Se ha convertido ya en una afortunada tradición que cada texto del dramaturgo cubano-americano, ganador de un premio Pulitzer, Nilo Cruz, tenga su estreno en español en la ciudad de Miami, lo que otorga a nuestra escena un lugar privilegiado dentro del ámbito teatral hispanoparlante del país, y como no podría ser de otra manera es Arca Images, la compañía productora que dirige Alexa Kuve, la responsable de llevar una vez más a las tablas dicha propuesta teatral.
Alexa Kuve
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“Un parque en mi casa” (A Park in Our House, su título en inglés), fue una obra comisionada por el McCarter Theater, perteneciente a la Universidad de Princeton, New Jersey, como parte de la segunda edición del festival denominado Random Acts de 1995; pero según su autor lo que motivó la escritura de la misma tiene que ver con el unipersonal titulado “Madrigal”, presentado por él ante la convocatoria de dicho evento, trabajo el cual resultó del agrado de los organizadores, quienes se le acercaran a preguntarle si el texto no podría ser ampliado a una obra con más personajes y mayor complejidad en el desarrollo de su acción. Ante dicho pedido, Cruz responde afirmativamente ya que en su mente, al escribir ese monólogo, quedaron rondando otros personajes con sus propias historias, dando lugar a la creación de este nuevo texto dramático.
Aquel espectáculo para un solo actor que tendría como personaje a Ofelina, quien dentro de la nueva propuesta va a ocupar también un rol primordial en la concepción literaria del texto dramático, estuvo cargado de momentos singulares a medio camino entre la realidad y la poesía, que se mantuvieron en la producción ampliada.
Con esta obra escrita en 1995, el autor incursiona por vez primera en la temática cubana, la que más tarde continuaría en obras como “Two Sisters and a Piano”, 1998; “Bicycle Country”, 1999; “Hortensia and The Museum of Dreams”, 2001 y la premiada “Anna in the Tropic” en el 2003.
En dicho texto, su autor sitúa la acción durante la fanática euforia de los años 70 del pasado siglo en la Cuba de la excesivamente publicitada ‘Zafra de los 10 Millones’, otro desquiciado proyecto del tirano Fidel Castro, con el cual pretendía sacar de la miseria al país, algo que por supuesto no se logró y que por el contrario sumió al pueblo en una situación de muchas más penurias y carencias.
El núcleo del conflicto va a estar dado por la llegada a Cuba de un científico de la antigua URSS, el cual se instalará en casa de una familia mediante un supuesto proyecto de intercambio cultural, situación esta que resulta muy alejada de la realidad, restándole credibilidad a la trama, debido a que en Cuba nunca existió la posibilidad de implementarse un plan como ese, ya que precisamente lo que el régimen trataba por todos los medios de hacer, más en aquellos primeros tiempos, era aislar a los ciudadanos nacionales de cualquier contacto con extranjeros, hecho que ha tratado de mantener, ya con escasos resultados en la actualidad.
Otro aspecto del texto que resulta imposible de sostener, reside en la decisión del tal científico soviético de solicitar asilo político en la embajada de Brasil en la Habana, ante su decepción con la manera en que los líderes de su nación de origen dirigen el país, hecho ese imposible de realizar, debido a la extrema vigilancia no solo por parte de la policía política cubana, sino además por la de la propia embajada soviética. Lo anterior sumado a la planteada despedida a dicho personaje, por parte de la familia cubana en el aeropuerto en su vuelo de huida hacia la nación suramericana, constituye una situación de elevado surrealismo.
