Monday, June 28, 2021

Mensaje de "cercanía y oración" de Mons. Emilio Aranguren , obispo de Holguín y Presidente de la COCC a Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami, con motivo del derrumbe del edificio Champlain Towers South, el 24 de junio de 2021.



Querido hermano:

Así como los gozos y las alegrías de muchos, también son nuestros gozos y alegrías, ahora, las penas y tristezas de las víctimas del derrumbe del edificio en Miami en el día de ayer, también forman parte de nuestras penas y tristezas.

Este fraterno mensaje sirva para expresarte nuestra cercanía y oración por toda la comunidad miamense, tanto los nativos como los emigrantes —especialmente de Latinoamérica— que han fallecido o aún están desaparecidos, incluyendo los cubanos que experimentan la incertidumbre de la espera en la búsqueda y el resultado de la misma.

Le pedimos al Señor el sosiego necesario para los familiares, los bomberos y todas las fuerzas que se aúnan para las acciones de rescate, tanto de los heridos o afectados como de los fallecidos.

Que Dios ilumine a los sacerdotes que acompañan a los familiares y amigos para que sean portadores de consuelo y de paz.

Para tí, como pastor de esa querida grey, el mismo abrazo con el que compartiste en mi casa la triste noticia de la caída del avión con más de 100 fallecidos y, finalmente, una sobreviviente.

+ Emilio

Junio 26, 2021

Un cafecito con Prío, en su finca "La Chata"

 
Foto/Bohemia

Saturday, June 26, 2021

La propiedad privada, un camino hacia la libertad personal y social. Apuntes sobre Doctrina Social de la Iglesia (9). Por P. Alberto Reyes



Ya sabemos que “bien común” significa la capacidad de pensar más allá de las propias necesidades, y que la búsqueda de este bien para todos compete al Estado pero también a los individuos concretos, que a través de la gestión de la propiedad privada, pueden convertirse en protagonistas del bien social. ¿Cómo funciona este protagonismo, que no es opuesto a la función del Estado sino su mejor complemento?

La propiedad privada como instrumento de la participación popular.

Cuando las personas concretas que forman el pueblo controlan bienes y servicios, se empoderan de la gestión efectiva del bien común, y se hacen responsable de aportar algo útil para todos. Por eso decimos que la propiedad privada es lo que permite que los individuos participen como protagonistas en su propio desarrollo.

¿Qué entendemos por “participación”? Participación es la posibilidad de las personas de intervenir estrechamente en los procesos que afectan sus vidas: la economía, la política, la cultura y la vida social.

Económicamente significa poder dedicarse libremente a cualquier actividad de este tipo, siendo empresarios o trabajadores autónomos. Social y culturalmente significa la libertad de intervenir plenamente en todas las esferas de la vida comunitaria (educación, entretenimiento –arte, deporte y eventos culturales-, medios de comunicación, espiritualidad, gestión del medio ambiente...). Políticamente significa la posibildiad de ser miembro de una organización, un sindicato o del partido político de su preferencia, así como de elegir y cambiar el gobierno a todos los niveles, desde el presidente hasta el representante municipal.

Sólo cuando las personas singulares gestionan bienes y servicios, tanto los individuos como los grupos particulares están en condiciones de ser tenidos en cuenta y pueden disponer de acceso real a las decisiones públicas y al poder.

Todas estas formas de participación están íntimamente vinculadas entre sí. Si no existe una de ellas, las demás serán incompletas y, por ende, menos efectivas. El criterio de discernimiento de toda propuesta de participación es: ¿aumenta o disminuye la capacidad de la gente para autogestionar sus vidas?, ¿contribuye al progreso de los individuos o lo frena?

Dice Juan Pablo II en Sollicitudo rei socialis: “De la propiedad deriva para el sujeto poseedor, sea este un individuo o una comunidad, una serie de ventajas objetivas: mejores condiciones de vida, seguridad para el futuro, mayores oportunidades de elección”.

Obstáculos a la participación.

En ningún país están abiertas gratuitamente las vías de acceso popular al poder político y económico, pues en todas partes exiten intereses creados que dificultan la participación del pueblo en la vida pública. En este sentido, los obstáculos más frecuentes son:

- El establecimiento de leyes arbitrarias y caprichosas que favorecen a aquellos que tienen influencia política y poder económico, generando en el fondo desigualdades ante la ley.

- Limitaciones burocráticas consistentes en innumerables reglamentaciones y controles que exigen todo género de permisos, incluso para la iniciativa empresarial más modesta.

- La distribución desigual de los recursos, es decir, el que personas y grupos no tengan la misma capacidad de acceso a los recursos necesarios, lo cual genera diferencias significativas entre las personas.

No reconocer la propiedad privada como un derecho significa limitar de modo grave la creatividad y el desarrollo de las potencialidades personales de los individuos, generando un desinterés social que frena el desarrollo y alimenta disgusto y agresividad, y que muchas veces degenera en actitudes indolentes y escapistas. Indolentes, porque, cuando nada es de nadie, a nadie le duele el descuido de la propiedad; y escapista, porque cuando la persona se siente sin participación en el desarrollo de su sociedad, pierde el interés por ser parte del destino de su nación.

Preguntas para dialogar:

- Hemos dicho que “participación” es poder intervenir estrechamente en los procesos que afectan nuestra vida: la economía, la política, la cultura y la vida social. Teniendo en cuenta la situación real de Cuba, ¿en qué modos YA podemos intervenir en estas áreas?

- ¿Qué podemos hacer para ser cada vez más “tenidos en cuenta” por los órganos de dirección de la sociedad en nuestro país?

- ¿En qué áreas podemos YA ir teniendo un mayor control de nuestras vidas?


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Texto tomado del Facebook del autor. 

(Carteles. Febrero 24, 1935) del Concurso de Simpatía en el Central Senado


"Concurso de Simpatía en el Central Senado. La Srta. María Amparo Diez, candidata al Concurso de Simpatía del Senado Tennis Club."

Friday, June 25, 2021

Una mirada al pensamiento musical-pedagógico de Gabriel de la Torre Alvarez (por Verónica E. Fernández Díaz)

Foto cortesía de Verónica E. Fernández
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Las investigaciones relacionadas con el pensamiento músico-pedagógico cubano arrojan resultados cada vez más notorios. Hay que destacar en este sentido la labor desarrollada por las doctoras Alina Ponsoda, Miriam Villa, Dolores Rodríguez y el doctor Roberto Valera, entre otros que han realizado acercamientos a personalidades en su doble condición de músicos y pedagogos como César Pérez Sentenat, Argeliers León y Gaspar Agüero Barreras, por solo citar ejemplos puntuales. Este interés deriva, entre otras razones, de la necesidad de perfeccionamiento en la enseñanza musical desde la investigación del ideario de nuestros músicos-pedagogos del pasado, y como consecuencia, el aumento de la calidad en el desempeño profesional del maestro y el educando.

