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Alihaydee Carreño y Gretel Batista
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Como ya va siendo habitual, el Ballet Clásico Cubano de Miami (BCCM) ha venido ofreciendo la oportunidad al público amante de esta manifestación artística en nuestra ciudad, el disfrutar de importantes obras del repertorio clásico mundial. Manteniendo dicha tradición, los pasados 8 y 9 del presente mes de febrero, esta institución artística subió a escena el conocido ballet Giselle, obra cumbre del período romántico en la danza, la cual hace algunos años atrás había contado con sendas presentaciones a cargo del propio BCCM, en los cuales el rol de la campesina enamorada estuvieron a cargo de las bailarinas Lorena Feijoó y Hayna Gutiérrez. Otra representación de esta obra, llevada a escena en nuestra ciudad, fue realizada por el desaparecido Ballet Concerto, la cual tuvo a Alihaydee Carreño como figura protagónica.
El famoso ballet Giselle tuvo su estreno en la ‘Salle Le Peletier’, sede de la Ópera de París, un 28 de junio de 1841, teniendo en sus roles protagónicos a la famosa bailarina italiana Carlota Grisi como Giselle y los franceses Lucien Petipa (hermano de Marius Petipa) en el del Duque Albrecht de Silesia, Adele Dumilatre asumiendo el personaje de Mirtha, la Reina de las Willis y Jean Coralli en el papel de Hilarión. Desde entonces esta obra ha pasado a representar el espíritu puro de la danza clásica, tanto por los ideales románticos que encarna como por el empleo de su depurada técnica teatral, propia del siglo XIX, aspectos ambos que convierten a la misma en el perfecto canon de la danza clásica.
Dicho ballet posee como base un libreto escrito a dos manos entre Theofile Gautier y Jules-Henri Vernoy de Saint Georges, habiendo siendo musicalizado por Adophe Adam y estando el trabajo coreográfico en manos de Jules Perrot y Jean Coralli.
A partir de su estreno mundial en la citada ciudad francesa, dicho ballet contó con presentaciones en muchas otras de las más importantes ciudades de Europa, sufriendo a través de esos primeros años algunos cambios y añadidos en sus sucesivas reposiciones. Hoy en día esta obra se encuentra formando parte del repertorio de casi todas las compañías de ballet y es pieza indispensable para el lucimiento de sus intérpretes, quienes adquieren sus más altos rangos mediante la interpretación de sus papeles principales.
Muchas han sido las bailarinas que se han consagrado bailando esta obra desde el mismo momento de su estreno. Aunque se desee buscar la figura absoluta, cada una de ellas le ha aportado al personaje su impronta artística, el dominio de la técnica, así como del mismo modo han sabido moldearlo, integrándolo a sus respectivas épocas. De igual manera muchas puestas han sido trabajadas para acercarlas a nuevos públicos, incorporándoles algún elemento donde se enriquece la historia o la coreografía, pero siempre desde el respeto y valoración al original.
Regresando a las presentaciones realizadas recientemente en nuestra ciudad, tenemos que aplaudir primero que todo el esfuerzo realizado por Eriberto Jiménez al frente del BCCM, para poder llevar a escena este espectáculo, el cual requiere además de un soporte financiero importante -algo difícil de obtener en esta ciudad- una plantilla de bailarines con una preparación que les permita enfrentar una obra de tal rigor técnico-artístico, situación complicada para una institución que no existe realmente en plantilla, por lo que requiere reunir un elenco a partir de colaboraciones establecidas con academias y otras agrupaciones danzarias. Sobre el anterior presupuesto es que se hizo realidad este proyecto, al unir fuerzas con el Youth Ballet Company Panama y el Sanctuary of the Arts Choreographic Ensemble de Miami.
Con respecto al elenco, en cuanto al cuerpo de baile se refiere, este estuvo integrado por jóvenes estudiantes de las tres instituciones comprometidas, poseedores de un adecuado nivel de preparación que les permitió enfrentar dicho trabajo, ofreciéndoles ganar en experiencia y conocimiento para sus futuras carreras profesionales. No obstante debemos señalar, que el nivel observado no fue parejo, mostrando frecuentes momentos de falta de rigor en la ejecución coreográfica principalmente durante el primer acto, a pesar de que la adaptación concebida aligeró al máximo la misma.
El desempeño del cuerpo de baile en el segundo acto de la obra sin embargo, fue realizado con mucho más rigor, llegándose a observar hasta un mejor trabajo con el estilo del mismo. Inexplicable resultó ver en unas de las funciones a una bailarina, de primera fila por cierto, abandonar el escenario, para poco después incorporarse al baile. Sin duda el esfuerzo de todos estos jóvenes, no preparados aún por completo para asumir dicha labor, es de aplaudir, ya que la experiencia formará parte de su preparación futura.
