Tanteos en lo trascendentalista de la obra poética de Nicolás Guillén.
De Cerebro y Corazón (1922) a
Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1978)
Entre la pléyade de poetas cubanos, Nicolás Guillén (1902-1989) es una de las principales voces de la poesía cubana del siglo XX. Su nombre adquirió gran resonancia en el ámbito de la cultura nacional e internacional por su estro poético, sus temas (intimistas, étnicos, sociales, populares, y políticos), su musicalidad cubana y su incansable labor cultural y política, iniciada desde la República de la Cuba Democrática y continuada en la República de la Cuba Socialista, a favor de las minorías olvidadas, las injusticias sociales y el establecimiento de un nuevo orden de equidad social.
No es casual que en fecha tan temprana como el 7 de enero de 1940, fuera galardonado con el título de Hijo Predilecto de la Ciudad por la Cámara Municipal de Camagüey, que ya apreciaba su desenvolvimiento comprometido con la cultura y la política de su provincia natal y su país. Él, como José María Heredia (1803-1839) y José Martí (1853-1895), nos dejó en su obra poética con peculiar ingeniosidad el sentir y las aspiraciones de su Patria en el momento que le tocó vivir, desde una posición comprometida con la causa cotidiana del ser humano. Su compromiso final con la izquierda fue determinante también para que en la República de la Cuba Socialista se le diera el excelso título de Poeta Nacional de Cuba(1).
Mucho se ha hablado de su obra poética, al extremo de haberse generalizado valoraciones emitidas sobre partes de su obra en el resto de ella. Una valoración positiva no puede perder un enfoque dialéctico de su quehacer poético, delimitando sus diferentes etapas, las que en conjunto integran una dimensión más justa del poeta. Mucho hay de africano o de hispano, de posmodernista o vanguardista, de social o lírico y de popular o político en su poesía en la medida que va acumulándose, y donde un rasgo puede presentarse con mayor relevancia en una que en otras composiciones.
El ángulo de interés de los críticos por su obra ha incidido, desde su consagración como poeta con Motivos de Son (1930), en lo negrista, en el papel del africano en la cultura cubana, en lo popular cubano, en lo musical que le viene del son, en lo que su tema tiende a la búsqueda de la poesía nacional que a la vez se define con los elementos devenidos de sus raíces africanas o hispanas y que se diferencia de su entorno caribeño o hispanoamericano, inscribiéndose en él con lo que de común tiene: una poesía que trasciende lo nacional para alcanzar lo universal, dejando en sus versos la impronta de su tiempo donde cada acontecimiento político nacional o internacional cobra inusitada forma.
En este ensayo nos acercaremos a la totalidad de su obra escudriñando y valorando la presencia de una poesía religiosa o trascendentalita y su posición respecto a ella, teniendo en cuenta que su educación primaria y su hogar estuvieron profundamente marcados por el catolicismo, por lo que no es de extrañar que su formación cristiana haya determinado ese sentido de justicia y solidaridad con los más pobres y oprimidos que se revela en toda su poesía y en su lucha por la justicia social durante los años más activos de vida.
Su trayectoria poética extendida a lo largo de más de setenta años (1916-1989) representa uno de los mayores esfuerzos artísticos de Cuba y de toda la poesía española contemporánea, con verdadera conciencia artística y en continua superación, evolucionando desde una posición modernista tardía, ya decadente en los años que escribe los poemarios Cerebro y Corazón (1922)(2) y Otros poemas (1920-1923) hasta la poesía de vanguardia iniciada con la publicación de poemas en revistas cubanas, los cuales se recogieron más tarde en el cuaderno Poemas de Transición (1927-1931). A partir de estos poemas su poesía se consagrará como vanguardista en una continua superación.
