Thursday, February 3, 2022

Camagüey. Biografía de una provincia. (por Carlos A. Peón-Casas)



Un texto de esta singularidad merece siempre las mejores coordenadas. Se trata para el neófito, de una obra histórica especialmente laureada por la Academia de la Historia de Cuba con un prestigioso premio el José Miguel Tarafa en el año de 1954.

La destinataria de aquel honradísimo galardón era una joven promesa camagüeyana: la Dra. Mary Cruz del Pino. La convocatoria fue librada dos años antes por la señorita Josefina Tarafa y Govín, para el Concurso Extraordinario al Premio homónimo instituido por ella, por esa vez con el tema obligatorio de: “Para una Biografía de la Provincia de Camagüey”.

El concurso sería estrictamente anónimo, y sería recompensado con la suma de mil pesos. Al menos cuatro concursantes sometieron sus manuscritos. Finalmente el Jurado creado por la Academia de la Historia de Cuba, otorgó el premio el 18 de febrero de 1954, a la obra marcada con el lema: “No hay accidente para el espíritu del hombre; no hay más que norte coronado de luz”. José Martí, y presentada con el sugestivo título de Camagüey en cuatro dimensiones. La agraciada. Como ya habíamos adelantado fue la Dra. Cruz del Pino.

La publicación del susodicho premio vio la luz en noviembre del año 1955 con el título que da inicio a nuestro artículo. La autora, que trabajó dicho proyecto durante su estancia en la ciudad de Detroit, estado de Michigan, en Estados Unidos, para 1953, dejaba saber al lector en el Proemio de su obra que:
Esta es mi visión del Camagüey en cuatro dimensiones: tres espaciales, una de tiempo. A lo largo, a lo ancho, y en lo alto y lo profundo del camagueyanismo se asienta el relato. En el decursar de sus etapas india, española, cubana-que dan carácter y fisonomía propia a la provincia-su actual ubicación histórica.

Pero como la perspectiva filosófica y la visual padecen de las mismas deficiencias, podrá advertirse que los he hecho más lejanos tanto como los más próximos aparecen algo esfumados, borrosos, No así los relativamente cercanos en el pasado que, cual una imagen en foco, se presentan con rasgos claros y definidos.

El lector no queda defraudado con las perspectivas que animaron a esta todavía bisoña historiadora, al recrear los mejores acentos de esta su tierra camagüeyana. Desde el mismo comienzo de su contundente ensayo se descubre ese estro poético e innovador:

A un pintor, los mapas de la provincia camagüeyana pudieran sugerirle un yacente torso femenino, en tres cuartos de perfil, con su curva cóncava de la cintura que se invierte en la convexa de la cadera. Los cayos que la festonean bien pudieran ser los desensartados caracoles de su collar indio.
Igualmente su descripción de nuestra geografía tiene otros matices de sugerida e indiscutida originalidad:
Para quienes la observan con ojos geométricos. Camagüey será un tosco trapecio; como para los aficionados a la zoología parecerá tomar la forma de una tortuga. Los que no logren hallar un preciso término de comparación, tal vez la describan, como una irregular extensión de 26.098 kilómetros cuadrados de tierras en la parte centro-oriental de la isla de Cuba. Y añadirá para mejor información del lector que la sinuosa línea costeña del norte limita con el Océano Atlántico; la S invertida y ladeada del sur, con el Mar Caribe; y las llaves gráficas de sus fronteras al este y al oeste con las provincias de Oriente y Las Villas.
El libro, que sigue el estricto plan de una evolución histórica desde los tiempos precolombinos hasta la actualidad del minuto de su escritura, se detiene de manos de la autora en detalles de nuestros primeros moradores en tierras del ancestral Camagüey:
Como la isla entera, la región camagüeyana había estado poblada, desde tiempo inmemorial, por unas gentes de elevada estatura, piel cobriza, orbitas muy separadas, negra y lacia cabellera, de cultura simplísima caracterizada por el rudimentario trabajo de la piedra y el uso de las conchas, moradores de las cavernas a quienes los habitantes de Haití denominaban siboneyes… Indolentes, estáticos, olvidados hasta del tiempo, vivían aislados sin intentar acaso un intercambio con sus vecinos de tierras cercanas… Entre tanto, desde la cuenca del Orinoco, había llegado a Haití un nuevo núcleo de población… Eran los tainos… se asentaron con planta firme desde Maisí hasta las sierras de Mabuya, en Camagüey… La raza de Haití sabía como trabajar la tierra… Su coa o macana era usada en la labranza tanto como en la caza y hasta la guerra… Para rayar la yuca fabricaron guayos de madera dura, con incrustaciones de piedra, como en las que en sus exploraciones por la Sierra de Cubitas halló el arqueólogo-poeta camagüeyano, Pichardo Moya… Para amasar y transformar la yuca rayada en su pan indio, el casabe, usaban tarteras de arcilla cocida llamadas burenes, restos de los cuales fueron hallados por Rodríguez Ferrer en sus excavaciones hace un siglo al sur de la provincia de Camagüey.
Los hitos fundantes, de la que fuera la primitiva villa de Santa María del Puerto del Príncipe luego de los años de descubrimiento y colonización de la Isla de Cuba, nos lo narra la autora en un párrafo que compartimos con el curioso lector:
El día dos de febrero de 1514 llegaron jinetes españoles a la Punta del Guincho, en Nuevitas. Poco después, los refuerzos pedidos a Baracoa por mar hacían su entrada. Y se procedió a la fundación de una villa, con la ceremonia de rigor. Se leyó el bando por el que se declaraba instalado el Ayuntamiento, e instituida la Parroquia, en nombre del Rey, y repetido tres veces el aviso en demanda de la oposición “si la hubiere” sin que se presentara obstáculo alguno, se declaró fundada la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, ya crecido el nombre de aquel puerto que bautizara Colón en honor del Príncipe Don Juan.
La primitiva villa habría de ver muy pronto progresos:
(…) Pedro Díaz de Tabares, enfiló sus esfuerzos a la noble tarea de propiciar la inmigración blanca. Para ello, fletó por su cuenta en 1516 la carabela Avemaría que desde Santo Domingo, trajo a la región a los nuevos colonizadores, las primeras cabezas de ganado-vacuno, caballar, asnal, cabrío y de cerda-además de posturas de naranja, caña de azúcar y útiles de labranza.
Otro momento de circunstancias históricas en el recorrido de este libro tan bien planeado por su joven autora de entonces, refiere en un capítulo de sugestivo título: La andariega villa, a los primitivos asentamientos, que buscaban final acomodo entre los ríos Hatibonico y Tiníma.
Comenzaron las andanzas del Puerto Príncipe que dieron lugar a la paradoja de llamar Puerto a un lugar de tierra adentro… El nuevo asiento de la villa fue el pintoresco Caonao, de memorable y triste historia. Allá en la costa quedaron unos pocos hombres armados que tenían las funciones de correos, a más de las de vigías y guardas del lugar… Con el traslado de la villa a Caonao se observó un acelerado ritmo de progreso…especialmente de la ganadería, que fue, desde los primeros años, gran fuente de riquezas… Sin embargo la proyectada conquista de México y los relatos fabulosos de aquel país, hicieron emigrar a un buen número de los de los pobladores hacían los puertos desde donde saldrían para la meta de sus ambiciosos sueños… Las injusticias con los sojuzgados tainos crecían a su vez…llegados al clímax de la desesperación se sublevaron en la hacienda de La Gran Corriente de Agua (Saramaguacán)…reconociéndose vencidos antes de entregarse prefirieron incendiar los edificios. Abandonada por sus habitantes, la villa se redujo a cenizas en pocas horas. Después de larga y fatigosa caminata los principeños se detuvieron en el cacicazgo de Camagüey, cuyo cacique Camaguebax, les ofreció el terreno comprendido entre los ríos Tínima y Hatibonico para asentar su población. Era el día de Reyes de 1528.
En otro de los sucesivos apartes de de esta encomiable obra de nuestra historia local, tan necesitada de ser revisitada, hallamos otros detalles siempre interesantes del decursar de la vida del primitivo Príncipe, en los primarios años de su consolidación en el temprano siglo XVI:
El número de habitantes de la jurisdicción de Puerto Príncipe decrecía notablemente… Esta llegó a contar con sólo catorce familias blancas y unos ciento sesenta esclavos, negros en su mayoría porque los indios se extinguían sin remedio. Muchas obras permanecían inconclusas debido a la escasez de recursos eclesiásticos y del Ayuntamiento… pero la villa en lo que atañía a los particulares, se empeñaba en prosperar. A las industrias del queso, el tasajo y los cueros curtidos y el casabe, se añadía un tejar… Otros caseríos fueron apareciendo: Vertientes, al sur y Nuevitas y Jiguey, al norte. En el último se construyó en 1548 la primera embarcación criolla, un guairo hecho con maderas de la región, calafateada con chapapote de unas minas próximas a Cubitas y herraje forjado por Maese Ruy Díaz, primer herrero establecido en Puerto Príncipe.
Del temprano siglo XVII en su segunda mitad, resalta el texto algunos hechos puntuales del decursar de la otrora villa, recreamos para el lector algunos de aquellos que por su novedad pueden hacer el asombro de muchos:
En 1616 una crecida del río a orillas del cual se levantaba el poblado de Tana, lo arrasó por completo. Temiendo más inundaciones, nunca más se levantó el caserío. Aquel mismo año, pero en la estación de seca, un grupo de esclavos provenientes de Trinidad y Sancti Spiritus prendió fuego a Puerto Príncipe y la redujo a escombros. En el incendio, todos los documentos de índole civil, militar y eclesiástica se convirtieron en cenizas, así como una colección de objetos de arte indio que Balboa (…) había pretendido donar al Museo del Escorial en Madrid…

La cosecha de trigo era cosa común en el Camagüey cuando el gobierno aconsejó su cultivo en la Isla en 1692. Se cosechaba en la región desde que los colonizadores traídos por Tabares llegaron a la Punta del Guincho y constituía la materia prima de industrias crecientes. Los molinos harineros y las tahonas se multiplicaban. Sus productos eran vendidos, no sólo en la vecindad, sino que a los barcos que tocaban los activos puertos de ambas costas. (Hoy en día la provincia tiene fama por sus panes, galletas y bizcochos, en especial las galletas de La Paloma de Castilla y los panes de Caracas de Pérez Sosa, que son muy apreciados en toda Cuba.
Del decursar de los siglos XVIII y XIX, en las revelaciones del libro que nos ocupa hallamos anécdotas de singular prestancia. Dejamos para el lector, en plan de cierre, algunas de sus más interesantes pinceladas con que la mano tan hábil de aquella narradora singular,nuestra Mary Cruz, nos legara este fresco de nuestras mejores memorias, que prometemos seguir develando para el lector, en otro minuto.
En 1774 Puerto Príncipe era la segunda población de la Isla por el numero de sus habitantes. Habían aumentado las facilidades para la fabricación del azúcar y crecía la exportación maderera por los puertos de Guanaja y Vertientes. En el primero se estableció el astillero donde fueron fabricadas con maderas de la región, las primeras volantas que rodaron por las calles principeñas. Tan resistentes y de tan buena calidad eran los productos forestales camagüeyanos, que hasta e el Arsenal de La Habana se usaron para la construcción de los barcos de guerra.
Fue durante un San Juan el de 1837, cuando El Lugareño, precursor de tantos aspectos del desarrollo social y económico de Puerto Príncipe, demostró prácticamente a los camagüeyanos como funcionaba un ferrocarril. Casi como jugando, para usar la vieja frase popular, diremos que dio magnífica lección objetiva y ganó con ella para la Compañía que había de construir la vía férrea entre Nuevitas y Puerto Príncipe, la venta de acciones por valor de más de cien mil pesos. ¿Quién podría resistir la tentación de aquella propaganda? Unos trabajadores, en comparsa carnavalesca, llevaban un tren de madera en miniatura, con su locomotora y carros de carga y pasajeros. De trecho en trecho, por las calles más céntricas y concurridas los primeros ferrocarrileros tendían la línea y hacía andar aquel sorprendente aparato -hoy juguete común de la niñez…-pero que dejara boquiabiertos en aquella época a los más cultos y civilizados.


