Sunday, September 17, 2023

La cubanía se apoderó del escenario del Miami Dade County Auditorium. (por Wilfredo A. Ramos)




“La música es la más bella forma de lo bello”.
Jose Martí.




Es imposible de ocultar, que a través del tiempo la cultura musical cubana ha marcado pautas y derribado fronteras, viajando por el mundo, subiendo a todo tipo de escenarios y provocando la admiración de diversos públicos y grandes profesionales de la música de rango internacional, hecho este que le ha valido el reconocimiento, debido tanto a su calidad composicional como interpretativa.

Grandes maestros en uno y otro campo integran el parnaso musical cubano, que desde el lejano siglo XVII ya oía hablar por boca del cronista Bernal Diaz del Castillo, de grandes intérpretes como el trinitario Juan Ortiz, considerado un virtuoso en la interpretación de la vihuela y la viola, entre otros destacados músicos de origen español asentados en el país, pasando además por el XVIII con la presencia del gran compositor barroco Esteban Salas, cubano nacionalizado español

El siglo XIX fue un tiempo fructífero para el surgimiento de grandes músicos, que incluso estudiaron en conservatorios europeos, ganando concursos y obteniendo importantes reconocimientos en dicho continente. El listado es extenso, pero bien vale mencionar a algunos de ellos como son los compositores e intérpretes Samuel Saumell, Ignacio Cervantes (considerado el ‘Chopin Cubano’), Laureano Fuentes (quien escribiera la primera ópera cubana “La hija de Jefté”), Gaspar Villate, así como el violinista Claudio José Brindis de Salas (conocido como el ‘Paganini negro’), artista que dominaba la asombrosa cantidad de diez y seis instrumentos, y José White, compositor y violinista que también alcanzó gran renombre fuera de las fronteras de su país natal. Todos ellos formando parte de la generación musical de la primera mitad del siglo.

La segunda parte de la centuria tendrá como figuras destacadas a Hubert de Blanck, los hermanos José y Manuel Mauri, Eduardo Sánchez de Fuentes, Jorge Anckerman y Luis Casas Romero.

Los albores del XX, tiene a los maestros Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, como figuras prominentes e indispensable de la música nacional y encontrándonos ya avanzando el siglo a otros artistas de la talla de Hilario González, Harold Gramatges, Julián Orbón, Gisela Hernández, Argeliers León, entre otros, formando parte del importante Grupo de Renovación Musical, el cual hizo grandes aportes en la transformación del ámbito de la composición musical cubana de ese entonces, mientras que posteriormente tenemos que mencionar a otros importantes músicos como Leo Brouwer, Carlos Fariñas y Juan Blanco, este último, el introductor en el país de la música electroacústica, todos alcanzando también un destacado reconocimiento internacional. Este podría ser un resumen a grandes rasgos.

Un espacio fundamental en el devenir musical cubano lo tiene sin duda alguna la zarzuela, género lírico surgido en tierras españolas y que encontrara terreno fértil en nuestras orillas.

Como era costumbre afirmar por aquellos siglos de antaño: “Para triunfar en las Américas hay que pasar por la Habana”, y por ello cualquier compañía dedicada no solo a la zarzuela (ópera, ballet, teatro) proveniente del continente europeo hacía su primera parada obligatoria en la Habana. Es en ese constante pisar esta caribeña tierra, que una agrupación de zarzuelas como la de Pepita Embil (madre del tenor Plácido Domingo) hace de esta ciudad una plaza permanente, visitándola año tras año, en ocasiones presentando hasta diez producciones diferentes en tan solo una visita. Ello condujo a que dicho género se popularizara ampliamente entre la población cubana, la que colmaba los coliseos donde estas obras eran presentadas, lo que primero ocurrió en la capital, pero prontamente se extendió hacia otras ciudades importantes del país.

La primera de estas obras que se haya escrito dentro de Cuba, no correspondió a un autor cubano, sino al catalán Joseph Fallótico, pieza en un acto titulada “El Alcalde de Mairena”, estrenada el 29 de Octubre de 1771, según datos registrados en el Papel Periódico, publicación de aquella época, aunque en realidad las notas no dejan claridad si dicha representación correspondió a una zarzuela como tal.

No será hasta el año 1853, que propiamente podemos considerar entra este género en el país, debido a la gran cantidad de anuncios promocionales de tales espectáculos aparecidos en esos momentos, siendo “El Duende”, con autoría de Luis Olona y Rafael Hernando, en el habanero Teatro Tacón, la primera de dichas presentaciones.

En realidad es considerada como la primera zarzuela escrita en Cuba, aunque de autor foráneo, la obra “Todos locos o ninguno”del catalán José Freixes, estrenada en el Teatro Tacón el 3 de Marzo del propio 1853, siendo a partir de este momento que verán la luz las tres primeras piezas del género escritas ya por autores cubanos: “Apuros de un bautismo” de Rafael de Otero, “Por los parneses de Romero” y “El delirio paternal” de José Robreño. Por otra parte encontramos también que Laureano Fuentes estrenará en Santiago de Cuba su zarzuela “Dos Máscaras”, en 1866.

Es en esta segunda parte del siglo que tenemos a Jorge Anckerman, autor de más de cien obras para la escena lírica, quien va a estrenar para 1894 “La Gran Rumba”, una parodia de la muy conocida zarzuela española “La Gran Vía”, de los maestros Federico Chueca y Joaquín Valverde, con libreto de Felipe Pérez y González, estrenada en el Teatro Felipe de Madrid en 1886.

Otros autores cubanos que produjeron obras de este género, van a ser José Mauri, quien escribiría alrededor de cuarenta, aunque su título más reconocido es sin duda alguna su ópera “La Esclava”, e Ignacio Cervantes, el que en 1889, en el Teatro Tacón, estrena “Exposición o el Submarino Peral”.

Llegado el siglo XX, es que la zarzuela cubana alcanza una gran connotación mediante las obras de otros importantes autores musicales, los que van a colocar finalmente dicho género en el imprescindible lugar que le pertenece dentro de la música cubana e internacional.

Eliseo Grenet (1893-1950), Gonzalo Roig (1890-1970), Ernesto Lecuona (1896-1963) y Rodrigo Prats (1909-1980), fueron los encargados de darle a la zarzuela el color local necesario, elaborando melodías que recogían ritmos populares elevándolos al rango de hermosas partituras líricas, las cuales han continuado su viaje en el tiempo, incluso como notables piezas de concierto.