Así aparece la colección Motivos de Son (1930) que marca la apoteosis de su estilo en la vertiente de la poesía negrista, la cual se extiende también a sus poemarios Sóngoro Cosongo (1931) y Poemas mulatos (1931). En los próximos poemarios, el interés por los problemas étnicos va integrándose a una poesía de preocupación humana y carácter social que trasciende el ámbito nacional, peripecia ya alcanzada en Sóngoro Cosongo al trazar el estereotipo de su sueño caribeño y americano. Corresponden a esta poesía cuadernos como West Indies L.T.D. (1934) sobre la tragedia social de los países caribeños y Cantos para soldados y Sones para turistas (1937) en los cuales enfrenta el problema continental americano de los más humildes y desamparados.
En ese año de 1937 su conciencia poética se lanza hacia el continente europeo con colecciones como España: Poema en cuatro angustias y una esperanza tras los acontecimientos sobre la Guerra Civil Española y en respaldo de la izquierda. Su publicación próxima será El son entero (1947), una antología de toda su obra anterior, a partir de Motivos de Son, la cual marca el momento de plenitud artística de Guillén. Seguidamente aparece Elegías (1948), un libro al que Guillén le dio gran importancia pues como expresó a Samuel Feijoo: “En el fondo soy un elegíaco, un angustiado” (Morejón 35). Como el mismo señaló, este cuaderno libera ese tono elegíaco que caracteriza su personalidad, es común a toda su obra y fuente de trascendentalidad para alcanzar la más elevada excelencia poética. De este período es también Sátira Política (1949-1953) que como su título indica ridiculiza a las figuras políticas del momento con una sátira mordaz.
La década de los cincuenta nos sorprende con un estilo de vanguardista ya maduro. De esta época son Las coplas de Juan Descalzo (1951), El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés (1952)(3) y La paloma del vuelo popular (1958) en la cual recopila su obra del exilio y peregrinaje mundial hasta arribar a Cuba después que la dirección revolucionaria tomara el poder el 8 de enero de 1959. En este poemario acentúa cada vez más su preocupación por temas más internacionales desde una posición de izquierda sobre la situación de los trabajadores, la denuncia de la globalización capitalista, sin abandonar los conflictos raciales y la situación general de Cuba, el Caribe y la América.
En los años 60, su producción -ya de gran madurez y destreza estilística- se hace más prolífica celebrando el nuevo sistema socialista instaurado en su Patria por el Gobierno Revolucionario que concreta sus aspiraciones políticas. De esta época son las colecciones ¿Puedes? (1960), Tengo (1964), Poemas de amor (1964), Antología Mayor (1964), En algún sitio de la primavera (1966), El gran zoológico (1967) y Cuatro canciones para el Che (1969).
Tengo realza los logros sociales con el nuevo gobierno cubano e intensifica la denuncia social latinoamericana y antimperialista de carácter comunista, aunque se vuelva paradójico con el avance del proceso revolucionario, pues los logros que declama han pasado al pasado y a ser privilegio de unos cuantos; Poemas de amor reúne la expresión amorosa, a veces sensual, que el poeta ha acumulado en sus obras desde 1922 o que había permanecido inédita; Antología Mayor constituye una recopilación de toda su obra desde Motivos de son hasta esa fecha; En algún sitio de la primavera recoge los poemas dedicados a su secretaria y amante, el cual fue publicado por primera vez en Canadá y desconocido en Cuba hasta la muerte de su esposa por respeto a ella; El gran zoológico constituye una sátira y metáfora de la política internacional del momento superando el realismo poético de Tengo; y Cuatro canciones para el Che, como expresa su título, constituye una apología a Ernesto Guevara.
Al llegar los años 70, su estilo se vuelve mas prosaico, aunque sin perder su estro poético ofreciéndonos cuadernos como La rueda dentada (1972), El diario que a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1977). En La rueda dentada recrea las vertientes ya trilladas en sus libros anteriores y hace gala de su humor, ironía y sátira, arremetiendo con gran desenfado contra los valores sociales establecidos; en El diario que a diario se acentúa su ingenio y la sátira, revelando facetas que el poeta no había tenido oportunidad de mostrar anteriormente; y, por último, Por el mar de las Antillas anda un barco de papel desarrolla, con un estilo ya consagrado, temas infantiles con un gran gracejo y de interés para los adultos también.