Luis Aguirre D’Orio
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Pese a los importantes aportes que se han obtenido en la indagación sobre estos asuntos, se observa cómo muchos de los músicos-pedagogos de otras regiones del país, aún cuando desarrollaron su labor musical y pedagógica en la capital y cuentan con un corpus teórico importante en esta materia, han sido insuficientemente estudiados o completamente olvidados. Pónganse por casos, los camagüeyanos José Ángel Marín Varona, Gabriel de la Torre Álvarez, José Molina Torres; Luis Aguirre D’Orio y Félix Rafols.

José Marín Varona
Foto cortesîa de Verónica E. Fernández
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En este sentido existen a mi juicio varias problemáticas. En primer lugar, los programas de estudio de pedagogía musical de la Universidad de las Artes no incorporan la indagación en la vida y obra de muchos músicos-pedagogos cubanos, menos, los del interior del país. En segundo lugar, un número importante de estos músicos-pedagogos locales se trasladaron a la capital, donde se conserva gran parte –si no la totalidad– de su producción teórica y resultados de su experiencia práctica. De ahí que el investigador local no pueda acceder fácilmente a los documentos necesarios para realizar su estudio. En tercer lugar, los músicos-pedagogos que desarrollaron su labor en provincias no pudieron, en general, publicar su obra, quedando esos escritos en manos de familiares o discípulos. Por lo que se torna peliaguda la localización de los mismos para realizar un estudio de su ideario.

Dadas estas deficiencias se decide realizar un primer contacto con el pensamiento musical-pedagógico camagüeyano. Una ciudad cuyo acontecer musical evidencia el interés de sus pobladores por el cultivo y desarrollo de la música desde el siglo XVIII, en que comenzó a fomentarse el canto y la ejecución de instrumentos de viento y cuerdas en lugares públicos y viviendas particulares; así como la existencia de una «Casa de Sociedad» entre 1794 y 1797, en la que se efectuaron bailes y cantos –sobre todo boleras– con acompañamiento de guitarra.

Sociedad Filarmónica
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Estas noticias atestiguan un dominio de los conocimientos musicales por parte de criollos e hispanos asentados en la villa, conocimiento adquirido en la metrópoli y reproducido en las iglesias de acuerdo a sus necesidades, que impactó en la actividad de concierto efectuada en tertulias y veladas familiares, y en instituciones religiosas. Por otra parte, las bandas regimentales registradas desde 1821 en la localidad, contribuyeron al aprendizaje de la música y el dominio de instrumentos para la difusión y disfrute de música diversa. Actividad educativa que se incrementó paulatinamente durante el siglo XIX con la creación de academias particulares y otras adscritas a colegios religiosos; la Sociedad Filarmónica y Santa Cecilia. Estos constituyen intentos loables de academización de la enseñanza musical en el Camagüey colonial.

Durante los primeros 20 años de la República aparecen en Camagüey diversos centros de enseñanza musical supeditados al conservatorio Hubert de Blanck. De manera que los músicos-pedagogos camagüeyanos se suman a la necesidad de academización de la enseñanza musical, promueven la actividad concertística en los mismos, fundan instituciones musicales como la Sociedad Infantil de Bellas Artes (SIBA) y agrupaciones de cámara y música sinfónica; subvencionan la educación musical a niños pobres a través de becas y dan a conocer, mediante conferencias –algunas radiales, con el concurso de la CMJK–, sus ideas acerca de la pedagogía musical en el territorio.

Programa a la Audición XXI,
de la serie de Educación y Divulgación Musical.
Conservatorio Ráfols. Camagüey, 1935.
Foto cortesía de Yalim Toledo
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En este sentido destacan los músicos-pedagogos Luis Aguirre D’Orio[1] (procedente de Nicaragua) y Félix Rafols (procedente de España), reconocidos a nivel nacional. A ambos, el Ministerio de Educación les concedió en 1936 y 1941 respectivamente, la validez académica a sus respectivos conservatorios debido a que habían perfeccionado sus planes de enseñanza, ampliado sus programas con otras especialidades como composición, instrumentación, análisis y fomentaban una importante actividad de concierto a los que fueron invitados músicos de reconocido prestigio internacional como Mad Weiss, Federico Kramer, Olga Fichermann y el ballet Yavorsky, entre otros.

Aunque en esta etapa, Gabriel de la Torre Álvarez no se encontraba viviendo en Camagüey, el pensamiento musical-pedagógico que le movió en la capital influyó en el contexto camagüeyano, donde dejó discípulos que continuaron sus proyectos pedagógicos e impulsaron la música de conciertos, y, donde se le reconocía como precursor en la enseñanza musical de la región, aspectos que se conocen a partir de la confección del “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y el examen de las redes de parentesco publicado bajo el título “Una familia en la música del Camagüey: Gabriel de la Torre. Estudio de caso”, en una edición anterior de este cuaderno. En estas indagaciones se pudo constatar la abundancia de tratados, folletos, conferencias y otros documentos que muestran el ideario musical-pedagógico de Gabriel de la Torre y su impronta en el acontecer músico-pedagógico cubano de la República, razón por la cual se considera uno de los más sobresalientes de los músicos-pedagogos de la región.

De su obra, conservada en la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella de Camagüey y la Biblioteca Nacional José Martí,[2] se han seleccionado para este primer contacto los folletos ¿Cómo debe estudiarse la música?, Historia de un método, Tópicos de pedagogía musical y ¿Por qué se abandona el cultivo del piano? Con este corpus, que compendia algunos de los más significativos trabajos teóricos que escribiera el camagüeyano se puede dar respuesta a interrogantes como: ¿qué aspectos caracterizan el pensamiento musical-pedagógico de Gabriel de la Torre Álvarez? y ¿cuál es su legado al pensamiento musical-pedagógico cubano? Es nuestro propósito, entonces, caracterizar el pensamiento musical-pedagógico del camagüeyano Gabriel de la Torre Álvarez y determinar su contribución al avance del ideario musical-pedagógico durante la República.

