Poema 18 de La patria es una naranja (Ediciones 2010, 2011, 2013) (Poesía del exilio)
18
Los cerros crecen,
lo que quiero decir es que la carne humana de los cerros crece,
desde estas ventanas en lo alto, en el suroeste de la ciudad de México,
veo cómo crecen los cerros cada día hasta el sinfín,
crecen de gentes que parecen salir del otro lado de la Tierra,
gentes que los suben como hormigas desde esta parte o desde aquella.
Quienes hayan visto la explosión del hongo nuclear
sabrán de que hablo:
los cerros de gente se expanden de gente hacia lo alto y amenazan con tragarse la línea de oxígeno
que viniera a aliviar
a los 44 millones de pulmones exhaustos del Gran Valle.
Vistas
desde aquí
las casas que todos los días suben a los cerros parecieran casitas de juguetes
parecieran sinfonías o videoclips de música pop
parecieran esas cantantes rubias que cantan por los canales estelares,
pero quienes suben a los cerros con sus casitas
son tan pobres como un quejido que ha perdido a su dueño,
sus casitas están hechas con los desperdicios de los desperdicios.
En las noches
el frío lame con sus tantas lenguas las casitas,
las ensaliva lentamente antes de tragárselas hasta la media tarde.
Todos los días esos seres envían contra las paredes de los cerros millones de
orinales con la mierda y las meadas de rigor
(esto no será hermoso, pero es la poesía)
y todos los días suben más y más y los cerros parecen el hongo nuclear a punto
de parir
y la poética y desdichada mierda que lanzan contra las paredes de los cerros enrarece todavía más el aire del Gran Valle,
no se ve, pero lo enrarece,
lo enrarece aún más:
sus vapores se mezclan con los escupitajos de las fábricas y agrisan todavía más este aire que ahora mismo nos estamos bebiendo.
Cada día suben más y más con sus casitas en la mente,
vienen de todas partes y no llegarán a ninguna parte más allá de los cerros.
No hay fin.
Parece que no hay fin.
Ellos harán desaparecer los cerros.
Los colores de los cerros serán para siempre los colores de sus carnes y de sus ropas y de los techos color rata de sus casitas.
Los cerros quedarán sólo en los mapas.
Y un día ni siquiera en los mapas:
no existirán,
serán sólo tierra anegada de gente con sus desesperanzas ya sin lágrimas.
De gente que nunca ha tenido una pecera.
De gente que ni siquiera podrá intuir por qué esos cerros que ahora estoy mirando
han tenido que ser su patria,
ellos, quizá ya demasiado tarde, habrán de comprender que se han quedado sin la naranja de la patria.
Ellos siguen subiendo y subiendo.
No hay límite.
No hay fin.
Sólo la soledad repleta.
1998
18
Le colline crescono,
quel che voglio dire è che la carne umana delle colline cresce,
da queste finestre di altitudine, nel sud ovest di Città del Messico,
vedo come crescono le colline ogni giorno infinitamente,
crescono di persone che sembrano uscire dall’altro lato della Terra,
persone che salgono come formiche da una parte o dall’altra.
Coloro che hanno visto l’esplosione del fungo nucleare
sapranno di cosa parlo:
le colline di persone si espandono di persone verso l’alto e minacciano
di inghiottire la linea di ossigeno
che sono venute ad alleggerire
ai 44 milioni di polmoni esausti della Gran Valle.
Viste
da qui
le case che tutti i giorni salgono alle colline sembrerebbero casette giocattolo
sembrerebbero sinfonie o videoclip di musica pop
sembrerebbero cantanti bionde sui canali satellitari,
ma coloro che salgono sulle colline con le loro casette
sono così poveri come un lamento che ha perso il suo padrone,
le loro casette son fatte con gli avanzi degli avanzi.
Nelle notti
il freddo lambisce con le sue tante lingue le casette,
le bagna di saliva lentamente prima di divorarsele verso il pomeriggio.
Tutti i giorni quegli esseri spediscono contro le pareti delle colline milioni di orinali con la merda e le pisciate di rigore
(questo non sarà bello, ma è la poesia)
e tutti i giorni salgono sempre di più e le colline sembrano il fungo nucleare
sul punto di partorire
e la poetica e la dannata merda che lanciano contro le pareti delle colline
rende ancor più rarefatta l’aria della Gran Valle,
non si vede, ma la rende rarefatta,
la rende ancor più rarefatta:
i suoi vapori si mescolano con le emissioni delle fabbriche e rendono ancor più grigia quest’aria che in questo stesso istante stiamo bevendo.
Ogni giorno salgono sempre di più con le loro casette nella mente,
vengono da ogni parte e non arriveranno da nessuna parte oltre le colline.
Non c’è fine.
Sembra che non ci sia fine.
Loro faranno scomparire le colline.
I colori delle colline saranno per sempre i colori delle loro carni e dei loro vestiti e dei tetti color topo delle loro casette.
Le colline resteranno solo nelle mappe.
E un giorno neppure nelle mappe:
non esisteranno,
saranno solo terra inondata di persone disperate ma ormai senza lacrime.
Di persone che non hanno mai avuto un acquario.
Di persone che neppure saranno capaci di intuire perché quelle colline che adesso sto guardando
hanno dovuto essere la loro patria,
forse ormai troppo tardi, dovranno comprendere che sono rimasti senza l’arancia della patria.
Loro continuano a salire e a salire.
Non c’è limite.
Non c’è fine.
Solo tanta solitudine intorno
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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los géneros.
En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas..
Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.
Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.
En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.
Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.
Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.
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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.
Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.