Desde hace varias semanas se ha venido presentado con éxito de público, en la Sala Catarsis, adjunta al Teatro Trail, bajo la dirección del conocido actor, devenido para esta ocasión en director, Juan David Ferrer, un espectáculo dramático-musical concebido para que Marisol Correa, la conocida actriz colombiana y directora de este complejo cultural miamense, junto con Margarita Durán y Angela Moncada, integrantes del duo musical “Las Marías” desanden los caminos del tan gustado y controvertido subgénero dramático conocido como Café-teatro.
Este es un tipo de trabajo escénico que tuvo su origen y apogeo, tal como lo conocemos hoy en día, en la Europa de entre guerras, teniendo a Alemania como el país de su nacimiento y Francia como el de su mayor efervescencia.
Según el análisis del semiólogo Patrice Pavis, lo primero que salta a la vista es que este tipo de espectáculo no puede ser considerado como un género como tal, aunque algunos otros estudiosos si llegan a considerarlo como un posible subgénero del Teatro Musical.
Al Café-Teatro también se le conoce como Café-Cantante o Café-Concert y según Pavis se caracteriza por presentar obras breves, dando prioridad al monólogo humorístico o satírico, el cual puede ser de carácter social, político o de tono picarezco, donde la utilización de efectos, tramoya y atrezzo son prácticamente inexistentes, quedando en las habilidades de los intérpretes el resolver dichas necesidades escénicas. Por lo general sus producciones serán inéditas con posibilidades, de tener éxito, de llevarse al teatro comercial. Otro aspecto de importancia citado por Pavis es que el ambiente del Café-Teatro ha sido en múltiples ocasiones propicio para la proyección artística de grupos sociales marginados que promueven una agenda con discursos reivindicativos (homosexualismo, feminismo, racismo, etc).
El género o subgénero, (como usted prefiera) Café-Teatro, recibe su nombre debido al espacio en donde se va a desarrollar, casi siempre moderados o pequeños espacios en donde el público asistente comparte el disfrute de dicho espectáculo con la posibilidad de beber y comer, donde por lo general, el precio de la entrada estará incluida en la consumisión, aunque no necesariamente.
Sin duda alguna que entre el Café-Teatro y el Cabaret hay una fina línea que los une, teniendo al aspecto dramático, la música y al baile en un lugar relevante, aunque también hay ciertas diferencias que los distinguirán a cada uno, permeándolos de personalidad propia, las cuales no vamos ahora a detallar.
Un género como este, siempre tan bien recibido por los espectadores debido a lo diverso y ameno, debiera tener una presencia frecuente en los escenarios de Miami, sobre todo teniendo en cuenta el carácter cosmopolita y turístico de esta ciudad, pues permite como ya hemos anotado, disfrutar de un espectáculo teatral fuera de la rigidez de una sala de teatro, por lo que seria una verdadera apuesta para darle trabajo al gremio teatral que tan necesitado siempre está de ello.
Por esta razón encontrarnos con el anuncio de que subiría a las tablas una puesta de estas características, abrió nuestras espectativas y más si la dirección del mismo vendría de la mano del experimentado y conocido Ferrer.
Con el sugestivo título “De carne y hueso... la cantina del despecho”, se ha estado presentando desde Mayo hasta casi finales de este pasado mes de Setiembre este trabajo en la acogedora Sala Catarsis, instalación anexa al Teatro Trail, el cual se basa en textos de la reconocida escritora y dramaturga venezolana Indira Páez, recogidos en su libro “Morir de Humor”, quien asume a partir de un conjunto de monólogos diferentes situaciones que pueden presentarse en la vida de las mujeres ante distintas eventualidades en las cuales quedaran marcados sus caracteres y maneras de enfrentar conflictos y realidades que no siempre serán consecuencia de los hombres, sino que en muchas oportunidades tendrán como detonadores sus propias personalidades. Los textos, escritos con gran dosis de humorismo a la vez que de autocrítica, no reflejan a la mujer como víctima del “otro”, sino que las coloca en el momento de sacar a relucir sus propios defectos.
Si al ver el título del espectáculo el público piensa que va a presenciar un trabajo en donde se enfrenten mujeres contra hombres, colocando a las primeras en el papel de víctimas y a los segundos en el de victimarios, por cierto algo muy de moda por estos tiempos, si piensa que irá a ver un espectáculo “feminista” al estilo de las que tratan de hacer política con el tema, saldrá decepcionado totalmente. La Páez, va a jugar desde una óptica totalmente femenina a desnudar el comportamiento de muchas mujeres en sus relaciones ante los hombres, sacando a relucir, de manera siempre mordaz e hilarante virtudes y defectos de ellas, en donde el amor y el desamor harán de las suyas, pero donde la mujer tendrá que mirarse hacia adentro.
Para formar parte de este trabajo se escogió a dos mujeres que con sus excelentes voces y música hacen las delicias de quienes las escuchan, ellas que por primera vez se incorporan a un espectáculo teatral, ya que su habitualidad es la de presentarse en fiestas, eventos o centros nocturnos, donde hacen que su duo amenice tales reuniones, acertaron el reto, como todo artista que se precie de ello, para formar parte de un guión donde más que acompañar a una o dos actrices, ponen sus voces y canciones en función del apoyo perfecto a los textos de las otras.