Como ya existe un camino transitado en cuanto a definiciones conceptuales, se parte de la definición dada por Dolores Rodríguez y Nadiesha Barceló en Pensamiento musical-pedagógico en Cuba: historia, tradición y vanguardia; donde las autoras definen pensamiento musical-pedagógico como:
El acto de discurrir de los músicos que ejercen la docencia, relacionado con la solución de problemas técnicos y expresivos que se deben lograr con los discípulos, a través de la experimentación abierta y flexible, en las que se apliquen diversas técnicas y metodologías, derivadas de la práctica musical de las que emana el acto pedagógico, en el que se emplean herramientas psicopedagógicas especializadas y en la que se jerarquiza que el discípulo vivencie, el hecho sonoro primeramente como intuición perceptiva para luego, comprenderlo conceptualmente, sin descuidar el equilibrio que debe existir entre la teoría y la práctica.[3]
La esencia de este concepto se puede encontrar en el ideario teórico y práctico de Gabriel de la Torre Álvarez. Un hombre que, aún cuando en un momento de su vida, -sobre todo al trasladarse para La Habana, abandona un poco su labor compositiva y la de director de orquesta- se dedicó, preocupó y dispuso a darlo todo por la enseñanza.

Sobre el quehacer pedagógico y musical de Gabriel de la Torre durante la colonia comentó el compositor, violinista y director de orquesta camagüeyano Louis Aguirre Rovira: “En esta etapa es muy relevante la labor del maestro Gabriel de la Torre, quien junto a su esposa Lina Campuzano, impartió clases de piano, canto, solfeo y violín. Su academia funcionó hasta 1903. Además, formó una orquesta que llegó a ejecutar obras sinfónicas y del propio Gabriel. Su primer concierto se realizó en la Sociedad Popular”.[4]

En 1903, de la Torre continúo su labor de profesor en La Habana a donde se trasladó en 1902, e impartió clases en el colegio del Sagrado Corazón del Cerro durante 20 años más. Como pianista y pedagogo fue honrado por autoridades musicales a propósito de su Método elemental para la enseñanza del piano. Labor coronada con una amplia labor crítica en revistas y periódicos.

Siguiendo la periodización que Dolores Rodríguez y Nadiesha Barceló establecen en su estudio sobre el pensamiento musical-pedagógico cubano, la actividad músico-pedagógica de Gabriel de la Torre abarca de la segunda etapa (1885-1903) a la quinta (1940-1950), centrando su corpus teórico entre los años 1904 y 1941. A los efectos de este primer acercamiento a su producción teórica se reducen esas cuatro etapas propuestas por Dolores Rodríguez y Nediesha Barceló a dos en la que el desempeño de Gabriel de la Torre como músico-pedagogo fue fructífero:

1. La colonia (1886 a 1902).

En esta etapa la actividad músico-pedagógica de Gabriel de la Torre se lleva a efecto en su ciudad natal. Desempeño que estuvo enfocado en la conjunción de la composición; la actividad concertística en la ejecución del piano; la creación de una orquesta; y la realización de lo que llamó «conciertos familiares»[5] con audiciones comentadas, lecturas de poesía, disertaciones sobre temas diversos y el talento que él mismo educaba e invitados.

Entre sus discípulos camagüeyanos se encuentran sus propios hijos, en particular Marta, quien destacó como violinista en giras internacionales y llegó a grabar 18 discos con lo mejor de la música de concierto. Así como otros que influyeron en el desarrollo musical posterior de la Isla como Gustavo Rogel, quien fue a su vez, el primer guía de la notable pianista Dulce María Serret, luego directora del Conservatorio Provincial de Oriente en 1944.

En esta etapa su pensamiento musical-pedagógico se enfoca hacia:

- La búsqueda de soluciones propias para el estudio de instrumentos como el violín.

Se trata de un aparato que de la Torre mandó a construir para que su hija Marta cuidara el porte erguido durante el estudio individual. Este consistió en un aparato con listones sobre una tabla que permitía mantener la postura correcta. Algo similar mandó hacer para que sus estudiantes alcanzaran los pedales del piano.

- Fijó el orden de aprendizaje musical de sus hijos y otros discípulos a partir de asignaturas teóricas primero (solfeo, teoría, lectura musical) y luego instrumentos (violín y piano), e intervalos de estudio que iban en aumento según las habilidades adquiridas y la resistencia física del educando. Para las presentaciones en público procedía con estudio individual toda la semana y el domingo, ensayo ante los profesores como en un examen.

- Para la enseñanza del piano se enfocó en la compilación de los textos disponibles.

En su autobiografía, publicada en 1944, el propio Gabriel de la Torre expresa sus inquietudes respecto a los escasos textos referidos a la metodología de la enseñanza musical. En tal sentido planteó:
Mis primeros pasos en la enseñanza fueron de indecisión, de duda: no tenía preparación para su ejercicio. No encontraba adecuado para un principiante los “Ejercicios de Herz”, como hacía Albéniz, y menos todavía el método de Kalkbrener, que me asignó Pepe Marín (José Marín Varona). Por mi práctica fueron pasando Bertini, Lemoine, Le Couppey, y cuantos métodos caían en mis manos. ¿Cómo empezar? ¿Por la llamada posición fija bajando las teclas?... ¿Sin bajarlas?... ¿Por la posición libre?... ¿Levantando mucho los dedos?... A veces pensaba que tantas opiniones obstaculizaban mi orientación.[6]
Como consecuencia de esta problemática, Gabriel de la Torre comenzó a comprar cuantos tratados pedagógicos llegaban a Puerto Príncipe o los manda a buscar a La Habana y el extranjero; los estudiaba, analizaba y cuando no estaba de acuerdo con algún enfoque buscaba la manera de hallar una solución al problema técnico que se le presentaba. Con ese corpus bibliográfico se armó de herramientas necesarias para su desempeño profesoral en esta primera etapa, que años más tarde servirían de referentes en la construcción de su propio pensamiento músico-pedagógico, sobre todo, en la enseñanza del piano.

2. La República (1904 a 1941).

Imagen cortesía de Verónica E. Fernández
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Esta segunda etapa comprende la totalidad de la obra teórica de Gabriel de la Torre. En ella se expone las premisas de su pensamiento musical-pedagógico desarrollado en la capital de la Isla.

El folleto ¿Cómo debe estudiarse la música?, publicado en 1914, tuvo 4 ediciones posteriores (1916,1917 y 1924). El conservado en la Biblioteca Nacional corresponde a la última edición y está dedicado a Guillermo Tomás por el autor. En esta entrega, de la Torre reconoce haber ampliado y perfeccionado muchas de las ideas expresadas en las ediciones anteriores en correspondencia con la experiencia profesoral adquirida en el transcurso de los años. Una de ellas responde a la diferenciación entre educandos con intensión profesional y aquellos que estudian la música por pura simpatía. En tal sentido planteó: “El estudio de la música se ha hecho indispensable en todas las clases de la sociedad. Pero no todos tienen vocación ni la estudian para ser profesionales o artistas. Estos necesitan someterse a un plan apropiado que no tiene razón de ser en los que no persiguen aquel fin”.[7]

Por ello, para aquellos educandos con miras no profesionales en el aprendizaje de la música, eliminó el estudio del solfeo y la lectura musical, limitándose a la enseñanza de lecciones y obras simples para satisfacer la inclinación del niño.

