Wednesday, September 8, 2021
Misa en honor a la Virgen de la Caridad del Cobre. Ermita de la Caridad. Miami. Septiembre 8, 2021. (Video completo y los textos de la Homilía de Mons. Felipe Estévez, obispo de San Agustín, Fl y de las palabras de Mons. Wenski, arzobispo de Miami)
Grabado de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona del 4o. Batallón de Voluntarios de La Habana, 1859.
La Madre de la Caridad vela con cariño sobre la llanura principeña. Pequeña crónica poética. (por Carlos A. Peón-Casas)
(Miami. Septiembre 8, 1961) Exilio cubano recibe la imagen de la Virgen de la Caridad
Canto a la Caridad (autor José de Jesús Llanes)
Tuesday, September 7, 2021
Monday, September 6, 2021
EPD Rvdo. Ramón Castro
La cancillería de la Diócesis de Ciego de Ávila, por medio de una nota informativa, dio a conocer en el día de ayer el fallecimiento del Rvdo. Ramón Castro, quién ejerció por muchos años el diaconado en la S. I. Catedral San Eugenio de la Palma.
Mensaje radial de Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey, con motivo de la Fiesta de la Virgen de la Caridad, el 8 de septiembre de 2021.
Queridos hijos e hijas: ¡Qué bueno poder tener nuevamente esta oportunidad de dirigirles unas palabras cuando faltan solo dos días para la fiesta de la Virgen de la Caridad, pasado mañana miércoles, 8 de septiembre.
Todo hijo debe ser agradecido con su madre, porque la acusación más grande que se le puede hacer a un hijo es llamarlo ingrato. Un hijo mal agradecido, que no da gracias por todo lo que su madre hace por él, es un mal hijo, un ingrato. Y nosotros no quisiéramos que la Virgen de la Caridad, nuestra Madre, pensara así de sus hijos, los cubanos. Ante su bendita imagen en el Santuario del Cobre rezamos los cubanos de cualquier época, raza, clase, ideología, mujeres y hombres, jóvenes y viejos, de una provincia o de otra, sanos y enfermos, obreros y profesionales, artistas y deportistas… ¿Habrá algún cubano que no haya oído o dicho alguna vez en su vida: “Virgencita de la Caridad”? Ella se ha vuelto tan cubana como nuestra esbelta palma real, nuestro tocororo blanco, rojo y azul, y nuestra perfumada flor de la mariposa.
Cercano ya el día de su fiesta, al pensar qué mensaje de saludo y aliento compartir con ustedes hoy, recordé algo que me sucedió, hace unos 30 años, celebrando la Misa del domingo en Santa Cruz del Sur. Mientras predicaba me di cuenta que mis palabras no estaban llegando a los que me oían. Parecía que tenían la mente en otro lugar. Su preocupación era otra. Ciertamente, yo les hablaba de algo importante para sus vidas pero que no era lo que ellos necesitaban y querían escuchar en ese momento. Fue, al llegar a la iglesia de Macareño para la siguiente Misa, que supe la razón. Encontré a las personas conversando sobre las dificultades que se anunciaban porque se decía que iba a comenzar el “Período Especial” y hablaban de las limitaciones que vendrían. Cada uno de los presentes añadía un nuevo dato con algo que se había enterado. Y los demás, al escuchar, sentían que la tierra se abría bajo sus pies. ¿Qué mensaje trasmitirle, entonces, a esa pequeña comunidad en mi predicación? La respuesta me la dio el mismo Señor en la Oración Colecta de la Misa de ese día, que ahora les comparto:
¡Oh Dios! que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo: inspira a tu pueblo el amor a tus enseñanzas y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
“En medio de las vicisitudes del mundo”, o sea, en medio de las cosas de este mundo que hoy son, tal vez mañana no sean o quizás pasado mañana vuelvan a ser… Sencillamente: todos los presentes, los fieles y yo, vimos retratada en esa frase la situación por la que se decía que empezábamos a pasar. Varias décadas después, podría ser lo mismo que nos sucede ahora. De momento hemos sentido que perdimos la paz. Los acontecimientos vividos hace unas semanas han provocado una sucesión de hechos que han generado angustia y preocupación: manifestaciones, golpes con palos, pedradas, jóvenes presos, cubanos ofendiéndose unos a otros, etc. Todo esto unido a la preocupación permanente por los enfermos y sus medicinas, las colas de cada día, los familiares que fallecen, los niños encerrados en sus casas, la vuelta de los apagones, la angustia que genera el no saber cuándo acabará esta epidemia, las noticias falsas, etc.