En este inmenso universo poético los temas se ordenan en cuatro vertientes: lo popular, lo social, lo político y lo intimista. Las tres primeras vertientes responden a su preocupación de artista comprometido con la política de izquierda internacional. Por esa razón, la crítica al orden económico capitalista predomina en su poesía, integrándose desde lo regional a lo nacional cubano, a lo caribeño, a lo latinoamericano, a lo europeo y a lo asiático hasta hacerse universal. Su sentir brota como expresión del dolor colectivo a través de “diálogos” en lo que la voz del poeta es personaje porque Guillén conoce la realidad del hombre de su tiempo, milita en una opción de izquierda y se hace solidario activo, viviendo la alegría y el dolor de todos. En la vertiente intimista, se destacan tres temas: la mujer, la naturaleza y la muerte, aunque ocasionalmente incursiona en temas filosóficos y religiosos.
Precisamente sobre esta vertiente temática, ocasional y pequeña, se centra nuestro análisis sobre la obra poética trascendentalista de Nicolás Guillén, lo que sorprende por su conocida militancia comunista desde 1937 -aunque la mayor parte de estos versos se escribieron con anterioridad a esta fecha- pero que demuestran un rasgo característico de la cultura cubana: la fe y la religiosidad de una gran parte de su pueblo o el ateísmo de otra parte de los cubanos, cuando el tratamiento se vuelve satírico, lo que en su conjunto nos da una visión de lo nacional cubano, que en su defecto quedaría trunca.
El mayor número de poemas en torno a este tema está en su primer libro Cerebro y Corazón que permaneció inédito hasta 1963, cuando Ángel Augier lo publicara en el tomo I de su Nicolás Guillén. Notas para un estudio biográfico -crítico, el cual responde a su etapa de iniciación y titubeos, una etapa de fuerte devoción cristiana católica dada su formación en la Escuela Pía de Camagüey y la devoción católica familiar. Diez poemas de esta colección desarrollan el tema trascendental con la devoción de un creyente que ora a Dios: “A Jesucristo”, “Señor”, “El mal del siglo”, “La amarga ironía”, “La canción de los sauces”, “Tras la dicha”, “Capricho”, “Nocturno”, “Salmo Lírico” y “Poema de las manos amables”. El resto, integrado por treinta y seis poemas, trata temas del amor, la naturaleza, la muerte y la filosofía en coherencia con la fe y los valores de la ética católica.
El primer poema de esta colección “A Jesucristo” es un soneto donde define la misión del Hijo de Dios hecho hombre:
De la existencia en el mortal desvelo
fuiste un rayo de luz sobre lo humano
y en el lodo podrido del pantano
tu piedad derramó flores del cielo. (Guillén, Obra poética T I 11)
El segundo, “Señor”, es una oración al Padre rogando por la Gracia que lo ayude a la santidad:
Señor: dame la gracia
celestial de ser bueno.
Hazme albura de armiño
en todo bajo cieno. (Guillen, Obra poética T I 15)
El tercero, “El mal del siglo”, es también una plegaria a Dios suplicando la Gracia que lo aleje de los pecados de su siglo:
Estos hombres de ahora solo piensan
en el oro, que enfanga
todas las limpideces de la vida
y todas las alburas de las almas.
Señor, ya nadie sueñas;
Señor, ya nadie canta.
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yo no puedo vivir en este siglo
sin cerebro y sin alma.