La trilogía Historia de un método, Tópicos de pedagogía musical y ¿Por qué se abandona el cultivo del piano?, compilados en un solo volumen, fueron dedicados por Gabriel de la Torre a la Biblioteca Nacional en 1941. Son estos, artículos devenidos de trabajos leídos en programas de radio o conferencias dictadas en centros culturales habaneros años antes. Trabajos en los que Gabriel de la Torre retoma sus preocupaciones fundamentales sobre la enseñanza del piano y su provecho en el futuro músico.

En Historia de un método vuelve a relatar las preocupaciones que le atormentaban al iniciarse como profesor en 1886 en Camagüey para fundamentar las necesidades y carencias existentes en la enseñanza del piano que le llevaron a escribir su Método elemental de piano. Para dar más realce a tan magna obra incorpora las opiniones que importantes profesores de Francia, Bélgica y Cuba ofrecieron a propósito de la misma. De ellos se destaca la de Isidoro Philipp, profesor del Conservatorio de París, quien comentó: “En su método elemental de piano el profesor Gabriel de la Torre, se basa en la experiencia y la reflexión. Es un guía inteligente y claro. Me ha interesado vivamente su trabajo ingenioso y completo”.

Otro premiado pianista y profesor del Conservatorio de Bruselas, Arthur de Greef dijo:
Me ha sorprendido la claridad con la que se exponen en el método del maestro Gabriel de la Torre, los problemas musicales y los de técnica instrumental, que desde el principio deben retener la atención del pedagogo y del joven estudiante de piano, y la elección juiciosa de los ejercicios destinados a desarrollar el espíritu de análisis, el gusto artístico y los medios de ejecución del alumno.
Por su parte, el cubano Guillermo Tomás expresó lo siguiente: “Tengo para mí garantías suficientes: primero, su hombría de bien; segundo, su larga, paciente y fructífera labor profesional, y tercero, lo novedoso de su plan de enseñanza, que tanto se aleja del molde y la rutina”.

Estas opiniones están remarcando la existencia de un pensamiento propio en la educación musical ofrecida por el camagüeyano y su validación en el ejercicio práctico y profesional de quienes fueron sus alumnos. En opinión del propio de la Torre, su método de estudio era novedoso debido a que reduce la profusión acostumbrada de ejercicios a lo absolutamente indispensable; limita los números indicadores de digitación a los pedagógicamente necesarios; facilita la correcta posición de las manos por medio de ejercicios adecuados; suprime las líneas curvas que se usan para indicar el ligado, generalmente de modo desacertado e inoportuno; mantiene la correspondencia y relación entre los conocimientos teóricos y técnicos del piano; habitúa al discípulo desde el comienzo a la lectura del texto musical; y explica, en cada lección, el modo de proceder en la misma, esto es: enseña a enseñar. De ahí el carácter estrictamente pedagógico de su método que sirve tanto al profesor experto como al que se inicia en el ejercicio de la enseñanza.

Por su parte, Por qué se abandona el estudio del piano fue una conferencia leída en el Círculo de Amigos de la Cultura Francesa en junio de 1933. En él, de la Torre enfatiza en el estudio del piano por vocación y no por decisión paterna o pavoneo social, pues esta es una de las causas que considera propicias para el abandono del instrumento. En el estudio por vocación hace énfasis en el análisis técnico y estilístico de la pieza, así como en la habilidad de lectura a primera vista para asegurar un educando virtuoso. Se adelanta así a preceptos que rigen, posteriormente, la enseñanza musical académica del piano en Cuba.

De la lectura y análisis de esta muestra del corpus teórico de Gabriel de la Torre se entiende que su pensamiento músico-pedagógico se caracteriza por:

- La búsqueda de soluciones prácticas para propiciar el aprendizaje. Ya que, a través del análisis individual logró que el alumno resolviera dificultades técnicas con el instrumento (digitación, ligaduras y sus tipos, práctica de la lectura a primera vista, entre otros), y elaboró métodos de enseñanza individualizada de acuerdo a los interese, capacidades y condiciones del educando.

- El perfeccionamiento de un proyecto de instrucción a partir de procedimientos equivalentes a los presupuestos pedagógicos al uso en Europa, Norteamérica y Cuba a partir de su propia experiencia músico-pedagógica.

En tal sentido:

= Estableció programas de estudio diferenciados para los niños con interés profesional en la música y aquellos que lo hacían por afición; así como la propuesta de tres niveles (elemental, mediano y superior) para el aprendizaje del piano. En el superior solo debían incluirse los estudiantes con interés profesional.

= Combinó ejercicios de estudio y obras sencillas para recitales en la enseñanza del piano desde edades tempranas. El estudio de las obras incluía un análisis previo de aspectos teóricos y de estilo presentes en la misma. Por lo que estableció diferencias entre la ejecución técnica y la interpretación como explicación y traducción del significado de los caracteres y signos en la obra.

= Fijó el número de frecuencias de lecciones a 3 por semana y del estudio individual en 4 horas diarias para aquellos estudiantes con miras profesionales en su desempeño futuro. Así como la dosificación del tiempo a diferentes aspectos técnicos, de lectura a primera vista –elemento que consideró esencial para el desarrollo del pianista profesional–, de solfeo e interpretación dentro de la clase, aunque el orden en que los enunciaba fue perfeccionado más tarde.

= Cualificó al profesor que se enfrentaba al estudiante de acuerdo a su nivel, cuando expresó: “La enseñanza superior es un placer. La enseñanza elemental es altruismo y deber”.

- Le concede importancia capital a la formación del maestro de música. De donde se desprenden su Método elemental de piano, Cómo estudiar la música, Cómo estudiar por mi método y otros trabajos aquí no analizados. Sobre todo, la convicción de que con sus opúsculos pedagógicos «enseña a enseñar».

Al morir en la Habana el 11 de agosto de 1951, Gabriel de la Torre Álvarez había dejado un importante corpus teórico, metodológico y práctico sobre la enseñanza del piano. Una legión de discípulos que habían obtenido logros importantes en el quehacer musical de la Isla y el extranjero. Un reconocimiento nacional e internacional por sus ideas en torno a la enseñanza del piano.