Cada uno de estos autores es poseedor de un variado repertorio de zarzuelas, siendo los tres últimos quienes lograron un mayor éxito y resonancia con las mismas. “Amalia Batista” de Prats; “María la O”, “Rosa la China” y “Lola Cruz” de Lecuona, así como “Cecilia Valdés” de Gonzalo Roig, han sido sin duda alguna las obras que han definido con mayor ímpetu la realización de la zarzuelística cubana.

Precisamente esta última obra del maestro Roig, que tuvo su estreno el 26 de Marzo de 1932, en el Teatro Martí de la Habana, contando con libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla e inspirada en la obra del novelista cubano Cirilo Villaverde, es la que se ha coronado como la reina de dicho género en la preferencia del público cubano, siendo sin la pieza más llevada a las tablas, habiendo contado con la participación de gran cantidad de destacadas figuras de la lírica nacional, quienes han hecho de su personaje protagónico inolvidables interpretaciones.

Esta obra, como la mayor parte de las zarzuelas cubanas va a contar con ciertas características, que sin alejarlas totalmente de su igual ibérica, definirá su realización, tales como el tema romántico, un ambiente situado en la época colonial, la muestra de la división en clases sociales, finales por lo general terminados en sangrientas tragedias, así el mantiener algunos de los personajes-tipo del teatro ‘bufo’ como son el gallego y el negrito; pero creando otros tales como el calesero, el negro esclavo, el galán, la damisela y sobre todo subiendo a escena el personaje que va a distinguir a este género en Cuba: la mulata, hija de español con negra esclava, sensual y a la vez cargada de un destino trágico que marcará la obra, convirrtiéndose en el personaje protagónico en muchas de estas obras.


Precisamente, debido a la importancia otorgada a la zarzuela “Cecilia Valdés”, convirtiéndola en carta de presentación no solo de la música, sino de la nacionalidad cubana, es que los escenarios de Miami -donde siempre ha estado presente- la ha retomado, trayéndola nuevamente a nuestras tablas, en una producción de Martí Productions, bajo la dirección general de Manny Albelo y musical de Marlene Urbay, habiendo sido presentada el pasado 27 de Agosto en el Miami Dade County Auditorium.

La representación aunque señalada como de concierto, en realidad se tomó la libertad, de manera muy acertada, en crear un guión teatral conductor del espectáculo, el que asumiría la responsabilidad de narrar las motivaciones para escribir dicha obra, explicar su argumento y la inspiración para la creación de cada número musical teniendo como soporte los personajes y la trama de la novela que le da origen. Para ello puso sobre el escenario a las figuras de Gonzalo Roig y Cirilo Villaverde, quienes a través de su diálogo serán los encargados de la parte dramática de la puesta.

Otro aspecto positivo a destacar de este trabajo fue la utilización de un cuerpo de baile para recrear los momentos danzarios de la zarzuela, lo que contribuyó a darle mayor lucimiento a la puesta.

Organizar un espectáculo de este tipo requiere siempre una cuota alta de esfuerzo, debido a la cantidad de participantes en el mismo y a la necesidad que motiva escoger el elenco apropiado. No en balde el género de teatro musical requiere un cuidadoso conocimiento de todo el espectro escénico.

La dirección musical, como ya mencionamos, corrió a cargo de la reconocida conductora de orquesta Marlene Urbay, quien se prodigó en un excelente trabajo al frente de la Orquesta de Cámara de la Florida (Florida Chamber Orchestra), mostrando una vez más no sólo su dominio en el complejo arte de la conducción orquestal, sino en su profundo y detallado conocimiento del tipo de espectáculo al que se enfrentaba, atenta no solo a las reacciones de músicos y cantantes, sino también al desempeño de los bailarines y el decir de los actores. Quedó claro su brillantez en el importante su rol de director de orquesta, lo que permitió a su vez una magnífica entrega por parte de todos los músicos.

En cuanto a la parte danzaria, esta tuvo la participación de la compañía de bailes afrocubanos Sikan, dirigida por la excelente profesora, bailarina y coreógrafa Marisol Blanco, quien al frente de sus bien entrenados bailarines ofrecieron una acertada muestra de su quehacer artístico, la cual incluyó danzas de origen yoruba y congo, además de una criolla contradanza de salón, lo que le permitió al espectáculo elevar aún más su nivel estético.


Sobre la reconocida soprano, con una importante carrera internacional, Eglise Gutiérrez, recayó una gran parte del éxito de esta producción, al asumir el mítico rol protagónico de la mulata Cecilia Valdés, personaje que a través del tiempo ha sido interpretado por brillantes figuras de la lírica cubana y el que fuera su primer gran rol a interpretar a su llegada a este país. Dicha cantante, de hermosa, poderosa y bien timbrada voz, con excelente dicción y muy buen manejo de la interpretación, ofreció un trabajo que será recordado a lo largo del tiempo, para el beneplácito de los amantes de este género.



El joven tenor puertorriqueño, quien ya había asumido el mismo papel en una puesta en escena de esta obra en su país natal, Peter Alexander Rivera, se entregó al personaje de Leonardo Gamboa con un buen acercamiento al personaje, mostrando un adecuado dominio vocal de la partitura a interpretar. De igual forma el barítono Armando Naranjo, con una sólida carrera comenzada en Cuba, continuada en esta ciudad -quien ha estado algo ausente de los escenarios- una vez más ofreció una poderosa interpretación en el personaje de José Dolores Pimienta, trabajo que ha incorporado en múltiples ocasiones dentro de su carrera y el cual domina vocalmente a la perfección, colocando su trabajo dentro del espectro de los grandes cantantes que han incorporado dicho rol.


En cuanto a la joven Laura de Mare, como Isabel Ilincheta, con su delicada voz de soprano de coloratura, clara y bellamente timbrada, fue la responsable de elevar el nivel interpretativo de la zarzuela a las dificultades operísticas, haciendo gala de sus portentosos registros vocales. Interesante resultó la incorporación al espectáculo de la canción del maestro Roig “Las flores son mis amores’’, con la que se permitió a esta cantante una mayor oportunidad de lucimiento de tan hermosa voz.


Tania Martí, quien a su labor de productora general del espectáculo, sumó la de su entrega artística, condujo el siempre esperado personaje de Dolores Santa Cruz a unos límites vocales de perfección total, con magnífica dicción, fuerza y alcance de voz excelentes.