¿Qué debemos hacer nosotros en vicisitudes como éstas? Hacer lo que sí no va a cambiar, o sea, lo que nos pide la oración mencionada: “Amar las enseñanzas de Dios y la esperanza en sus promesas”. Es una buena advertencia porque podría ser que estemos más preocupados por las cosas de este mundo que por seguir las enseñanzas de Dios cumpliendo sus mandamientos. Y podríamos tener una fe con anemia que ha conseguido que olvidemos lo prometido por Jesucristo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mt 18, 26-20). Y por haber olvidado esto hemos perdido la esperanza.
En medio de todas estas vicisitudes que pasamos como pueblo, la oración nos invita a tener “nuestros corazones firmes en la verdadera alegría”. Para ello nos viene bien recordar, entonces, como dichas a nosotros, las palabras que San Pablo dirigió a los cristianos de Tesalónica (1ra 5, 12-22) desde una cárcel romana: “Estén siempre alegres en el Señor… amonesten a los que viven desconcertados… sostengan a los débiles…que nadie devuelva mal por mal… vivan en paz unos con otros… esfuércense por hacer siempre el bien entre ustedes y con todo el mundo…oren sin cesar… den gracias a Dios en toda ocasión… sean pacientes con todos… cuídense del mal en todas sus formas… examínenlo todo y quédense con lo bueno”.
No debemos olvidar que Jesucristo pasó por situaciones difíciles y rezó, en su pasión, el salmo 22 que es una de las más extraordinarias súplicas de todos los salmos de la Biblia, por la forma en que el salmista relata su angustiado dolor y por la apasionada plegaria que eleva el Señor. Se trata de un hombre que sufre corporal y espiritualmente y que, además, se siente despreciado por la gente y abandonado por Dios, y que mantiene, sin embargo, una inquebrantable confianza en el Señor y sabe que llegará su salvación definitiva. Entre muchas súplicas, el salmo dice: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos? Te invoco de día y no respondes, de noche, y no encuentro descanso; y sin embargo, tú eres el Santo. En ti confiaron nuestros padres: confiaron, y tú los libraste; clamaron a ti y fueron salvados, confiaron en ti y no fueron defraudados. Tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme, tú que no te olvidas de los pobres ni de cuantos te buscan. Y todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia.”
A todos nos debe consolar saber que en Camagüey, y en otras partes de Cuba, hay personas que, en estos largos meses de epidemia, se dedican a levantar el alma de los demás utilizando las redes sociales y el teléfono para alegrar a los tristes, resolver medicinas gratis, consolar a los afligidos y animar a los que se sienten sin fuerzas. Gratitud también para con las Iglesias, instituciones y países que nos están ayudando en nuestras necesidades.
Mirando otras páginas de la Biblia (Jn. 2, 1-11), podemos leer que, en una boda que se celebraba en el pueblo de Caná de Galilea, estaba presente la Virgen María con Jesucristo y sus discípulos. Allí ella se dio cuenta de la necesidad urgente que se le presentó a aquel joven matrimonio, e intercedió para que Jesucristo, su Hijo, hiciera el milagro. Los cubanos necesitamos imitar la caridad de la Virgen y crecer en el amor. Recemos por nuestra Patria a la Patrona de Cuba. El deseo de cambiar muchas cosas que deben ser cambiadas está en la mente y el corazón de muchísimos cubanos. Pidamos que todo esto se sepa hacer bien, sin amenazas, sin tener que asustar a la gente, sin tener que expulsar a nadie de ningún lugar sino contando con todos. Recemos para que los primeros en cambiar sus actitudes seamos todos nosotros porque también somos pecadores y nadie tiene derecho a tirar “la primera piedra” o a llevar un palo en la mano para defender su verdad.
Recemos también a la Virgen de la Caridad por nuestra Iglesia cubana para que sea la misma de siempre. Que siga siendo y haciendo lo que hasta ahora es y hace: la Iglesia siempre idéntica. Probada por años en la paciencia. Reconciliadora y sanadora de memorias enfermas. Llamando al amor y a la esperanza. Una Iglesia que no se ha cansado en estos últimos 60 años de llamar al diálogo entre todos porque “hablando, la gente se entiende”. Una Iglesia que conversa con unos y con otros, con los de aquí y los de allá. Que enseña el respeto, la tolerancia y a ponerse en el lugar del otro. Una Iglesia que quiere recordar a todos que “la violencia engendra violencia”. Una Iglesia que, junto con el Pan de Dios en cada Misa, se esfuerza en ayudar a muchos a encontrar el pan de cada día, la medicina de cada día, la ropa de cada día, la esperanza de cada día, el aliento de cada día. Una Iglesia pobre, necesitada, pero que no se cansa de multiplicar sus “cinco panes y dos peces” (Mc. 6, 41).