Gabriel de la Torre Álvarez constituye un eslabón importante en la formación del pianista de la República. Muchas de sus ideas músico-pedagógicas, si bien han sido perfiladas, se encuentran en las metodologías de la enseñanza actual de ese instrumento. Sus métodos de enseñanza, aunque basados en reconocidos músicos-pedagogos europeos y norteamericanos son propios: parten de su experiencia y labor diaria en la enseñanza. Por lo que en su quehacer profesional confluye la obra teórica sobre pedagogía de la música y la actividad práctica del músico-pedagogo que fue.

Por otra parte, muchas de las ideas que han sido expresadas por otros músicos-pedagogos derivan del pensamiento de la Torre. Por ejemplo, aquella que reza: «las normas a seguir en la educación musical deben ser derivadas de la naturaleza del niño» expresada por Concepción Rodríguez Díaz en su Pedagogía musical, 1944, anteriormente formulada por Gabriel de la Torre en Cómo debe estudiarse la música de 1924 (4ta edición) cuando decía: «No es posible adoptar para todos los que aprenden el piano un mismo plan de enseñanza. A diferentes condiciones y circunstancias, diferentes procedimientos». O el criterio de Argeliers León sobre la psicología de la lectura musical en 1944, donde parte del presupuesto de que «es la música un lenguaje y como tal, su aprendizaje debe seguir un curso similar al que se produce cuando aprendemos la lengua materna», idea enunciada por de la Torre también en Cómo debe estudiarse la música cuando expresó: «La enseñanza del piano debe tener semejanza con la de la lectura. (…) Como se aprende, pronto, a leer, con las pausas necesarias, dando el propio sentido, se aprende a tocar el piano, desde el principio con verdadera expresión artística».

El pensamiento músico pedagógico de Gabriel de la Torre Álvarez, recogido en su corpus teórico merita un estudio más abarcador. Por el momento, esta breve valoración puede servir de referencia a la preparación de maestros y estudiantes interesados en el tema; así como a otros investigadores y musicólogos para profundizar en el mismo, ya que, indiscutiblemente, el pensamiento músico-pedagógico de este lugareño tributa a los estudios regionales y la historiografía musical lugareña.






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[1] En el caso de Aguirre D’Orio, fundó en 1936 un Kindergarten musical con novedosos métodos para niños de 5 a 7 años, antes de que experiencias como esta se generalizaran en el país.

[2] De un listado realizado por el propio Gabriel de la Torre en su autobiografía que comprende los títulos: “El piano de estudio” y “Tratado de teoría musical” (1904), “Cómo debe estudiarse la música” (1914), “Sobre Granados” (1916), “In memoriam” (1923), “Contra la creación de un conservatorio oficial” (1925), “Reformas en La Academia Municipal de Música” (1927). “Apuntes autobiográficos” (1928), “Cómo debe estudiarse el solfeo” (1928), “Método elemental de piano” (1931), “Nuevos procedimientos pedagógicos en la enseñanza del piano” (1935), “Cómo enseñar por mi método” (1936), “Carta a Nena Benítez” -en defensa de la Escuela Municipal de Música- (1939), “Historia de un método”, “Tópicos de pedagogía musical” y “Por qué se abandona el cultivo del piano” (1941); en la biblioteca camagüeyana se conservan sus partituras, una autobiografía y un texto sobre el trabajo con la música de cámara. La Biblioteca Nacional, por su parte, protege los textos “Cómo estudiar la música”, “Contra la creación de un conservatorio oficial”, “Historia de un método”, “Tópicos de pedagogía musical”, “Por qué se abandona el cultivo del piano”, “Método elemental de piano” y “Procedimientos pedagógicos”, entre otros artículos necrológicos y laudatorios.

[3] Dolores Rodríguez Cordero y Nadiesha Barceló Reina: Pensamiento musical-pedagógico en Cuba: historia, tradición y vanguardia. p. 46.

[4] Louis Aguirre Rovira: “La enseñanza musical en Camagüey: historia y actualidad”, Revista Antenas Nro. 10. p. 59.

[5] En estos «Conciertos familiares» se realizaban recitaciones, representaciones teatrales, ensayos con orquesta y se colaboró con artista invitados como Brindis de Salas. Gabriel de la Torre envió crónicas de dichos conciertos a Felipe Pedrell y este le dedicó un suelto en el periódico español Ilustración Musical Hispano-Americana de junio de 1894 donde señala: “Los periódicos últimamente recibidos de Puerto Príncipe, Hablan con grandes elogios de los notables conciertos organizados por el distinguido profesor de piano, e inspirado compositor Don Gabriel de la Torre, con objeto de presentar a sus discípulos más adelantados. […]. Los elogios son merecidos, porque conocemos los méritos del notable artista. Cfr. Gabriel de la Torre Álvarez: Op. Cit.p.79.

[6] Ibíd. p. 76.

[7] Gabriel de la Torre Álvarez: ¿Cómo debe estudiarse la música? p. 10.





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BIBLIOGRAFÍA

AGUIRRE ROVIRA, Louis: “La enseñanza musical en Camagüey: Historia y actualidad” en, Revista Antenas, Nro. 10, Segunda Época. Camagüey, enero-junio, 1997.

FERNÁNDEZ DÍAZ, Verónica E.: “Una familia en la música del Camagüey: Gabriel de la Torre. Estudio de caso” en, Elda Cento (Coord.): Cuadernos de historia principeña 14. Editorial Ácana, Camagüey, 2015.

RODRÍGUEZ CORDERO, Dolores F. y Nadiesha T. Barceló Reina: Pensamiento musical-pedagógico en Cuba: historia, tradición y vanguardia. (Desde finales del decimonónico hasta la primera mitad del siglo XX). Editorial Adagio y Ediciones Cúpulas, La Habana, 2009.

TORRE ÁLVAREZ, Gabriel de la: “Cómo debe estudiarse la música”. La Habana, 1924.

TORRE ÁLVAREZ, Gabriel de la: “Historia de un método”, “Tópicos de pedagogía musical” y “Por qué se abandona el cultivo del piano”. La Habana, 1941.

TORRE ÁLVAREZ, Gabriel de la: Mi vida profesional revisada a los 80 años. Imprenta Cuba Intelectual, La Habana, 1944.






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Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Tiene publicado el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

Un Suspiro (un poema de Thelma Delgado)



Porque mañana no me está prometido
Te digo hoy lo mucho que te quiero
Te regalo mi cariño y el canto del jilguero
Hoy, por si mañana ya me he ido.