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Camagüey (Biografía de una provincia) Obra Laureada con el Premio José Miguel Tarafa por la Dra. Mary Cruz del Pino. La Habana, 1955.

Wednesday, February 2, 2022

Notas de un guión para celebrar a Camagüey (por Carlos A. Peón-Casas)

Parque de las Leyendas.
Artista. Joel Jover
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De uno entre tantos aniversarios de la primitiva ciudad principeña, nacieron estas notas de un hoy añoso guión radial(1) que cantó y celebró el hecho renemorando el acento de sus inolvidables leyendas camagüeyanas.

Comparto con el lector en este nuevo aniversario aquellas líneas celebratorias al Puerto Príncipe de siempre al que arropamos con los mejores sueños y esperanzas:

"Nuestro Camagüey es una legendaria comarca. Pastores y sombreros adornan su memoria y reviven historias de una ciudad que es todavía un misterio... Pocos son los camagüeyanos que no conocen nuestras leyendas. Dolores Rondón, el Aura Blanca y las Cuatro Palmas, son de las más conocidas, pero un largo etcetera complementa tan rico acervo que la tradición oral y luego escrita nos han legado... en el imaginario de nuestras calles tiernamente recorridas, perviven con vitalidad siempre inusitada.

Andando la ciudad, difícil es no encontrar en ese recorrido el Parque de las Leyendas. Un sitio abierto a la mirada de los citadinos y forasteros, donde el reconocido artista plastico Joel Jover, recreo la legendaria imagineria lugareña, en un precioso Mural de rojo barro. En el pueden admirarse las imaganes de tres de las más conocidas leyendas: Dolores Rondón, el Aura Blanca, y el Rapto de las Principeñas.

Monumento actual
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En 1883 apareció en el cementerio de nuestra ciudad un epitafio grabado en letras negras sibre una humilde tabla de cedro, pintada de blanco y unida a una pequeña,estaca de madera. La tumba pertenecía con toda presunción a Dolores Rondón:
Aquí Dolores Rondón
Finalizó su carrera
Ven Mortal y considera
Las grandezas cuáles son:
El orgullo y presunción,
La opulencia y el poder,
Todo llega a fenecer
Pues solo se inmortaliza
El mal que se economiza
Y el bien que se puede hacer.
El célebre autor de estos dolorosos versos, Francisco de Juan de Moya y Escobar, se había enamorado de Dolores. La coqueta muchacha, lo despreció por su humilde condición de barbero, casándose con un oficial español acantonado en la ciudad y con quien marcho a España. Luego de enviudar regresó a Puerto Príncipe, y pobre ya, enferma de viruelas, murió en el Hospital del Carmen, acompañada solamente por aquel que la amara incondicionalmente, su eterno enamorado Francisco.


De nuestra Avellaneda es una de las primeras referencias a la figura de aquel humilde sacerdote franciscano, el Padre Valencia, cuya efigie se yergue dignamente a la entrada de la obra que con sus propias manos regaló a los más pobres de la ciudad: el Hospital de San Lázaro.

Después de construido el leprosorio en las márgenes del siempre florecido río Tínima, el afanoso franciscano vivió el desvelo y las fatigas de mantener a sus asilados, asumiendo los preceptos de una estricta y mejor entendida austeridad cristiana. Asi ofreció su vida al servicio de aquellos innominados leprosos.

Cuando el padre Valencia murió, estos sintieron su pérdida como el signo más terrible de abandono. Las penurias económicas se hicieron sentir con gran crudeza entre los allí acogidos, hasta que un día, un poco antes de las doce en el calcinado patio central del asilo, apareció entre una oscura bandada de auras tiñosas, un ave desconocida, del mismo tamaño y forma de las repulsivas aves carroñeras, pero de plumaje completamente blanco con la cabeza y las patas de color rosa. Sus ojos a diferencia de sus congeneres tenía un especial brillo, como de una inofensiva paloma torcaz.


La vistosa ave de plumaje blanco, toda una rara excepción entre las de su raza, fue apresada por los pobres lazarinos. Muy pronto su presencia convocó a todos los principeños quienes curiosos por ver la celebrada novedad, pagaban con gusto una exigua suma. De tal suerte, los asilados pudieron ver mejoras en su pauperrima vida, y en la mente de todos floreció la idea de que aquella buenhechora ave no era más que una milagrosa aparición, otro gesto cariñoso del caritativo franciscano Padre Valencia, un socorro por su intercesión, en medio de tanta necesidad. Asi nació la leyenda.

El 21 de febrero de 1679, el fibustero francés Francoise de Granmont, desembarcó con sus hombres por el embarcadero de la Guanaja, al norte de la villa.

Ante el aviso presuroso del padre Garcerán, párroco de la Mayor, quien avistó a los intrusos en las cercanías del entonces villorio, los principeños se aprestaron a la defensa.. pero no pudieron evitar el rapto de catorce de sus mejores damas, huyendo el pirata con aquellas, a las que usó como escudos humanos en su escape rumbo a sus naves. Ya allí, pidió el consabido rescate de 50.000 pesos... una cifra de muy abultado carácter para la época.

Dicen las viejas crónicas, que un mes durararon las negociaciciones. Al cabo, satisfecho el petitorio, las damas fueron liberadas, incluso segun otras añosas deposiciones del escribano al uso, cargadas de obsequios y agradecidas por el respeto de sus captores, quienes ni cortos ni perezozos, levaron anclas y dejaron detrás las notas de esta leyenda con visos nada despreciables de realidad."






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1. Programa grabado en la emisora Radio Camagüey para el programa Tricolor. Título: Leyendas Camagüeyanas. Escritor: Carlos A. Peón Casas. Asesora: Mariela Peña Seguí. Grabador y Operador: Yurwis Schuman Deler. Locutora: Barbara Sánchez Novoa. Director: Porfirio Verde Cabrera. Historiador: Héchor Juárez. Colaborador: Dr. Roberto Méndez. ca.2007.