Grethel Ortiz, multifacética figura de los escenarios, en su condición de cantante, bailarina y actriz, tuvo a su cargo la interpretación de uno de los costumbristas personajes heredados del bufo, quien cantando el siempre esperado tango congo “Etanilá”, hizo derroche de simpatía, carisma, magnífica actuación y desenvolvimiento vocal, ella sola fue suficiente para llenar el amplio escenario a sus pies, haciéndonos recordar los inolvidables sainetes del habanero Teatro Alhambra. Por último Eduardo Salles, en su breve intervención en “El lamento esclavo”, tuvo con su poderosa y bien resuelta voz, un breve, pero muy marcado momento.

Mención aparte merece el coro Voces de Miami (Voices of Miami), bajo la dirección de Greisel Domínguez, quien con un excelente trabajo de voces permitió obtener el ensamble idóneo que este tipo de espectáculo requiere.

Con respecto al elemento dramático, introducido mediante la participación de los actores que asumieron la interpretación de los personajes de Roig y Villaverde, aunque como ya señalamos resultó ser un acierto, no obstante su desempeño se resintió ante la falta de naturalidad en el habla de ambos intérpretes.

Otro aspecto que involucra a ambos actores, que tiene que ver con la dirección de la puesta en escena, se refiere al constante movimiento de los dos a través del proscenio del escenario de un lado al otro, interponiéndose visualmente en varias oportunidades a las salidas a escenas de algunos de los cantantes. De igual manera la presentación del hermoso cuarteto que interpretan los personajes de Isabel Ilincheta, Leonardo Gamboa, Meneses y Solfa, perdió bastante de su lucimiento al ser colocados hacia el fondo y parte superior de las plataformas que servían de asiento a la orquesta, quedando de esta manera los intérpretes algo ocultos por la propia agrupación musical, provocando que la interpretación perdiera mucho de su protagonismo.

Un tema que lamentablemente no podemos pasar por alto, es el referido al vestuario. Es cierto que cuando se realiza un espectáculo en modo de concierto, se obvia generalmente de la utilización de ropas que caractericen a los personajes interpretados, pero cuando se recurre a su utilización para ofrecer cierta ambientación y darle algún color a este tipo de trabajo, debe cuidarse muy bien de tal detalle. Si bien la salida del personaje de Cecilia contó con una hermosa y elaborada versión del típico vestido conocido como ‘bata cubana’, el vestuario utilizado por la cantante en sus posteriores presentaciones resultaba inadecuado -por ostentoso- teniendo en cuenta el rango social del personaje. Tampoco fue acertada la forma que se vistió a José Dolores Pimienta, al que se le pudo observar incómodo con el mismo, amén de que no denotaba tampoco su clase social. Un problema más en este rubro quedó en evidencia en la prenda escogida para el personaje de Ilincheta, el cual nada tenía que ver con la época, siendo por el contrario un vestido de gala perfectamente actual, rompiendo así la línea en la caracterización de los personajes, apreciándose además que el mismo resultaba demasiado largo, entorpeciendo su desplazamiento por el escenario. Innecesario resultó el uso de pelucas por parte de las bailarinas en la interpretación de la contradanza. ¿Acaso no representaban a mujeres de un bajo estamento social y de diferentes razas?

La proyección de imágenes sobre el ciclorama blanco del fondo, con vistas relacionadas a la Habana Colonial, permitió a crear una lograda atmósfera en tiempo y espacio, ofreciendo una perfecta ambientación, sin embargo el colocar una cuna en el centro del escenario para que la protagonista interpretara la canción de cuna “Hija del amor” -por cierto fuera de luz, por lo que fue necesario que tuvieran que volver a salir al escenario a corregir su colocación- resultó en una acción innecesaria, debido a que prácticamente la cante no tuvo casi relación con la misma -solo hacia el final del número- provocando por gusto el movimiento de un elemento de utilitaria, cuando con un supuesto niño en brazos, se hubiera podido resolver dicha escena, teniendo en cuenta que el espectáculo era solo un concierto.

Estos detalles señalados anteriormente son los que obligan a una atenta mirada por parte de quienes asumen la dirección de cualquier espectáculo, para lograr la mejor imagen en escena del mismo.


No obstante los anteriores señalamientos, al éxito de esta gran producción artística contribuyó un hecho no muy frecuente en los escenarios de nuestro entorno desde algún tiempo, y fue el que tanto la platea como el balcón del teatro estuviera totalmente lleno de un ansioso público, dando lugar a que muchas personas se quedaran sin la posibilidad de obtener entradas y reclamando el que hubiera la posibilidad de otra función, algo imposible de realizar debido a los compromisos de programación, que como sabemos los que verdaderamente nos movemos dentro del gremio, se convierte siempre en una situación embarazosa.

Tener la oportunidad de disfrutar sobre las tablas de nuestra ciudad nuevamente de la zarzuela cubana “Cecilia Vadés”, nos trae a la mente tiempos pasados donde la Sociedad Lírica Euterpe, la Sociedad Hispano-Americana de Arte y la Sociedad Pro-Arte Grateli fueron las encargadas, durante varias décadas, de subir a los escenarios de Miami destacadas obras del arte lírico cubano e internacional, ofreciendo la oportunidad a aquellos artistas para continuar entregando su arte a un público que los conocía y que los necesitaba también, para tratar de mantener esa relación con la patria perdida.


Sin duda alguna con este trabajo tanto Tania Martí, en importante posición de productora general y Manny Albelo en su rol de director artístico, han logrado poner sobre el escenario una vez más la cubanía de una tierra que clama por su libertad… y eso merece un gran aplauso.


Fotos tomadas de Facebook 
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre 2, 2023

Ballet "5 tangos" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


“5 tangos” es una de las obras más destacadas del coreógrafo neerlandés Hans van Manen, junto a Jiří Kylián uno de los principales exponentes del ballet de los Países Bajos. Fue estrenada el 3 de noviembre de 1977 por el Deutch National Ballet, en Amsterdam. La música fue compuesta por Astor Piazzolla y los vestuarios creados por Jean-Paul Vroom. En la premiere los roles principales estuvieron a cargo de Sonja Marchiolli y Clint Farha.


Esta obra en un acto está integrada por cinco piezas del reconocido músico argentino e interpretada por catorce bailarines, siete mujeres y siete hombres. El ballet carece de argumento pero cada una de sus partes muestra un carácter diferente. En esta coreografía, Van Manen combina poses y movimientos típicos del tango, y la sensualidad emanada de esta danza ciudadana, con la rigurosidad técnica de la danza académica.


