La ya tradicional y esperada inclusión de esta Gala de Danza Moderna y Contemporánea dentro de la programación de esta prestigiosa fiesta del ballet y la danza en los Estados Unidos, es uno de sus más grandes logros, pues su fundador, el maestro Pedro Pablo Peña (E.P.D), desde sus inicios, tuvo el gran cierto de convocar a las compañías y bailarines que apuestan por proposiciones más innovadoras, para que el público miamense no se viera limitado solo a ver el repertorio más clásico y tradicional.
El Amaturo Broward Center for the Performing Arts de Fort Lauderdale fue el tercer escenario donde se ofreció esta atractiva gala, el domingo 7 de agosto de 2022, en horas de la tarde.
La función comenzó con Convergence of Pathways/Convergencia de caminos, coreografía y diseño de vestuario de Craig Davidson, luces del mismo junto con Salvatore Scollo, y música de Ludwig Beethoven, presentada por la renovadora Arles Youth Ballet Company/Compañía Ballet Joven de Arlés, Francia, cuyo director artístico es Norton Fantinel; bailada por los excelentes bailarines Diana Brandao, Sofia Sulpizi, Lola Arnaud, Tess Sheppard, Hiyori Ushikubo, Hannah Tokely, Gianluca Bianconcini, Maxence Devaux y Ugo Frediani.
Antes de detallar la presentación como tal, me alegra enormemente que en el país considerado como la cuna de la primera escuela de danza del mundo: la Académie Royale de Musique, en la Ópera de París, creada por el rey Luis XIV en 1661, haya surgido y se mantenga una compañía con bailarines tan jóvenes, que con su pasión honran ese gran legado de Francia, pero sin el “polvo” del siglo XVII.
Y sí, completamente “desempolvados”, la juvenil troupé se desplazó por el escenario cual una fluida cascada de dúos, sextetos, tríos, solos y parejas; en fin, variadas composiciones grupales para danzar la hermosa música de Beethoven, que culminaron con un adagio como al inicio.
Diana Brandao y Maxence Devaux en Convergencia de caminos.
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Después de estos “espumeantes” jóvenes bailarines franceses, Ballet Inc, de Nueva York, con Aaron Atkins como director artístico, trajo a escena a Alexa Goldberg y al propio Aaron Atkins, para danzar El Toro, con música de Edith Piaf (La vie en rose, pero cantada por un hombre) & Lhasa de Sela y una intrigante coreografía también de Atkins.
¿Intrigante por qué?, se preguntará el lector, y yo lo argumento con que hay un escarceo, un juego sensual y muy erótico en los danzantes, tanto en sus respectivos solos como en pareja, que no deja claro quién es el toro y quién el torero –o la torera–, como muchas veces sucede en la vida real con los amantes.
Alexa Goldberg y Aaron Atkins en El Toro
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Y muy en sintonía con el tema de la inmigración que a tantos nos compete, sea del lado en que nos encontremos, Stephanie Bejarano, de la Compañía Colombiana de Ballet, bajo la dirección artística de José Manuel Ghiso, salió a defender Aquel día, con la infaltable maleta de toda fuga como partenaire; coreografía de Felipe Nuñez y música de Andrés Peláez, con Arlai González como regisseur, en la que Stephanie logró con su interpretación reflejar los variados matices del drama del que parte, léase riesgo, duda, temor, vacilación, esperanza, incertidumbre, fe –y hasta prematura nostalgia.
Stephanie Bejarano en Aquel día
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Pasando ahora a un terreno donde ya “esa” maleta yace en un estante, vacía de ropa mas no de nostalgia, la Compañía Octavio de la Rosa, de Suiza, ya habitual en nuestro festival, trajo esta vez Carmen, interpretado por Camilla Colella y el propio Octavio, también directores artísticos de la compañía, con coreografía de Mauro Bigonzetti y música del multifacético De la Rosa.
Camilla Colella y Octavio de la Rosa en Carmen
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En esta inusual Carmen –porque no es ni la de Merimé/Bizet ni la de Alberto Alonso/ Bizet/ Schedrin–, esta estilizada y sensual pareja demostró por qué se han ganado el ser invitados de nuevo al festival, desde la original coreografía que trajeron –vestuario rojinegro incluido–, hasta los alardes técnicos de ambos como bailarines, en una complicidad que se rompe cuando, tras una aparente entrega en el piso, esta moderna “Carmen” lo abandona.