Tuesday, February 1, 2022

Presión de las redes sociales sobre la pareja (por Cecilia Alegría, la Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.


¿Conoces alguna pareja que postee fotos de los dos con tanta frecuencia en sus redes que termine cansándote?

Tal vez te ha pasado con tu propia pareja.

Nadie está a salvo de esclavizar su relación amorosa a las redes sociales, aunque hay algunas diferencias dependiendo del género.

La mujer suele ser la que más insiste en hacer pública la relación lo antes posible, porque vive más pendiente del qué dirán.

Ella es la que suele tomar la iniciativa para hacer selfies juntos o publicar muchas fotos de los dos en Facebook e Instagram.

Si del hombre dependiera, elegiría marchar a ritmo más lento, porque -si no tiene seguridad sobre su futuro con esa chica-, se está comprometiendo demasiado con tanta foto en las redes que recorta las alas de su soltería.

¿Qué pasa con las parejas que se vuelven adictas a los selfies y al posteo?

En la sociedad postmoderna en la que vivimos, pareciera ser que para que una relación tenga validez, hay que hacerla pública.

Ya casi nadie tiene vida privada, ni siquiera las parejas. Todo se expone. Nos hemos convertido en exhibicionistas.

Y si una relación no se hace pública, ¡no existe!

Pero hay parejas que llevan esta realidad a un extremo adictivo, a una obsesión. Y esta es un arma de doble filo porque numerosos estudios demuestran que la pareja que se toma selfies todo el tiempo, cada vez que están juntos, es la que menos probabilidades tiene de durar. Viven en función del qué dirán y de las apariencias, comparándose con otras parejas, y dejan de gozar del momento presente, de gozar del otro.

¿De qué manera las redes ejercen presión para terminar o romper una relación amorosa?

Así como se usan las redes para pontificar de la relación, así se las usa para terminar con la relación amorosa.

Muchas mujeres suelen compartir sus penas de amor por Facebook y pedir consejo públicamente.

Luego, basta con cambiar el estatus a “it’s complicated” (es complicado) para ir preparando el terreno de la ruptura.

Hay hombres y mujeres jóvenes, especialmente adolescentes, ¡que cambian de estatus como de ropa!

En cuanto a mirar las redes de la pareja, ¿cuándo puede comenzar a ser un problema?

Cuando nos extraña que la pareja no hable de nosotros constantemente y que no responda a nuestros mensajes públicos en su muro.

Cuando se establecen una serie de patrones de cómo y cuándo debe contestar mi pareja a mis mensajes y, si no es así me preocupo, lo paso mal, pienso que algo no va bien e incluso llego a pensar que quizás no me quiere o que ya no es lo mismo.

El hecho de que mi pareja pueda recibir un mensaje mío, a cualquier hora de la noche o el día, no quiere decir que tenga la obligación de contestarlo inmediatamente. Y el hecho de que no conteste de forma inmediata no quiere decir tampoco que no me quiera o que algo vaya mal en la relación, necesariamente.

Si detectas que te está sucediendo algo parecido recuérdate a ti mismo que es normal que cada persona decida cuándo puede o quiere contestar un mensaje, sin que ello esté directamente relacionado con cuanto quieres o no a esa persona.

¿Y qué decir de los LIKES y comentarios que otras personas dejan en el FB o Instagram de mi pareja? ¿Hasta qué punto me debe preocupar que una misma persona se la pase poniendo LIKES y comentando los posts de mi ser amado?

Si esa persona lo hace públicamente no debe preocuparte. Tu pareja no le responde y eso da cuenta de que no hay nada entre ellos.

¿Qué pasa con las parejas que se revisan el celular y chequean las redes sociales del otro constantemente?

Este tipo de conducta, además de fomentar que aparezcan sentimientos de inseguridad respecto a la pareja, supone una invasión de la intimidad e independencia de tu ser amado. Además, nuestra vida está en constante construcción, lo que quiere decir que nos están pasando cosas todo el tiempo. Por tanto, es fácil caer en el círculo vicioso de: siento inseguridad → compruebo el celular de mi pareja / miro su Instagram o Facebook en busca de evidencias → me tranquilizo a corto plazo, pero al día siguiente vuelve a aparecer esa inseguridad. Y así, poco a poco, voy invadiendo el espacio personal de mi pareja y alimentando mis miedos.

¿Qué hacer si uno de los dos da más importancia a las redes sociales y al celular que a la relación?

Existe el riesgo de priorizar el mostrar a los demás lo que hago por encima de disfrutar lo que estoy haciendo con mi pareja, dando más importancia a lo que voy a contar, cómo lo voy a contar, cómo conseguiré más likes, sacar la mejor foto… e invirtiendo mucho tiempo y esfuerzo en esta tarea.

El tiempo que pasamos con nuestra pareja, medido en cantidad, pero sobre todo en calidad, es un factor que influye enormemente en el grado de satisfacción que tenemos con la relación. Por ello, les sugiero que se olviden de las redes sociales o dejen el celular en casa cuando hagan algo juntos. Les recomiendo centrarse en disfrutar del momento presente, sin sentir la presión de cómo van a mostrar al mundo lo que están viviendo.

Si es tu pareja la que tiene dificultades para despegarse del celular en algunos momentos y es algo que está afectando la relación o que te gustaría que cambiara, puedes empezar por comunicarle tu deseo de que trate de utilizar menos las redes sociales cuando están juntos o en ciertos momentos del día (por ejemplo, durante las comidas), tratando de comprender que le pueda costar, sobre todo al principio, pues el celular ha pasado a convertirse, prácticamente, en una extensión de nuestro cuerpo en la vida diaria.

En conclusión, el que una pareja no postee nada en las redes sociales no significa que no exista. Por el contrario, puede significar que valoran su vida privada, que establecen límites y que no necesitan de la aprobación ajena para ser felices.





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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado nueve libros entre los que se encuentran:Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez(Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019) El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021). Amanecer con Dios (2021).

Monday, January 31, 2022

Decir tu sonrisa. (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.
  

Decir tu sonrisa

                                   Para G.