Antes de continuar hablando del trabajo individual de los protagonistas, es necesario hacer hincapié en un aspecto que de manera recurrente puede ser observado en las propuestas presentadas por el BCCM, nos referimos al deficiente trabajo dramático, algo de vital importancia en este tipo de ballets. Estas grandes obras del repertorio internacional, en muchos de los casos han recibido la clasificación de “ballets-pantominas” por investigadores e historiadores de la danza, debido a la fuerte presencia que en ellos tiene la actuación, haciendo que la misma se integre de forma total a la danza, permitiendo de tal manera la comprensión del argumento narrado en dicha obra. La pantomima en el caso de la danza posee un lenguaje con significado propio muy bien codificado, el cual hace que su lectura, a través de los gestos, pueda ser comprendida con facilidad.
En este aspecto, dentro de las presentaciones se encontraron problemas, algunos de los cuales se tornaron inaceptables, como por ejemplo la falta de estilo, modales e interacción observado durante el primer acto, por parte de los miembros de la nobleza que aparecen en escena, obviando la posición social representada, así como por la falta de integración dramática a los hechos que acontecían en escena. Aducir falta de tiempo de ensayos, no justifica tal descalabro, esos no son temas que al público le interesen, lo que importa es el resultado.
Eleni Gialas, Willem Josué Gómez y
Natalie Álvarez
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Uno de los momentos mejor recibido en ambas funciones, consistió en la ejecución, durante el primer acto, del “pas du paysan”, en esta oportunidad interpretado por tres bailarines -originalmente un pas de deux, transformado en pas de six en algunas versiones o incluso en un pas de dix en alguna otra- integrado por la cubana Natalie Álvarez, la griega Eleni Gialas y el colombiano Wilhem Josue Gómez. De igual manera el trabajo de ambas bailarinas incorporando en el segundo acto a las dos willis -Moyna y Zulma- fue certero, limpio, destacando en ambas ocasiones el desempeño de Álvarez, quien logró el justo medio entre técnica, elegancia y estilo. Esperemos que podamos disfrutar a esta bailarina interpretando el papel de la Reina de las Willis en una próxima puesta en escena, seguro que dicha ocasión devendrá en todo un acontecimiento.
En cuanto a Gómez, con un poderoso físico, a pesar de su no muy alta estatura, realizó un magnífico trabajo de pies y unos bien proyectados saltos, entregando una limpia y potente labor en sus variaciones, lo que provocó una entusiasta reacción del público ante sus ejecuciones.
Esta propuesta, en versión de Eriberto Jiménez realiza una proyección interesante del personaje del guardabosque Hilarión -quien compite con el Duque Albrecht por el amor de la joven campesina- al tratar de humanizarlo y de restarle valor al estigma de “villano” que él mismo adquiere dentro del conflicto. La labor realizada por el brasileño Israel Kaique da Silva, al asumir el rol, le impone credibilidad, emoción y fuerza al personaje, haciendo que el mismo alcance un válido logro dramático.
Alihaydee Carreño,
Israel Kaique da Silva y Gretel Batista
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Si algo hizo que estas presentaciones cobraran gran interés para ese público conocedor y asiduo al ballet de Miami, especialmente para el cubano, fue el anuncio de la participación especial de la ex primera figura del Ballet Nacional de Cuba, Alihaydee Carreño, miembro de una estirpe de grandes bailarines, de los cuales algunos de ellos han obtenido importantes reconocimientos internacionales. La ansiedad por ver nuevamente sobre la escena a esta querida y admirada figura, aunque tan solo fuera en la incorporación de un personaje de carácter, motivó la presencia de un público que colmó un teatro, el cual hacía tiempo no veía desbordada su sala ante una función de ballet.
No obstante la expectación reinante y el gran recibimiento ofrecido por los presentes a la artista, la participación de esta figura en el escenario se vio empañada por dos aspectos imperdonables. El primero responde al cuidado que se le debe prodigar al artista para que el mismo tenga la imagen adecuada sobre el escenario. Con esto nos referimos al desacertado atuendo con que se vistió a la artista, una ropa inadecuada tanto en colores y estilo, como en su relación con la época y lugar de la acción, elemento este que no favoreció su presencia escénica. Vestir a un personaje en escena requiere de un estudio previo que implica muchos detalles a tener en cuenta. Este, es un personaje de carácter y como tal su vestimenta debe tratar de ser más realista que la utilizada por el resto de los bailarines, donde su ropa admite cierta fantasía, amén de ceñirse a las necesidades de los movimientos de la danza.
El segundo aspecto que opacó en alguna medida la participación de la artista -retomamos algo ya analizado con anterioridad- tiene que ver con el trabajo respecto a sus pantomimas y gesticulación, los cuales adolecieron de cierto grado de bastedad, que desdibujaron las líneas del personaje y su estilo. Esto, que no debió suceder, podría haber sido corregido a tiempo y adecuadamente si por ejemplo se hubiera solicitado el apoyo de alguna figura que en el pasado asumió dicho rol o alguna otra con dominio de este trabajo con las pantomimas, personas que de seguro hubieran colaborado con ello, habiendo significado de gran ayuda en la elaboración de un trabajo al que no se había enfrentado la Carreño con anterioridad.
Solicitar la presencia sobre las tablas con carácter de invitado especial, de un artista requiere atenciones especiales, imposibles de no tener en cuenta. No obstante, en el momento en que esta gran bailarina pisó el escenario, la energía que envolvió la función se acrecentó.