Siendo una de las obras más representadas del coreógrafo neerlandés, “5 tangos” ha sido incorporada al repertorio de importantes compañías de danza en todo el mundo, entre ellas el Berlín Ópera Ballet, el Stuttgart Ballet, el Royal Ballet, el Houston Ballet y, por supuesto el Het Nationale Ballet.


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Saturday, September 16, 2023

José Marín Varona. En un aniversario más de de su muerte. (por Verónica E. Fernández Díaz)



José Marín Varona.


por Verónica E. Fernández Díaz
para el blog Gaspar, El Lugareño



El 17 de septiembre de 1912, en La Habana, moría el músico camagüeyano José Ángel Marín Varona a consecuencia de la arterioesclerosis, según se notificó en el periódico El Mundo al día siguiente. A penas nueve meses antes había estrenado en Camagüey su himno a Ignacio Agramonte compuesto para la inauguración de la estatua del inmortal caudillo y aunque a mediados de abril se vio obligado a posponer su viaje a Francia por motivos de salud continuaba soñando la música, proyectando conciertos y rememorando los aplausos con que fueron premiadas las interpretaciones de su banda militar. Su sepelio fue una muestra multitudinaria de afecto y cariño no solo del público y la sociedad habanera sino de la comandancia militar y el gobierno cubano a quien había servido el músico camagüeyano.

Con apenas 18 años, el joven Marín Varona se vinculó a la vida militar cuando ingresó en las filas de uno de los batallones militares con banda de música que operó desde la manigua principeña. Junto a aquella fuerza militar fungió como músico mayor y escribió su primera obra para el formato: el potpurrí Los cantares de España.

Durante la guerra de 1895 Marín Varona compuso otras obras que fueron ejecutadas en liceos y sociedades lugareñas y foráneas con el fin de recaudar fondos destinados a la compra de armamento, enseres y alimentos reservados a las tropas. También desde el exilio, Marín Varona contribuyó con la independencia. Se conoce que entre 1897 y 1898 el músico camagüeyano estuvo en Estados Unidos realizando labores conspirativas. En la ciudad de Key West prestó servicios primero como vicepresidente del Club “Salvación pública” y corresponsal mambí del periódico El Yara en el que firmó sus artículos bajo el seudónimo de Juan Manigua. Más tarde prestó servicio en la Florida como miembro del Cuerpo del Consejo de Cayo Hueso donde se desempeñó como presidente, vicepresidente y secretario de los clubes revolucionarios “José Dolores Poyo”, “Libertador Máximo Gómez” y “Natalio Argenta” con los cuales colaboró hasta 1898 en que termina la guerra y se produce la primera intervención norteamericana.

En el año de 1902 se realizaron otros conciertos con obras de José Marín Varona en París con motivo de las celebraciones por el 20 de mayo. De esos conciertos no se conoce el programa ejecutado, pero se puede conjeturar que entre las piezas posiblemente interpretadas en aquellas veladas podrían encontrarse los himnos Para El Yara y Al libertador Máximo Gómez —este último publicado también en revista Cayo Hueso de 1898—, la zarzuela El 10 de octubre, las canciones El 20 de mayo, Mi Patria y la guajira Mi bandera. Así como el himno José de la Luz y Caballero, destinada a los niños y las versiones del Himno de Bayamo y el Himno invasor; o los danzones Tu ves como Cuba es libre y Los deportados.

El tema patrio en la obra de Marín Varona tuvo asiento en su temprana vida militar y que continuó al ingresar en el ejército republicano. Según consta en su expediente marcial, el 24 de enero de 1904 fue nombrado para formar parte del Cuerpo de Artillería de Costa, con sede en la Fortaleza de la Cabaña. Como miembro de este cuerpo estrechó su vínculo con las bandas de música, tanto en la dirección como en la composición de obras para el formato. Entre las bandas que dirigió se encontraban la banda de música del Cuartel General y la banda de Infantería, fusionada más tarde con la de Artillería. Así lo comentó el Boletín Musical de La Habana a propósito del estreno de su Marcha Militar:
Este laureado compositor cubano, fundador de la banda del Cuartel General de la República, (así como de la Artillería refundida en la del Cuartel General y de la Infantería, de reciente organización) que ha sabido elevarlas a la altura en que al presente se encuentran, acaba de componer una preciosa Marcha Militar que ha dedicado al Honorable Presidente de la República.

[…]

El Gobierno […] al confiarle la difícil misión de organizar las Bandas, hizo justicia al mérito, y hoy puede el pueblo de La Habana orgullecerce (sic) de tener una agrupación que tanto le honra. Prueba de ellos es que en sus noches de retreta —verdaderos conciertos— miles de personas se congregan en nuestro aristocrático Malecón a aplaudir la labor de los profesores dirigidos por su competente Jefe, el Capitán Marín Varona.

[…]
El “Boletín Musical” se honra presentando a sus lectores a tan distinguida personalidad artística.(1)
Para estas bandas Marín Varona concertó obras de diversos autores cubanos y europeos, también, piezas de su amigo Buenaventura Ibáñez, quien escribió expresamente para la banda que aquel dirigió.(2) No obstante, fue la banda de Artillería la que le dio mayor fama y reconocimiento. Esta agrupación se fundó en 1905 luego de ser certificada por el Senado a instancias del General Monteagudo. En dicha aprobación estuvo de acuerdo, también, la Cámara de Repesentantes y el Presidente de la República, recayendo el honor y la responsabilidad en el maestro Marín Varona por su consagración al arte musical y méritos militares. La primera función de la banda se efectuó el 24 de febrero de aquel año en el malecón habanero, espacio que se mantuvo durante muchos años en la preferencia de contertulios y transeúntes que allí asistían. Los programas de concierto de esta Banda fueron publicados en el periódico El Mundo. Así se ha podido conocer gran parte de la obra compuesta por Marín Varona para este formato instrumental.


La propia revista Cuba Musical se hizo eco de los logros de esta banda a pocos meses después de la función inaugural:
A riesgo de malquistarnos con nuestro director, y aprovechando las nuevas y múltiples ocupaciones que sobre él pesan y que le impiden ocuparse con la minuciosidad de antes en la confección de esta Revista, queremos darnos la legítima satisfacción de engalanar con su retrato la primera página: pocos con más títulos que él para ocuparla, por su prestigio social y artístico, por sus dotes de carácter é (sic) inteligencia y por sus indiscutibles méritos.

No es nuestro ánimo escribir una biografía de nuestro director: reciente está el artículo en que los brillantes semanarios “Cuba y América”, de esta capital, y “Cuba Literaria” de Santiago de Cuba, pusieron de relieve lo que vale el maestro Marín Varona en todas sus fases artísticas.