Quizá después de todo los verdaderos mares se hallen en las cúspides.
Junto al río el niño sueña con los años en que será ya hombre
mientras el padre canta un aleluya recién descubierto.
Un venado traspasa la luz y más allá hay unas raras cortinas de luz pero
de un color que hasta ahora no se le conocía a la luz. Pero aquel mismo río se ha ido hacia el mar y regresa a las arenas de la orilla, es decir
es un río que ha nacido del mar, según se sabe.
Agua dulce.
No es el agua dulce quien te calma, es el cántaro.
No es el color quien te salva, es el pincel.
No es la flecha quien mata, es el arco.


México, D.F, septiembre de 2002



Raccontare il tuo sorriso

                                                  Para G.



Forse dopo tutto i veri mari si trovano nelle vette.
Vicino al fiume il bimbo sogna gli anni in cui sarà già un uomo
mentre il padre canta un alleluia appena scoperto.
Un cervo trafigge la luce e più oltre ci sono alcuni riflessi di luce ma
di un colore che finora non si conosceva alla luce. Ma quello stesso fiume è andato verso il mare e ritorna alla sabbia della riva, cioè
è un fiume che è nato dal mare, a quel che sappiamo.
Acqua dolce.
Non è l’acqua dolce che ti calma, è la brocca.
Non è il colore che ti salva, è il pennello.
Non è la freccia che uccide, è l’arco.






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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y una noveleta.
Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.
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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960.
Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros.
Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari.
Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.
Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Sunday, January 30, 2022

José Martí: "El café tiene un misterioso comercio con el alma"


"Suntuoso oro han servido a mis labios en esa amable taza de café. Me enardece y alegra el jugo rico; fuego suave, sin llama y sin ardor, aviva y acelera toda la ágil sangre de mis venas. El café tiene un misterioso comercio con el alma; dispone los miembros a la batalla y a la carrera; limpia de humanidades el espíritu; aguza y adereza las potencias; ilumina las profundidades interiores, y las envía en fogosos y preciosos conceptos a los Iabios." (José Martí)

Saturday, January 29, 2022

Identifica los pasos que te permiten "Ser feliz" (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.



-Aprende a perdonar

-Ser compasivo con los demás

-Enfocarse en lo que nos une y no, en lo que nos separa

-Aplicar siempre la empatía

-Vivir siempre agradecido

-No preocuparse más de lo necesario

-No estancarte en el pasado

-Ni adelantarte a un futuro que aún no llega

-Vivir solo el momento “presente"

-No ser tan perfeccionista

-Salir de la zona de confort

-Aprender "Amar"

-Dar ayuda al necesitado

-Alejarse de las personas toxicas






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Orlanda Torres. Nacida en Guayaquil – Ecuador

-Estudios en Miami Dade College – 2006 (Certificado de Child Development Associate Equivalency)

-Estudios en Atlantic International University – Hawai. 2017- (Bachelor of Science Psychology)

Psicóloga, Escritora, Motivadora, Conferencista Motivacional, ZenCoach

Obra realizada: Autora de los libros: “Volando en Solitario” 2015 – Guayaquil, Ecuador

“Los símbolos del amanecer” 2020 - USA

Publicaciones:

Revista Sapo – Santiago de Chile – 2016

-La Estancia en el Paraíso de los Sueños

-Relación de Pareja y su gran Desafío

-Es la Felicidad una Elección

-Ser Mujer

Revista Digital

Zafiro Magazine (temas mensuales)

Entrevistas en Radio – Miami, Florida

-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123 Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”

-La Meca Radio: Obra literaria “Volando en Solitario”

Escribe semanalmente en el blog: Gaspar, El Lugareño de Joaquín Estrada - Montalván

-Conductora del programa radial “TIEMPO DE VIVIR “a través de Latino Radio TV Oficial

Conferencias realizadas:

-¿Cómo aprender a ser feliz?- Guayaquil, Ecuador- 2018

-La Inteligencia Emocional en la Relación de Pareja, Guayaquil, Ecuador- 2018

La Influencia de la tecnología en las Relaciones Familiares, Guayaquil, Ecuador- 2019

-Florida National University – Podcast – Un día con Bereshit la silla VIP – Sobre la obra » Volando en Solitario»

-Florida National University- Cómo aprender a ser feliz? Un día con Bereshit

-Entrevista en el programa SI SE PUEDE con Julissa Avendaño - Ser feliz a pesar de los obstáculos

-Entrevista en el programa SABER QUE SE PUEDE con Raysa López sobre mi Obra literaria “Volando en Solitario “

Participación en Eventos:

-Panelista en los Foros literarios “Books and Books”- Coral Gables

-Participación en el Primer Encuentro de Escritores «Misión Gratitud» – Barnes & Noble

-Participación en el Hispanic Heritage Book Fair, Miami – Mi libro Hispano – 2019

-Participación en la 4ta Feria Mi libro Hispano por la Editorial Voces de hoy

- Participación en la 38 edición de la Feria Internacional del Libro de Miami en Wolfson Campus del Miami Dade College

Administradora:

-Programa AMO

Asistencia- Motivación y Orientación

Un programa que facilita ayuda Integral de forma individual y grupal para mejorar la calidad de vida hacia un camino de bienestar y prosperidad y devolverle al ser humano la esperanza y la motivación por la vida y ser feliz

Redes Sociales:

Fb: Orlanda Torres

Fb: Tiempo de Vivir Orlanda Torres

IG: orlanda.torres.3

IG: amo.orlanda_torres

Página que administra :

Friday, January 28, 2022

Un parque, un homenaje: peripecias y abandono. (por Desiderio Borroto Jr.)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, dedicada a Guáimaro, a cargo del historiador Desiderio Borroto Jr.

Estado actual del Parque de las Madres
Se aprecia la base del monumento que se espera 
desde el año 1949.
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El segundo domingo de mayo del año 1949 un grupo de personas convocados por el Colegio Médico de Guáimaro conducido entonces por el Dr. René Madán depositaron la primera piedra para levantar el Parque de las Madres del pueblo para rendirle desde ese sitio un homenaje a todas las madres guaimareñas. Con el objetivo de realizar las obras se convocó a una colecta pública, se imprimieron los bonos de constancia de la contribución. Se echaron los cimientos del área del parque que ocuparía la bifurcación de la calle Martí y la carretera central oeste por esa época casi en límite del pueblo.