Otro de los memorables momentos dentro de las dos presentaciones que tuvo este ballet, fue el debut de la joven bailarina cubana Mayrel Martínez en el exigente papel de Mirtha, la Reina de la Willis, quien realizó un muy buen trabajo, mostrando un magnífico desenvolvimiento técnico y de introspección del personaje, lo cual le permitió salir airosa en su propia “iniciación” de dicho rol.
Gretel Batista y Jorge Oscar Sánchez
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María Eugenia Herrera
y Jorge Oscar Sánchez
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Jorge Oscar Sánchez, bailarín de origen cubano que desde hace ocho años es miembro del Washington Ballet, y es un habitual en los escenarios miamenses, fue el responsable de asumir el papel de Albrecht Duque de Silesia, haciéndolo por primera vez dentro de su carrera. Como ya es común en su trabajo, Sánchez, quien es poseedor de una excelente figura de “noble danseuse” -bailarín noble, en francés- se mostró a la altura de los requerimientos técnicos y artísticos exigidos en este rol, el cual de por sí no llega a ser lo extremadamente exigente en el primer aspecto, como suele ser con el trabajo realizado por el hombre en otras producciones de esta envergadura.
La nueva presentación de este ballet en Miami, ofreció, al igual que lo hizo en el pasado, la posibilidad de poder ver al personaje de Giselle interpretado por dos bailarinas. En la primera de las dos funciones, la del viernes 9, el rol protagónico fue asumido por la panameña María Eugenia Herrera, mientras que para el sábado 10, el mismo sería incorporado por la cubana Gretel Batista, actualmente en las filas del Houston Ballet.
María Eugenia Herrera
y Mayrel Martínez
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María Eugenia Herrera quien ha sido primera bailarina y directora del Ballet Nacional Panamá, también ha ocupado el cargo de directora del Instituto Nacional de Cultura en su país y por su larga trayectoria en la enseñanza del ballet, desde el 2018 es la fundadora y directora del Youth Ballet Company, una institución pre-profesional encargada de elevar el nivel técnico-artístico de aquellos jóvenes graduados de las diferentes academias e interesados en continuar con sus carreras. Esta bailarina alejada de las tablas por diversos problemas personales, pero portadora de una desbordante energía y amor hacia la danza, ha querido volver a las zapatillas -después de una férrea preparación- como una forma no solamente de complacencia personal, sino para demostrar a su alumnado que cualquier sacrificio que se tenga que hacer en pos de la danza siempre será poco. Pero precisamente en este punto es donde el artista tiene que saber donde se encuentran los límites.
Al imponerse enfrentar el reto de asumir la interpretación de un ballet como “Giselle”, la Herrera, se encontró desbordada ante sus posibilidades reales. Todo el tiempo que la misma ha pasado fuera de los escenarios, más el transcurrido en la vida de la misma, dejaron su lamentable huella en lo apreciado en su presentación. Es sabido que la vida activa de un bailarín es demasiado corta, estando sometida a un fuerte estrés psíquico y físico, lo que provoca que en ocasiones su permanencia artística pueda verse cortada antes de tiempo, llegando el momento de asumir dicha situación con sabiduría. Nunca un artista debe exponerse ante el público.
Somos de la opinión que la Herrera, con toda la pasión por el baile que aún demuestra, puede mantener una carrera interpretando obras del repertorio moderno, que suelen ser menos exigentes, pero igual de hermosas, como en el pasado lo hicieron grandes figuras como la Guillem, la Ferri, la Plisetskaya, las cuales continuaron cosechando nuevos éxitos dentro de esta línea en sus respectivas carrera.
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Gretel Batista y Jorge Oscar Sánchez
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Gretel Batista, Jorge Oscar Sánchez
y Alihaydee Carreño
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Respecto al trabajo de Gretel Batista, durante la segunda noche de presentaciones, el mismo recibió la aprobación total de un público que la aplaudió con conocimiento de quienes en su mayoría han podido disfrutar de brillantes ejecuciones de esta gran obra. La artista en su segunda interpretación de este ballet, en su aún joven carrera artística, hizo gala de un trabajo perfecto no solamente en cuanto a sus requerimientos técnicos sino de igual forma en cuanto a su proyección dramática se refiere. A pesar de su algo baja estatura, ello no resultó en hándicap para hacer grande su entrega sobre el escenario, mediante el bien proyectado carácter del personaje, tanto el de la delicada campesina del primer acto, como el del infrahumano del segundo, ella transpira dentro de la piel del personaje. Sin duda alguna, esta nueva Giselle, se unirá al recuerdo de las que tiempo atrás pasaron por nuestros escenarios.
Como conclusión, tenemos que dar las gracias al BCCM y a su director, por ofrecer la posibilidad al público de esta ciudad de Miami, el poder disfrutar de puestas en escena de obras que forman parte del importante repertorio histórico e internacional del ballet, que de otro modo no serían vistas en nuestra tablas, no solamente para el mero gozo de los amantes de este género danzario, sino como instrumento formador para futuros profesionales del mismo.
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, febrero 20, 2024.
Fotos/Simon Song.