Durante el 36 Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami se realizó el estreno mundial de la obra Mejor me callo, de la autoría de Abel González Melo, por TEATRO AVANTE, dirigida por Mario Ernesto Sánchez, en el Carnival Studio del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts.
Abel González Melo
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Esta es la séptima puesta que veo y reseño del prolífico dramaturgo cubano Abel González Melo, antecedida por Chamaco, Nevada, Talco, Bayamesa, En ningún lugar del mundo y Ubú Pandemia, y lo primero que me viene a la mente es lo que dijo la inolvidable Rosita Fornés en el documental Mis tres vidas: “Uno es tan bueno como lo último que hizo”, pero para contradecirla, pues, aunque Mejor me callo no le hace verdadera justicia a su autor –sin considerarla fallida, aclaro–, bastan todas esas que le preceden para ratificarlo como nuestro más talentoso escritor teatral.
No me ha sido nada fácil escribir esta reseña –que confieso que me tuvo en el dilema de hacerle caso al título–, pero sopesé que mi silencio podía ser interpretado precisamente como que no me gustó nada, lo cual no es cierto, pues todas las actuaciones me parecieron muy acertadas, así como la dirección de Mario Ernesto y el diseño de la escenografía y el vestuario de la exquisita dupla que conforman Jorge Noa y Pedro Balmaseda.
Elsa y Anastasio
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No es la primera vez que de una obra elogio las actuaciones y me decepciona su texto, como es en este caso, que, paradójicamente, tiene parlamentos interesantes y hasta agudos en medio de una historia tan pueril, aparentemente como un guiño a Moliere a los 4 siglos de su nacimiento, pero sin su elevación.
“Hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar”, como es sabido, y no basta con aligerar en tono de farsa un conflicto tan serio y penoso como el del obnubilado Gonzalo con el oportunista Anastasio, o la relación lésbica escondida de su hija Marta con la secretaria Cristina, para conseguir risas de los espectadores, que en la función a la que asistí no escuché muchas y casi ni las provocó en mí.
"A lo mejor, en medio de todo lo que está pasando en esta empresa, de toda la locura que hay aquí dentro y de los miles de problemas a resolver cada día, en medio de un mundo que se cae a pedazos entre epidemias y guerras, yo siempre pienso en ti", le dice la enamorada Cristina a Marta.
Continúo citando otros parlamentos que contrastan con la ligereza dada a la trama:
"¿En realidad hacen falta afeites y arreboles con los que pretender ser otros ante el mundo?"
"De tanto vivir entre cosméticos, el maquillaje ha pasado a convertirse en nuestro primer rostro".
"El maquillaje no sirve para encubrir nada serio. Potencia un matiz, ajusta un detalle. Nos acompaña en la perplejidad del viaje de la vida. Pero no hay virtud o escarnio, por muy maquillados que se presenten, que puedan esconderse a la sagacidad del ojo humano".
A propósito de dichos “profundos” parlamentos, es admirable cómo todos los actores los pudieron memorizar y actuar sin fallo alguno en la función a la que asistí, por lo que no hubiera sido justo callar ante Mejor me callo, por considerar mal tratado –y maltratado– su argumento, por la dicotomía entre la seriedad de los conflictos y la puerilidad con que fueron tratados por el autor.
Y como abordar con humor esta tragedia del despojo hecho a la familia dueña de Cosméticos París por parte de Anastasio era el objetivo de la celebración preparada por Abel para el happy birthday de Moliere, voy a hacer pausa en mi “molienda” para por lo menos degustar la sabrosa cajita del brindis: las excelentes actuaciones.
Andy Barbosa como Anastasio
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El cake: Andy Barbosa como Anastasio, nada empalagoso.
Yani Martín como Marta
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Las croqueticas: Yani Martín como Marta e Ysmercy Salomón como Cristina, tampoco sin mucho “pegoste” ni “pasadas”.
Alina Interián como Elsa
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La ensalada: Alina Interián, como Elsa, con todos los ingredientes de alta cocina como para una gran boda, léase clase, mesura y elegancia.
Julio Rodríguez como Gonzalo
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El pan con pasta: Julio Rodríguez, como el inefable Gonzalo, al centro de la cajita, con la pasta adecuada como siempre.
La cajita: Maité Abreu, como la señora Peral, la madre de Gonzalo, real, nada “acartonada”.
Parecido a lo que ya hizo en Bayamesa, Abel utilizó el recurso del “rompimiento” para que los actores comentaran la obra, pero desde sus propios personajes, sin salirse de ellos, algo diferente que me pareció bastante justificado, al hacer énfasis en la necesidad de incluir temas poco tratados como el de la relación amorosa entre dos mujeres.
Marta y Cristina
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Para finalizar esta difícil reseña, no debo dejar de mencionar la adecuada iluminación de la mano maestra de Ernesto Padilla, y la banda sonora de lujo –como ya nos tiene acostumbrados– de Mike Porcel.
Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 5 de agosto de 2022.
Fotos/Julio de la Nuez