaje, un gesto, un movimiento, un texto, puede aportar, en detrimento de la introspección, de esa búsqueda interior que todo actor necesita para construir su personaje de forma creíble, algo muy marcado en dicha agrupación teatral.
Ysmercy, es una excelente actriz, con magníficas condiciones. Posee una impresionante voz de contra alto, que le permite jugar con tonos, inflexiones y giros asombrosos. Su desempeño convence, llena el espacio y le ofrece credibilidad a la caracterización dada por ella a su personaje. Es una actriz exuberante en el escena que sabe como acaparar la atención del espectador sobre su paso por las tablas, cosa que hemos comprobado en otros trabajos por ella realizados, pero sin duda alguna esa misma exuberancia, en ciertos momentos, es su mayor lastre y debe por tanto saberla modular, domar. Con eso nos referimos de igual manera, a su ya señalada extraordinaria voz, que necesita saber amaestrar para que no siempre ésta se desboque en toda su poderosa plenitud.
La contraparte escénica, es incorporada por el también actor cubano Adrián Más, conocido del gran público de esta ciudad por su frecuente participación en programas de corte humorísticos de la televisión de habla hispana, aunque en los últimos tiempos, por suerte, le haya dedicado más tiempo al teatro, así que verlo de nuevo sobre las tablas e inmerso en este difícil texto, resulta de gran satisfacción.
Más no es un actor extrovertido, sino por el contrario tiende a ser parco en volcar sus emociones, no por gusto en algunas oportunidades hemos necesitado que ofrezca mayor emoción a su desempeño, que marque más las intenciones y los sentimientos en escena, pero en su incorporación del personaje de Ignacio, sorprende de manera agradable, pues lo asume con total entrega al mismo. Lo irónico, lo mordaz, lo cínico, lo humorístico, lo dramático, lo supo marcar con el tono adecuado a cada ocasión, aunque no escapó del todo por momentos a la concepción general de la puesta del tipo de comedia directa y populista dada por el director.
No podríamos dejar de apuntar que un trabajo como “Fallen Angels” es un “tour de force” para cualquier actor, debido a que en el mismo no se enfrenta al clásico texto donde el diálogo es la vía natural de comunicación entre los personajes para contarnos la historia. Por el contrario, en este caso, el autor se vale de extensos monólogos que resultan en apartes constantes con el público, lo que significa para los actores un arduo trabajo de memorización, en el cual no hay cabida para improvisar y donde cada linea del texto posee una cadencia lingüística que hace imposible la sustitución de palabras o frases, algo en lo que el autor es todo un experto.
Debemos señalar, que Más ha sido uno de los conocedores del texto de Cano desde que el mismo fuera concebido como cuento y desde el inicio defendió la posibilidad de convertirlo en texto dramático para llevarlo a escena, siendo el causante de que dicho manuscrito llegara a manos de Alexa Kuve, directora de Arca Images, invitándola a que lo produjera, situación esta que dió sus frutos al producirse finalmente, el tan esperado, retardado y accidentado estreno sobre las tablas de dicho texto que bien pudiera llegar a ser considerado una importante pieza de la dramaturgia cubana de todos los tiempos.
Con esta entrega, Arca Images irrumpe nuevamente en los escenarios miamenses, tras la conocida, larga y lamentable situación de salud mundial que ha paralizado al teatro y a nuestras vidas, para celebrar sus veinte años de existencia, volviendo a apostar por un teatro de arte, de calibre, que provoque la mente del espectador, en aras no solo de entretener, sino también de cultivar el espíritu, porque...no solo de pan vive el hombre.
Wilfredo A. Ramos
Mayo 12, 2021
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