El público de la ciudad de Miami tiene una deuda muy grande con el amor y el tesón con que Martí Productions le entrega constantemente espectáculos que tratan de mantener viva la cultura, la de ayer, la de hoy, la de siempre, llevando a escena obras y géneros musicales que abarcan un gran espectro del ámbito universal y todo ello se debe, sin duda alguna, al amor y a la tozudez -por qué no?- de Tania Martí, su Productora Ejecutiva, quien poniendo todo su empeño en el arte, saca de donde no hay, enfrentándose a molinos de vientos (no ficticios sino reales), para no dejar que el verdadero arte muera a manos de la superficialidad y vulgaridad de una parte, cada vez mayoritaria, de la falsa cultura del entretenimiento que se have pasar por cultura de masas.
A falta de Pro Arte Grateli, la compañía que durante tantos años llenó nuestros escenarios miamenses con zarzuelas, operetas, boleros, recitales de grandes figuras, cantes y bailes españoles, variedades, entre otros géneros, Martí Productions ha mantenido el reto, tratando de ofrecernos constantemente una nueva propuesta artística, llenando un terrible vacío y atrayendo hacia los teatros a una parte del público, ansioso por recordar y seguir disfrutando de ese arte que no podemos dejar en el olvido, porque forma parte de la historia de la cultura universal.
Teniendo en cuenta los anteriores postulados es que hemos podido disfrutar nuevamente, durante dos fines de semanas, los pasados días 9, 10, 16 y 17 de Octubre, del espectáculo “Fumando espero... el penúltimo cuplé”, trabajo concebido, dirigido y actuado por esa española que por derecho propio se ha convertido en parte de nosotros, me refiero a Eugenia Sancho.
Dicho espectáculo ya había tenido su estreno absoluto meses atrás en los siempre acogedores salones del Miami Hispanic Cultural Arts Center, en el cual contó en aquella ocasión además, con la actuaciones de Letty Carmona y Noris Joffre, quienes sorprendieron al público con sus interpretaciones de este añejo, pero muy amado género musical. Para ambas oportunidades la Sancho contó con el acompañamiento al piano de Evita Garrucho, intérprete excelente, atenta siempre al quehacer de las actrices sobre la escena y a las características de cada una de ellas en el rol de actrices que enfrentan el importante reto del canto como otro desempeño actoral.
Si bien con anterioridad ya me había expresado sobre este interesante trabajo en otro artículo, no pude escapar a la necesidad de regresar sobre el mismo por estar concebido en esta nueva oportunidad para el lucimiento en solitario de Eugenia Sancho, algo que me resultó mucho más interesante debido a que todo el peso del espectáculo caería sobre una sola actriz a manera de unipersonal, teniendo ella sola la responsabilidad como española, de defender un género al cual conoce perfectamente y que ama con delirio.
Tal como lo supuse, el resultado sobre las tablas del Café-Teatro Catarsis (me niego a llamarlo Sala Catarsis), fue el derroche de ese gracejo que sabe imprimirle la Sancho a sus presentaciones, acentuado en esta ocasión con la impronta de quien conoce por propio derecho de pertenencia un género musical que arrasó con los públicos de todos los escenarios donde se presentó desde sus orígenes, de Madrid a New York, de París a la Habana, cantado por las grandes intérpretes del momento, las cuales se convirtieron en divas absolutas, admiradas y adoradas por todos.
A través de un recorrido cantado y hablado sobre el surgimiento, el desarrollo y el éxito del cuplé, la actriz y cantante va dándonos a conocer los pormenores de su evolución, envolviendo al público, en su casi totalidad personas de la “edad adulta”, en la nostalgia de tan recordado género musical, haciendo que el mismo se decida a acompañarla con las letras de algunos de los temas, los más populares, como ‘Fumando espero’, ‘La Violetera’ o ‘Los Amores de Ana’, los dos primeros muy popularizados por los años 50 en la voz de Sara Montiel y el tercero más recientemente por Ana Belén.
Eugenia es una actriz que domina a la perfección la interacción con el público, sabiendo llevarlo por el camino que ella desea y teniendo la suficiente inteligencia para salvar posibles situaciones molestas que pudieran presentarse cuando se le permite participación al mismo dentro del trabajo del actor, y esto pudimos presenciarlo en la noche de nuestra asistencia ante la impertinente y forzada intromisión de un espectador, al cual la Sancho supo controlar.
Del desenvolvimiento escénico de esta actriz tenemos que decir que la misma domina el escenario con una excelente proyección de voz y un total dominio del espacio y del género en el cual se desenvuelve como pez en el agua, por lo que nos gustaría poder seguir disfrutándola en otros trabajos de este corte que tan del gusto de los públicos resultan siempre ser.
Dos señalamientos nos vemos obligados a hacerle a dicho espectáculo. El primero es con referencia a la cortina musical que realiza la pianista en dos momentos de dicho trabajo para dar tiempo a dos totales cambios de vestuarios imposibles de realizar ante el público, como si se hicieron el resto de los mismos, que obligó a la actriz a salir del escenario para realizarlos, debido a que los números interpretados en ambos momentos debieron ser piezas del repertorio que no dejaran caer el ritmo de la escena con piezas tan poco dinámicas.
El segundo aspecto a tener en cuenta es el de la concepción del entorno escenográfico, éste a cargo de Alejandro Galindo, el cual resultó abigarrado, anticuado en su diseño, poco práctico y que limitaba el movimiento de la actriz en el tan pequeño escenario del Café-Teatro Catarsis. Un trabajo actoral de este tipo necesita que quien está sobre las tablas tenga espacio suficiente para moverse y desarrollar su labor, sin elementos innecesarios que lo limiten, permitiendo que su imagen en las tablas sea lo principal, no viéndose desdibujada por el exceso de decoración superflua y de mal gusto. Un ambiente más sencillo, con solo lo necesario, permitirían a la actriz destacarse y brillar aun más en su muy encomiable trabajo, así como proyectarse un resultado estético idóneo.
Solo nos queda pedir a Eugenia Sancho que continue con esta línea de trabajo, tan necesitada, como anteriormente expresé, en nuestros escenarios, que nada de fácil tiene porque requiere de muchos pocos en el trabajo actoral, pero que tan bien recibido resulta por ese público que desea llenar los espacios teatrales con espectáculos que alimenten elal espíritu y a la vez ofrezcan arte y cultura.
Y para finalizar exhortamos a nuestra estimada Marisol Correa que tenga en cuenta nuestra solicitud de rebautizar este agradable lugar como “Café-Teatro Catarsis”... el público se lo agradecerá.
Texto y fotos Wilfredo A. Ramos
Noviembre 8, 2021