Señor, Señor: yo soy águila o cisne:
dame una cumbre altiva, como el águila,
para olvidar en ella,
mi Lírica nostalgia,
o igual que al cisne, dame
como suprema gracia,
un lago silencioso y solitario,
de ondas azules y de espumas blancas … (Guillén, Obra poética T I 19-20)
Los siguientes poemas (“La amarga ironía”, “La canción de los sauces”, “Tras la dicha”, “Capricho”, “Nocturno”, “Poema de las manos amables” y “Salmo Lírico”) desarrollan sus temas desde una perspectiva trascendentalista de temor a Dios e interés por la vida escatológica.
En “La amarga ironía" se habla del pecado de suicidarse:
Dicen que suicidarse es un delito;
que hay que aceptar la vida como es
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pero no te suicides, ni protestes,
que te castiga Dios… (Guillén, Obra poética T I 21)
En “La canción de los sauces” se eleva una plegaria por la paz que le inspiran y la invitación a orar en cada tumba en cada cruz:
Cuando os miro, una sensación extraña
como extraña ola, silenciosa baña
de armonía mi lira; mi cantar de luz,
y mi altiva musa se arrodilla y ora
junto a cada sauce que en la tarde llora,
junto a cada sombra, junto a cada cruz… (Guillén, Obra poética T I 24)
“Tras la dicha” subordina la suerte del hombre a la voluntad de Dios, una idea muy extendida que se aparta de la concepción filosófica cristiana de la existencia del hombre al libre albedrío, pero que, al menos, mantiene el temor a Dios:
Ando de la dicha en pos
pues, como se sabe, es ella
remota y cambiante estrella
que enciende y apaga Dios. (Guillén, Obra poética T I 26)
“Capricho” describe la meta de sus musas y sus versos hacia lo trascendente:
Mis musas cantan. Mis versos vuelan
hacia el cielo, hacia Dios, hacia los astros. (Guillén, Obra poética T I 39)
“Nocturno” es sobre el rumor de alguien quien reza desde muy lejos, pero que la voz poética hace una paradoja al considerar que viene ese rumor “del país misterioso/ en que viven/ sin vida los muertos…” (Guillén, Obra poética T I 26)
Una sombra ante el Cristo
rezaba sus rezos
y su voz parecía,
al rodar en el vasto silencio,
una voz que llegara de lejos; del país misterioso
en que viven
su vida sin vida los muertos…
Pero a veces la voz aumentaba
su acento
y entonces la brisa nocturna llevaba un rumor que decía:
Padre Nuestro,
que estás en los cielos… (Guillén, Obra poética T I 43)
En el “Poema de las manos amables” la voz poética expresa el amor a las manos del samaritano que se la tiende cuando es abandonado por todos y las compara con las de María cuando se las tendió a Jesucristo en la hora final.
Yo os quiero porque sé divinas manos,
que cuando me abandonaron mis hermanos,
o sucumba en el leño en que hoy resisto,
habréis de consolarme en la agonía,
como las santas manos de María
consolaron al pobre Jesu-Cristo. (Guillén, Obra poética T I 52)
Por último, merece especial atención en este cuaderno “Salmo Lírico” donde la voz poética vuelca su atención hacia Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, para quejarse por la indiferencia actual del hombre hacia su ejemplo y sus promesas. Lamenta su muerte en el corazón humano en oposición a la vitalidad de Judas. La forma estrófica empleada evoca la estructura rítmica de “Letanías de nuestro señor don Quijote” de Rubén Darío:
¡Cristo, Cristo, Cristo, mariposa santa
que posó su planta
derramando aromas, en el Bien y el Mal!
Lirio de esperanza, ¡qué poco viviste!
Cristo, Cristo, Cristo, mariposa triste,
¡qué pronto te fuiste,
mariposa astral!
ya nadie se acuerda de tu sacro nombre.
El hombre ha seguido maldiciendo al hombre.