Refiriéndonos sólamente (sic) á (sic) su trabajo como organizador y jefe de la Banda de Artillería, debemos hacer constar que su triunfo ha sido completo y sin precedentes. En poco más de un mes, y cuando los más avezados profesores dudaban que hubiera músicos para formar una nueva Banda, y que son hoy, merced á (sic) una dirección sabia y enérgica, profesores muy distinguidos.

Muy recientes están los repetidos triunfos que ha alcanzado la nueva Banda para que hagamos su historia: en el banquete diplomático que se celebró en la Secretaría de Estado y Justicia, en el acto de las regatas en el mismo local; en la Cabaña al saludar con el himno americano antes que nadie, á (sic) los buques de la escuadra que nos visitaron; en la Kermesse del Arsenal; en las retretas extraordinarias, ofrecidas en honor de los marinos; en el Palacio Presidencial, en todas partes, se ha destacado la Banda de Artillería como una organización musical de primera fuerza. Es incomprensible cómo en tan corto tiempo de existencia, ha llegado á (sic) poseer un repertorio tan extenso y de tanta valía; y no hay más remedio que esos milagros á (sic) la competencia de su jefe, el Capitán Marín Varona.

No seríamos justos si no elogiásemos también á (sic) los profesores que con tanto entusiasmo secundan los esfuerzos de su director; entre ellos los hay de verdadero mérito: el cornetín y el clarinete primeros son de lo mejor que puede oirse (sic). Cada músico en su esfera, sabe compenetrarse con su misión y todos ellos obedecen á (sic) la privilegiada batuta que los guía. Nos complacemos en publicar, en otra página, un artístico grupo de la Banda, hecho por los afamados fotógrafos Otero y Colominas.

El arte á (sic) un lado; distínguese (sic) también la Banda de Artillería por la marcialidad de sus miembros, hábilmente guiados por el sargento mayor Oscar Marín, de figura arrogante, como puede verse por el retrato que de él publicamos.

Entre las muchas felicitaciones que nuestro director ha recibido de la prensa periódica, escogemos para reproducirla, la siguiente, de la culta “Revista del Vedado”, correspondiente al mes de marzo. Dice así:

El Sr. Marín Varona. -

“Nuestro particular amigo y querido compañero en la prensa, el notable compositor Sr. José Marín Varona, profesor de música de bien ganada reputación, director de la interesante revista «Cuba Musical» y vicepresidente de la Sociedad del Vedado, ha sido nombrado, por el Honorable Sr. Presidente de la República, Capitán Jefe de la Banda de música del Cuerpo de Artillería.

En el Sr. Marín Varona; concurren méritos extraordinarios para el desempeño del cargo que se le ha confiado. Y buena prueba de esas sus notables aptitudes, la ha ofrecido el día de la inauguración de la Banda, recogiendo, por la brillantez con que ese cuerpo ha sido organizado, por la labor artística de los que la forman, aplausos merecidos y plácemes muy justos. Y nosotros, que profesamos al distinguido maestro sincero afecto, levantamos acta de esas muestras de admiración y cariño que le fueron tributadas, para ofrendárselas como recompensas á (sic) sus méritos y nobles afanes en pró (sic) del arte.

¡A la orden, maestro, capitán y amigo!

Y ahora, que tenemos al frente de esa Banda á (sic) un profesor tan valioso y que tantas pruebas ha dado de su amor al Vedado, vamos á (sic) decirle algo que de seguro ha de atender. En este barrio, se encuentran emplazadas las Fortalezas y Baterías de nuestra Artillería. Aquí viven casi todos los que forman tan prestigioso Cuerpo. Por lo tanto, de hecho, le corresponde el disfrute de la Banda de ese Cuerpo. ¡Por qué no se organizan dos veces por semana, retretas en el poético parque del Vedado?

Esperamos que el Capitán Marín Varona atenderá nuestra súplica, en bien de este bello barrio”.

Después de dar las debidas gracias á (sic) nuestro ilustrado colega por las deferentes frases que á (sic) nuestro director dedica, sólo (sic) nos resta apoyar su oportuna petición, rogando á (sic) quien corresponda, que se sirva disponer que la Banda de Artillería ofrezca dos retretas semanales en el pintoresco caserío.

Vamos á (sic) dar fin á (sic) estos mal hilvanados párrafos, enviando un fuerte abrazo, por sus triunfos, no por esperados menos grandes, á (sic) nuestro director, el Capitán J. Marín Varona, jefe de la brillante Banda de Artillería, orgullo legítimo del Cuerpo.

Y para que no se enoje con nosotros el amigo muy querido, debemos decirle que nuestros elogios, por tratarse del primero de esta casa, han sido pálidos en comparación con los que del público se le han dedicado. No hemos querido, pues, herir su modestia, solo señalar un triunfo que nos halaga.(3)
En el sumario del informe de eficiencia como capitán incluido en el expediente militar de Marín Varona, su desempeño como Capitán director de la banda de música había sido calificado como bueno. Esta evaluación se hizo atendiendo a su esmero en el servicio, su interés profesional, sus condiciones generales y en el aspecto militar, su inteligencia y buen juicio demostrado en la instrucción, táctica y manejo de alistados; así como su dominio del idioma inglés y francés. Este expediente informa sobre otras cualidades del músico que hablan muy bien de su carácter y profesionalidad. Al respecto se comentó:
Ha aprovechado de las oportunidades que se le han presentado para mejorar en su profesión. No se ha entregado a hábitos de intemperancia durante este período. No ha sido objeto de ninguna medida disciplinaria […] Sus condiciones para el mando de tropas son buenas. Es apto mental, moral y físicamente para todos los deberes de su cargo. Se le podrán confiar servicios de importancia que requieran discreción y buen juicio (…) En caso de un rompimiento de hostilidades los servicios de este oficial serían más útiles en los de su profesión.(4)
Precisamente, los mayores reconocimientos militares recibidos al frente de la banda de Artillería fueron como autor de toques militares, ordenanzas, dianas y retretas. 72 de los “Toques militares cubanos” compuestos por Marín Varona fueron publicados en el Manual de instrucción de infantería y servicios de guardia del Capitán de Artillería del Ejército de los Estados Unidos e instructor del Cuerpo de Artillería, Dwight E. Aultman. A él, Marín Varona le dedicó la marcha two step Capitán Aultman ejecutada por la banda de Artillería en el malecón habanero el 10 de diciembre de 1905.