Pidámosle a la Virgen que sepamos preocuparnos más por los problemas de los demás que por nuestros propios problemas, porque, lamentablemente, desde hace años muchos cubanos buscan resolver solamente “su problema”, no los problemas de Cuba y de los demás. Tratemos de vencer nuestro egoísmo. Eso es algo difícil pero no imposible. Recemos la conocida oración de Santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.
Termino dándoles a todos la bendición de Dios, deseando que vaya sobre los que están enfermos de la Covid en sus casas, hospitales o Centros de Aislamiento, los presos, los minusválidos, los que viven solos, los que están lejos de su familia y de su tierra cubana, los abuelitos de los Hogares de Ancianos, los que sufren, los matrimonios sin hijos o con hijos difíciles, los que se sienten tristes, los que lamentan la muerte reciente de un ser querido y sufren por no haber podido enterrarlo como hubiesen querido. Bendición que llegue también a los que han perdido la alegría que nace de la virtud de la esperanza, y a todo el personal de Salud que, desde hace meses, da lo mejor de sí ayudando sin descanso a vencer la epidemia. Reciban la bendición de Dios y, al recibirla, hagan sobre su cuerpo la señal de los cristianos, la señal de la cruz.
Jesucristo, el Señor, esté siempre a su lado para defenderlos. Que él vaya delante de ustedes para guiarlos, y detrás de ustedes para protegerlos. Que él vele por ustedes y los sostenga. Y que la bendición de Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes y los acompañe hoy y siempre. AMÉN.
Agradezco a nuestra Emisora Provincial poder trasmitir a la población este importante aviso:
Como seguramente conocen, en este año, y por motivos de la epidemia, no tendremos las procesiones acostumbradas en honor de la Virgen de la Caridad. La razón es conocida por todos: una reunión de tantas personas resulta algo peligroso por la posible propagación de la epidemia. Les he pedido a todos los sacerdotes celebrar la novena de la Virgen en sus comunidades, grandes y pequeñas, así como tener abiertas sus iglesias el día 8 para facilitar la asistencia de los fieles. En la iglesia de la Caridad de Camagüey se celebrarán ese miércoles, día 8, cuatro misas en la mañana con el siguiente horario: 6, 8, 10 y 12 del día. Los peregrinos que solo dispongan de tiempo para dejar sus flores o encender una vela, lo podrán hacer en la entrada principal del Santuario, que cerrará sus puertas, por las restricciones de la pandemia, a las 2 de la tarde. Todos no deberán olvidar llevar su nasobuco y guardar, ya dentro del Santuario, la distancia requerida. Las autoridades de Salud recomiendan que, debido al número de personas presentes, no se lleve a los niños para evitarles un posible contagio. Gracias por su comprensión. Que Dios los bendiga a todos.
Nunca al fin (un poema de Félix Luis Viera)
Nunca al fin
Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
En 2019 recibió el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, otorgado por Neo Club Press, Vista Larga Foundation y otras instituciones culturales cubanas en el exilio.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.
(USA) The History of Labor Day
y si vas al Cobre... (por Trío Matamoros)
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Ver en el blog: La Virgen de la Caridad del Cobre en nuestra música popular (por P. Jorge Catasús)
Sunday, September 5, 2021
Saturday, September 4, 2021
El sargento Fulgencio Batista, el 4 de septiembre de 1933, según Bohemia
Friday, September 3, 2021
El barrio de la Caridad en 1889
El Baratillo un establecimiento comercial de Guáimaro. Historia y actualidad. (por Desiderio Borroto Jr.)
Espérame (un poema de Thelma Delgado)
Thursday, September 2, 2021
Cuando conocí a Tiburón Morales (por Joaquín Estrada-Montalván)
¿Cámbios de mentalidad en Santiago de Cuba? (por Rafael Duharte Jiménez)
José Angel Buesa (Septiembre 2, 1910- Agosto 14, 1982)
Balada del Loco Amor
I
No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
II
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
III
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
Arte Poética
Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,
la estrofa que más vive, siempre es la más vivida.
Un mal verso supera la más perfecta prosa,
aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.
Así como el exceso de virtud hace el vicio,
el exceso de arte llega a ser artificio.
Escribe de tal modo que te entienda la gente,
igual si es ignorante que si es indiferente.
Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,
sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.
Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,
pues sólo así tu mente revivirá en tu verso.
La sed insaciable
Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.
Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...
Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.
Buscar la luz que se eterniza,
la clara lumbre duradera,
y al fin saber que en una hoguera
lo que más dura es la ceniza.
Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.
Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.
Y en esa angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...