Lo personajes que conforman la trama de esta obra además del soviético Dimitri, quien se ha dedicado al estudio de las plantas, lo integran, la ya referida ama de casa Ofelina y su esposo Hilario, frustrado este en su profesión de arquitecto, quien ha presentado a las autoridades de un ‘Ministerio’ -del que no se deja saber cual es- un proyecto para la construcción de un parque en el cual las autoridades no están interesadas, personaje que se presenta como un fiel comprometido con las ideas del régimen, así como también la hija de ambos Pilar, joven algo ingenua acerca de la realidad que le rodea pero soñando con irse a vivir al gran país de los soviets al cual admira. También forman parte de los personajes, un joven primo de de la familia identificado como Fifo, fotógrafo obligado a realizar reportajes fotográficos en los cañaverales que producirán el azúcar para la tan famosa zafra, como paliativo a la condena a cárcel a la que se le sancionó por unas supuestas fotos exhibidas dentro de una exposición, que alguien consideró ofensivas al sistema, y por último Camilo, adolescente quien inexplicablemente ha perdido la voz, pero que a la vez parece sufrir de un comportamiento psíquico no aclarado, el cual podría identificarse tal vez como algún tipo de autismo, personaje que le otorgará un interesante aire alegórico a la obra.
En algo más de dos horas de duración de la pieza -dividida en dos actos, el primero de alrededor de una hora y veinte minutos, mientras el segundo de cerca de los cuarenta- la acciones de estos personajes se van a ir desarrollando, planteando historias no definidas en algunos casos, con falta de información sobre ellos y sus actuales conductas o situaciones, como pudiera ser la referida al personaje de Camilo, del cual nunca se sabe la causa de su pérdida de voz, lo sucedido con sus padres o el por qué de la convivencia de Fifo bajo el mismo techo.
En la obra se va a destacar la figura de la matriarca de la familia, aquella Ofelina, encargada del control de la convivencia y las relaciones entre todos, pero de igual manera, el suyo será el personaje responsable de envolver la obra en un halo de mística, poesía y cierta filosofía de vida, lo que hace que su rol dentro de la trama lleve a dialogar sobre el escenario dos estilos dramatúrgicos opuestos: uno que juega con el más clásico costumbrismo del teatro cubano y otro con el de un teatro simbólico y poético.
Respecto a lo anterior debemos también mencionar que el ambiente de la obra nos traslada a pensar por una parte en varias piezas importantes del repertorio del teatro cubano que tratan la temática de la familia desde una óptica costumbrista, tales como “Aire Frío”, de Virgilio Piñera o “Contigo pan y cebolla” de Héctor Quintero, hecho este que hace que la misma se incorpore a esa continua visión sobre el mundo familiar que permea a la dramaturgia cubana. Por otra parte el conflicto de índole político que refleja la obra nos acercará a otras piezas conocidas como “Manteca”, de Alberto Pedro Torriente o “Nadie se va del todo”, de Pedro Monge Raful, donde la familia y la política se encuentran estrechamente unidas en la trama.
En general dentro de la obra encontraremos varios conflictos e historias que no van a estar desarrolladas del todo, quedándo en suspensas las mismas, lo que influye en cierta falta de coherencia y acción que lastra la pieza en su conjunto.
El que la obra se encuentre dividida en dos actos, aunque ya no va siendo algo común sobre las tablas tal vez por ese sentido de inmediatez que prima en la actualidad, es un aspecto a agradecer, por varias razones. La primera reside en que el contar con intermedio, permite hacer vida social teatral, algo necesario en nuestros días; mientras que la segunda, permite al autor desarrollar mejor la trama y al director su montaje, otorgándole mucho más tiempo al desarrollo de los acontecimientos. En el caso en que nos encontramos, lo anterior no sucede del todo, debido a que el primer acto se hace demasiado extenso, con poca acción y extensos diálogos que se diluyen en conversaciones entre los personajes, mientras que en el siguiente acto la esperada resolución del conflicto no provoca ningún tipo de intensidad dramática.
Por mi prolongado andar dentro del teatro, he comprobado la importancia real que representa la utilización de un Asesor Teatral dentro del proceso tanto de escritura como de montaje de una obra, algo a lo que muchos autores y directores se niegan por diferentes razones, pero que cuando se utiliza bien ayuda con el trabajo en general. Soy de la opinión que este texto mereció esa compañía en su consolidación.
