Se trata a no dudarlo de una edición muy escasa y bien cotizada entre los coleccionistas y connoisseurs de la obra de Ernest Hemingway.
Muchos indagan por ella creyéndola poder hallar en formato de libro. Pocos empero saben que vio la luz en el de una revista de tirada y prestigio inconmensurables para la época: la siempre celebrada revista Bohemia, hoy día casi un incunable, rastreable a duras penas en el fondo de algunas hemerotecas que conservan el ejemplar bajo siete celosos candados, y para los interesados, sólo disponible, si acaso, en formato digital.
El suceso ocurrió en la edición del 15 de Marzo del año 1953. Fue el propio Hemingway quien patrocinó la idea, convocando a su buen amigo Lino Novas Calvo, figura de prestigio bien ganado en lides literarias y traductivas cubanas de su época, para acometer el empeño de verterla al español.
En las palabras liminares de aquella edición, se apuntaba en la voz editorial que:
Bohemia ofrece hoy a sus lectores una gran novela. Ya ésto es decir bastante. Una gran novela no es cosa de todos los días. Importa subrayar además que es una novela cubana -como también americana y de todos los hombres. Es también una obra de todos los tiempos.Pero no queremos adelantar juicios. Solamente señalar la féliz circunstancia que nos ha permitido ofrecer por primera vez en español y en esmerada traducción (por el autor revisada y autorizada) el libro que la crítica de todo el mundo está acogiendo como uno de los más originales aciertos literarios de todas las épocas: Una obra de arte cuyo profundo sentimiento humano rebasa todas las fronteras.La circunstancia se la debemos al autor mismo. Ernest Hemingway, que en Cuba vive y ama a Cuba, ha querido en testimonio de afecto a nuestro pueblo, que fuera aquí y en Bohemia -y vaya por ello nuestra más sincera gratitud- dónde primero apareciera en español.Y dejamos ya al lector con el Viejo y con el Mar. A él dejamos también apreciar el esfuerzo editorial y periodístico que supone esta presentación extraordinaria, en una edición ordinaria de su revista Bohemia.
En la misma revista se incluye además como un efectivo suplemento, una reseña del libro que puntuaba desde la mirada del crítico, los entresijos más sugerentes de la noveleta que Hemingway había entregado a las prensas, un año antes, también en primicia editorial en otra revista, aquella vez en la norteamericana Life, y que viera la luz durante la primera semana de septiembre de 1952.
Se trataba a decir del bien enterado biógrafo Carlos Baker de un verdadero triunfo, pues Life jamás había acometido un experimento de tal tipo antes. El resultado fue avasallador.
Life vendió más de cinco millones de copias dentro de las primeras cuarenta y ocho horas. Scribner, la editorial de Papa, igualmente la sacaba de sus prensas poco después, en formato de libro.
La edición de Bohemia a no dudarlo marcaba la diferencia a la hora de promover desde el especial deseo de Hemingway, el regalar al pueblo de Cuba aquella obra que sería sin dudas consumatoria pues le merecería en sucesión los hasta entonces esquivos premios mayores para todo narrador: el norteamericano Pulitzer; y el Nobel de Literatura de la Academia Sueca.
La edición cubana se acompaña de excelentes fotos que ilustraban la narración con todo detalle. La revista Life había hecho lo mismo en la suya. Trayendo a un afamado fotógrafo: Alfred Eisenstadt(1), para acometer el proyecto. Anselmo Hernández, el viejo pescador de Cojimar, posaba en ellas en lugar del Santiago de la ficción.
No sabe este escribidor, a ciencia cierta, si acaso Bohemia hubiera usado algunas de aquellas para su particular edición, o si fueron proyectos independientes. Con suerte, alguno de mis colegas en activo, conocedores de tales intringulis, pudieran echar luz sobre este enigma.
Se han cumplido recién 70 años del suceso. Muchos fueron los lectores de aquella vez, en las páginas de la Bohemia, siempre tan popular y bien recibida en la Cuba de entonces, y en todos los ambientes culturales del continente americano.
El precedente de hacer aquella edición, traducida por encargo del propio autor y autorizada por él mismo, y a la vieja usanza, en el formato de una revista, y en una sola entrega, le marcaría a la cubana Bohemia, la sugerencia y el prestigio por doquier. Mérito que aún se le puede seguir achacando a sus editores de antaño.
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1. "Eisenstaedt contrató al pescador Anselmo Hernández de ochenta años para que subiera a la colina de Cojimar y posara como el Santiago de la ficción. Anselmo posó estoicamente soportando el calor para una foto conmovedora…" Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Scribner, NY, 1969. P. 503