Trascurrido algún tiempo un muy joven corresponsal de prensa guaimareño denuncia a través de las páginas del periódico “Avance” que era un bochorno que el Colegio Médico de Guáimaro abandonara el proyecto del Parque de Las Madres de Guáimaro después de haber recaudado mediante bonos el dinero para su ejecución, en incidente trajo un polémica que fue aclarado por el Colegio Médico y que también apareció en la prensa, la realidad fue que la recaudación sólo había cubierto los gastos de los cimientos pero aún sin concluir ya para los guaimareños ese era el Parque de Las Madres que comenzó a dormir el sueño de su conclusión y colocación de la escultura alegórica.

Invitación del Colegio Médico de Guáimaro,
para colaborar con el proyecto
del Parque de las Madres.
 (Cortesía de José Ramón Cuquejo)
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Bono para la financiación del parque
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Los años pasaron raudos y el espacio seguí allí, esperando, luego se colocaron unos bancos, se construyeron las aceras y se manejaron ideas, los masones pretendieron colocar la escultura y no fue posible, en la década del noventa cuando en la antigua gasolinera que sigue al espacio del pretendido parque se convirtió en Servi-CUPE, se levantó el pedestal para colocar la ansiada escultura, algunos artistas como Carlos Gondres realizaron diseños para la pieza y tampoco fructificaron, el espacio de la escultura alegórica sólo tiene allí el pedestal, esperando como Penélope, el sitio sigue siendo para los guaimareños el Parque de Las Madres, es un hito en la ciudad, un punto de referencia citadino, lugar desde donde partes desfiles, peregrinaciones pero le falta la imagen del símbolo físico pero tiene el reconocimiento simbólico en algo que es más íntimo de los habitantes de la ciudad, está fijado, atado en el imaginario de sus gente, y eso cuenta y debe contar.


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Desiderio Borroto Jr. (Guáimaro 1961) Licenciado en Historia por la Universidad de Oriente y Master en Cultura Latinoamericana por la Universidad de las Artes en Cuba. Historiador, escritor, guionista radial y curador. Ha obtenido varios Premios y reconocimientos por su obra como investigador histórico y escritor.

Tiene publicado varios libros, entre ellos Abrazado sobre la Tierra (1996), El Guajiro Barba (2001), Historia de Guáimaro: Época colonial (2003), Historia de Guáimaro: República y Revolución (2005), La Vista Gorda (2007), ensayos, entrevistas y artículos han aparecido en colecciones y antologías como: Cien años con Soler Puig (2016), Calixto García la nobleza de servir a la Patria (2018), Cuando la luz del mundo crece: Sesquicentenario de la Asamblea de Guáimaro (1869-2019) (2019). También publicaciones suyas ocupan páginas de los Cuadernos Principeños, Revista Antena, Revista Santiago, Revista Viña Joven. Además de antologías y revistas de España, Uruguay e Israel.

Estaciones (un poema de Thelma Delgado)





Llegó el verano sin ti, y
El sol quemó mi risa,
Llegó el otoño sin ti, y
Mi esperanza se hizo trizas.
De invierno se vistió mi alma
Desde el día que te fuiste, pero
Mañana, cuando ya no esté triste
Me vestiré de primavera.




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Thursday, January 27, 2022

Un libro, una muchacha, una calle sin mar (por Manuel Vázquez Portal)

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Con los ojos del tiempo / se mira de otro modo, ha escrito en un poema y volcado sobre mí toda la crudeza que supone comprender que, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Me ha estremecido la certeza de que hayan transcurrido treinta y cinco años y ella y yo deambulemos extraviados por unas calles que no nos pertenecen, que no les pertenecemos.

Cuando la conocí era flaca y asmática / entera me cabía en medio abrazo. La llevaba a un parque con pérgolas y flores hasta donde nos llegaba el aroma del mar y le leía poemas desastrosos que ella creía geniales. Le contaba mis dudas sobre tantas promesas de horizontes y ella me curaba con pócimas de aliento. Jugábamos a la felicidad sin descalabros.

Pero el tiempo pasó. Dejaron cicatrices los veranos. Ella rompió el hechizo de héroes y proezas que le alelaba el alma. Se lanzó del trapecio sin otra protección que sus alas de sueños y comprendió el valor de la brújula propia. Al mirarse al espejo se descubrió ella misma pero ya sin las riendas que pretendían domarla. Fue entonces que el mirar se hizo más penetrante, la palabra más sabia. Escribió sin sentir que cumplía un edicto. Nació su libro de poemas En una calle sin mar y el amigo Amir Valle me lo ha enviado para darme el privilegio de ser de los primeros transeúntes que la crucen.

Como es sabido, todo libro de poesía es un libro de historia. Narra el lado que se le rasga al tiempo. Cuenta el transcurrir por la existencia. Revuelca escondrijos de la memoria. Revive pies de antaño con que se tramontaron los azares. Vitorea y llora. Enaltece y fustiga. Deja otra muesca que, en cierto modo, alivie del olvido porque

El tiempo desdibuja los rasgos
la belleza posible del pasado
y el cada vez más corto
fulgor de los futuros.

No puede el poeta, aunque lo pretenda, ya por estrictas normas de pureza estética, ya por desentendimiento voluntario del entorno, desasirse de sus circunstancias, olvidarse de su lenguaje epocal, desdibujarse del paisaje que lo incluye, apartarse de la multitud que lo acompaña y, entonces, sus versos se transfiguran en historia, a veces, más veraz que esos tratados pletóricos de nombres, de sucesos y fechas.

Tal es el caso de En una calle sin mar, la historia de una muchacha que prefirió el hatillo al hombro y los caminos, sin otra compañía que un corazón cerril y un manojillo de contradicciones finalmente resueltas. Una muchacha colmada de virginidades que fue perdiendo su candor a medida que desgarraba disfraces de monstruos travestidos de salvadores y escapaba de la falaz felicidad de la inocencia. La historia de un museo interior donde se atesoran porvenires que no llegaron, verdades que no eran, entregas inútiles. Historia personal que se hace múltiple porque discurre con entereza y autenticidad.