Con respecto al trabajo actoral, el mismo puso de manifiesto el excelente nivel de todo el elenco conformado por actores de origen cubano, así como su acertada dirección por parte del mismo autor. Sin duda alguna Grettel Trujillo, conocida actriz de la tablas de esta ciudad, en el rol de Ofelina, acogió sobre sí el mayor brillo, desplegando sobre el escenario, sólo como las grandes actrices suelen hacerlo, toda su energía, carácter, intensidad, excelente dicción y logrando la proyección de su personaje más allá de la escena.
El muy joven Ricky Saavedra, en su debut teatral en el país, entró por la puerta grande, al regalar un magnífico trabajo con su difícil incorporación de Camilo, personaje que aparece mudo en la primera parte de la puesta y que el actor asume de manera impresionante valiéndose de un estupendo caudal de gestos faciales, así como con las acciones de todo sus cuerpo, al que pone en completa función de las características de tan complejo personaje.
Daniel Romero en su incorporación de Fifo, una vez más deja la piel sobre las tablas en esta nueva propuesta. Su personaje, que según el propio Nilo Cruz, viene a representar en cierta medida su alter ego, está elaborado con una interesante concepción en su personalidad, labor que el actor saca adelante con creatividad.
Incorporar una caracterización de un personaje que hable un diferente idioma y tratar de que se mantenga en el decir del actor rasgos y vocablos de esa otra lengua sin que resulte grotesco o caricaturesco, resulta siempre un empresa riesgosa y en dicho propósito Guillermo Cabré sale triunfador en el rol de Dimitri. Su incorporación del científico llegado desde la antigua URSS, la asume con rigor, sin excesivo alarde idiomático, marcando su desempeño con los elementos propios de la personalidad eslava.
Por último, Claudia Tomas, en su segunda presentación con Arca Images, arropa a la perfección la ternura e inocencia que requiere su desempeño en el rol de Pilar, aunque sin dejar de aprovechar los momentos de fuerza dramática que se le presentan en el camino; mientras que Carlos Acosta Milián, actor de fuerte presencia y personalidad sobre los escenarios, como Hilario, asume un personaje bien concebido y proyectado.
En cuanto a la escenografía a cargo de la dupla formada por Pedro Balmaseda y Jorge Noa, la misma sugiere el interior de una de las muchas antiguas casas coloniales que aún en la actualidad persisten en estar de pie, pero teniendo en cuenta que la trama de la obra se desarrolla a solo una década de haberse instaurado en la nación caribeña aquella debacle revolucionaria, no le encontramos lógica el que se tratara de reflejar en la construcción de dicha entramado escenográfico elementos que den la impresión de apuntalamiento. A esa altura las edificaciones no habían todavía entrado en el estado ruinoso que puede ser observado en estos momentos a través de todo el país.
Otro elemento de la escenografía que resulta algo brusco visualmente, es el nivel donde se sitúa el dormitorio de la vivienda, el cual en vez de integrarse al conjunto, se hace demasiado notorio y prevaleciente. Al margen de los anteriores llamados de atención, el ambiente hogareño que requiere una puesta del carácter costumbrista como esta, cumple su cometido a la perfección.
Algo que nunca me cansaré de agradecer cuando así suceda, es el excelente regalo que resulta el poder disfrutar de todo un elenco con una buena proyección y trabajo de articulación de las palabras, aspecto que en esta ocasión muestra resultados encomiables, algo que lamentablemente no puede ser apreciado con regularidad.
No obstante algunos de los aspectos señalados a la puesta, ésta, que tiene mucho de experiencias vividas o conocidas por su autor, se convierte en una denuncia válida y necesaria, hoy más que nunca cuando el arte en algunas oportunidades se convierte en tribuna política para desinformar, mentir y manipular. “Un parque en mi casa” a pesar del tiempo transcurrido es una obra que lamentablemente mantiene su actualidad.
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Noviembre 16, 2023.
Fotos\ Alfredo Armas