Aludo hoy a un viaje del abuelo Nicolás y mi abuela Emilia junto a su prole, a tierras del norte villareño a mediados de los años 40.
La abuela oriunda del poblado de la Esperanza tenía igualmente parientes en la porción más al norte incluyendo Sagua la Grande, Isabela de Sagua y Caibarién.
Ya casada con el abuelo y avecinados primero en el próspero poblado de Vertientes, y luego en la ciudad de Camagüey, concurrían una que otra vez a aquellas ciudades por entonces de una vitalidad y prosperidad envidiables localizadas en aquella provincia de Las Villas.
Me sirven para acometer este viaje memorioso unas fotografías magníficas que tomará el abuelo Peón, con una maravilla de cámara de fuelle, del formato de 120 m.m., nada más y nada menos que fabricada en el Japón ocupado por los norteamericanos después de la Segunda Guerra Mundial.
La cámara que perduró en la familia con increíble vida útil, me sirvió para que en mi temprana juventud sacara con ella envidiables fotos en blanco y negro con aquellos rollos de fotos marca Orwo, de la antigua RDA y que se comercializaban en la Cuba de antes de 1989.
Las fotos del abuelo en el blanco y negro de rigor se conservan impolutas con algo de ese tinte sepia que les viene por añadidura por el tiempo ya añadido, y que las hace octogenarias por necesidad.
Las que comparto hoy corresponden a la ciudad de Caibarién y más específico a su entorno de playa anexo al movido mundo de aquel puerto de antaño.
Junto al de Isabela de Sagua, detentaban una vitalidad económica desconocida hoy, que los conectaba con destinos nacionales y otros foráneos como Miami, casi a tiro de piedra, o el mismísimo Nueva York, y cualquier otro destino de la Costa del sureste norteamericano.
Nada de lo que admiramos en las fotos del abuelo existe con exacta integridad ahora mismo.
El marasmo de la desidia y otras hierbas han vuelto a esos sitios irreconocibles, acaso quede solo el sabor salobre del mar que sigue batiendo la costa en los sitios de alguna playa muy desmejorada ya sin atractivos turísticos alguno, convertidas en páramos de nostalgia infinita.
Siempre quise mientras estuve en Cuba, conocer aquellos parajes donde los abuelos y sus hijos, se solazaron alguna vez. Por ahora es capítulo cerrado o mejor dicho asignatura aún pendiente… habrá que tener paz y mucha ciencia para acompasar esa deseable vuelta a los orígenes..esa certeza de lo que fue y no es… y que algún día podrá resarcirse y volver a lucirnos lo que nunca debió dejar de ser.