Era feliz
con mi único jeans agonizante
capaz de ir solo
a la universidad o al cine.
Sudando hasta el desmayo
le arrancaba calabazas a las piedras…

En una calle sin mar es el friso minucioso, esculpido por una mano que lo padeció, de escaramuzas transformadas en epopeyas legendarias, de temerarios guerrilleros devenidos ínclitos próceres de románticas gestas, de una isla que en su ambición de faro convirtió en sombras errantes a millones de sus hijos. Una isla donde los supuestos

creadores del amanecer
eran ya sepultureros a la noche,
ebrios de tener la razón a toda costa,
y no cualquier razón,
sino la razón única.

Una isla que, a pesar de sus calles con baches, sus barrios macilentos, ancianos con medallas de guerras e inútiles pensiones, ollas famélicas, ruinosa arquitectura, costas con barrotes, se idealiza en la distancia y se transforma en duende acompañante o en la forma que la luz se entiende con el polvo, y que al abandonarla habita en cada descarriado por nieves y desiertos, hasta, muy a pesar suyo.

La muchacha de esta historia, de este libro, de esta poesía se llama Lidia Señarís Ceja, por más señas, poeta, graduada de periodismo, desterrada por cuenta propia, experta en utopías rotas y convaleciente de una distopia poco curable con peroratas de moda, socialismos de caviar u otras ofertas quiméricas. La historia de una muchacha que, exponiendo sus huesos “al garrote vil” de los discursos promisores y manuales de estricto cumplimiento, aprendió que ningún sistema político salva de su naufragio interior al ser humano, y que fatigada, pero sin odios, clama:

No me tienten
una vez más
con las eternas causas perdidas
y mucho menos
con la letanía rancia
de las pálidas causas en boga
No me fabriquen
la estatura exacta
y la quimera correcta
No me digan
por dónde puedo hacerme añicos
ni en qué pulcras condiciones
está permitida la agonía.

En una calle sin mar (calvario para cualquiera nacido en La Habana) es, además, la historia de una ciudad que se ahoga, se muere a pedacitos, se difumina en el recuerdo, y la muchacha que una vez la habitó trata de redimir, aunque sea con versos de amor nacidos de la ausencia. Y es que Lidia Señarís puede andar por Madrid o Cracovia, por Asturias o Londres, pero siempre será la muchacha que, en una calle de Marianao, sobre una chivichana de confección casera dejó la piel de las rodillas y dijo a su padre que solo quería ser esa niña que se durmiera entre tus brazos.

Desde el punto de vista formal, En una calle sin mar es el retrato fiel de quien lo escribe: Lidia Señarís, con pelos y señales. No hay maquillajes suntuosos ni cirugías cosméticas que finjan otra estampa ni en ella ni en sus versos. Sus versos van “de su corazón a sus asuntos” sin colgaduras espurias ni ropajes prestados.

Su andamiaje metafórico parte de la comunicación sencilla de los objetos poéticos sin decires plañideros ni poses heroicas. No quiere deslumbrar, quiere dejar dicho. Y lo hace sin aspavientos ni oropeles semánticos, con una voz adulta, mesurada y propia, que no salió a buscar ismos de moda ni influencias paternalistas, una voz que resuena en cada texto con esa serenidad que brinda haber leído con voracidad, haber vivido con hambres insaciables, haber sufrido sin escoltas. Una voz distanciada de retruécanos vacíos o sinestesias traídas por las greñas.

Sus versos son de una hermenéutica simple cuyos símbolos, ya a nivel sensorial, ya racional, se hacen visibles al solo tropezarlos. Versos que no requieren de una descodificación intelectualizada sino de una complicidad sentimental que los torna propios de cada transeúnte que los traspone. Versos que llegan con esa “difícil sencillez” a que, antaño, convocaba Azorín.

Dividido en tres cuadernillos temáticos, En una calle sin mar alcanza su unidad estilística por medio del sostenido tono de su sujeto lírico, no importa si el asunto es el amor carnal, la decepción ideológica, el derrumbe de un mito o una noche de apagón y parranda. Nada altera el ritmo acompasado y limpio de sus sonoridades sin rebuscamientos lexicales u otros artificios de dudosa eficacia. El libro avanza desenfadadamente con un lenguaje asequible y pulcro y, a ratos, hasta se atreve a retozar con el habla popular para dejar saber que el yo poético, entiéndase Lidia Senarís, no pretende más que comunicarse de la forma más humana que conoce: juntar cuatros palabras que le martillaban el estómago, y decirlas sin ambiciones y sin miedos.


He aquí los poemas de Lidia.




El sueño de la razón


El sueño de la razón
produce monstruos;
no lo supimos por internet sino por Goya,
por sus lienzos colgados de los siglos,
irónicamente lúcidos,
desgarrados,
exactamente como nosotros
en esa estación sin equipajes
un poco más allá de la utopía.
En esa estación ausente de certezas
volvíamos a ser la isla a la deriva,
el naufragio
de dónde está mi tabla
y sálvese el que pueda.
Los creadores del amanecer
eran ya sepultureros a la noche,
ebrios de tener la razón a toda costa,
y no cualquier razón,
sino la razón única.
Y así, de repente,
sin que lo registrase ningún censo,
teníamos demografía de monstruos para repartir.
Según nos prometieron,
el porvenir sería luminoso.
Entonces desfilamos
con el orgullo del deber cumplido
(así se decía entonces).
También desfilaron los años con sus décadas.
La vida se nos fue llenando de pasados.
Y el día llegó en que murmuramos,
avergonzados de nuestra debilidad
de hueso y carne,
con los herejes dientes apretados,
la pregunta inevitable.
No puede ser traidora una pregunta simple,
o dos, incluso.
Indagar, por ejemplo,
como si se tratara de una casa o de un cine:
- ¿Dónde está el porvenir?
- ¿Alguien sabe por fin dónde quedaba?




Era...

«Un pueblo se hace y se deshace
dejando los testimonios».
Virgilio Piñera.


