Que una agrupación teatral llegue a una década de vida en estos tiempos, donde los conceptos de arte y cultura son tan cuestionables, es todo un éxito. Tal es el caso de Antiheroes Project, organización fundada y dirigida por el teatrista cubano José Manuel Domínguez, quien ha tenido muy claro el objetivo de su labor en todo este tiempo, poniendo su empeño en realizar una obra dotada de valores dirigidos a la búsqueda de aquellos elementos que hacen del arte una necesidad para alimentar el espíritu.
Si a todo este tesón, sumamos el esfuerzo físico personal del propio Domínguez, actor que cursó estudios en el Instituto Superior de Arte en Cuba, quien por algún tiempo perteneció a la conocida agrupación habanera, Teatro El Público y que a pocos a años de iniciar su carrera profesional sufrió la pedida total de la visión, tenemos que afirmar de manera categórica, que estamos en presencia de un artista al cual el amor por lo que hace le nace de lo profundo de cada fibra de su ser. Jose -sin acento- como todos los conocidos suelen llamarle, brega no solo por el teatro, que es su objetivo primero, sino por la integración de todas las ramas de la cultura y eso se hace notorio en la organización de eventos donde la literatura, la música y las artes plásticas pueden darse las manos con el siempre imprescindible teatro.
Su labor se refunde no solo entre la actuación y la dirección, sino también a través de la enseñanza, la orientación, la guía hacia aquellas persona con su misma condición física, para integrarlas en el mundo cultural, no solo como públicos, sino como partícipes del propio hecho artístico. Domínguez es un motivador, su optimismo contagia y fácilmente suma a su causa a todo aquel que le rodee.
Para celebrar esta década de trabajo ininterrumpido, entre otras actividades organizadas también, que mejor que regresar a las tablas nuevamente en su condición de director para entregarnos la puesta de la obra “Mariposas después de la lluvia” del dramaturgo argentino Rafael Nofal, de quien con anterioridad Antiheroes Project produjo, bajo la dirección de Fernando Goicochea, “EL tiempo de las mandarinas”, en el año 2017, por lo que la poética del autor no es desconocida para el director, ofreciéndole a éste la oportunidad de trabajar de manera distendida con el texto.
Rafael Nofal, como ya dijimos, es un destacado dramaturgo y director teatral argentino, oriundo de la provincia de Santiago del Estero, el cual ha desarrollado su carrera entre su ciudad natal y Tucumán, donde además ha sido director del teatro de la Universidad de Santiago del Estero, profesor adjunto de la cátedra de Dirección Teatral de la Universidad de Tucumán e investigador teatral con varios libros publicados. Su obra está inmersa en hechos ocurridos dentro de nuestra cotidianidad, tratados a través del lente del autor que los enmarca en un lenguaje y acontecer cargado de poesía. Sus personajes son reales y al mismo tiempo se convierten en metáforas del propio ser humano y sus avatares, lo que queda claramente plasmado en esta obra que nos ha llevado al teatro.
“Mariposa después de la lluvia”, se vale de una situación real acontecida en el país austral, la llamada ‘guerra de las Malvinas’, hecho impertinente entre dos naciones, que como siempre sesgó la vida de seres humanos ajenos a los conflictos del poder; pero es de ese acontecimiento particular de donde el director de la presente puesta se nutre para ir más allá del mismo y sobreponerlo a realidades similares ocurridas en su país, Cuba, donde hombres también han sido enviados a morir a guerras que no les pertenecen, en nombre del tan manipulado concepto de Patria.
Los personajes de esta obra, solo dos, Ella, a cargo de Grettel Trujillo y Jorge, en manos del actor Joel Sotolongo, formarán una dupla que viven un mundo interior, al margen de la realidad que los rodea, ambos son seres que aman y sufren por el ser amado, ella a través de una espera, que dura ya veinte años, llevándola a la pérdida de la razón y él hacia el despecho frente a un frustrado amor. En este duo inusual, será la parte femenina quien lleva el control de la acción, determinando las reacciones del otro, es ella, la que ha enloquecido por amor, quien le muestra a él, de manera lógica, las armas y forma de luchar por su amor. Ella quien es toda esperanza, a la cual se aferra con todas sus fuerzas, arrastra en su violenta lucha al joven que se cree derrotado ante el revés amoroso.