Estos toques se concibieron clasificados como toques preventivos, ejecutivos, de alarmas y de servicio. Los preventivos, que preceden a los ejecutivos por un intervalo de tiempo no mayor a 15 minutos constaban de una primera llamada para la formación y montar la guardia para lo cual, la banda de música y la banda de cornetas debían estar formadas; las señales de traje de servicio, de gala o de abrigos seguían al toque de servicio para el que se los prescribía. Ejercicios con la contraseña correspondiente de artillería o infantería y señales preventivas para los movimientos en los ejercicios militares.

Los toques ejecutivos incluían los de formación, llamada de ayudante (que era la señal para que las compañías o destacamentos se establecieran en el lugar de formación del batallón o de la guardia y las señales para principiar un movimiento en los ejercicios militares. Los toques de alarma referían a la señal de incendio y a las armas (con contraseña de artillería o infantería). Estos toques no presentaban señal ejecutiva y las tropas se establecían a la carrera en el lugar de formación o en los cañones, equipadas para el servicio indicado por la señal.

Por su parte, los toques de servicio estaban integrados por las dianas (que precedía a la formación de las tropas), retretas (ejecutado después de la formación de las mismas), silencios, comidas; toques de enfermos, de trabajos y de escuela. También la llamada de oficiales, de sargentos primeros, el toque de retirada, así como la marcha de la bandera, floreos y marchas para el presidente, generales y otros personajes. Los toques de formación, diana, retreta, llamada de ayudante y floreos de marchas para rendir honores se ejecutaban por la banda de cornetas, mientras los de silencios, comidas, toques de enfermo, de trabajo, de escuela (los más numerosos, pues comprende diversos ejercicios) y llamada de oficiales, de sargentos y toque de retirada se ejecutaban solo por el corneta de guardia. Estos son posiblemente los toques más interesantes concebidos dentro de la vida militar.

Este corpus de repiques militares cubanos compuestos por Marín Varona se caracteriza por el frecuente uso de figuraciones como la corchea con puntillo semicorchea, corchea con dos semicorcheas y el tresillo ya de corchea o semicorchea dependiendo del compás. La métrica es también muy variada, de modo que aparecen toques escritos en compases simples de 2, 3 o 4 tiempos y otros en compases de subdivisión ternaria como el 6 x 8 a los que tituló “Paso de marcha”.

No todos los toques son cortos en su extensión, los hay muy desarrollados con indicaciones de repetición a través del Da Capo a fin(5), tal es el caso de la “Diana o Victoria”, las retretas y los floreos de recibimiento a altos oficiales. Por lo general, lo toques que indican acciones emplean progresiones de la tríada de forma ascendente —ensillar, por ejemplo—,


y aquellos toques que indican una contraorden emplean la tríada en forma descendente —es el caso del toque para desensillar— 


Las retretas, concebidas para tres cornetas, no ejecutan al unísono, sino que el compositor juega con el acorde combinando también diversas figuraciones rítmicas para cada instrumento. 


El toque de “Atención” es casi idéntico al utilizado durante las guerras por la independencia de España, creado por el camagüeyano Eduardo Agramonte Piña y vigente en las órdenes militares actuales con el mismo nombre. Quizás esta semejanza constituya un homenaje de Marín Varona a su coterráneo. El de “A la carga” tiene la misma música del toque “Al machete”, también de Eduardo Agramonte, solo que en este Marín Varona utiliza la música para indicar la misma orden con diferente nombre, pues ya no se luchaba con machete como en el siglo XIX, sino que se utilizaban fusiles y cañones de combate. 


Otras semejanzas con los toques de Agramonte se encuentran en el titulado “Diana o Victoria” más elaboradas musicalmente que la “Diana” de Agramonte, y el “Paso de marcha” que se diferencia del de Agramonte en el cambio de acentuación métrica. Hay que señalar, además, que Marín Varona incluye toques para llamar a la banda de música, a la banda de cornetas y a la banda de tambores. Estos resultan interesantes debido a su desarrollo melódico y rítmico poco usual en este tipo de composición. 


En una nota anexa del texto en que estos toques de Marín Varona fueron publicados se reconoce que algunos “fueron adoptados de los toques de la guerra cubana”, en clara referencia a la guerra librada contra el coloniaje español y a los toques compuestos por Eduardo Agramonte antes mencionados, llevados a la partitura en 1896 por el corneta de órdenes del General Máximo Gómez comandante José Cruz; hoy conservados en el Archivo Nacional de Cuba gracias a la donación de Benigno Souza.

Estas pinceladas del accionar militar del músico Marín Varona justifican los honores militares que le fueron rendidos a su muerte y su repercusión en la prensa. De la que citaremos solo lo descrito por el periódico El Mundo el 18 de septiembre de 1912: 

EN CAPILLA ARDIENTE

A las doce del día de ayer fué (sic) trasladado el cadáver de la calle del Prado número 3, al Castillo de la Punta, siendo acompañado por la Banda del Cuartel General que él dirigía, y por gran número de amigos y particulares y miembros del Ejército.

Un carro fúnebre de la casa de Fernández conducía el cadáver.

Este fué (sic) colocado en un refrigerador al llegar al Castillo y rodeado de seis blandones dorados, para hoy pasarlo a un lujoso sarcófago metálico.

El tendido se hizo en una habitación de la Jefatura de la banda del Cuartel General, que está situada en uno de los pabellones laterales del castillo de la Punta donde residía.

LA ÚLTIMA VOLUNTAD

En el local donde se halla expuesto el cadáver, tiene cubiertas las paredes por gran número de cuadros que contienen las diferentes distinciones honoríficas que durante su carrera artística obtuvo Marín Varona.

He aquí los Diplomas que recordamos:

Una condecoración de las “Palmes de Premiére Classe”, por servicios prestados al arte musical. Es de la “Academia du Progrés” de París, y el diploma trae fecha 14 de abril de 1912.

Una condecoración del Busto del Libertador, de la República de Venezuela.

Un Diploma de medalla de Bronce, de la Exposición Universal de París, de 1900.

Un Diploma y Medalla de Plata, de la Exposición Universal de Saint Louis Missouri, por composiciones musicales, 1904.

Un Diploma y Medalla de Oro de la Exposición Nacional de 1911 y el premio efectivo del Consejo Provincial de la Habana por sus aplaudidas “Tropicales”, género musical pianístico y de concierto creado por Varona.