Abrazo tu cuerpo, acaricio tu alma
Celebro tu vida y olvido tristezas;
Tomando tu mano siento la certeza
De un amor sincero y un corazón en calma.

Porque la vida es solo un suspiro
Prefiero mejor no esperar a mañana
Ni pasado, ni al rato o en una semana
Para decir -te quiero cada vez que respiro.



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Thursday, June 24, 2021

Llorando la desgracia de nuestros vecinos de Miami Beach (por Cecilia Alegría, La Doctora Amor)



Gran tristeza invade a Miami desde el momento en que se supo la noticia: buena parte de un edificio de apartamentos se desplomó en la madrugada de hoy jueves 24 de junio del 2021, en el área de Surfside, al norte de Miami Beach, dejando al menos 24 muertos, por lo menos 12 lesionados y unos 126 desaparecidos.

¿Se imaginan la pesadilla de percibir que el edificio en el que vives se derrumba a mitad de la noche? ¿La pesadilla de despertarse con la sensación de que un cataclismo destruye tu vivienda y que vas a morir entre los escombros?

¿Quién es responsable del colapso de un edificio de lujo en una ciudad tan cara como Miami Beach? Esto no se puede quedar en lamentos.

La pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cómo es posible? ¿Por qué sucedió esta tragedia? Se trata de un edificio moderno, construido en 1981, ubicado en una zona cara, en la famosa Collins Avenue, con vista al mar, donde un departamento de dos dormitorios puede valer entre 600 y 700 mil dólares.

Uno de los residentes del edificio Barry Cohen, quien fuera vicealcalde de Surfside, dijo que él había manifestado su preocupación sobre la posibilidad de que una construcción adyacente estuviera causando daño al edificio porque se veían rasgaduras en el pavimento de la piscina, en la parte posterior del edificio que fue, precisamente, la que sufrió el colapso.

Siguen apareciendo testimonios de personas que presenciaron el derrumbe. “No quedó nada, desapareció, se borró”. Así describió la argentina Jacqueline Pakota a la agencia EFE cómo quedó el ala del edificio parcialmente colapsado. La mujer explicó que en los últimos días estuvo con sus amigos en la piscina del edificio colapsado y que se sentía una “vibración super fuerte”, producto, imagina, de obras con maquinaria en un edificio adyacente. “Pensé que el suelo iba a explotar, el edificio se movía como si estuviera saltando con la maquinaria”. El edificio, donde se estaban realizando trabajos en el techo, tenía algunos desperfectos menores, pero, explica, nada que justifique que el edificio haya podido colapsar de esta manera.

Mientras los que deben darle explicaciones a la comunidad avanzan – ojalá con diligencia- en sus investigaciones y se descubre la causa, oremos por los familiares de la persona fallecida, por los heridos, por los desaparecidos y por los sobrevivientes que no tienen un techo que los cobije ahora. Que el Señor, en su infinita misericordia, les dé la fortaleza necesaria para sobreponerse a la adversidad y que las autoridades les brinden toda la ayuda necesaria para recuperarse de esta experiencia traumática.

Inesperados e inusitados acontecimientos como éstos nos recuerdan la fragilidad de la vida.

Cuando todo se derrumba a tu alrededor, aférrate a la roca fuerte que es Jesús, tu Señor y Salvador. Busca consuelo en Sus brazos. El enjugará tus lágrimas y le dará paz a tu alma.






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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.

Ha publicado doce libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019), El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021)

(Miami. June 24, 2021) Surveillance video captures eerie scene as part of Surfside condo building collapses

 

Ver video en Youtube
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El número de muertos por el colapso del condominio en Surfside aumentó a nueve el domingo, mientras el trabajo continuaba con la esperanza cada vez menor de encontrar más sobrevivientes. (Leer más en Sun Sentinel)

Un domingo en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)



La crónica firmada por Juan José en la sección Santiago Social del periódico Diario de Cuba de fecha 22 de septiembre de 1919, nos permite asomarnos a un domingo de hace un siglo en la ciudad de Santiago de Cuba.

El cronista comienza pintándonos una mañana en la que destaca la religiosidad de los santiagueros los cuales asisten a los templos católicos, bautistas, episcopales, metodistas etc. En las iglesias católicas dice: “sus naves se veían llenas, pletóricas de creyentes y profanos, ávidos de rezar los primeros; deseosos de henchir de impresiones gratas, con la contemplación de las bellezas y las modas los segundos”.

Con una rápida mirada nos acerca al domingo de las familias vistalegrinas:
… a las once de la mañana, se disfrutaba de la matinée del Vista Alegre, a la que concurrió una muy selecta representación femenina. Se observaba en la amplia sala del teatro: belleza, elegancia y perfume y en el palco escénico: arte y belleza también, con la compañía de zarzuelas de Luís Manzano.
El mediodía el cronista lo califica como paradisíaco porque la ciudad siguiendo la antigua costumbre española se entrega a la siesta.

Al caer la tarde la vida social se reanima y muchos van a los parques a pasear y tomar el fresco. En particular en el Parque Céspedes la concurrencia era muy numerosa y la Banda Militar brindaba un programa de música selecta.

Los teatros y los cines merecen una especial atención del cronista pues estos desempeñaban en aquellos tiempos un papel importante en el domingo santiaguero: “Abrieron sus puertas los teatros. La función vespertina del teatro Aguilera se inició con una concurrencia en la que los niños eran mayoría. Después de dos o tres horas de películas y un breve receso, comenzó la sesión de modas denominada Domingo de Oro: Tantas mujeres bellas convirtieron el teatro en un aristocrático salón de fiestas (…) Los palcos y las lunetas eran un encanto. Los teatros Marti y Estrada Palma estaban invadidos por los fanáticos del cine”.

La crónica finaliza con una nota sobre los catalanes que ese día habían conmemorado en su cede social una fecha histórica: “En la noche el Grupo Cataluña efectuaba la velada conmmorativa de la jornada del 11 de septiembre de 1714, cuando Catalunya perdió su independencia. El Orfeón inició el acto con un himno de Maera y siguió con otras obras como, El Emigrado y Visión del Emigrado”.

¿Ha quedado fuera de la crónica el santiaguero feo? Por supuesto que si, seguramente en la tarde y particularmente en la noche hubo mucho movimiento en los bares y cantinas del área del puerto y los prostíbulos de la zona de tolerancia; a ciencia cierta acaeció una actividad intensa en los lugares donde se jugaba y hasta en las vallas de gallos; quizás las casas templos y los espiritistas aumentaban su numero de consultas el domingo.