No brilla en la noche del mundo una luz…
Cristo, Cristo, Cristo, ya no nos ayudas;
ya no enjuga llantos, ni disipas dudas;
está vivo Judas,
está vivo Judas y estás muerto tú. (Guillén, Obra poética T I 47)
Esta fe cristiana vislumbrada en estos primeros poemas guilleneanos seguirá una evolución, en la medida que su obra se integra, conforma su estilo y su cosmovisión definitiva hasta extinguirse y abordar satíricamente el tema religioso, aunque los valores de la ética católica constituyen un subtexto yacente en toda ella. Al respecto, Jorge María Ruscalleda(4) ha planteado “Se destaca en ellos una fe en lo sobrenatural que, andando el tiempo, vemos casi desaparecer de su poesía. Únicamente queda el aparato externo del cristianismo, aferrado en el fondo de su ser como un lastre” (Ruscalleda, La poesía 56).
De los veinticuatros libros restantes examinados de su obra, en siete cuadernos no aparece el tema trascendentalista: Motivos de Son (1930), West Indies L.T.D. (1934), Cantos para soldados y Sones para turistas (1937), España: Poema en cuatro angustias y una esperanza (1937), El son entero (1947), El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés (1952) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1977)(5). Son poemarios en lo que el interés por lo trascendental desaparece y se afianzan en concepciones materialistas a tenor con la militancia marxista del autor. Sin embargo, en el cuaderno Poemas de Transición (1927-1931), que recoge algunos poemas posteriores a Motivos de Son, se desarrolla esta perspectiva en dos poemas. Uno de ellos es “Canción Filial” dedicado por Guillén a su padre con motivo de su temprana muerte que trasluce una fe en el mundo espiritual escatológico:
Tenme siempre a tu lado como antes me tenías,
Disimula mis faltas, vibra en mis alegrías;
Cuida de que nos dure para siempre mamá.
Envuélveme en ti mismo, ya que no puedo verte,
Y espérame en la hora confusa de la muerte
Para que me acompañes…
¡Hasta luego, papá! (Guillén, Obra poética T I 98)
En otros cuatro poemarios, escritos aún después de su toma de partido por el marxismo (entre 1923 y 1971), aparecen alusiones al tema de la fe. Estos son: Otros poemas (1920-1923), Sátira política (1949-1953), Elegías (1948-1958) y Poemas de amor (1933-1971):
Pero en las tardes tristes,
En la insistencia familiar del Ángelus,
A la hora del vuelo taciturno
Del búho y del murciélago,
Como en un sueño simple la veía. (Guillén, Obra poética T II 204)
También en el poemario Sóngoro Cosongo (1931) aludirá al sincretismo religioso de una parte de la población cubana en el poema “La canción del Bongó”:
En esta tierra mulata
de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó). (Guillén, Obra poética T I 116)
Solo restan seis colecciones: La paloma del vuelo popular (1958), Tengo (1964), El gran Zoo (1967), Poemas no recogidos en los libros anteriores (1972), La Rueda Dentada (1972) y El Diario que a Diario (1972), escritas entre 1937 y 1972, de tono satírico y humorista, donde este tratamiento no escapa al aludir a este tema. Del cuaderno Tengo es la siguiente décima titulada “A la Virgen de la Caridad”, que enjuicia con ironía a la Patrona de Cuba, acusándola de injusta con el pobre, en la medida que eleva su plegaria:
Virgen de la Caridad
que desde el peñón del cobre
esperanzas das al pobre
y al rico seguridad.
En tu criolla bondad,
¡Oh madre!, siempre creí,
por eso pido de ti
que si esa bondad me alcanza
des al rico la esperanza,
la seguridad a mí. (Guillén, Obra poética T I 180)
Este acercamiento a los temas de la poesía trascendental de Nicolás Guillén, sin desatender las razones esgrimidas anteriormente, nos revela un Guillén de formación y devoción cristiana católica en los años iniciales de su vida, que evolucionarán desprendiéndose de toda preocupación mística, manteniendo solo cuanto de humano y ético implica esta concepción religiosa y filosófica. Sin dudas, mucho tuvieron que aportar a sus valores su hogar cristiano católico, sus estudios en la Escuela Pía de los padres escolapios y su Camagüey. Estas razones determinaron en Guillén esa adscripción a la Iglesia Católica que Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal describe en uno de los cinco grados posibles -a grosso modo- de pertenencia a esta o de identificación con ella de los cubanos: la de “…las personas no católicas explicita y conscientemente, pero que viven y han sido educadas en el seno de pueblos de matriz católica -o en los que la Iglesia ha tenido o tiene un cierto peso cultural-, incorporan connaturalmente elementos de la fe y valores de la ética católica a sus vidas y frecuentemente de manera determinante. De hecho, es así, aunque repito, explícitamente se distancien de la institución Iglesia Católica y hasta de la fe en un Dios personal y de toda apertura a la trascendencia” (Céspedes 14-15).