Yo era una pionera
con pañoleta de algodón al cuello
que entonces parecía de seda.
Era una buena niña
que hacía sin falta sus deberes,
echaba flores a Camilo,
le decía al Ché
que sin ninguna duda
los pioneros por el comunismo
seríamos como él.

Yo era tierna,
como esos espárragos
que se perdieron para siempre del mercado,
como las manzanas
que sólo conocí en libros de cuentos.
Hecha de sueños era,
como aquellos manjares exquisitos
de las descargas nostálgicas de abuelo
cuando le daba por recordar
que «antes» había esto y lo otro...

Ingenua era,
¡cómo ocultarlo!
No conocí los bajos fondos
que acechaban los pies del hombre nuevo,
y hasta mi asma
me inspiraba
un cierto orgullo guevariano.
Pensaba
que era una gota más en el torrente
de la dialéctica tropical que nos creíamos
y que el famoso mundo nuevo y justo
nosotros de verdad lo estábamos forjando.
(Nótese que los verbos
eran entonces un poco metalúrgicos).
Disciplinada yo leía al gran Vladimir
y a Marx,
quien tanto amargó a Engels,
y me repetía encantada
que el proletariado sería siempre bondadoso
y desinteresadamente justo,
vaya, digamos que divino.

Era feliz
con mi único jeans agonizante
capaz de ir solo
a la universidad o al cine.
Sudando hasta el desmayo
le arrancaba calabazas a las piedras,
fustigaba malas hierbas que morían
casi al mismo tiempo que mis manos.
Soltaba chorros de energía,
como una locomotora de película,
en cada trabajo voluntario de domingo.
(El poder calórico del chícharo,
ese pellejudo hijastro del guisante,
merece muy bien un monumento).

En fin,
para decirlo breve:
Era feliz, podría jurarlo.
No me sentía tornillo…
todavía.



A mi hermano menor

«Sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
Más abajo, más abajo y el mar picando en sus espaldas».

Virgilio Piñera.



Perseguías tu Ítaca con nombre de Miami.
Ellos dicen ahora
que sólo eras
otro trasnochado buscador de oro,
engañado por coplas de argonautas cercanos
Pero no me lo creo.
Yo sé que perseguías
el horizonte abolido de tu isla
abandonar
el círculo de los desventurados colectivos
condenados
a decretos, discursos, picadillo de soja
y dementes uniformes mentales.
O quizás tan sólo reclamabas tu derecho
a esa humana incertidumbre
que nos hace tercos sutilmente únicos.
No podría decir cuál era tu Dorado
— si lo había—
Sólo sé cuál no era.
De todos modos,
qué puede importar a estas alturas,
si no verás ya las luces de la ciudad prometida.

Y heme aquí,
sin máquina del tiempo para cambiar la historia,
imaginando tus ojos sonrientes,
—habitados de asombro y de salitre—
cerrarse entre las olas en el último instante.
Tu cuerpo pleno, joven,
borrado a dentelladas de oscuros tiburones,
alimentando el mar que tanto amamos.
Alguno que otro día
no encuentro absolución ni sueño:
me duelen tus pulmones anegados
la noche en que no te salvé.
Que nadie me consuele ni me entienda,
que todos acallen sus diatribas
y sus golpes masculinos de pecho:
sin pan me como la culpa que me toca.



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LIDIA SEÑARÍS CEJAS (La Habana, 1966). Periodista, editora, diseñadora gráfica editorial y consultora en comunicación, oficios que ha ejercido en Cuba, México, Estados Unidos, Chile y, por último, en España, tierra de sus abuelos, donde reside desde 2001, año en que ganó el Premio Internacional de Poesía Julio Tovar, por su cuaderno Sin isla, publicado en Santa Cruz de Tenerife en 2002. Fundadora y directora de la agencia LScomunicación, con sede en Madrid y colaboradores en los sitios más recónditos, ha publicado en España en las dos últimas décadas numerosos libros sobre el universo de la Comunicación, los Derechos Humanos y la deslegitimación social del terrorismo, tres de sus particulares obsesiones, junto con la divulgación científica. Es también editora jefa de las revistas españolas Andalupaz (desde 2007) y Construyendo Sociedad (desde 2016). Colabora, además, con diversas colecciones de no ficción de la prestigiosa editorial Anaya, como correctora de estilo y traductora. Pero cuando el periodismo y la prosa no le bastan, la poesía es su último refugio, la mejor calle —con mar o sin mar— desde la que atisbar el mundo.

Carlota Vidaud (por Marta L. Carbonell)


Carlotica para mí fue una mujer santa, no santurrona, siempre se adelantó a su tiempo. Lectora incansable siempre al día en cuestiones sociales y teológicas.

Muy preocupada por la juventud. Dios quiso que viviera con su madre frente al Instituto y esto le daba la oportunidad de acercarse e invitar a todos los jóvenes que conocía a participar de cuanto evento tenía noticia a nivel nacional e internacional en los cuales, según ella, debíamos participar. Así fuimos a la Asamblea de Pax Romana en La Habana representando a la JEC, Juventud Estudiantil Católica.

Nos facilitaba libros y revistas, como Paris Match a la que estaba suscrita. Puede decirse que el francés era sus primera lengua ya que era la que siempre hablaba con su madre.

Divertidisima, caminaba mucho y muy rápido. Su cabello era muy fino y lacio. Era imposible que se viera despeinada pero siempre cargaba un peinecito y lo usaba frecuentemente. Tenía los ojos azules y se pintaba a diario. No puedo decir que se ‘maquillara’ porque se daba unos brochazos y listo.

Muy fiel a la Iglesia, asistía a Misa a diario, sin dejar por eso de cuestionar la posición de la jerarquía en diversos asuntos. Estuvo en Roma alguna vez. Conocía y ayudaba a todo el mundo sin alardes.

La detuvieron por colaborar con el MRAP y la sancionaron a 2 años de reclusión domiciliaria en la causa 51 de 1971. Esta causa se conoció popularmente como la causa de los católicos.

A pesar de muchos intentos de amigos y familiares, Carlotica se negó a salir de Cuba donde permaneció hasta su muerte el 21 de enero de 2021.



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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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