Pero les recuerdo que Juan José era un cronista social y no un antropólogo. Lo real es que este pequeño retrato del domingo santiaguero con el paso del tiempo ha adquirido cierto valor, tanto por lo que describe como por lo que omite.

El domingo 21 de septiembre del año 1919 pudo pasar totalmente inadvertido porque ese día no ocurrió nada significativo, pero el cronista congeló ese instante como en una fotografía, salvándolo para la posteridad.




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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

Wednesday, June 23, 2021

Comentando un comentario anterior (por Joaquín Estrada-Montalván)


Luego de la llamada al orden al P. Alberto Reyes, le ha tocado el turno al P. Fernando Gálvez.

Me era curioso que luego que el P. Alberto Reyes anunciara el cierre de sus "Crónicas", continuara el P. Fernando expresandose en libertad, y no fuese requerido anteriormente. 

Es de esperar, ante esta nueva amonestación, que los sacerdotes camagüeyanos  y de algunas otras diócesis que venían expresandose de manera crítica, desalineados del "sonoro silencio" de los obispos, se acojan temporalmentr a ese "silencio".

Cada vez lo tienen más difícil los obispos cubanos, el establecer "disciplina" en la comunicación  a sus cleros locales, en cuestiones que no sean estrictamente de doctrina, teología y moral. 

El "mundo cubano" ha cambiado y eso incluye a los sacerdotes. (JEM)

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Comentario anterior al que me refiero. (Facebook. Mayo 28, 2021)

El episcopado cubano está próximo a una sucesión generacional. 

Los obispos han optado por un silencio (casi) absoluto, en temas de la realidad "política" del país. 

A partir de la llegada de Raúl Castro a la cima del régimen cubano, la opción de los obispos fue apoyar su gestión, incluyendo manifestaciones públicas o servir de facilitador del "acuerdo" Raúl-Obama.

Luego, han elegido el mutismo sonoro, dejando (o no impidiendo) la voz guía a sacerdotes, aunque se les llame al orden (como al parecer) sucedió con el P. Alberto Reyes).

Es interesante que sacerdotes con una presencia importante en cuanto a la denuncia de los desmanes del régimen de la Isla, como Manuel de Céspedes o Juan de Dios, al ser investidos con la Mitra, se alejaron de la denuncia y de hecho ni se escucha de ellos. Asimismo, Alvaro Beyra, sacerdote con un discurso filosófico y teológico importante, al ser investido obispo se ha refugiado en el espiritualismo evasivo que caracteriza la retórica episcopal cubana de los años recientes (luego de desligarse del "apoyo raulista").

Varios sacerdotes serán nombrados obispos en la isla de manera inminente, por cuestión de retiro por edad de los actuales. 

La incognita es, ¿permanecerán en la denuncia o al ser obispos renunciarán a ello?. (JEM)





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Ver en el blog

Respuesta a una invitación (un poema de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé)


De D. L. de A., 
pidiéndome composiciones
sentimentales


Cuando recibí tu epístola,
Me quedé como un carámbano,
Y crujieron mis mandíbulas
Como cuando mascan rábano.

Tu invitación honorífica
Me hizo reir, como un zángano,
Y mis plumas democráticas
Armaron terrible escándalo.

¿Tú piensas, amigo sincero,
Tú juzgas, amigo Cándido,
Que yo curse la poética.
Para llorar como Heráclito?

¡No, en mis días! Un estólido
Quiero ser más bien, o un pájaro
Que al son de mi ruda cítara
Ostentar númen pindárico.

Que cultiven ese género
Los que como tú son clásicos,
No yo, que vivo con ínfulas
Y ribetes de romántico.

Compongan los vates tímidos
Sus odas en versos sáficos,
Mientras recorran mis jácaras 
Del mundo entero los ámbitos. 

Más no pienses que paupérrimo 
Te desairo falto de ánimo, 
Porque, adyacente al estómago, 
Tengo un corazón impávido. 

Me porto así, porque a Góngora 
Quiero imitar en lo caústico, 
Y a Villergas en lo díscolo, 
Festivo, atroz y fantástico. 

A mi me gusta el epígrama, 
Me divierte lo sarcástico, 
Me enajena lo satírico, 
Lo que suena como espárrago. 

Algunos pobres mazámpulas 
Cuando sacudo mi látigo 
Espiritados maldícenme 
Con desenfreno satánico. 

Porque en este mundo mísero 
Existen según mis cálculos, 
Cien mil "Silvestres" y "Zote. . .ros". 
Y dos millones de "Bárbaros". 

Más, ¿qué importa que frenéticos 
Me injurien esos gaznápiros, 
Cuando de la envidia pérfida 
Viven opresos y lánguidos. . . ? 

Despreciando sus filípicas 
Con un corazón magnánimo,
Si no demuestro ser pícaro
Les hago ver que soy pájaro.

Yo no sé hacer panegíricos,
Yo no soy triste parásito,
Y en mi carrera diabólica
No necesito de báculo.

Así entre el género máscula
Cuento sábados y sábados,
Unos me aman, otros ódianme
Cual los ladrones el cáñamo.

¿Y entre las mujeres? ¡Cáspita!
Soy tan listo como un tábano,
Porque a más de ginecónomo
Tengo un corazón volcánico.

Sin andarme con perífrasis,
De ellas me llamo archipámpano,
Y si de una quiero un ósculo,
Le digo: "Dámelo, dámelo".

Al son de mi alegre cítara
Y de mis versos enfáticos,
Las solteronas más frígidas
Suelen arder como pábilo.

Para las enfermas sílfides
Son mis canciones un bálsamo,
Y las desganadas tísicas
Comen más que un Helogábalo.

¿Lo dudas? Aquí hay mil vírgenes
Que al son de mis pobres cánticos
Retozan como energúmenos
Y engullen cañas y plátanos.

Con este descargo explícito,
Ya entenderás, Voto al chápiro,
Que tu invitación benévola
Me hizo reir como un zángano.

Pero basta ya de cháchara,
Que el bufete, como el tábano,
Suele estirarme las vértebras
Y ponerme un poco pálido.

Que Dios te dé en Puerto Príncipe
Gloria, salud y metálico
Y te libre de las pécoras
Que acá me tienen escuálido.

Y aunque cansado de esdrújulos
A rodar echo mis bártulos,
Siempre me pongo a tus órdenes
Y soy tu amigo simpático.