Sorprende el encontrar al Guillén de estos exiguos poemas religiosos y trascendentalistas que, aun cuando constituyen parte de la obra inicial de su vida o se limitan a una referencia a lo trascendental o abordan el tema desde una perspectiva satírica, ya sea deliberada o indeliberadamente, responden al reclamo de su búsqueda de una poesía nacional que patentizara cuanto de auténtico hay en sus componentes, entre los cuales las inquietudes metafísicas siempre han sido una constante del pueblo cubano.
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- Si bien todos los países tienen sus símbolos nacionales, este de poeta nacional me resulta discriminatorio con el resto de los poetas de una nación al menospreciar otras figuras que contemporizaron con la galardonada o que le antecedieron y le sucederán, las cuales con otra sensibilidad y visión integrarán complementariamente un panorama más rico de la cultura nacional, la que sería muy pobre con un solo poeta. Si José María Heredia representa los ideales del criollo cubano del principio de la Cuba colonial del siglo XIX y José Martí los del cubano de fines del siglo XIX; Nicolás Guillén, los del cubano de las décadas centrales del siglo XX. Todos en su conjunto nos ofrecen una visión más rica del ser nacional cubano, la que se irá enriqueciendo con los poetas del futuro. De este modo, se evitaría el estarle ofreciendo esta condición a determinados poetas en un momento histórico y luego retirándosela en otro, como ha sucedido en Cuba con varios poetas que la han recibido en distintas épocas: José María Heredia (1803-1839), Julián del Casal (1863-1893), Agustín Acosta (1886-1979) y Nicolás Guillén (1902-1989).
- Inédito Cerebro y Corazón hasta que Ángel Augier lo hiciera público en el tomo I de su Nicolás Guillén. Notas para un estudio biográfico crítico. Luego reaparecerá solo con la edición de su obra poética completa en 1972.
- En esta colección continúa desarrollando el tema abordado en West Indies L.T.D.
- Destacado poeta puertorriqueño conocedor de la obra poética de N. Guillén.
- En este último título dedicado a los niños, se entiende que el autor no haya tratado el tema porque en esos años se consideraba negativo y atávico por la política ateísta del Partido Comunista dominante en Cuba e hipócritamente apoyada por sus militantes.
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Obras consultadas
Augier, Ángel: Nicolás Guillén. Notas para un estudio biográfico crítico. 2da edición. Tomo I. Santa Clara: Universidad Central, 1965: 255-305. Impreso.
Céspedes García Menocal, Carlos Manuel de. “¿Puede afirmarse que el pueblo cubano es católico o no?” Revista Temas No. 4. La Habana, 1995: 14-15. Impreso.
Guillén, Nicolás. Obra poética (1920-1958). Tomo I. Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1973. Impreso.
----- Obra poética (1920-1958). Tomo II. Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1973. Impreso.
Morejón, Nancy. Comp. Recopilación de textos sobre Nicolás Guillén. Serie Valoración Múltiple. La Habana: Editorial Casas de las Américas, 1974. Impreso.
Ruscalleda Bercedoniz, Jorge María. La poesía de Nicolás Guillén. Río Piedras: Editorial Universitaria de la Universidad de Puerto Rico, 1975. Impreso.