Es interesante como el autor enfrenta en esta batalla por mantener vivo el amor a dos personajes tan diferentes, la mujer que ha esperado a su esposo obligado a ir a una guerra de la cual no se siente parte y a un joven gay que se derrumba ante la infidelidad de quien ha sido un amor ocasional, tema este último, que aunque sobredimensionado en ocasiones o mal tratado en otras, adquiere ahora una dimensión más normalmente humana, aunque no deja de mostrar a la persona homosexual de la manera esquemática con que habitualmente se le mira, lo que hace preguntarnos el por qué de esta tan maniquea y absurda visión. Esta lamentable mirada le resta al texto la posibilidad de abordar dicha parte del conflicto desde una concepción aún más humana y realista.
Con respecto al trabajo de los actores, está de más decir que Grettel Trujillo aborda el suyo con la acostumbrada fuera temperamental que la actriz posee, sabiéndolo dosificar adecuadamente a través de todo su camino con el personaje. Poseedora esta actriz de una formidable voz y de una técnica vocal perfecta, permite escuchar con claridad cada palabra, así como apreciar todos los matices e intensiones que ofrece su texto. Su andar sobre el escenario se convierte por momentos en un vuelo, tal parece su ligero andar. La actriz sabe asumir las transiciones de manera orgánica, trasladándose desde una actuar poético hacia otro realista sin esfuerzo aparente.
Presenciar el trabajo de esta actriz siempre ha sido un hecho de disfrute máximo, desde sus ya lejanos tiempos de Teatro en las Nubes, agrupación teatral cubana donde diérase a conocer al gran público, desde sus comienzos su potente voz y fuerte personalidad escénica han marcado el trabajo de dicha actriz, para la que cualquier personaje se convierte en un reto no solo de vida sino de disfrute, quedando plasmado en su desempeño tanto sobre las tablas o en el cine. La organicidad con que la actriz enfrenta cada uno de sus papeles, grandes o pequeños, no deja indiferente a ningún director ni al público que disfruta de su trabajo, haciéndolo patente una vez más en esta oportunidad, donde su entrega al personaje es total.
Joel Sotolongo, actor cubano también, formó parte de las huestes del muy conocido Teatro El Público, es el segundo elemento en esta pieza teatral, encargado de asumir el personaje gay. Su trabajo no resulta del todo orgánico, debido a que por momentos sus textos no llegan a sonar creíbles, dando la impresión de estar frente a un actor con un texto bien aprehendido, pero el cual no ha sido interiorizad realamente. Por instantes su falta de emociones es evidente, quedándose en una exposición fría de sus parlamentos. Tal vez atente contra su desempeño actoral el propio texto, con la manera en que el autor concibió a dicho personaje y por ende en el trabajo de dirección que se atiene a seguir los pasos marcados por lo escrito por el dramaturgo sin entrar ha hacer de este personaje un seer sin tantos artificios y esquemas.
La dirección de esta puesta en escena ha corrido a cuatro manos bajo la mirada de José Manuel Domínguez y Micheline Calvet, conocida actriz cubana de larga trayectoria sobre las tablas, quienes ofrecen un espectáculo hermoso visualmente, con un adecuada dinámica en el movimiento de los actores, a la vez que un sencillo, pero bien marcado, concepto espacial. Un aspecto que no entendimos por más que tratamos de buscarle explicación alguna, fue el cambio de vestuario en el actor, por uno escocés. Pura extravagancia por ser gay el personaje? Si así fue, se refuerza nuestro problema con la concepción de dicho personaje. Otro aspecto a tener en cuenta por la dirección, es el desbalance en cuanto al trabajo actoral, que en el caso de una obra como esta, compuesta por dos actores solamente, no se puede permitir de ninguna manera y que tal vez con un poco más de precisión desde la dirección hubiera podido enmendarse.
No obstante estas acotaciones, con “Mariposas después de la lluvia”, una obra que es un canto al amor y una muestra de que cualquier tipo de lucha por él es aceptable, Antiheroes Project suma puntos a su exitosa trayectoria en esta década de un fuerte y comprometido trabajo con el teatro en nuestra ciudad, aportando diversidad conceptual al tan siempre complejo mundo de las tablas.
Lleguen nuestras felicitaciones a José Manuel Dominguejo por su constante trabajo y por no cejar en su esfuerzo, que a diez años ha dado muestra de producir magníficos frutos.
Texto:Wilfredo A. Ramos
Fotos: Fotos: Elizabet San Miguel
Abril 2, 2022