"Guía Camagüey", católica y judia


Revisando "Guía Camagüey", noto una curiosidad, en el apartado que titulan "Instituciones religiosas y Asociaciones Fraternales", listan (casi todos) los templos católicos de la ciudad y la "Sinagoga Tefereth Israel". Quedan fuera entre otras, las iglesias cristianas no católicas (incluyen solo la Primera Iglesia Bautista), las logias másonicas, los representantes de las religiones procedentes de Africa, asociaciones como la Arabe, etc. (JEM)




De cuando la Parroquial Mayor de Puerto Príncipe quiso ser demolida y otros avatares concurrentes… en el año del Señor de 1860 (por Carlos A. Peón-Casas)

Dibujo de Alden Springer
Año 1874
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Las referencias que nos ocupan hoy están a la vista de quienes lean con atención el bien detallado relato de la historia de la localidad principeña que Juan Torres Lasqueti hubo de recopilar con tanto denuedo.

No cabe duda que de haberse verificado aquella peregrina idea de las autoridades civiles: demoler nuestra Parroquial de entonces, otra hubiera sido la conformación de ese pedazo del entramado citadino, y otra la historia eclesial de la ciudad.

Pero como lo iremos revelando a través del oportuno relato de Torres Lasqueti, y como dice el castizo refrán: “el hombre pone, pero Dios dispone”.

Ciertamente el templo de aquel minuto con algo de menos porte y realce que el que conocemos hoy, era de hecho y derecho, el primigenio de la otrora ciudad del Príncipe, y claro orgullo de la grey católica de la ciudad.

A la vista de todos, lucía por entonces algunos desperfectos, que como luego se verá no hubieran sido suficientes para pretender su total demolición, pero que sirvieron de pretexto al entonces Teniente Gobernador para acometer una idea que le rondaba de continuo: engrandecer la plaza circundante, aprovechando el espacio ocupado por la iglesia, y nombrar, como Parroquial Mayor a la Iglesia de la Merced.

Así principia el relato de Lasqueti:
(…) el Teniente Gobernador Brigadier D. Rafael Primo de Rivera, concibió el proyecto de destruirla de una vez para darle más ensanche á la plaza(…)(1)
Pero el asunto no quedaba solamente allí, pues acometería a renglón seguido y con toda inmediatez, otras importantes obras a saber:
(…) construir las casas de Gobierno, y de Cabildo en la manzana costanera de aquella, que da frente á la calle de San Francisco, con amplios portales; destinar la planta baja para piezas donde pudieran colocarse toda las Escribanías de la ciudad(…)(2)
Ni corto ni perezoso, instruyó al Arquitecto Municipal D. Dionisio de la Iglesia, para acometer las necesarias verificaciones, y aquel con toda premura le hacía llegar sus conclusiones en:
(…)una comunicación con fecha 1o de Junio del referido año de 1860, denunciándole al mismo Sr. Rivera, «que el edificio de la Parroquial Mayor amenazaba ruina.(3)
Primo de Rivera sintiéndose con todo el derecho del mundo para actuar y conocido aquel propicio antecedente:

comisionó al propio Arquitecto y al Comandante de Ingenieros D. Juan Marín, para que practicasen un reconocimiento pericial del estado en que aquella se encontraba, y el informe fue tan alarmante, que 1a autoridad local determinó hacer cerrar el templo inmediatamente(4)
Ante tan inopinada decisión y en clara defensa a lo que era propiedad eclesial que debía ser preservada a toda costa:
se hicieron enérgicas protestas por el Cura presbítero D. Ramón Antonio Miró, pero sin resultado favorable, pues el 12 de Junio, fue la policía á hacer cumplir la orden del Teniente Gobernador, quedando desde luego cerrada la Iglesia para, el servicio público.(5)
Las cosas no pintaban nada bien en aquel minuto en que las autoridades parecían ya dispuestas a hacer cumplir tan nefasta decisión, en claro perjuicio de aquella principal Parroquial de Santa María del Puerto del Príncipe, pero entonces, los hechos tomarían un inesperado giro, Lasqueti nos lo sigue poniendo en aquellos contextos:
En julio llegó a esta ciudad el Excmo. C Ilmo. Sr. Arzobispo D. Manuel Negueruela, y después de visitar la Iglesia, dispuso que otros peritos hiciesen un nuevo reconocimiento de ella, del cual resultó no ser tan ruinoso su estado y dar lugar á esperar mejores tiempos para su reparación ú reedificación si fuese necesario.(6)
Las aguas empezaban entonces a coger su nivel, el Arzobispo Negueruela, asumía ante los poderes públicos y militares, su irrebatible condición de defensor de una propiedad eclesial bajo su cuidado, y rápidamente se erigió su más encarecido defensor.

Lasqueti narra lo que siguió con profusión de detalles:
Tan encontrados pareceres dieron margen a que en la sacristía del mismo templo se celebrase una reunión privada, de los Excmos. Sres. Arzobispo y Teniente Gobernador, con asistencia del Comandante de Ingenieros y Arquitecto Municipal, obteniéndose por el Prelado el que se desistiese de la demolición del edificio, y que se formase expediente, con su correspondiente presupuesto, para su reparación: e1 que fue presentado por el Comandante de Ingenieros ascendente á 7.800 pesos.(7)
Zanjada la cuestión, y dadas todas las satisfacciones que fueron exigidas, el mismo padre Miró, tomó a su cargo el poner en marcha las tan anheladas obras constructivas, lo cuenta Lasqueti en lo que sigue de su relato:
(…) el padre Miró, de ardiente fe e incontrastable perseverancia, se propuso, sin contar con otros recursos que enérgica voluntad, no solo la reparación, sino el ensanche y engrandecimiento de la Iglesia, y acometió la empresa confiando en la caridad pública, que no fue sorda a su llamamiento, y con auxilio, el del Estado y el suyo propio, logró dejar á su salida del curato una espléndida Iglesia de tres espaciosas naves, sacristía, cómodas y ventiladas habitaciones altas para el Cura y su Teniente, no menos que para el Sacristán: concluyéndose todas las obras el mes de Enero de 1864, en cuyo día 31 se bendijo la tercera nave y quedó expedita como las otras para el servicio público.(8)
Los costos finales de aquellas obras, y según las cuentas del propio padre Miró, que cita Lasqueti, ascendieron a la bonita suma de $ 30.715,07. Descontando los $7800 aportados por las autoridades, el pueblo sumo un importante aporte de 10.767,06, y el padre Miró redondeó la suma final con el nada despreciable aporte de 12.147,03.




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  1. Colección de Datos Históricos-Geográficos y Estadísticos de Puerto Príncipe y su jurisdicción. Imprenta El Retiro. 1888. pp. 158 y stes.
  2. Ibíd
  3. Ibíd
  4. Ibíd
  5. Ibíd
  6. Ibíd
  7. Ibíd
  8. Ibíd
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