La escena de Miami va camino a recuperarse lentamente después de este largo período de cierres y prohibiciones que ha durado una eternidad, por el camino han desaparecido definitivamente algunos proyectos teatrales y otros están tratando de reinventarse para continuar su siempre ardua misión de mantenerse vivos -algo que es la espada de Democles para este gremio en nuestra ciudad– mientras otros han sabido continuar con su trabajo, adaptándose a los tiempos y aprovechando cada oportunidad de subir a escena, atrayendo nuevamente al público ansioso por ese retorno al teatro.
Una de esas agrupaciones que no se ha dormido en los laureles ha sido Artefactus Teatro, quien desde su sede en la barriada de Kendal, desde principios del presente año comenzó sigilosamente a abrir sus puertas, tratando de mantener los proyectos que ya tenían programados y ajustándose a las exigencias que el momento exigía, pero teniendo como premisa rescatar la vida teatral de la ciudad, así como darle también vida a los actores para quienes subir a un escenario lo es todo.
Entre el 14 de Mayo y el 13 de junio, Artefactus Teatro descorrió las cortinas de su Segunda Edición del Solo Theater Fest, un evento donde se da oportunidad a que el actor asuma en solitario el riesgo del trabajo sobre las tablas. El festival sufrió las consecuencias de los tiempos y tuvo que adaptar sus presentaciones a las posibilidades de los actores a poder presentarse, lo que llevó a que algunos que en un principio estaban proyectados a participar no lo hicieran por no poder viajar desde otros países, pero tales inconvenientes no fueron motivo para que la fiesta teatral no se llevara a cabo con la calidad y el rigor requerido, que caracterizan los proyectos habitualmente organizados por Eddy Díaz Sousa, director de Artefactus Teatro.
Para esta segunda edición la programación contó con seis espectáculos unipersonales y monólogos. Hagamos aquí una breve pausa y ofrezcamos un dato que puede despejar algunas dudas. La diferenciacion entre monologos y unipersonales se da a partir de ciertas características que los teatrólogos y estudiosos del arte teatral han señalado que marcan sutílmente a estos trabajos, aunque a la vista del espectador pasen inadvertidas. En el caso del unipersonal, los expertos explican que el texto va a hacer referencia a varios personajes que hablan en la historia contada y que serán encarnados físicamente por un solo actor, lo que hará necesario la transformación del ejecutante en diversas personalidades sobre el escenario, mientras que en el caso del monólogo, el actor da voz a un solo personaje que es quien cuente y desarrolle toda la historia narrada en el texto. Sin duda el primero exigirá un mayor trabajo y esfuerzo por parte del actor.
Aclarado este aspecto, pasemos a hacer una recapitulación de los visto en esta segunda entrega del Solo Theater Fest.
El evento abrió sus puertas con una exposición fotográfica del artista del lente Arturo Arocha, en la cual capta a través de la soledad del individuo diferentes momentos de su vida cotidiana, así como del trabajo del actor en la soledad del escenario. Un conjunto de fotos en diferentes formatos y en un muy informal formato de presentación, que abarcaba no solo las paredes del vestíbulo de la sala teatro, sino que era asumida sobre muebles y objetos a manera de instalación, lo que convirtió dicha exposición en una puesta teatral en si misma.
La primera obra en subir a escena fue “El Album”, un texto del importante dramaturgo cubano Virgilio Piñera, considerado por muchos ‘el Padre del Teatro Cubano’, un trabajo de Raúl Martín, director de Teatro de la Luna, quien radica en Cuba. Déxter Cápiro tuvo la responsabilidad de asumir este difícil texto, el cual estrenara en escenarios habaneros alrededor del año 2001, lo que nos sugiere lo bien que este actor tiene ‘agarrado’ el mismo, a pesar de ser un trabajo complejo, tanto en la construcción del personaje como en su proyección escénica, lo que pudo ser corroborado por los asistentes al teatro.
En la segunda semana se produjo el debut en Miami de “La Gran Tirana”, monólogo que tuviera también su estreno mundial en la Habana en el año 2011, dedicado a la vida de esa gran cantante, mito de la música cubana, Guadalupe Yolí, conocida internacionalmente como La Lupe. Un texto del actor, director y dramaturgo Carlos Padrón, dirigido por la gran figura del teatro, cine y televisión cubana Verónica Lynn, el cual contó con la interpretación de María Teresa Pina, actriz de fuerte presencia escénica, poderosa voz y carisma, poseedora de una sólida carrera tanto en la televisión como en las tablas cubanas, con la cual podemos ahora contar en los escenarios miamenses, siendo muy bien recibida por el público asistente, debido a su total entrega con el personaje y su extraordinaria energía. Un trabajo para mantener en el recuerdo sin duda alguna.
Durante la tercera semana se realizó el único evento de carácter virtual del festival, el jueves 3 a las 8:30 pm, como una manera de recordar y hacerle honor al esfuerzo que durante estos rudos tiempos para el teatro, tuvieron que asumir los teatristas, imposibilitados de pararse en el escenario,, adaptando sus trabajos a una plataforma que mucho se aleja de la magia teatral, pero que ayudó a mantenerlo casi vivo, con respiración asistida, podríamos decir.