El Ballet Concierto Dominicano, cuyo director artístico es Carlos Veitía, acudió a continuación a “refrescar” el escenario con Espíritu de mar y vientre de tierra, con música de Bienvenido Bustamante y coreografía del propio Carlos Veitía, que Lya Gómez y Pablo Walls salieron a defender my dignamente, al punto de que dejaron muy buen sabor de boca con esa especie de paella valenciana /dominicana que “cocinaron” en el escenario, desde que Pablo arrojó su red de pesca y, tras una voltereta muy aérea, cayó “exhausto” al piso. Lya, entonces, quizás como la mujer-pez que es toda sirena (y toda femme) –¿salida de esa red? – apareció para confortarlo e integrarse ya como una sensual pareja, con excelente “partneo” por parte de Pablo, en una bella composición que terminaron abrazados en el piso. En fin, ¿quién pescó a quién?
Lya Gómez y Pablo Walls en Espíritu de mar y vientre de tierra.
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Y después de esta “pesquería sentimental” de final tan terrestre, regresó la Compañía Colombiana de Ballet –ya dijimos que con José Manuel Ghiso al mando– para ofrecernos Latente, coreografía de Collective Creation, música de Entropia Bostro Pesopeo y Arlai González como regisseur, interpretado por Stephanie Bejarano, Juan David Viveros –y la enorme falda roja de la que leerán a continuación.
Juan David, de espaldas al público, ataviado con esa mentada enorme falda roja extendida sobre el escenario, no vaciló en envolverse con ella como capa, para luego despojarse de la misma y arrastrarla hacia un lado; pienso que en un momento muy oportuno, pues apareció Stephanie en escena, y un hombre en falda –a no ser escocés o Bad Bunny– es todavía muy desconcertante para las masas.
Juan David Viveros en Latente
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Juan David Viveros en Latente
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Con la tela roja como aparente zona de confort de ambos, es ella ahora la que se la ciñe, con su hombre detrás, pero el juego de roles sigue –diría yo– “Latente”.
Le siguió Ya te olvidé, por el Ballet Concierto Dominicano (director artístico Carlos Veitía), con música de Marco Antonio Solís y coreografía de Flavio González; un solo interpretado sin tropiezos por Patricia de León, pero sin que la música ni la coreografía dieran para más.
A seguidas, el Ballet Clásico Cubano de Miami, bajo la dirección artística de Eriberto Jiménez, presentó To Zero Point (que no voy a traducir al español porque a los cubanos nos va a traer un muy mal recuerdo), con Beatriz García y Armando Brydson a cargo de defender con sumo brío su original, “descoyuntada” y sorprendente coreografía para la partitura de Arvo Part.
Beatriz García y Armando Brydson
en To Zero Point
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La pieza que prosiguió a esta juvenil pareja de cubanos me recordó una conversación que tuve con Octavio de la Rosa en una visita anterior, en la que me refirió que está abordando varias manifestaciones artísticas diferentes en sus espectáculos, y esta su Volverá la felicidad de 2022 es una muy buena muestra de ello, pues Octavio tocó el acordeón y luego bailó un tango estilizado de salón con Camilla Colella –quien, por cierto, hizo alarde de una extensión a 180 grados que no deja dudas de su reserva de posibles arabesques penchés–, con una música que también es “fruto de su inspiración”, como se decía antaño; totalmente sensuales y “emparejados”.
Camilla Colella y Octavio de la Rosa
en Volverá la felicidad.
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El Ballet Concierto Dominicano retornó a escena con Hispaniola, con música de Vangelis y coreografía del propio Carlos Veitía, dueto interpretado por Lya Gómez y Luis Pérez Ovalle, con una omnipresente tarima como apoyatura conceptual, quizás también zona de confort para ambos personajes como comenté sobre la falda roja de Latente.
Considero muy importante destacar el evidente entrenamiento de ambos bailarines, que tanto en sus solos como en acoplada pareja se pasearon por el escenario con total dominio técnico y acentuada expresividad, lo mismo sobre que desde y hacia la ¿protectora? tarima.
Lya Gómez y Luis Pérez Ovalle en Hispaniola
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Y como cierre de esta Gala de Danza Moderna y Contemporánea, los chicos de Arles Youth Ballet Company se desbordaron por el escenario para abordar –y bordar– Miniaturas, coreografía y vestuario de Julien Guérin y luces de Salvatore Scollo, con música de Johann Paul von Westhoff, Frédéric Chopin, Ludwig van Beethoven, Max Richter y Huma Utku –Wim Mertens; ballet en el que Diana Brandao, Eva Missana, Emily Sapsford, Lola Arnaud, Sofia Sulpizi, Hiyori Ushikubo, Jessica Coffey, Hannah Tokely, Javier Zotano, Gianluca Bianconcini, Matteo Ghidoli, Maxence Devaux y Ugo Frediani subieron la parada todavía más que con su Convergencia de caminos del inicio, desde el moderno pero a la vez suntuoso vestuario, hasta las composiciones de grupo, tanto de los hombres solos como en todas las combinaciones posibles, fiel reflejo de la vida real.
Arles Youth Ballet Company en Miniaturas
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Saludos finales
de todos los bailarines participantes.
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Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 14 de septiembre de 2022.
Fotos: Simon Soong