Pues bien, ese duo del que hablamos es “Las Marías”, integrado por Margarita Durán y Angela Moncada, ambas con hermosas y bien timbradas voces, donde juegan con las armonías, mientras la segunda sobresaliendo de manera espectacular en la interpretación de la guitarra, regalándonos en un impactante momento de la presentación, un solo instrumental, muy bien intercalado dentro del espectáculo, en el cual hace un derroche de técnica y de virtuosismo con su mano derecha, interpretando un número creado para la ocasión en el cual se fusionaban diversas obras del repertorio latinoamericano como ‘Noche de Ronda’, de Agustina Lara; ‘Muchacha de Ojazos Negros’, de Juan Vicente Torrealba y ‘Alma Llanera’, de Pedro Elías Gutiérrez, logrando un magnífico ensemble musical, constituyendo un momento de lujo dentro del espectáculo.
Es bueno destacar que todos las canciones pertenecen al amplio repertorio de esa profunda y vibrante agenda musical propia de lo más popular de latinoamérica, canciones que cortan venas, que muestran la ideosincracia de nuestros pueblos ante los encuentros con el amor y el desamor. Un repertorio, sin duda alguna, que atrapa al espectador, llevándolo en ocasiones a seguir las letras o repetir estribillos.
La temporada de estreno de “La Cantina del Despecho” tuvo en la parte actoral a una figura muy conocida en el ámbito teatral miamense como ya apuntamos, Marisol Correa, quien a su actividad sobre las tablas, suma la de la administración del Teatro Trail y la propia Sala Catarsis, de las cuales, junto a su esposo vienen ocupándose hace ya un largo tiempo, manteniendo vivo este antiguo teatro y evitando su posible desaparición como la de tantas otras salas teatrales que se han perdido ante la atónita vista de todos.
Si bien Marisol fue la figura dramática central de este trabajo durante varias semanas, en el cual daba vida a los personajes de las distintas mujeres que decían sus monólogos, pasadas unas semanas a dicho rol se le fueron sumando la mexicana Rosalinda Rodríguez, las venezolanas Laura Termini y Gloria Zapata, así como la cubana Lili Rentería, alternándose entre las cinco actrices, compartiendo escenario y repartiéndose de esta manera las noches de esta “despechada cantina”.
Lamentablemente no podemos hablar del trabajo de la Zapata y la Rentería debido a que no pudimos coincidir con sus varias presentaciones aunque hemos visto algunos fragmentos por videos, lo que no nos da derecho a verter una opinión sobre los mismos, pero estamos convencidos que ambas actrices salieron a escena e incorporaron los monólogos de sus personajes con el talento que las envuelven y que esta más que demostrado.
Con respecto al trabajo de la Rodríguez y la Termini, ambas actrices entregaron sus personajes con la dosis necesaria de humor e ironía, defendiendo cada salida a escena con el rigor profesional que las caracteriza. Marisol Correa es una actriz probada en los escenarios a los cuales ha subido generalmente en nuestra ciudad, entregada a roles de comedia, en los cuales se desenvuelve como pez en el agua, explotando su condición de comediante perfectamente, aunque tenemos un ligero señalamiento que hacerle: que tratara de evitar en cierta medida la sobreactuación como técnica para hacer comedia buscando la risa fácil y rápida del espectador, no es necesario exagerar gestos e intensiones para sacar adelante este tan difícil género que sabemos que ella domina.
En cuanto al trabajo de puesta en escena de Juan David Ferrer, este logra un espectáculo ameno en donde se integran música y actuación de manera correcta, aunque la parte musical tiene a nuestro ver demasiada preponderancia sobre el trabajo de las actrices, lo cual resiente el equilibro que siempre debe existir en un espectáculo de este tipo. De la misma manera la desigual interrelación entre ambas partes se da a notar.
Este espectáculo nos obliga irremediablemente a recordar otro del mismo género que durante algunos años estuvo recorriendo los escenarios en nuestra ciudad, nos referimos “A 2.50 la Cuba libre”, un texto con la firma del escritor venezolano Ibrahim Guerra, considerado el primer trabajo para teatro hiperrealista en ese país, que pronto se reprodujo en múltiples escenarios por todo el continente, algo que no le resta mérito alguno a la puesta de la cual estamos hablando.
Como último desearíamos hacerle una sugerencia a la administración del Teatro Trail, el no llamar Sala Catarsis a este espacio, sino darle el verdadero nombre que debe tener: Café Teatro Catarsis, que por demás es el único de su tipo en la ciudad y que debe ser considerado un gran privilegio para el ambiente teatral de la ciudad.
Wilfredo A. Ramos
Setiembre 28, 2021
Gloria Zapata
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Rosalinda Rodríguez
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Juan David Ferrer
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Lilli Rentería
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Laura Termini
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Marisol Correa
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