Estamos hablando de la puesta en escena virtual del monólogo ”Ofelia”, mediante el cual, su autor, Jorge Cárrigan, hace hablar al personaje shakespereano partiendo de otras premisas y conclusiones que su personaje extrae de la acciones del texto original y que a través de otra mirada, pudieran haberle cambiado su vida. Un trabajo algo difícil para su interpretación por las vueltas del texto que lo alejan demasiado del original y que hace que la actriz tenga que reinventarse dentro de ambas historias en todo momento, pero que Oneysis Valido supo sortear con profesionalismo. Esta fue una puesta de gran fuerza expresiva e interesante proyección escénica, bajo la dirección de Díaz Sousa. La transmisión a través del Internet tuvo la presentación de la dramaturga Nitsy Grau, así como la participación en vivo del autor y la actriz que pudieron hablar sobre sus experiencias con este trabajo, ademas de ofrecer la posibilidad al público de interactuar con los involucrados en dicho espectáculo.
Esta misma semana continuó con la programación de dos espectáculos cada noche. Bajo la autoría y dirección de Rolando Moreno se presentó el unipersonal “Sin retorno”, adaptación realizada por Tomás Doval, su intérprete, sobre la puesta original del autor, concebida para dos actores. Si bien Doval mostró una vez más sus muchos recursos expresivos y su poderosa voz, lo que lo convierte en un magnífico actor, el trabajo no consiguió tener la unidad requerida en las dos parte en que se divide el mismo, dejando cierto sentido de discontinuidad de la acción, algo que se pierde de la concepción original.
El segundo espectáculo en compartir escenario fue el monólogo ”La Vida en Rosa”, trabajo a partir de dos cuentos del escritor y dramaturgo cubano Rolando Morelli - “Hoy en la tele” y “Adefesios” - que la actriz y directora Marcia Arencibia-Henderson adaptara para convertirlos en esta breve pieza, que a pesar de las intenciones y el esfuerzo, deja claro una vez más los riesgos de asumir la auto-dirección en un trabajo escénico.
Como cierre del festival, en su cuarta y última semana se presentaron también dos monólogos escritos y dirigidos por Díaz Sousa, “La Ventana” y “No me hagas llorar”, interpretados por Miriam Bermúdez y Belkis Proensa respectivamente, aunque el segundo contó con la actuación especial de José Muñoz.
Ambos trabajos recogen en su construcción la esencia de la dramaturgia de Souza, el cual gusta del rejuego de las situaciones, de la creación de atmósferas ambivalentes, sorpresivas y cargadas de elementos que multiplican el impacto sobre el espectador, creando ambientes que se mueven entre lo real, lo onírico y lo absurdo, lo que acerca por momentos su dramaturgia a la de aquellos grandes del teatro cubano que responden al nombre de Virgilio Piñera, Matías Monte Huidobro, Jose Triana, entre otros. Otro aspecto a valorar es el gran concepto plástico al momento de recrear el escenario donde se desarrolla la acción, lo que queda demostrado en la escenografía, la utilería, el vestuario y el diseño de luces y banda sonora, algo que es distintivo en todos los trabajos de este director.
Miriam Bermúdez entrega una misteriosa, algo alocada anciana, preocupada por la supuesta desaparición de su hijo, la cual ha denunciado a la policía y ante la cual, en sus respuesta a la misma, deja ver rasgos de su divisiva personalidad. El personaje se mueve entre la delicadeza, la amabilidad y la debilidad por una parte, mientras que por otra se nos muestra ácida, enigmática y cruel, develando algo oculto que trata de no mostrar a pesar de las huellas que poco a poco va dejando a través de su texto, logrando una entrega encomiable, bordada en intenciones, proyección y buen decir.
Belkis Proenza nos regala una hija preocupada por la salud y bienestar de su madre ante una pandemia debastadora, personaje que va construyendo desde dos aristas diferentes en cuanto a personalidad, mostrando dulzura e ingenuidad a la vez que roza instantes de verdadera histeria y dramatismo, transformando el dulce ambiente del hogar en el de una cárcel totalitaria imposible de abandonar y donde nadie podrá penetrar, todo logrado con un eficaz desempeño por parte de la actriz. La madre que aparece en escena y que aparentemente duerme todo el tiempo – papel interpretado por José Muñoz como ya hicimos antes referncia – se convierte en el recipiente del decir y hacer de la actriz, quien trata de convencernos todo el tiempo que sus acciones van encaminadas a la protección del ser querido, pero que en realidad resultan alucinantes cuando por fin se descubre ante nuestros ojos la realidad.
Tenemos que destacar lo interesante que resulta como Sousa retoma el actual tema de la pandemia –ya lo había hecho en un breve anterior trabajo– para a partir de ello crear conflictos y acciones dramáticas que reflejen en el teatro de este tiempo tan desajustado momento en que se mueve el mundo actual. Considero importante que el teatro se haga eco de dicho tema el cual ha marcado un antes y un después universal.
Cerró sus puertas esta segunda edición del Solo Theater Fest, se apagaron las luces del escenario, pero los actores desde la soledad de sus trabajos continuarán construyendo otros personajes que suban nuevamente solos a las tablas para entregar sus miedos, sus frustraciones, sus anhelos, sus historias...nuestras historias.