Antes de morir, el maestro pidió que sus diplomas, condecoraciones y originales de las obras de que es autor, se destinen a figurar en el Museo Nacional, que está hoy organizándose.

MUY VISITADO

El Castillo de la Punta ha estado durante todo el día y la noche constantemente visitado por jefes y oficiales del Ejército, así como miembros de gran número de sociedades a que Marín Varona pertenecía: altas personalidades, familias de nuestra sociedad, personas de su amistad y pueblo.

Entre los primeros visitantes, recordamos al comandante Moré; coronel Portela; comandante Landa; tenientes Fraga y Rodríguez Sigler, jefe interino de la Banda del Cuartel General; señores José de J. Portela; Francisco, Rafael y José María Grau; Emiio Rosseau; entre las damas, a las señoras Gertrudis Ruiz, Amelia Portela y Herminia Varona de Cabeza.

LAS CORONAS

Desde muy temprano empezaron a recibirse las ofrendas de los familiares y amigos del capitán Marín Varona.

Entre las coronas recibidas, vimos muchas de verdadero valor artístico.

Anotaremos las dedicatorias y el número de ellas:

Una corona de flores naturales de la Guardia Local de la Habana, “Al Capitán Marín Varona”.

Una lira de flores naturales del comandante Moré y señora, “A Pepe”.

Una magnífica corona de flores naturales de la Banda del Cuartel general: “A su inolvidable Jefe”.

Una corona de flores naturales, “A Pepe”, Herminia y Javiera.

Una corona de biscuit de la Banda de Municipal, “Al Maestro Marín Varona”.

Una corona de biscuit de la Banda de Infantería, “A nuestro maestro fundador”.

Una corona de biscuit de la directora (roto)

Una elegante corona de flores naturales de Alberto Ruiz, “A mi leal y consecuente amigo, el capitán Marín Varona”.

Una cruz de flores naturales, “A tío Pepe”, de sus sobrinas.

Una corona de biscuit de las profesoras y alumnas de la clase de Música del Centor de Dependientes, “Al inolvidable maestro Marín Varona”. Ej. 9

LAS GUARDIAS DE HONOR

Fueron prestadas por miembros del Cuartel general y la Banda de Infantería, que han ido alternando todo el día y noche.

UNA BÓVEDA

De orden del general Monteagudo, jefe de las fuerzas armadas, se inhumarán los restos del que en vida fué (sic) capitán Marín Varona, en una bóveda de la administración del Obispado.

No podemos consignar el número de la misma; porque hoy será cuando el capellán del Cementerio dispondrá la que debe utilizarse con ese objeto.

EL SEPELIO

He aquí la orden General del Cuartel General del Ejército, dictada ayer con motivo del fallecimiento del capitán Marín Varona y como homenaje a que es merecedor por la categoría militar que ostentaba:

Cumple este Cuartel General con el penoso deber de dar cuenta del fallecimiento del Capitán jefe de la Banda de Música José Marín Varona.

El cortejo fúnebre saldrá del Castillo de la Punta a las 4 p.m. del día 18 del actual, en el orden siguiente:

1-Banda de Música del Cuartel General de Ejército.

2-Escolta.

3-Clero.

4-Restos y Guardia de Honor.

5-Familiares y amigos íntimos.

6-Jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas.

7-Otros militares.

8-Funconarios distinguidos.

9-Diputaciones.

10-Sociedades.

11-Particulares.

Formando el cortejo los militares marcharán según sus categorías, excepto la escolta que formará de la manera prescripta.

La escolta fúnebre se compondrá de una compañía del Cuerpo de Artillería de Coetas (sic) designadas por el jefe del mismo.

Los oficiales de las Fuerzas Armadas francos de servicio, concurrirán al entierro en traje de servicio con armas.

La Guardia de Honor se compondrá de los capitanes siguientes:

Capitán José González Valdés, Guardia rural.

Capitán Francisco Fernández Martínez, Ametralladoras.

Capitán Abelardo J. Herrera y Estrada, Artillería de Costa.

Capitán Otro Leonard González, Artillería de campaña.

Capitán Manuel Benítez González, Infantería.

Capitán José A. Cabrera González, C. G. del Ejército.

La escolta fúnebre formará frente al Castillo de la Punta en un lugar apropiado y marchará en columna de pelotones a paso lento, hasta Galiano, donde hará alto 5 minutos. Después tomará el paso ligero hasta llegar a la esquina del Cementerio, donde volverá a tomar paso lento, hasta llegar a la fosa en que se depositará el cadáver.

EL ITINERARIO

El itinerario será el siguiente:

Calle de Cuba, Prado (acera izquierda), San Rafael, Galiano, Reina, Carlos III y calzada del Cementerio.

El cortejo fúnebre se formará bajo la dirección del comandante de artillería de Costa. Luis Moré y del Solar, y se pondrá en marcha por las voces del jefe de escolta.

El jefe del puesto de Columbia dará las órdenes oportunas para que a la hora fijada para el entierro se encuentre en el Castillo de la Punta un armén (sic) de Artillería ligera para conducir los restos.

Los oficiales de las Fuerzas Armadas llevarán luto militar durante tres días. Los gastos que estos funerales origines serán con cargo al Fondo de Beneficencia del Ejército, de conformidad con lo dispuesto en el párrafo 990 del reglamento.

Por orden del Mayor General Monteaguado:


Juan A. Bracet, Teniente Coronel Inspector General del Ejército Jefe de Estado Mayor, p. s. r.

Copia oficial:

(f) L. de la Torriente, Comandante de Artillería de Campaña, Ayudante General.

TELEGRAMA

Se ha pasado ayer tarde un telegrama a la respetable dama doña Francisca de varona, amante madre del desaparecido, notificándole de la triste nueva, con el objeto de que si lo tiene a bien se dirija a esta capital para estar presente en el acto del entierro.

SUSPENSIÓN

Con motivo del fallecimiento del maestro Marín Varona, verdadera notabilidad musical, que formaba parte de las principales organizaciones artísticas que existen en nuestro país, un sentimiento de duelo embarga el ánimo de la generalidad de las familias cubanas, por cuyo motivo y en señal de respeto a la memoria del ilustre compositor cubano, se suspendió anoche la función que a beneficio del maestro Pablo Meroles iba a tener efecto y cuya fiesta patrocinaban distinguidas damas de esta sociedad.

GUARDIA LOCAL DE LA HABANA

De orden del comandante Luis Moré y del Solar, jefe de la Guardia Local de la Habana, se cita por este medio a todos los jefes y oficiales de dicho Cuerpo para que concurran al castillo de la Punta, a las tres de la tarde del día de hoy, con el fin de acompañar al cadáver del capitán Marín Varona hasta el Cementerio de Colón.

Deberán asistir de uniforme de servicio, con gorra y sin armas.

Al mismo tiempo se comunica a los citados jefes y oficiales que la reunión para que se había citado a las ocho de la noche en el día hoy, será transferida para el sábado 21 de los corrientes a la misma hora.

EN LA ASOCIACIÓN DE DEPENDIENTES

En la Asociación de Dependientes, donde Marín Varona era queridísimo desde los primeros días de la fundación de la poderosa sociedad, pues fué (sic) quien inauguró la Sección de Filarmonía y Declamación, se tomaron los siguientes acuerdos:

Suspender hoy y mañana las clases de Música, en señal de duelo.

Enviar una comisión en nombre de la Asociación al entierro, compuesta del doctor Parrilla, vicepresidente social, y presidente de la Sección de Filarmonía, y del señor Mariano Paniagua, secretario.

Además, las profesoras y alumnas de las clases de Solfeo y Piano, han enviado una preciosa lira de flores naturales, y los profesores y alumnos de las clases nocturnas han comisionado a los señores Gaspar Agüero y Vicente Álvarez Torres para que asistan al entierro en su representación.

LA BANDA MUNICIPAL

Los músicos de la Banda Municipal, queriendo demostrar sus simpatías y adherirse al duelo público, pidieron ir al entierro, habiendo accedido el Alcalde Municipal, doctor Cárdenas a que asista la Banda.

Muchos de sus miembros estuvieron la noche anterior en el Castillo de la Punta, acompañando a los familiares.

LAS BANDERAS

En los edificios públicos fué (sic) colocada la bandera nacional a media asta, en señal de duelo.(6)

Tal magnificencia en el sepelio supone un sepulcro bien identificado que exalte sus más encumbradas cualidades mortales. Sin embargo, su tumba es un desierto en el que ni siquiera hay una tarja muestre su nombre. 


Por otra parte, revistas como Bohemia señalaron el hecho luctuoso exaltando la personalidad del músico y sus cualidades caracterizándolo como: “una de las columnas más fuertes en las que el arte patrio se apoyaba” criterio perteneciente al periodista Luis E. Cosculluela. Sobre su carácter escribió el compositor y musicógrafo Rafael Pastor en la misma publicación “En el trato con los amigos y compañeros de profesión, fue siempre un perfecto caballero, y con una mirada de águila veía muy lejos en asuntos musicales que resolvía pronto con la entereza de su carácter, imponiéndose a los que intentaban menoscabar su fama y bien ganada popularidad”(7). Otro intelectual de la época, Conde Kostia, sentenciaba
Al llorar ante el recuerdo del amigo ideal, lloramos también ante el del exquisito artista y el acendrado patriota. No hay atril de piano donde no figuren notables composiciones del que fue (sic) Marín Varona. El sabor cubano en todas ellas porque su talento artístico era eminentemente local. No teñía su inspiración de reflejos extranjeros. Por eso sus producciones durarán mientras dure sobre su concha azul la perla de las Antillas(8).
Pocos años después, el destacado músico José Mauri señaló en un discurso pronunciado en la Academia Nacional de Artes y Letras:
Marín Varona, como Bizet, aunque con muy distinta interpretación, penetróse (sic) hasta saturarse de nuestro ritmo con la devoción de un verdadero patriota artístico […].Tan atento estaba siempre su oído al canto de la patria que no desaprovechaba la oportunidad de fijar en el pentagrama las emociones que experimentaba cada vez que la musa popular discantaba, gemía o satirizaba […](9).
Marín Varona demostró ser hombre de una organización sentimental intensa, que necesitó para revelar su alma en términos sensibles, tanto del lenguaje de la música como de la música del lenguaje.


Pese a estos reconocimientos que colocan al músico camagüeyano en un alto escaño dentro de la música cubana, Marín Varona es hoy un músico prácticamente desconocido. Hace apenas 4 años —y después de una intensa labor de socialización de su obra a través de conferencias, charlas, cursos de postgrado y la ejecución de sus piezas en versiones para piano y contrabajo a cargo del dúo de cámara A Piacere—, se comenzó a valorar el músico y se logró que pusieran su nombre a la sala de conciertos de la ciudad. Aunque todavía quedan muchas cosas por hacer con su obra —escribir su biografía sería la primera de ellas— sirvan estas breves líneas como especie de homenaje a uno de los músicos más completos del siglo XIX camagüeyano, del que se conmemora este 17 de septiembre, el aniversario 111 de su partida física.

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Homenaje póstumo
en Bohemia. Septiembre 22, 1912
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Reseña de Obertura Militar "Patria"
obra de José Marín Varona, estrenada 
en Camagüey, por la Banda del Cuartel General. 
Bohemia. Marzo 31, 1912
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  1. MNM. “El Capitán Marín Varona”. Suelto del Boletín Musical de La Habana. P. 9.
  2. Buenaventura Ibáñez: músico español que llegó a Cuba en 1907 y fijó residencia en La Habana dedicándose a la enseñanza del piano y la creación de bandas de música. Por un tiempo se trasladó a Guantánamo donde creó una academia de música anexa al conservatorio Orbón por 6 años. Luego fungió como subdirector del Conservatorio habanero de igual nombre.Cfr. Revista Social, Vol XII, nro. 7, julio 1927. P.7.
  3. Cuba Musical, Año III, nro. 39, 1 de abril de 1905. Pp. 106-107.
  4. Expediente militar de José Marín Varona. Archivo del Instituto de Historia de Cuba.
  5. Conde Kostia: “Un aniversario” en, Bohemia, Año IV, nro. 38, 21 de septiembre de 1913.
  6. José Mauri: “Conferencia leída por el Académico señor José Mauri en la sesión solemne celebrada a la memora del Académico fallecido señor José Marín Varona, el día 26 de febrero de 1913, en los salones del Ateneo y Círculo de la Habana” en, Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras, Año I, tomo I, nro. 3. Habana, julio-septiembre, 1916.
  7. El Da Capo (DC) es un término en italiano que indica la repetición de un fragmento de música desde el inicio hasta donde aparece la palabra fin.
  8. El Mundo, Año XII, nro. 4172, 18 de septiembre de 1912. Pp. 1 y 3.
  9. Rafael Pastor: “Último homenaje” en, Bohemia, 22 de septiembre de 1912.




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Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Tiene publicado el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

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